ECP. EMDR

¿Qué es EMDR? ¿Para qué sirve? ¿Tiene efectos o secuelas? ¿Funciona en todos los casos? ¿Puedo aplicármelo yo mismo? ¿Cuándo se ven los resultados? Estas y más de cien preguntas son respondidas en este libro.
Es para quien lo necesite.
Para pacientes, clientes, consultantes. Para familiares, colegas, amigos. Para estudiantes, para curiosos...
Y también para terapeutas, para brindarles a sus consultantes, ayudarlos a entender, a saber, a que sus dudas queden resueltas y puedan participar del proceso con confianza, con certezas.
Es un libro orientativo y de ninguna manera sustituye la palabra del profesional o los profesionales que lo pudiesen tratar.
Al ser una terapia basada en la evidencia y en constante actualización, podría ser que algunas respuestas aquí presentes no reflejen los últimos avances en el campo de EMDR.
No obstante, el contenido se expresa con palabras sencillas, de fácil acceso. Toda la información aquí recopilada está fundada en la experiencia terapéutica y profesional.
Esta lectura es una posibilidad de introducirse en un estilo terapéutico que podría cambiar beneficiosa y significativamente su calidad de vida.

Puede haber varias causas.

En la terapia EMDR hay algo que denominamos grado de perturbación ecológica, es decir que la persona no podrá dejar de sentir por completo perturbación respecto a ese evento. Por ejemplo, una madre que pierde a su hijo, su grado de perturbación puede quedar en uno o dos puntos, y esto es esperable porque esa pérdida es absolutamente irreparable, de hecho es esperable que permanezca cierto grado de molestia, el logro estaría dado por no desgarrarse por completo cada vez que recuerde la pérdida.

Otro motivo puede ser que la persona inconscientemente se niegue a quitar todo el componente perturbatorio por miedo: a olvidar, a solar, a perdonar, a lo desconocido, entre otras cosas. O que haya una creencia limitante interviniendo, por ejemplo: si en el fondo creo que no merezco ser feliz y erradicar este trauma me proveería felicidad, surge una contradicción en el sistema. Estos son motivos de trabajo dentro de la terapia.

Sea cual fuere el motivo, debe de conversarse con el terapeuta para evaluar las condiciones en las cuales sucede y qué alternativas hay de tratamiento.

En camino al cambio.

Porque forma parte de la aplicación del protocolo estándar de EMDR.

Dicho esto, es comprensible que las emociones son difíciles de clasificar numéricamente, pero si logramos conectarnos en el momento puede venir a nuestro sistema instantáneamente un número de valoración, ése es el que debemos transmitirle al terapeuta. Si de todos modos, no llegase a surgir un número o la búsqueda de este nos desconecta del foco, se puede mencionar alguna variable como: mucho, poco o nada. Muy cierto, poco cierto, nada cierto. El terapeuta puede tomar esto como una validación para enmarcar el proceso.

Cuando se realizan varios reprocesamientos las personas suele acostumbrarse a ofrecer un número de manera más natural, el terapeuta siempre solicitará la valoración numérica pero puede serle suficiente el tipo de valoración descrita anteriormente.

No todas las culturas están acostumbradas a clasificar las emociones de este modo, por lo cual como terapeutas debemos tener cierta flexibilidad en ese aspecto.

Me permito explorarme de otros modos.

Si.
Muchas personas describen haber vivenciado hechos traumáticos antes, durante y después de una cirugía. Estos pueden afectar el proceso de recuperación tanto física como emocionalmente. Incluye el stress circundante al procedimiento quirúrgico, los riesgos, las expectativas, la incertidumbre, y tantas otras cosas.

Debido a que hay infinidad de motivos por los cuales una persona debe pasar por una cirugía, los potenciales traumas que esta pueda generar también lo son.

Lo aconsejable es acercarse a un espacio terapéutico de EMDR lo antes posible para poder abordar todo lo relevante previo a la cirugía y luego acompañar el proceso de recuperación si es que lo requiere el consultante.

Luego dependerá de cada terapeuta como acompaña a ese paciente quirúrgico, hay quienes se acercan el dia de la operación para estar disponibles en caso de requerirse alguna desensibilización previa al ingreso -la cual suele ser muy útil-.

Acompañando miedos.

