Margarita Borja. Periodista.

Margarita Borja. Periodista.

Como columnista de diario El Universo, escribo para construir puentes entre mis dos mundos: Alemania

23/04/2024

Comparto mi columna, un homenaje a los libros, esos seres que acompañan y que, viéndolo bien, terminan por escribir las vidas de quienes sabemos amarlos. ¡Feliz Día del Libro!

"Estoy de viaje en Lisboa y desde Leipzig me vine trayendo una novela de José Saramago que puebla de fantasmas esta ciudad: “El año de la muerte de Ricardo Reis” (1984). Ni la elección del libro ni la compañía de mi hija en este viaje son casualidad. Fue justamente esta historia la que agarré, hace ya 16 años, al salir corriendo para la clínica donde nacería mi bebé. Mi ingenuidad de madre primeriza me hizo creer que leería, pero recién muchos días después, ya de vuelta a casa y con una niña en brazos, logré reclamar mi rutina de lectura. Durante las largas y extrañamente solitarias horas de la maternidad, me dejaba arrullar por sus páginas mientras esperaba a que la bebé comiera o durmiera.
Tanto tiempo después vuelvo a leer este libro. Asombrada, como si fuera la primera vez, ante la belleza de las palabras, imágenes, pensamientos de Saramago o Pessoa o Ricardo Reis o todas esas voces que resuenan enlazadas como un río donde confluyen todas las aguas. Fluyen las palabras como si flotaran río abajo al ritmo de una música silenciosa que va marcando el ritmo de nuestra imaginación. Conforme avanza mi lectura empiezo a notar olas, ondas y arrugas en el papel, descubro un par de manchas (¿café, chocolate, el óxido del tiempo?). Son las huellas de la vida que transitó por ellas, páginas heridas por las caricias de quien un día las leyera. Esa que fui yo y que todavía soy aunque poco recuerde cómo era esa mujer tan joven recién llegada a Alemania y tan de pronto convertida en madre. La que pasaba esas páginas sentía que había llegado al país más lejano del mundo. Astronauta varada en la Luna, aferrada a las páginas de un par de libros en español como si con ello pudiera salvarse.
De repente siento (no pienso, siento) la importancia, el poder del libro como objeto, su presencia, su compañía, toda la verdad que emana de las cosas que han estado, que han sido paralelamente a nuestros cuerpos y que desafiando al tiempo continúan unidas a nosotros en el espacio. Reconozco todo lo que he perdido (aquello a lo que he renunciado) en esa transición que empecé hace unos años: he ido abandonando el papel para resignarme a la lectura en pantalla, una experiencia que, ahora lo veo claramente, no me basta. La tinta electrónica carece de la sangre necesaria para celebrar el ritual sagrado de la lectura. No tiene páginas de papel que se despliegan como alas, no huele, ni suena, ni acompaña como lo hace un libro entre las manos, dormitando sobre el velador, despatarrado sobre la cama; erguido, enigmático y soberbio, sobre las estanterías que embellecen nuestras paredes."

