Revista Mente Libre

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Crianza Respetuosa, Psicología, Educación, Bienestar Emocional ...
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28/06/2024

Nuestro inconsciente tiende a borrar los recuerdos más dolorosos, pero si queremos sanarlos y dejar de sufrir, debemos sacarlos a la luz.
De vez en cuando, alguna de las personas que acude a mi consulta, me comenta que no guarda ningún recuerdo de su infancia.
Su amnesia llega a tal grado, que incluso, tampoco logra identificarse cuando ve las fotografías de su niñez o en las reuniones familiares, cuando todo el mundo empieza a comentar anécdotas del pasado, se siente incapaz de recordar nada de lo que los demás relatan.
“Es como si no fuera mi historia, como si no lo hubiera vivido”, me dijo Lucía, en una de sus primeras sesiones.
En realidad, en estos casos, la información no se ha perdido, siempre está en nuestro interior, pero, escondida bajo una característica muy peculiar: el acceso a estos recuerdos ha sido bloqueado.
Nuestro inconsciente, en un afán de protegernos frente a situaciones traumáticas que hayamos vivido, bloquea estos recuerdos para evitarnos el sufrimiento diario de revivir el dolor de aquellos momentos.
Sin embargo, la coyuntura de no recordar estas situaciones traumáticas, no elimina el efecto negativo que aquellos sucesos ocasionaron en nosotros.
El dolor, la pena, el miedo o la rabia continúan presentes en nosotros. En nuestro cuerpo, en nuestras emociones, sentimos su acción, su peso, pero no comprendemos su causa, su origen, puesto que lo desconocemos.
Otro problema derivado del hecho de bloquear el acceso a la información es que la mente se acostumbra a este proceso y termina extralimitándose en sus funciones bloqueando no sólo los recuerdos desagradables y traumáticos, sino también los positivos. En el caso de Lucía, me encontré con unas circunstancias particularmente extremas, la joven era incapaz de evocar ningún recuerdo anterior a sus 15 años.
EN TERAPIA
Para poder sanar nuestro pasado, rescatar nuestra memoria y, en definitiva, conocernos en profundidad, resulta imprescindible encontrar una terapia que nos ayude a sumergirnos en nuestra historia para recuperarla, sacarla a la superficie, asimilarla y sanarla. Con toda probabilidad, encontraremos resistencias y pensaremos que es mejor no remover lo que está oculto, sin embargo, en nuestro presente, existe una importante diferencia con respecto al niño o la niña que ocultaron sus recuerdos dolorosos: hoy en día somos adultos, ahora somos más fuertes, podemos aprender herramientas diferentes para defendernos y, con el acompañamiento adecuado por parte del terapeuta, estaremos preparados para sacar a la luz todos aquellos recuerdos traumáticos.
Por fin, podremos llegar a comprender y sanar toda nuestra historia. Además, una vez quitados los velos de nuestro pasado, también podremos desactivar los efectos negativos de los traumas en nuestra psique.
𝐑𝐚𝐦𝐨́𝐧 𝐒𝐨𝐥𝐞𝐫, 𝐏𝐬𝐢𝐜𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨⁣⁣⁣⁣⁣⁣⁣⁣