Si. Dentro del protocolo de las tres vertientes (presente, pasado y futuro) se trabaja con el mismo procedimiento ya que la persona logra describir una imagen (que en este caso aún no es real) y una emoción que ésta le provoca. A partir de este material es que se comienza a trabajar.

De todos modos es importante evaluar que esa creencia o miedo puede provenir de una experiencia previa (debido a que nos asustamos o tememos algo que ya nos ha sucedido de manera similar).

En los caso que se trabaja con hechos que aún no han ocurrido es probable que el consultante deba pasar por la experiencia temida para comprobar que la emocionalidad es acorde para el evento. Pero no a modo expositivo (como las terapias de exposición) sino de manera natural: si sucede, sucede.

El futuro incierto.

Solo tengo sensaciones pero no imágenes, puedo hacer EMDR?
Si. Como se ha mencionado brevemente en otras explicaciones, es común que algunos traumas no tengan registros visuales o de otro tipo con lo cual se pueden realizar reprocesamientos a partir de sensaciones o emociones.

También se puede comenzar de pensamientos o imágenes que no posean (o no se le puedan percibir) emociones o sentimientos. Este es otro proceso esperable debido a que muchas veces escindimos las emociones de los pensamientos para que sean más tolerables. Podemos incurrir en un relato aparentemente doloroso pero que no afloren emociones por protección del sistema.
Esto no quiere decir que los eventos están reprocesados -porque la persona los reconoce como traumáticos- sino que tiene “bloqueada” la emocionalidad. Cuando se logran enlazar las emociones con los eventos y luego generar el reprocesamiento, el almacenamiento de ese evento se registra de manera egosintónica, en totalidad, con el registro emocional acorde al hecho, no desbordado ni desproporcionado.

Este es un registro muy personal, solo aquel que ha reprocesado sabe que se siente antes, durante y después del procedimiento.

Aquello que debemos reprocesar. Nos libera.

Si. ¿Cómo?
Simple: abiertamente.

En cualquier espacio terapéutico que no se puedan expresar las emociones abiertamente, la persona no podrá ser quien verdaderamente es… se mantendrá de cierta forma reprimida, como lo ha mantenido a sí mismo el trauma todo este tiempo.

En el espacio de EMDR es precisamente en el cual se deben liberar todas las emociones, buscar la autenticidad del ser, con todo lo que ello implique. Y el terapeuta debe estar allí: receptivo, abierto a la experiencia de cada persona que llega allí para ser escuchada, acompañada en este proceso de sanación.

Esos mismos miedos a comunicar pueden provenir de un trauma y deben ser acercado al espacio para poder trabajarlos también. Gran parte del trabajo terapéutico es validar las experiencias ajenas -las del consultante- tal como estas sean: como el consultante las perciba. Todas las emociones valen, todas son importantes, a todas debemos darles su espacio. Es parte del ser humano.

Aceptación. Empatía. Congruencia.

Si. No hay nada que lo impida desde lo procedimental.
Debido a que en la terapia EMDR se realizan procesamientos de traumas (entre otras cosas que hemos descripto) no hay - no debería haber- juicios de valor por parte del terapeuta, tampoco debería haberlos en ningún tipo de terapia, pero sí es cierto que con otros abordajes terapéuticos el trabajo con varios miembros de la familia al mismo tiempo puede generar una disfuncionalidad el ejercicio profesional e incomodidad entre los participantes. En el caso de EMDR y -por ejemplo- un accidente de autos en el que participaron todos o varios miembros de la familia, cada uno tiene almacenada la experiencia de una manera diferente, con lo cual cada uno requiere su reprocesamiento. Un mismo terapeuta EMDR puede abordar ese trabajo de manera individual e incluso si lo requiriese, de manera grupal.

Se podrían exponer varios ejemplos más, pero lo que se intenta dejar en claro es que mientras el terapeuta mantenga su trabajo dentro de los límites de la ética, moral y el respeto por la intimidad de cada consultante, no se incurre en ninguna falta.

Luego cada participante puede decidir o no continuar con un espacio terapéutico que no conlleve terapia EMDR (como los espacios de desarrollo personal) y en estos si suele ser más restringida la posibilidad de que varios miembros asistan a un mismo terapeuta. Nuevamente recae en un aspecto ético de la profesión que puede nublar la imparcialidad y objetividad del terapeuta.

La delicadeza del límite.