https://www.eluniverso.com/opinion/columnistas/ese-libro-que-me-acompana-nota/

Photos from Margarita Borja. Periodista.'s post 24/03/2024

Empezó la primavera ❤ Mi columna de hoy en diario El Universo:
"De niña no comprendía por qué solo a un grupo de plantas se le llamaba “siempre verde”. Crecí rodeada de árboles y arbustos, de matas reptando y enredaderas trepando por todas partes con una fortaleza incansablemente verde. El concepto cronológico del “florecimiento” también me parecía relativo, pues siempre había alguna planta en flor, sino en mi patio en el de mi abuela, sino en mi barrio en el centro de la ciudad. Si no eran los arupos, eran los cholanes, los jacarandás o hasta las “malas hierbas” que se tomaban las laderas del serpenteante camino que desciende por Guápulo y que se la pasaban todo el año tumbadas al sol ostentando sus flores amarillas y naranjas.
En mi prehistoria, las flores eran un juguete más; precioso, sí, pero más cotidiano que extraordinario. Con las supirrosas hacíamos collares (nuestros dedos infantiles eran ideales para extraer cada una de las florecillas de los pompones en que crecen e irlas machihembrando en diminutas cadenas), a los cartuchos los desgranábamos cual choclos en miniatura, las hojas del limonero las triturábamos para perfumarnos. Estas inocentes heridas que causábamos a las plantas eran nuestra manera de relacionarnos con la naturaleza, de explorarla, disfrutarla, hacerla parte de nuestras vidas. Con el tiempo dejé de arrancar hojas y flores: renuncié a la posesión y me contenté con dejarme acariciar por su existencia ante mis ojos deslumbrados.
Llegué a Alemania hace ya demasiados años en un día gris de invierno. Me saludaron las copas de los árboles desnudos, elevando sus plegarias al cielo como esas tétricas manos que pintaba Guayasamín. Al atardecer los cuervos se posaban en sus dedos artríticos y graznaban antes de elevar un vuelo que oscurecía aún más el cielo. Las únicas flores que veía durante meses se vendían en supermercados y floristerías y llevaban etiquetas que decían “Ecuador”. Terminé por acostumbrarme y hasta aprendí a g***r de ese ciclo de vida, muerte y resurrección que late en la naturaleza de los países de cuatro estaciones.
Dicen que aprendemos a valorar las cosas solo cuando las perdemos. Quizá por eso me parecen hoy más bellas que nunca las flores que un buen día asoman en las ramas de árboles que durante meses parecían condenadas a la soledad. Por fin, luego de tres décadas de leer Mafalda, comprendí la viñeta donde mi he***na afirma que “Indudablemente, la primavera es lo más publicitario que tiene la vida”.
Como todo el año de camino al trabajo, atravieso el parque en bicicleta, pero en primavera me saludan tiernas las bocas de trompeta de los narcisos, y me obligan a frenar en seco los magnolios preñados de enormes flores blanquirrosas, desperezándose como si regresaran de un largo sueño. Planifico. Este fin de semana habrán despertado por completo, iré a visitarlas con un termo de café caliente, me sentaré en la banca junto a las magnolias que florecen junto al río y me saciaré contemplando su transformación. Me llenaré los ojos y el alma de su belleza. Me la guardaré como una se guarda los recuerdos de amores efímeros, en ese espacio de la memoria que nos mantiene vivos incluso durante los inviernos más desoladores."