27/06/2024

Bajo la apariencia de pareja perfecta, muchas personas viven durante años relaciones cargadas de toxicidad y desequilibrio. Normalmente esto mina la salud de uno de los miembros de la pareja.
Cuando se crea una nueva pareja cada una de las partes aporta a la relación su mochila cargada de experiencias, aprendizajes, condicionamientos y patrones.
En una primera etapa la relación se va ajustando para buscar un cierto equilibrio entre las partes.
Si las mochilas de ambas personas consiguen hallar puntos de encuentro, la pareja se consolidará y evolucionará de forma saludable.
Sin embargo, si esta conexión no se logra, por lo general, esta pareja se romperá y cada una de las partes buscará a otra persona con la que sí pueda forjar una relación sana y equilibrada.
En ocasiones, a pesar de las diferencias, estas parejas no se rompen y permanecen juntas, durante años mostrando, de cara al exterior, una unión perfecta.
Aunque, en verdad, si observamos atentamente, bajo la supuesta calma de la superficie, nos topamos con profundas turbulencias subterráneas que, tarde o temprano, acaban por afectar a uno de los miembros de la pareja.
Este tipo de parejas parecen complementarse, pero, en realidad, funcionan bajo unas dinámicas tóxicas en las que uno cubre los huecos o las necesidades del otro y viceversa.
Suelen mantenerse en un equilibrio muy inestable, a costa de la salud de alguno de sus miembros.
Tarde o temprano, los desequilibrios pasarán factura y terminarán haciendo enfermar a una de las partes, normalmente, a la que se somete y se oculta para que la otra brille.
Recuerdo especialmente el caso de Malena, que vino a la primera cita de toma de contacto acompañada por su marido, un hombre de buena posición, trajeado y dispuesto a hacer todo lo posible por ayudar a su mujer.
De hecho, en esa primera cita, él habló más que ella, explicándome todo lo que le pasaba a Malena y terminando las frases de su pareja, casi sin dejar que fuera ella la que expresara cómo se sentía.
Empecé a trabajar con Malena, ya sin su marido presente.
En las sesiones fuimos descubriendo cómo, mientras su marido desarrollaba su carrera profesional, ella había ido abandonando todas sus aficiones y sus ilusiones por encargarse de la crianza de los hijos y del cuidado del hogar.
Malena había estudiado Magisterio, pero apenas pudo ejercer su profesión, puesto que se casó muy joven y su marido no quería que trabajara fuera de casa.
A lo largo de las sesiones, Malena fue recuperando la confianza y empezó a alimentar las aficiones que habían quedado reprimidas durante su matrimonio. También, recuperó las ganas de hacer cosas, de salir a la calle e, incluso, su piel mejoró, reflejando su bienestar interior.
Al sentirse más segura, comenzó a expresar lo que le apetecía hacer en cada momento, aunque en ocasiones no coincidiera con lo que había planificado su marido.
La solución, al menos, para quien acude a terapia es trabajar para sanar sus carencias emocionales y, de esta forma, recuperar la fortaleza y la autoestima.
Las personas valientes, como Malena, que se sumergen en este trabajo interior, se dan cuenta de que ya no necesitan al otro para cubrir sus necesidades y, finalmente, deciden terminar con una relación que les frena y les impide desarrollar su propia vida.
𝐑𝐚𝐦𝐨́𝐧 𝐒𝐨𝐥𝐞𝐫, 𝐏𝐬𝐢𝐜𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨⁣⁣⁣⁣⁣⁣⁣⁣

25/06/2024

Hace unos días recibí un correo de Carmela, una joven que hacía casi un año había terminado su proceso terapéutico. Entre otras cosas, me escribía:
“...me siento tan liberada tras la terapia, la semana pasada se me rompió el coche, un hecho que en el pasado me habría desestabilizado enormemente. Como sabes, mi antigua yo, se habría pasado días y noches aterrorizada por pensamientos catastróficos sobre el coche: cómo iba a pagar la reparación, cómo iría al trabajo sin coche, iba a perder el coche, me iba a quedar sin él, iba a ser tan caro arreglarlo que no podría pagarlo, la culpa de lo que le pasaba al coche era mía porque no sabía conducir bien, si lograban reparar el coche jamás se quedaría como antes, estas y mil ideas negativas más habrían dado vueltas por mi cabeza una y otra vez, una y otra vez durante días, incluso, una vez arreglado el coche, habría continuado con una tanda de nuevos pensamientos sobre el tema.
¡Cómo me agotaba no poder parar de pensar así!
Sin embargo, Ramón, esta vez, pude frenar ese flujo incesante de pensamientos. Pude dejar atrás mis miedos, estos ya no me dominan. Logré ser realista y mantenerme en el presente. No rumié y, al llegar al taller, todo se arregló con un simple cambio de batería.
Antes de hacer la terapia, siempre me ponía en lo peor, ahora, vivo el día en su momento. Me siento liberada de la ansiedad y de la necesidad de tener todo controlado. Puedo disfrutar de mi vida.
Ramón, ¿sabes una cosa de la que me he dado cuenta? Es curioso, pero en toda mi vida jamás se cumplió ninguna de las profecías catastróficas que rumié durante horas y horas desde mi infancia...”.