Esta respuesta está enlazada con una similar. Y la respuesta es: Depende.

En primer lugar, la sugerencia del profesional es trabajar los traumas más antiguos dado que suelen ser los fundadores del núcleo traumático. Sin embargo, hay historias vitales en las cuales los primeros traumas no son los más perturbatorios ahora y el consultante puede decidir trabajar con aquellos que hoy le generan mayor malestar. Esto no implica que no deban trabajarse los anteriores.

Comprendemos el trauma como lo que es: una herida. Y para sanar esa herida por completo, debemos llegar al fondo de ella. Porque incluso es probable que no recordemos cuánto nos ha dolido aquel primer trauma, hasta que lo ponemos en situación.

Cabe destacar una vez más que la decisión final siempre la tiene el consultante: es su vida, su historia, sus vivencias, sus traumas… solo el sabe cuanto duelen o dejan de doler. Respetar ese camino es respetar el proceso de sanación de cada individuo.

Uno a la vez.

Es una pregunta difícil de contestar porque justamente depende de cada caso. También porque encontramos en juego cuestiones de “poder” además que de “deber”.

Hay estados físicos y emocionales que determinar, así como estados patológicos y cognitivos. Se puede dar un ejemplo para clarificar: Una persona que se encuentra en un estado alterado de conciencia (ya sea por medicaciones, sustancias de consumo o una patología psicológica como la esquizofrenia) no puede acceder a sostener la atención dual y percibir la estimulación bilateral óptimas requeridas para realizar los reprocesamientos. Es decir que, además de un estado se debe evaluar la capacidad del sujeto y su situación neurocognitiva. Habrá casos en donde esta imposibilidad sea temporal y en otros en donde sea permanente.

Es por esto que cada caso debe ser evaluado por el profesional especializado en EMDR y éste será quien determine la aptitud para someterse al tratamiento.

Aquí y ahora.

No. Cualquier método, técnica, enfoque o procedimiento de salud requiere de un otro para ser debidamente ejecutado. O acaso los médicos se auto operan? O acaso los terapeutas curan sus propias fobias? Si sucediese... deberían?

Hay algo denominado “punto ciego” que en psicología se utiliza para describir aquellos espacios (internos, mentales, emocionales…) a los cuales no tenemos acceso de una manera plena. Resulta impensado que podamos hacer de jueces y verdugos de nuestros propios dolores, no sanamos en soledad -o por lo menos es mucho más difícil-. No podemos estar atentos a todas las variables que pueden acontecer y las estrategias o alternativas que se pueden adoptar. En el tratamiento con EMDR necesitamos de una guía, alguien ajeno a nosotros con plena capacidad de acción y no entorpecido por las emociones abrumadoras para tomar decisiones correctas en el momento indicado.

Conociendo mis límites.

Por supuesto que sí. Así debería ser siempre. La elección debe ser una decisión personal, sin dejar de escuchar el consejo profesional, pero aun así, lo que debe primar es la posibilidad - “puedo hacer esto” - y la necesidad - “necesito hacer esto”- .

Frente a un listado de eventos traumáticos el consultante puede optar por trabajar: con el más antiguo (que es lo que suele recomendar el terapeuta justificando porque), con el más perturbador, o con el más actual, con el que el consulte decida.

¿Porque el terapeuta aconsejaría trabajar primero el más antiguo? Porque este suele ser el núcleo traumático al cual remiten los traumas posteriores y refuerzan las sintomatologías. Cuando uno reprocesa el evento originario es muy posible que los sucesores pierdan en parte o completamente su carácter de perturbatorios. Sin embargo, hay casos en los que el evento nuclear es demasiado amenazador y la persona evalúa que no está preparada para acercarse a él, con lo cual puede optar por trabajar otros primero. No siempre el más antiguo es el más perturbador en la actualidad. Este chequeo es fundamental para comenzar con los procesamientos.

Este camino es acompañado por el terapeuta. No permitamos forzarnos a trabajar con algo que aun no nos sentimos listos, lo más probable es que suframos innecesariamente. EMDR toca puntos de mucho dolor, pero esto no quiere decir que sea una terapia que invite al sufrimiento, se puede realizar de manera paulatina, respetando mucho los tiempos del consultante.

Para sanar es necesario ir allí, donde todo comenzó.

De aquí solo queda sanar.