https://www.eluniverso.com/opinion/columnistas/primavera-nota/

10/03/2024

Mi columna de hoy en diario El Universo:
"Entro en la habitación donde se conserva su piano. En las paredes cuelgan las partituras de su composición “El año” ilustradas por su marido. Junto a la ventana hay un diván al que acaricia la luz del sol. Me siento. Mi presencia activa la música, suena al borde del silencio como un secreto que solo puede ser escuchado en ese rincón. Veo fantasmas, almas que persisten en las casas donde una vez habitaron pues se niegan a abandonar lo que alguna vez fuera suyo. Su piano, su diván, su cuarto, su casa, su música, y yo ahí, una intrusa en el siglo XXI violando el velo del tiempo y el espacio, estirando la mano para sentirla.
F***y Hensel nació en Hamburgo en 1805 y murió en Berlín en 1847. La reconocerían quizá si hubiese conservado su apellido de nacimiento, el mismo que llevaba su hermano menor, el famoso compositor Felix Mendelssohn Bartholdy, pero F***y, como lo hacen hasta hoy tantas mujeres, adoptó el nombre de su marido. Dicen que desde niña ya deslumbraba con su interpretación de las fugas de Bach. Tan genial era que el célebre músico Zelter le escribió a su amigo Goethe para contarle que F***y tocaba el piano “como un hombre”. Esto, claro, no bastaba para acceder a los privilegios de uno. Su padre se opuso a que publicara e interpretara fuera del ámbito doméstico. En una carta, explica a su hija que si bien la música quizá se convierta en la profesión de su hermano Félix, en el caso de ella “puede y debe ser sólo un adorno”. Un adorno, eso era el talento para las mujeres burguesas del siglo XIX, un atractivo, un punto a favor a la hora de encontrar un mejor partido, una distracción para las tardes de melancolía.
Veo a F***y ante el piano. Sueña en los lugares que ha visitado, pero aún más en los que jamás podrá pisar. Siente el ritmo del tiempo en sus dedos, el paso de la vida, el nacimiento de su único hijo, el florecimiento de las magnolias, el susurro de las hojas secas, las criaturas que murieron en su vientre. Compone lieder, cantatas, cientos de piezas para piano. Su hermano Félix es su compañero artístico, juegan a la música juntos en un juego desigual cuyas reglas F***y acata. Acepta publicar algunas obras bajo el nombre de su hermano. Pero cuando la reina Victoria recibe a Félix en el Palacio de Buckingham y pide al compositor que toque su canción favorita, “Italia”, él no duda en confesar que dicha obra es creación de su hermana. Y aún así, Félix opinaba que era “demasiado mujer” como para dedicarse a componer e interpretar música: el arte resultaría un estorbo en su misión como ama de su hogar…
F***y murió a los 41 años a causa de un derrame cerebral. La enterraron en un cementerio de Berlín donde descansan judíos conversos como los Mendelssohn Bartholdy. Su hermano, a pesar de ser cuatro años menor, se le unió poco después, vencido por el mismo mal. Corría por las venas de ambos la misma muerte, pero también el mismo elixir de la inmortalidad. Y sin embargo, el nombre de Félix Mendelssohn Bartholdy está tallado en bronce y su obra resuena en bodas o acompaña tardes silenciosas. Mientras que F***y Hensel es uno de esos nombres que hemos debido rescatar como se desentierra un tesoro."