Darle vueltas obsesivamente a los pensamientos, además de alejarnos de la realidad al colocarnos en un futuro casi siempre catastrófico, genera una gran ansiedad y en ocasiones, puede llevar a la persona hasta la depresión.
La mayoría de las veces, las rumiaciones se producen por una necesidad de control llevada al extremo. Infancias muy difíciles cargadas de miedos, inestabilidad e inseguridad, empujan a muchas personas a buscar sentirse seguros a través del control de todos los posibles acontecimientos que pueden llegar a producirse en su vida (con especial incidencia en los más catastróficos y negativos).
Repasar una y otra vez las diferentes posibilidades, les otorga un falso sentimiento de control y seguridad al pensar que tienen previstas y estudiadas todas las opciones.
Sin embargo, estos pensamientos, lejos de ser positivos para sus vidas, acaban sumiendo a la persona en la negatividad, la angustia y de nuevo, en la inseguridad.
Para frenar el flujo de pensamientos obsesivos, hay que comenzar por afrontar y asimilar, desde el presente, los acontecimientos del pasado.
Tras este trabajo de introspección, la persona podrá volver a recuperar la seguridad en sí misma y podrá asumir (aunque al principio sea un proceso difícil) que para superar las diversas circunstancias de la vida no es necesario tenerlo todo bajo control, simplemente, hay que centrarse en vivir en el presente.
En contra de lo que cree la mente rumiadora, cuanto más confiamos en nosotros y nos centremos en el presente, más fluida transcurrirá nuestra vida: sin bloqueos, sin ansiedad, sin angustia.
Ramón Soler, Psicólogo

24/06/2024

Todos tenemos creencias que damos por supuestas y que nos resistimos a cambiar, aunque los datos nos demuestren que estamos equivocados.
Seguro que, más de una vez, has escuchado, o, incluso, pensado, aquello de “siempre se ha hecho así y no puede ser de otra manera”, “no puedo cambiar”, “siempre he sido así y no puedo hacer nada”.
Realmente, esta resistencia no es más que un mecanismo de adaptación de nuestro cerebro que nos ha servido durante miles de años, pero que, en nuestra sociedad actual, supone más un inconveniente que una ventaja.
El cerebro tiene unas capacidades limitadas. No podemos estar atentos a todo en todo momento y, por ello, para ahorrar recursos, hemos evolucionado para reconocer ciertos patrones y confiar que se van a repetir en el futuro.
Si nuestros antepasados veían merodear a un león por determinada zona, evitaban pasar por ahí, incluso, tiempo después de que el león se hubiera marchado.
Si después de una lluvia, llegaba una fuerte riada, subían a un lugar elevado para evitar el peligro.
El mundo era mucho más sencillo que ahora y resultaba mucho más fácil reconocer estos patrones vitales para nuestra supervivencia.
El mundo actual es mucho más cambiante que el de nuestros antepasados, hay muchas más variables que no controlamos y esto puede crearnos ansiedad por el cambio.
Muchas personas no están preparadas para esta incertidumbre y prefieren “cerrar los ojos” a lo que suponga un cuestionamiento de sus creencias.
La mayor parte de las veces, estas creencias surgieron y se afianzaron en la infancia, por modelos familiares y/o por influencia de su entorno social. Se crearon en el pasado y, realmente, le proporcionaron a la persona cierta seguridad ante tanta inestabilidad.
Pasado un tiempo, estas ideas se convirtieron en “mandatos” que, hoy en día, esta persona no es capaz de cuestionar. Aún sabiendo que no son reales, buscará cualquier excusa para justificar su opinión y quitarle valor a lo nuevo o diferente.
Si te han dicho alguna vez o has detectado en ti misma alguna de estas actitudes, te propongo darle más valor a la lógica y usar estas ideas provenientes del método científico para dejar los mandatos a un lado y ganar en flexibilidad mental.
1. CUESTIONAR TODO
Nunca des algo por sentado por el mero hecho de que ha sido así siempre. Toda creencia puede ser cuestionada. Unas veces cambiarás de opinión y otras mantendrás tu postura, pero siempre después de un cuestionamiento profundo.
2. BUSCAR DATOS
Nunca te quedes únicamente con la versión que te contaron tiempo atrás o con lo que opina la mayoría. En el mundo de las fake news, debes hacer un doble esfuerzo por buscar datos fiables y actualizados sobre cada tema.
3. CONTRASTAR OPINIONES
Investiga los motivos de otras personas para opinar diferente. Comprende cuáles son sus posiciones sobre ciertos temas y averigua sus motivos y razonamientos. Cuantas más posturas puedas contrastar, más se abrirá tu mente.
4. FLEXIBILIDAD PARA EL FUTURO
Igual que ocurre en el ámbito de la ciencia, lo que hoy es una idea ampliamente aceptada, mañana puede ser descartada si los datos demuestran que estábamos equivocados. Sé flexible y mantente siempre dispuesta al cambio.
Ramón Soler, Psicólogo