Si. Luego de la toma de historial clínico y las pertinentes, el reprocesamiento en sí requiere de ciertos ejercicios a realizar. También los hay previo al reprocesamiento. Ninguno de ellos reviste de mayor dificultad. En general están asociados a la estimulación bilateral y la imaginería (generar visualizaciones). Puede haber indicaciones de prácticas específicas en algunos casos pero éstas tampoco requieren de un entrenamiento complejo. Todos los recursos los brindará el terapeuta dentro del espacio.

Cualquier indicación o ejercicio que se plantee dentro del tratamiento con EMDR debe ser correctamente explicado, en funcionalidad -cómo- y objetivos -para qué- así como evaluado para chequear que se esté ejecutando de manera correcta.

Hacer ejercicio -mental- es terapéutico!

Si. Y aplica a muchos motivos de consulta. Mencionaremos solo algunos:

▪️ Infidelidad
▪️ Creencias limitantes provenientes del pasado
▪️ Creencias limitantes del presente
▪️ Traumas vividos conjuntamente
▪️ Separaciones
▪️ Duelos
▪️ Mudanzas
▪️ Toma de decisiones

En el tratamiento se puede trabajar con ambos o de manera separada, es una indicación que dará el profesional según su evaluación del caso. Para mayor información consulta con un profesional especializado.

Vivir de a dos.

No. Cualquier persona tiene la libertar de comenzar un tratamiento EMDR. El procedimiento comienza consultando con un profesional especializado y luego éste indicará los pasos a seguir.

En el caso que sea un menor de edad, deberá tener la autorización de sus padres o tutores legales para acceder al tratamiento. Estos estarán al tanto del trabajo que se lleve a cabo debido a que el trabajo con niños o menores de edad conlleva una gran responsabilidad.

Tampoco es necesario que otras personas sepan que se está comenzando con un tratamiento EMDR. Es decisión y absoluta privacidad de cada consultante. El respeto por la intimidad del espacio es muy propia de cada terapeuta, más allá de las obligaciones establecidas. Principalmente si el terapeuta quisiera utilizar algún tipo de material obtenido durante el tratamiento -ya sea para aportes científicos o para cualquier otro uso- , este debe ser consultado previamente con la persona en cuestión y contemplar el anonimato en todo momento. Nuevamente, respetar la privacidad de los consultantes debe ser primordial.

Yo me lo permito. Soy suficiente.

Claro que si. De hecho suelen ir modificándose cuando los primeros han sido resueltos. Una vez que la persona descubre los beneficios que ha obtenido de la terapia EMDR, encuentra varios motivos más para trabajar con ella.

Pero si se decidiera modificar el motivo de consulta primaria sin haberlo resuelto por completo aún, es algo que debe exponerse en el espacio terapéutico y considerar las sugerencias que el profesional otorgue.

Cada decisión a tomar es importante que sea tratada en equipo - terapeuta y consultante- para consensuar cómo proceder en función de generar el mayor bienestar posible para quien consulta.

Eligiendo rumbos.

No es necesario. Pero sí el terapeuta EMDR debería evaluar ciertas características de la personalidad para saber cómo organizar el caso y si su idoneidad es la indicada para ello.

Si esto no sucediese es un potencial indicador que el terapeuta no está siguiendo las instrucciones propias para abordar de manera correcta el tratamiento, salvo las ocasiones en que la persona ya estaba concurriendo a consulta, con lo cual el terapeuta contaba probablemente con los registros informativos necesarios.

Sin embargo, es posible que dentro de un marco terapéutico no se hayan abordado ciertas cuestiones que para comenzar con un tratamiento EMDR deben ser analizadas. Por lo que cada caso es particular.

La evaluación de características de una personalidad para comenzar un tratamiento con EMDR no compone un psicodiagnóstico, sino que brinda un lineamiento de abordaje terapéutico. Un psicodiagnóstico es algo mucho más amplio y completo, los profesionales especializados en esta área son los indicados para llevarlos a cabo y éstos dependen del motivo de consulta o derivación y que se precisa evaluar y analizar. Existen varios tipos de psicodiagnósticos: laborales, escolares, para portación de armas, prequirúrgicos, psiconeurológicos, entre otros.

En todo momento se puede conocer los resultados y tener acceso a la información que el terapeuta recopile y analice. Es un derecho.