https://www.eluniverso.com/opinion/columnistas/tocaba-como-un-hombre-nota/

Escúchenla aquí 👇🎹❤

https://www.youtube.com/watch?v=LyomrXVkUr4

Margarita Borja: Llamar n**i a un judío | Columnistas | Opinión 25/02/2024

Algunos lectores de mi columna dominical en diario El Universo me escriben agradeciendo mi "coraje" por atreverme a expresar semejante opinión respecto a la actual campaña anti israelí. No sé si es coraje o la simple costumbre de decir lo que pienso, cueste lo que cueste. En fin, más allá de estar de acuerdo conmigo o no, vale la pena pensárselo, porque quizá en Ecuador o EEUU no lo vean, pero en Alemania y Austria se han empezado a vandalizar memoriales del Holocausto pintando bigotes de Hi**er y esvásticas en las caras de supervivientes y víctimas, y de esto ya no es responsable solo la extrema derecha sino que la solidaria izquierda se ha vuelto cómplice...

"Está de moda entre intelectuales liberales equiparar a Hi**er con Netanyahu. Es alarmante la ligereza con que comparten la imagen del primer ministro de Israel con uniforme de n**i y bigote de Hi**er. No se dan cuenta lo que significa llamar “genocida” a un Estado creado como reparación y refugio para el pueblo judío, víctima del genocidio n**i que sistemáticamente acabó con millones. No ven que al difundir esta campaña se convierten en cómplices de un ambiente tan tóxico que ya a nadie sorprende que se vandalicen (¡hasta en Alemania!) fotografías de sobrevivientes de Auschwitz, memoriales del Holocausto, sinagogas.
Comparar los horrores de Hi**er con la muerte de palestinos inocentes como consecuencia del conflicto en Gaza es desatinado ya desde el punto de vista numérico. Y hay algo esencial que algunos parecen haber olvidado: Hamás. A todos mis amigos que andan como locos defendiendo a Palestina (pero que se quedaron calladitos el día del ataque de Hamás) les recuerdo que el 7 de octubre de 2023 los terroristas palestinos atacaron por sorpresa el territorio de Israel donde asesinaron a 1200 personas en sus casas, en un festival de música, en las calles. Violaron, torturaron, se llevaron 239 rehenes, incluidos niños. Como reacción, Israel atacó Gaza.
La historia de Hi**er contra el pueblo judío, contra grupos vulnerables, contra sus vecinos europeos nació de una ideología de odio y xenofobia basada en la firme creencia de que el pueblo alemán era superior y merecía no solo extender su espacio vital sino eliminar a quienes consideraba inferiores, despreciables, peligrosas pestes. En esto los n**is se parecen a Hamás, cuya carta fundacional cito aquí: “Israel existirá hasta que el islam lo destruya, tal como ha borrado a otros antes / Las llamadas soluciones pacíficas y conferencias internacionales contradicen los principios del Movimiento de Resistencia Islámica... No existe ninguna solución al problema palestino que no sea la Yihad / Los judíos buscan socavar las sociedades, destruir los valores, corromper las conciencias… Están detrás del comercio de dr**as y el alcoholismo / Los judíos se esforzaron por amasar una gran riqueza material... Con su dinero tomaron el control de los medios de comunicación del mundo… Con su dinero atizaron revoluciones…” En fin, una versión islamista de “Mein Kampf”.
Obviamente me horroriza la situación en Gaza y sé que muchos judíos (israelitas o no) también critican la estrategia de Netanyahu (de hecho estaban en contra de este nefasto líder desde hace años). No se trata aquí de elevar ni justificar a este tipo sino de comprender qué significa nuestra reacción (externa, extranjera) ante esta situación. ¿Por qué de repente nos interesa tanto la vida de los palestinos cuando otras guerras no nos quitaban el sueño? ¿Y por qué la campaña anti israelí se basa justamente en la comparación con el n**ismo? Llamar n**i a un judío es lo mejor que ha podido sucederles a todos esos antisemitas y revisionistas que esperaban la oportunidad de salir del clóset. Es un combo dos en uno: por un lado relativizamos los crímenes del n**ismo, por el otro diabolizamos tanto a Israel que todos se olvidan de Hamás. Lo más alarmante es que esta campaña no se la debemos a los malos de siempre: los trumpistas, bolsonaristas, mileistas, neofascistas de este mundo. No. La solidaria izquierda ha decidido encargarse de este trabajo sucio. Al parecer, hoy Rusia maneja los hilos de la izquierda y la derecha por igual."

Margarita Borja: Llamar n**i a un judío | Columnistas | Opinión (...) es lo mejor que ha podido sucederles a esos antisemitas y revisionistas que esperaban la oportunidad de salir del clóset.

Photos from Margarita Borja. Periodista.'s post 18/02/2024

Heidelberg es una fantasía europea. Arriba, cúpulas y torres; abajo, callejuelas empedradas, un enorme puente de piedra que atraviesa el río. Todo es antiguo: el Camino de los Filósofos que serpentea entre rocas cubiertas de musgo, el castillo en ruinas que fascinó a los románticos. Pero Heidelberg no solo es pasado. El lema de su universidad (la más antigua de Alemania, fundada en 1386) es “Sempre Aperta”. Y siempre abierta es aún hoy esta ciudad que financia el espectacular Festival de Teatro ¡Adelante! que en su 3.° edición ha invitado a compañías de México, Cuba, Colombia, Perú, Bolivia, Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y Portugal. Tras asistir a esta semana dedicada al teatro iberoamericano les escribo conmovida por el entusiasmo del público alemán y extranjero, y orgullosa de la calidad y pluralidad artística de nuestra región. Ecuador participó en 2020 y esta vez contamos con un brillante ensayo de nuestra Ministra de Cultura y Patrimonio, Romina Muñoz: https://adelante-festival.de/es/debate/ensayo