21/06/2024

Ser feliz es posible, muchas personas logran serlo. No es una cuestión de acumular bienes materiales, de belleza o de trabajo.
A continuación, voy a compartirte 10 consejos, recopilados durante mis más de veinte años de trabajo como psicólogo, que derivan de las conclusiones finales de mis pacientes.
Estas personas, que acudieron a consulta infelices y aquejados de problemas emocionales y/o físicos, tras finalizar su terapia, alcanzaron un estado de equilibrio y felicidad personal como nunca antes habían conocido.
1) HÁBLATE CON RESPETO, CON AMOR Y COMPRENSIÓN
Aprendiste a valorarte a través de las palabras que escuchaste a los adultos pronunciar sobre ti. Destierra de tu vocabulario estas expresiones que heredaste de ellos como “no puedo”, “no me lo merezco”.
Cambia la forma de dirigirte a ti misma, no lo vuelvas a hacer desde la negatividad, háblate siempre desde el cariño y la comprensión. Establece contigo misma una relación de amor incondicional, de apego seguro.
2) CONFÍA EN TI. TEN FE EN TI MISMA
Si, desde pequeña, te han hecho dudar de ti y de tus capacidades, ha llegado el momento de darle la vuelta a la tortilla y comenzar a dudar tú de ellos. No tenían razón. Eres una persona con grandes dones y talentos. Confía en ti, tienes mucho potencial y estás perfectamente capacitada para desarrollarlo.
3) SIGUE TU INSTINTO. LUCHA POR TUS SUEÑOS Y CÚMPLELOS
Conecta con lo que te gusta hacer, quizá con aquello que te gustaba de pequeña y te impidieron probar. Recupera tus sueños. Explora y desarrolla todos tus talentos.
4) NO TENGAS MIEDO, ESTE TE CONTROLA
Los miedos son anticipaciones negativas, profecías catastrofistas que te frenan y te impiden hacer lo que deseas. Muchos de los que tenemos, los arrastramos desde nuestra niñez. ¿Sabes que puedes evitar que sigan ejerciendo su poder sobre ti? Cuando aparezca un miedo en tu vida, pregúntate ¿qué es lo peor que puede pasar?
5) DEJA DE PREOCUPARTE POR TODO
La preocupación no te ayuda a solucionar los problemas, al contrario, te hace perder tiempo y energía. No te pases horas obsesionada y dándole vueltas a qué va a pasar, y repitiéndote frases como no lo voy a lograr, no voy a poder. Céntrate en el presente.
6) NO SEAS PERFECCIONISTA. LOS ERRORES SON INTERESANTES
Desde pequeños, valorados en el colegio por notas numéricas, nos inculcaron la idea de que es malo y dañino cometer errores. Sin embargo, la neurociencia nos dice que equivocarse es necesario para aprender. A partir de hoy, más que hablar de errores, hablemos de oportunidades de aprendizaje.
7) TÓMATE LAS COSAS CON SENTIDO DEL HUMOR
Incluso, ante las situaciones más difíciles, busca la forma de sacarle un destello de humor. Te ayudará a relajarte y darte tiempo para tomar perspectiva sobre las circunstancias que tienes que afrontar.
8) RODÉATE DE GENTE BONITA
Quédate con aquellas personas con las que te sientas a gusto, aquellas que no te juzgan y te quieren tal y como eres. Libérate de todas las demás. No te hacen ningún bien y no tienes ninguna obligación para con ellas.
9) DIVIÉRTETE. NO ESTÉS SIEMPRE TRABAJANDO
La vida es mucho más que trabajar. Disfruta de la vida, sal a pasear por la naturaleza, prepara ricas comidas, charla con tus amigas, mantén s**o placentero y equilibrado, ponte una película... Seguro que muchas cosas te hacen feliz: ¡no las dejes siempre para mañana!
10) SÉ PACIENTE. LOS CAMBIOS LLEVAN TIEMPO
Confía y ten paciencia. Los cambios llegan y, seguro, que merecerán la pena.
𝐑𝐚𝐦𝐨́𝐧 𝐒𝐨𝐥𝐞𝐫, 𝐏𝐬𝐢𝐜𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨⁣⁣⁣⁣⁣⁣⁣⁣