Sin estigmas, sin etiquetas.

No. EMDR en sus comienzos fue una técnica pero hoy es un tratamiento integral de la personalidad. No hay terapias comparables con EMDR y de allí también su efectividad por ser única.

Existen terapias de exposición al trauma, conductuales, de abordaje psicoanalítico, existencial, metapsicológico, humanístico, transpersonal, entre tantos otros. Es por eso que cada uno elige bajo qué enfoque tratar sus traumas.

No sería justo decir que hay mejores o peores, independientemente de lo que los estudios puedan indicar. Porque cada terapia es aplicada a una persona, tan única como su historia de vida con lo cual las estadísticas poco pueden aportar cuando la efectividad o no de un encuadre es percibida únicamente por los partícipes (terapeuta- consultante). Podemos encontrar que un procedimiento con bajísima efectividad estadística, a uno le resulte altamente efectivo y viceversa.

Es por eso que cada uno elige qué terapias probar. Con conocimiento, con libertad.

No hay dos iguales.

Hay determinadas cosas que deben suceder.

Principalmente debería ser el terapeuta quien verbalice que se está llevando a cabo un procedimiento con EMDR. Si esto no sucediese es un indicio que quizá no sea el profesional indicado para uno, a menos que no se desee saber qué tipo de tratamiento le están proporcionando.

Otra posibilidad es que se pregunte abiertamente en el espacio terapéutico: que es lo que se está realizando o en qué fase del tratamiento se encuentran, si esto que están haciendo es EMDR.

El caso más evidente de registro personal es el momento en donde se ejercita el reprocesamiento a través de la estimulación bilateral. Esta técnica es propia del espacio de EMDR, aunque hay terapeutas que solo toman la técnica estimulante sin seguir el protocolo completo con lo cual eso no está categorizado dentro de un tratamiento EMDR. La estimulación bilateral no debe ser segmentada, dentro del tratamiento es utilizada para desensibilizar, reprocesar y reforzar, pero por si misma y sin el contexto indicado no forma parte de lo que consideramos terapia de EMDR.
Por último y no menos importante:

- CHEQUEAR QUE SEA UN TERAPEUTA CERTIFICADO POR EMDR USA-

Perder el miedo a consultar, a preguntar sobre lo que sucede o va a suceder es fundamental para generar un vínculo de confianza y porque es la salud mental de uno que se encuentra expuesta allí y sobre la cual se va a trabajar.

Informados. Respetados. Validados.

Si. Es muy probable que en traumas muy tempranos, o que posean gran impresión perturbadora, o bien que se hayan producido pérdidas de conciencia (como en los accidentes), la persona no pueda tener registros completos de todas las escenas del trauma. Esto está contemplado dentro del tratamiento con EMDR y no reviste de mayor importancia dado que el reprocesamiento se lleva a cabo de manera consciente y continua trabajando con aspectos que se hallen inconscientes. Incluso estos recuerdos pueden surgir durante el reprocesamiento o luego de este porque se “destraban” y toman acceso a la conciencia.

En los casos en los que no se puede acceder a contenidos necesarios para reprocesar, se puede trabajar con emociones o sensaciones corporales devinientes del trauma, con lo cual el proceso de tratamiento sigue su camino.

Recordar todo no es condición sine equa non para comenzar o sostener un tratamiento con EMDR.

Recordar, procesar, reelaborar.

Es una duda frecuente cuando se comienza con la terapia EMDR, debido a que hay consignas provistas por el terapeuta que deben seguirse y según el nivel de exigencia o perfección que cada uno puede que surja la sensación de no estar haciendo todo lo correcto. Si bien hay condiciones que el terapeuta debe chequear que estén dándose en el consultante, el trabajo interno que se realiza es sólo perceptible cuando se realizan las preguntas pertinentes dentro del reprocesamiento. El terapeuta consultará las veces que considere necesarias para evaluar que ciertos mecanismos y funciones estén activadas, luego el sistema de reprocesamiento (SPIA) hará su trabajo. Luego si el profesional considera que no se ha activado dicho sistema, tiene una variedad de recursos para que ello suceda, ajustándose a cada consultante.

La mejor manera de saber si uno está haciendo un trabajo adecuado dentro del tratamiento es el registro personal de las emociones: si en ellas nota cambios finalmente positivos. Esa es una de las mejores pruebas para constatar que se está haciendo EMDR correctamente.