Pero hoy quiero hablarles de Cuba y su obra “Normalización”. Hipnotizados seguimos al performer corriendo de un lado a otro del escenario empujando un trapo mojado con las manos y el torso desnudos. Conforme se agotan sus fuerzas, una desesperación contagiosa se apodera de él. Cae de rodillas, grita desde el fondo de la soledad y el esfuerzo sin sentido. Mientras, el otro performer permanece sentado ante el televisor, al margen del escenario, ajeno. Los medios transmiten noticias tan confusas y desconectadas de la realidad que se prestan para la genial parodia que de ellas hace esta obra. Micrófono en mano, aires de intelectual, un periodista pregunta: “¿Papi, papi, papi?”. El entrevistado responde: “Papi, papi… papi, papi”. Y cuando un político o reportero hablan en una mezcla absurda e hilarante de lenguas reconocemos enseguida ese familiar blabla, sin sustancia ni realidad: distracción. Distracción y justificación de realidades inaceptables que al pueblo no le queda otra opción que aceptar. Esta “normalización” de la crisis es una estrategia de gobiernos fallidos ante el colapso de sus sistemas (véase el concepto de “Hipernormalización” de Alexei Yurchak en el contexto de los últimos días de la Unión Soviética).
Bajo la dirección de la legendaria artista cubana, Nelda Castillo, los hermanos César y Lázaro Saavedra se presentaron en Heidelberg en salas llenas: https://adelante-festival.de/es/cuba/23-normalizacion/279-critica-normalizacion-es Mientras tanto en Cuba el sistema de salud está colapsado, la gente muere porque no hay medicinas ni lo básico para la más simple cirugía. Al que trabaja se le paga en una moneda con la cual no alcanza para nada. Aumenta la represión. Al ritmo del hambre, crece la censura. Miles de cubanos abandonan la isla, especialmente los jóvenes. Pero los talentosos artistas Saavedra resisten. Su obra da espacio a las voces que nos llegan desde las rutas migratorias donde también sufren tantos ecuatorianos: la pesadilla del Tapón de Darién, el Río Grande: terror, dolor, abuso, rechazo. Los niños. Pueblos destruidos por sus gobiernos y que deberían cantarles, como dice la canción: Yo no me quiero ir de aquí, ¡que se vayan ellos! Esta es mi playa, este es mi sol, esta es mi tierra, esta soy yo.

https://www.eluniverso.com/opinion/columnistas/que-se-vayan-ellos-nota/

28/01/2024

Últimamente he visto tanta muerte a mi alrededor, gente querida abandonando este mundo dolorosa, incomprensiblemente. ¿Por qué una madre que llevaba una vida sana enferma de cáncer incurable? ¿Por qué un artista se desangró atrapado en el ojo de un huracán de violencia? En vano intentamos hallar lógica en aquello que no la tiene. La huesuda nos pisa los talones desde el día en que nacemos. Evadirla es arte y suerte. Y a veces parece estar ganándonos la partida, tiñendo de sangre los ríos por donde solía fluir despreocupadamente la vida. Somos frágiles ante la arbitrariedad de la muerte. ¿Qué podemos controlar en nuestra existencia si tantas fuerzas extrañas dominan nuestro destino personal y colectivo? Ante esta angustia no busco refugio en los cuentos con final feliz y soluciones mágicas sino en las historias de resistencia y aceptación. Visito las biografías de quienes sufrieron hasta las últimas consecuencias y a la fortaleza de la lucha le sumaron algo aún más valioso: la sabiduría de quien sabe aceptar aquello que no puede cambiar. Nuestro mundo dominado por eslóganes nos vende fórmulas falsas: todo lo puedes superar si te esfuerzas, si haces, si compras. Puedes tenerlo todo, insisten, no te des por vencido. Pero la fortaleza espiritual humana va por otro camino. Siendo vulnerables a tantas tormentas, nuestro poder reside en nuestra capacidad para sentir dolor sin que este nos destruya, para transformar y transformarnos en ese sacrificio. No está de moda decir palabras como “resignación”, peor aún decirlas con orgullo y dignidad.
Hace poco se estrenó un documental sobre un joven alemán que murió de cáncer linfático. El tumor le abrió un agujero en el pecho, una caverna purulenta y dolorosa que se le llenó de larvas tras nadar en las aguas del Caribe. Hasta el final de su vida, Philipp Mickenbecker (1997-2021) no dejó de intentar disfrutarla al máximo, entregándose a aventuras en la naturaleza con su hermano gemelo y un grupo de amigos hábiles y creativos junto quienes había creado en 2016 el canal de YouTube The Real Life Guys. 1.7 millones de suscriptores g***ron viéndolos construir un submarino y una bañera voladora, una rampa para saltar al lago a toda velocidad a bordo de un carrito rojo para niños, una casa de árbol, patines de sierras eléctricas, locuras refrescantes en un mundo dominado por la inactividad y la experiencia de segunda mano a la que nos condena lo digital. Es natural que los Real Life Guys hayan ganado tantos seguidores. Sus experiencias, su talento macgyveriano, su vitalidad, su conexión con la naturaleza nos hace sentir vivos. ¿Cómo comprender que la muerte haya extinguido una vida tan vibrante? “Real Life” se titula este documental a través del cual acompañamos a Philipp paso a paso hasta la muerte. Es una historia de dolor y fe, amistad y alegría, una búsqueda de sentido en el sinsentido, una búsqueda de Dios en un paisaje oscuro como una maldición. ¿Dónde está Dios entre tanta muerte absurda? Es quizá la pregunta más antigua que se ha hecho el ser humano, una pregunta que nos seguiremos haciendo mientras danzamos entre la fe y la resignación, la realidad y la ilusión.