20/06/2024

Aunque guardar rencor puede ser considerado como una reacción normal, prolongar este sentimiento de angustia e ira puede llegar a tener consecuencias dañinas para nuestra salud física y mental.
Cuando hemos sufrido un ataque o una ofensa, es común sentir algún grado de rencor o de ira. Esta es una reacción absolutamente normal. Lo que no es saludable es quedarse estancado en este rencor que nos impide madurar emocionalmente.
Para no quedarse enganchado en el rencor, las emociones vividas han de ser sacadas a la luz y sanadas. De hecho, en terapia siempre le dedicamos mucha atención a expresar el dolor, la rabia o el rencor acumulado por todos los maltratos recibidos en el pasado. Lo hacemos en consulta, en una situación segura y controlada. Este es un paso imprescindible para dejar el pasado en su lugar y poder avanzar.
Realizando un trabajo sanador de nuestras emociones, el rencor se transforma en un aprendizaje que nos advierte de posibles situaciones similares a las pasadas (gente que quiera abusar o hacer daño) para no volver a cometer los mismos errores.
CÓMO LIBERARSE DEL RENCOR
Lidia llegó a mi consulta mostrando grandes dosis de angustia. No era feliz, deseaba realizar muchos cambios en su vida, pero el rencor y el miedo a volver a recibir los daños del pasado, la impedían avanzar.
Como siempre, en terapia trabajamos para comprender de dónde venían sus daños emocionales.
Parte de estos daños se originaron cuando, siendo muy pequeña, el padre de Lidia se fue a vivir a otro país y abandonó, sin mediar una palabra, a su familia.
El impacto de este abandono fue tremendo en la vida de Lidia. Una y otra vez, revivía la angustia, el miedo y el enfado sufridos.
En terapia, trabajamos para liberar a Lidia de su angustia y de su rencor. Tras lograr desengancharse de las emociones y sensaciones del pasado, que tanta toxicidad le aportaban a diario, la joven pudo plantear cambios en su vida.
Ya no se sentía aterrada ante la posibilidad de ser abandonada. Yo no se sentía paralizada y necesitaba esperar la vuelta del padre. De esta forma, Lidia pudo poner en marcha su vida y avanzar.
𝐑𝐚𝐦𝐨́𝐧 𝐒𝐨𝐥𝐞𝐫, 𝐏𝐬𝐢𝐜𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨⁣⁣⁣⁣⁣⁣⁣⁣⁣⁣