Cuando uno se presenta a un espacio terapéutico deja en manos del profesional gran parte de su confianza para que se llegue a los resultados deseados.

Confío en mí, en el proceso.

No hay una indicación específica para eso, pero de todos modos caben algunas cuestiones a considerar.

Hay algo que se denomina lengua o lenguaje materno y es el primer lenguaje que se interiorizó, con el que comenzó a organizarse la estructura psíquica. En los casos en donde esto ha sucedido con varios idiomas, todos ellos serían lenguajes maternos, salvo que la persona tenga preferencia por alguno de esos. Una pregunta muy útil para conocer o reconocer un lenguaje materno puede ser: en que idioma sueña o en que idioma tiene conversaciones interiores (es decir, cuando uno piensa o habla consigo mismo sobre algo organizativo o reflexivo). Este será el lenguaje predilecto para trabajar en el espacio de EMDR. Sin embargo, no hay estudios que refuercen esta idea por lo que queda supeditado finalmente a la decisión del consultante.

En los casos en donde un evento traumático ha quedado registrado en cierto idioma, es conveniente que el reprocesamiento se realice en el mismo, ya que las imágenes, pensamientos o ideas pueden venir en ese lenguaje y traducirlas a otro requerirá involucrar otros procesos neurológicos. Nuevamente, no hay datos fehacientes que indiquen que se pueda generar un despropósito si se realiza en otro idioma, por lo que solo el mismo registro del consultante será el que determine en qué idioma siente que debe abordarlo.

Estas son simplemente sugerencias acaecidas de la experiencia profesional. Para mayor información es pertinente consultar con su terapeuta EMDR.

Las palabras como puentes.

No. No se requiere de preparación previa a una sesión de EMDR. Se arriba a la consulta como a cualquier otro espacio de terapia y gradualmente se va preparando el campo de trabajo. Cada terapeuta brindará las indicaciones correspondientes a cada caso en particular.

Por su puesto que la persona que asiste a terapia EMDR en general conoce, porque ha buscado y decidido comenzar este tipo de terapia, por lo que sabe mínimamente de qué se compone el espacio. Esto puede incluir que la persona tenga muy presente qué trauma quiere trabajar. También algunas personas suelen llevarlos anotados y/o jerarquizados, pero nada de esto es una preparación necesaria para el encuentro terapéutico inicial.

Toda la preparación necesaria la proveerá con recursos el terapeuta e indicará los pasos a seguir para que el procedimiento tenga los mejores resultados.

Preparados. Listos. Yo.

Si. Muchas personas refieren tener sueños inusuales luego de las sesiones con EMDR. Esto puede ser causa del SPIA (Sistema de procesamiento de información a estados adaptativos). Quiere decir que cuando se modifican caminos neurológicos y la información almacenada es tocada, movida y reprocesada; durante el sueño REM pueden aparecer nuevos contenidos debido a esas “reparaciones”.

El terapeuta EMDR suele advertir esa posibilidad, con lo cual si llegase a suceder, está contemplada dentro de lo esperable del tratamiento. Si en los sueños surgiese material para ser abordado en el espacio terapéutico es importante recordarlo o bien consignar, para la próxima sesión hacerle saber al terapeuta de esta información. Juntos evaluarán qué acciones tomar al respecto.

Soñar.

Es una pregunta similar a si la terapia EMDR hace efecto o no. Pero se puede responder también enfocándose desde otros aspectos: Si bien la terapia EMDR está considerada especialmente para reprocesamientos de traumas, hoy en día se aplica en otras patologías o sintomatologías perturbadoras, incluso en el reforzamiento de aspectos positivos únicamente.

De todos modos, si una persona está buscando otro tipo de espacio como podría ser: orientación laboral, vocacional, ocupacional, desarrollo personal, evaluación psicodiagnóstica, aptos psicológicos, entre otros tantos motivos de consulta, es posible que el enfoque de la terapia EMDR no sea el indicado para alcanzar sus metas.

Esto no quiere decir que no pueda trabajar con el terapeuta consultado dado que los profesionales no solo realizan tratamientos de EMDR sino que también pueden tener diferentes formaciones. La terapia EMDR es un recurso más, sumamente válido para abordar determinados motivos de consulta.

Enfoca tus objetivos.