Columna publicada hoy en:
https://www.eluniverso.com/opinion/columnistas/esas-muertes-absurdas-nota/

Enlace al canal de YouTube de "The Real Life Guys": https://www.youtube.com/

Margarita Borja: Cinco minutos de fama | Columnistas | Opinión 19/01/2024

Nos afecta de una manera extraña de la cual casi nos avergüenza hablar. A fin de cuentas estamos lejos, abandonamos cobarde y desesperadamente el barco para nadar a costas más seguras donde trabajamos de sol a sol pero nadie nos “visita” para chantajearnos, no sobrevivimos entre el miedo, la frustración y la incertidumbre que reinan en las calles de ese lugar que aún llamamos “Ecuador, mi país”. Así seguimos diciendo los migrantes aunque vivamos lejos, aunque murmuremos en secreto, sintiéndonos un poco culpables, “uff, de la que me salvé”. Pero en el frío de la noche solitaria, lejos de la tierra que nos vio nacer, nos confesamos la nostalgia por ese país que todavía cobija (o debería cobijar) a nuestros seres amados.
Una bomba de una violencia inconcebible, inexplicable, injustificable ha explotado en Ecuador. Horrorizados leemos, vemos, oímos sobre periodistas y personal penitenciario secuestrados; padres, madres, niños asesinados. A miles de kilómetros de Quito y Guayaquil, los migrantes escuchamos las voces de nuestras familias y amigos contándonos cómo regresaron a casa en el tumulto desesperado ante el decreto del Gobierno. Amigos que caminaron por horas porque los buses estaban atestados y el tráfico estancado. Amigas describiendo en un audio de WhatsApp la calidez y solidaridad con que tanta gente decidió enfrentar el miedo. Quien alguna vez ha pisado el Ecuador, quien ha nacido y vivido allí conoce el alma tierna y melancólica del andino, la fortaleza del costeño, no puede evitar preguntarse, desolado, cómo llegamos a donde estamos.
Caminamos los migrantes por calles extrañas y los amigos extranjeros nos saludan alarmados: ¡qué está pasando en tu país! te gritan al pasar, y no puedes evitar ese mordisco humillante, esa sensación de que te lo dicen como si fuera tu culpa, como si esperaran que les explicaras por qué tu país es tan violento, ¡¿cuál es su problema?!, parecen increparte mientras tú te preguntas amargamente dónde se guardan todo ese entusiasmo e interés por tu país los 364 días del año en que la prensa internacional lo ignora, por qué nunca se acercan a felicitarte por esos pájaros y flores esplendorosos, por esas sopas capaces de levantar a los mu***os resucitados por la promesa de tanta delicia, por qué solo les interesamos cuando somos tragedia. Esto también es Ecuador, quisiéramos decirles mientras les servimos un plato de cazuela, ceviche, corviche, locro, encebollado, fanesca. Esto también es Ecuador: 15.300 especies de flores; colibríes, pinzones, tortugas gigantes, pájaros bailarines de patas azules; bailarines de poncho, alpargatas, sombreros y faldas, gente que canta al hablar y acaricia con los ojos, pintores, músicos, soñadores. Esto también es Ecuador, quisieras decirles, porque si no saben lo que somos no comprenden cómo sufrimos. Pero ya se van corriendo a la próxima noticia de última hora, al nuevo escándalo internacional, la nueva bomba viral y se olvidarán de “tu país” hasta la próxima primera plana.

Margarita Borja: Cinco minutos de fama | Columnistas | Opinión Una bomba de una violencia inconcebible, inexplicable, injustificable ha explotado en Ecuador.