19/06/2024

En algunas ocasiones, una depresión puede pasar desapercibida durante largo tiempo porque la persona no reconoce o no le presta atención a los síntomas emocionales que está sufriendo. En estos casos, las señales físicas, que están avisando del problema, desde mucho antes, pueden mostrar indicios de lo que realmente está sucediendo.
Veamos los principales síntomas físicos asociados a la depresión:
1) Alteraciones del Sueño
Los problemas de sueño afectan tanto a la cantidad como a la calidad del mismo, contribuyendo al agotamiento físico y emocional que ya implica la depresión.
2) Dolor
La relación entre el dolor y la depresión es muy estrecha. Resulta frecuente que personas con depresión presenten una sensibilidad al dolor más elevada o que sientan dolores (de espalda o de cabeza) sin motivos físicos que los provoquen.
3) Sistema inmunológico debilitado
Las alteraciones en los niveles de serotonina y de cortisol durante una depresión, pueden afectar negativamente al sistema inmunitario, debilitando la reacción del cuerpo frente a cualquier amenaza externa.
Este desequilibrio del sistema inmunitario deja a la persona mucho más vulnerable y hace que sea más propensa a padecer otro tipo de enfermedades, además de su depresión.
4) Cambios en el apetito y el peso
Algunas personas pueden aumentar de peso al buscar consuelo emocional en la comida, mientras que otras pueden perder interés por los sabores o los platos que antes les gustaban, provocando una significativa pérdida de peso.
Cuando el aumento o la pérdida de peso supera el 5% del peso anterior de la persona, se incluye como uno de los criterios de diagnóstico de la depresión.
5) Fatiga o Pérdida de energía
Las personas afectadas de depresión, suelen experimentar fatiga mental, pero también una sensación de disminución de su fuerza y su energía para realizar las mínimas tareas cotidianas. El mero hecho de levantarse de la cama ya les supone un esfuerzo titánico.
6) Pérdida de deseo sexual
Eta es una manifestación muy común, pero también muy infravalorada de la depresión. Puede manifestarse como disminución general del interés sexual o, también, como una dificultad para experimentar placer en las relaciones íntimas.
7) Problemas Gastrointestinales
Muchas personas que sufren depresión, también refieren problemas relacionados con el estómago y la digestión.
El exceso de cortisol puede afectar a la microbiota intestinal, mientras que la serotonina actúa como regulador intestinal. Dado que estos dos elementos están afectados en la depresión, es normal que se produzcan problemas estomacales e intestinales.
¿QUÉ HACER?
Descartada una enfermedad física, si te parece que cumples con la mayoría de estos síntomas, deberías consultar a un especialista en salud mental para confirmar o descartar que sufras depresión. Recuerda que la detección y el tratamiento precoz ayuda a su tratamiento y solución.
Ramón Soler, Psicólogo

18/06/2024

⁣Desde el nacimiento, cada niño viene programado para a𝗱𝗾𝘂𝗶𝗿𝗶𝗿 𝘁𝗼𝗱𝗮𝘀 𝗹𝗮𝘀 𝗵𝗮𝗯𝗶𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱𝗲𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝗲𝗰𝗲𝘀𝗶𝘁𝗮 para desenvolverse en la vida, desde aprender a andar, hablar, cocinar, hasta a leer o usar un ordenador. ⁣
Para favorecer el aprendizaje de los niños, los adultos tenemos que dejarles 𝗽𝗿𝗼𝗯𝗮𝗿 𝘆 𝗲𝘅𝗽𝗲𝗿𝗶𝗺𝗲𝗻𝘁𝗮𝗿 𝗽𝗼𝗿 𝘀í 𝗺𝗶𝘀𝗺𝗼𝘀.⁣⁣
En el proceso de adquisición de habilidades, si los familiares animan y apoyan al pequeño, este tendrá 𝗶𝗹𝘂𝘀𝗶𝗼́𝗻 𝗽𝗼𝗿 𝗮𝗽𝗿𝗲𝗻𝗱𝗲𝗿 y no se sentirá frustrado por las dificultades que aparezcan. ⁣⁣
Sin embargo, 𝗦𝗶 𝗻𝗼 𝘀𝗲 𝗹𝗲 𝗽𝗲𝗿𝗺𝗶𝘁𝗲 𝗽𝗿𝗼𝗯𝗮𝗿 𝘆 𝗲𝘅𝗽𝗲𝗿𝗶𝗺𝗲𝗻𝘁𝗮𝗿, equivocarse y rectificar, 𝘀𝘂 𝗽𝗿𝗼𝗰𝗲𝘀𝗼 𝗱𝗲 𝗮𝗽𝗿𝗲𝗻𝗱𝗶𝘇𝗮𝗷𝗲 𝘀𝗲 𝘃𝗲𝗿𝗮́ 𝗺𝗲𝗿𝗺𝗮𝗱𝗼, provocándole frustración y afectando a su autoestima.⁣⁣
⁣Si no se les deja practicar, van a tardar mucho más tiempo en perfeccionar las habilidades necesarias y, además, 𝗽𝘂𝗲𝗱𝗲𝗻 𝗽𝗲𝗿𝗰𝗶𝗯𝗶𝗿 𝗹𝗮 𝗶𝗱𝗲𝗮 𝗱𝗲 𝗾𝘂𝗲, 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗹𝗼𝘀 𝗮𝗱𝘂𝗹𝘁𝗼𝘀 𝗹𝗼 𝗵𝗮𝗰𝗲𝗻 𝗺𝗲𝗷𝗼𝗿, 𝗲𝗹𝗹𝗼𝘀 𝘀𝗼𝗻 𝘁𝗼𝗿𝗽𝗲𝘀 𝗲 𝗶𝗻𝘂́𝘁𝗶𝗹𝗲𝘀.⁣⁣
En este sentido, 𝗠𝗮𝗿í𝗮 𝗠𝗼𝗻𝘁𝗲𝘀𝘀𝗼𝗿𝗶 decía: “𝗖𝘂𝗮𝗹𝗾𝘂𝗶𝗲𝗿 𝗮𝘆𝘂𝗱𝗮 𝗶𝗻𝗻𝗲𝗰𝗲𝘀𝗮𝗿𝗶𝗮 𝗲𝘀 𝘂𝗻 𝗼𝗯𝘀𝘁𝗮́𝗰𝘂𝗹𝗼 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝘂𝗻 𝗻𝗶ñ𝗼”. No se refería a que no ayudemos al niño cuando lo necesite, sino a que 𝗻𝗼 𝗵𝗮𝗴𝗮𝗺𝗼𝘀 𝗽𝗼𝗿 𝗲́𝗹 𝗮𝗾𝘂𝗲𝗹𝗹𝗮𝘀 𝗰𝗼𝘀𝗮𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝘆𝗮 𝗽𝘂𝗲𝗱𝗲 𝗵𝗮𝗰𝗲𝗿 en cada momento de su desarrollo evolutivo.⁣