Margarita Borja: Soy migrante, pero sueño | Columnistas | Opinión 27/08/2023

Con los churos hechos y la ilusión destrozada, traicionada cual novia plantada ante el altar la mañana de su boda: así quedé, así quedamos miles de migrantes ecuatorianos el día de votaciones. Preparativos hechos: cédula en mano, confirmado el registro en el portal de voto telemático, visto el vídeo informativo, leídos los correos de las Embajadas recordándonos ejercer nuestro derecho y deber al voto el 20 de agosto. Llegó el gran día, solemne y con la cara bien lavada ante el ordenador (sabía que la cámara haría una identificación virtual: no es la primera vez que votaba telemáticamente), abrí la página, ingresé mi número de cédula y hasta ahí llegué: “Error. Existe un problema de red, por favor digite Ctrl+F5 o intente en otro explorador web, si el problema persiste contacte soporte al usuario...”. El problema persistió en todos mis aparatos y exploradores, hora tras hora, una y otra vez. Escribí al correo de soporte: “no se ha encontrado esta dirección”. Frustrada, tuiteé. Descubrí que no estaba sola, éramos miles los migrantes furiosos por la falla del voto telemático. Desde Madrid, Nueva York, Berlín y el largo etc. de lugares a donde nos ha catapultado la necesidad de abandonar nuestra tierra, un enorme coro lamentándose y exigiendo al Consejo Nacional Electoral hacer su trabajo: garantizar nuestro derecho al voto. Mintió (y culpó a la víctima) su presidenta Diana Atamaint: el portal funciona perfectamente, recordamos a los migrantes que deben estar registrados para votar. Y volvió a mentir: estamos solucionando el problema, hasta el final de la jornada electoral todos los migrantes registrados podrán votar. La realidad: 123.854 migrantes nos registramos para votar en estas elecciones, 51.643 (41,70 %) lograron ejercer su derecho al voto.
La periodista Janet Hinostroza intercedió por nosotros: “Los migrantes no pueden votar en el exterior. Un fracaso total el voto telemático. Me llaman y me escriben de EEUU, España, Colombia. y el tienen que responder por la violación del derecho a elegir de miles de migrantes.” Los Consulados del Ecuador alrededor del mundo: silencio (todavía no se han solidarizado con el atropello al que fuimos sometidos los migrantes). La periodista Michelle Oquendo le recuerda al Estado que nuestro derecho al voto “está consagrado en la Constitución” (no es “un favor ni un regalo”) y pregunta: ¿qué hará para garantizar el derecho de medio millón de migrantes cuya voz podría cambiar el destino de la segunda vuelta?”. Agradezco la intercesión de voces justas, pero a mí la segunda vuelta me descorazona: el mismo callejón sin salida de siempre. Yo quería votar el 20 de agosto, tenía el derecho “inalienable” de votar y decidir el destino de mi país (participar hasta para aceptar el fracaso). Soy migrante, vivo lejos, pero tengo derecho a decidir el futuro de un país que depende de nuestras remesas. Soy migrante pero Ecuador es el país de mis padres, mis abuelos, mis sobrinas, mis hijas. Soy migrante y me duele que la prensa del país que me acoge señale a mi hogar natal como “el más violento de la región”. Soy migrante pero sueño con un país al cual volver.

Margarita Borja: Soy migrante, pero sueño | Columnistas | Opinión Agradezco la intercesión de voces justas, pero a mí la segunda vuelta me descorazona: el mismo callejón sin salida de siempre.

Margarita Borja: Morí en tus brazos | Columnistas | Opinión 25/09/2022

"Me escondiste para que nadie me hallara, para que tus ojos inyectados de temor fueran los últimos testigos de mi paso por este mundo. Para que no me encontraran mi madre ni mi hijo. Que desapareciera sacrificándome por ti una vez más, guardiana de tus secretos, garantía de tu impunidad, mi inexistencia. Así seguirías viviendo como un criminal uniformado más, formando a las próximas generaciones de servidores y protectores."

Margarita Borja: Morí en tus brazos | Columnistas | Opinión Hoy a ti, mañana será otra. ¿Cómo detener el horror? Ser todos como tu madre, transformar el dolor en acción...

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