A medida que los niños crecen, 𝗹𝗼𝘀 𝗮𝗽𝗿𝗲𝗻𝗱𝗶𝘇𝗮𝗷𝗲𝘀 𝘀𝗲 𝘃𝘂𝗲𝗹𝘃𝗲𝗻 𝗰𝗮𝗱𝗮 𝘃𝗲𝘇 𝗺𝗮́𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗹𝗲𝗷𝗼𝘀 𝘆 𝗿𝗲𝗾𝘂𝗶𝗲𝗿𝗲𝗻 𝗺𝗮́𝘀 𝘁𝗶𝗲𝗺𝗽𝗼 𝗱𝗲 𝗽𝗿𝗮́𝗰𝘁𝗶𝗰𝗮. Esto puede llevar a situaciones donde los padres, por urgencia o por comodidad, para no “perder tanto tiempo”, 𝘁𝗲𝗿𝗺𝗶𝗻𝗮𝗻 𝗮𝗱𝗲𝗹𝗮𝗻𝘁𝗮́𝗻𝗱𝗼𝘀𝗲 𝘆 𝗿𝗲𝗮𝗹𝗶𝘇𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗹𝗮 𝘁𝗮𝗿𝗲𝗮 𝗽𝗼𝗿 𝗹𝗼𝘀 𝗻𝗶ñ𝗼𝘀.
Por ejemplo, le visten o le dan la comida, cuando ellos lo están aprendiendo o, incluso, cuando ellos ya dominan perfectamente esta habilidad (argumentando que van muy despacio).⁣
Es obvio que los adultos lo van a hacer mejor y más rápido que los niños, pero 𝘀𝗶 𝗻𝗼 𝘀𝗲 𝗹𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗷𝗮 𝗽𝗿𝗮𝗰𝘁𝗶𝗰𝗮𝗿, 𝘃𝗮𝗻 𝗮 𝘁𝗮𝗿𝗱𝗮𝗿 𝗺𝘂𝗰𝗵𝗼 𝗺𝗮́𝘀 𝘁𝗶𝗲𝗺𝗽𝗼 𝗲𝗻 𝗽𝗲𝗿𝗳𝗲𝗰𝗰𝗶𝗼𝗻𝗮𝗿 𝗹𝗮𝘀 𝗵𝗮𝗯𝗶𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱𝗲𝘀 necesarias y, además, pueden percibir la idea de que, como los adultos lo hacen mejor, ellos son torpes e inútiles.⁣
Cada giro de tuerca de este ciclo, el niño se va 𝗵𝘂𝗻𝗱𝗶𝗲𝗻𝗱𝗼 𝗲𝗻 𝘂𝗻 𝗽𝗼𝘇𝗼 𝗺𝗮́𝘀 𝗽𝗿𝗼𝗳𝘂𝗻𝗱𝗼 𝗱𝗲 𝗯𝗮𝗷𝗮 𝗮𝘂𝘁𝗼𝗲𝘀𝘁𝗶𝗺𝗮, 𝗱𝗲𝘀𝗰𝗼𝗻𝗳𝗶𝗮𝗻𝘇𝗮 𝗲𝗻 𝘀𝘂𝘀 𝗵𝗮𝗯𝗶𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱𝗲𝘀 𝘆 𝗱𝗲𝘀𝗺𝗼𝘁𝗶𝘃𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻.
Este ciclo negativo, que afecta tanto a la autoestima de los pequeños, puede prolongarse hasta su etapa adulta.⁣
Ernesto llegó a mi consulta para trabajar un 𝗯𝗹𝗼𝗾𝘂𝗲𝗼 𝗹𝗮𝗯𝗼𝗿𝗮𝗹 que le impedía avanzar en su profesión. Cada vez que se enfrentaba a un nuevo proyecto, se paralizaba, le aparecían numerosas dudas sobre su capacidad y le resultaba imposible avanzar.⁣⁣
⁣Recordaba una infancia feliz. Sin embargo, reconocía que habían sido un poco 𝘀𝗼𝗯𝗿𝗲𝗽𝗿𝗼𝘁𝗲𝗰𝘁𝗼𝗿𝗲𝘀 con él: sus padres se adelantaban a lo que él quería hacer y no le daban la oportunidad de practicar. Ernesto interiorizó la idea de que “𝘀𝗼𝘆 𝘂𝗻 𝗶𝗻𝘂́𝘁𝗶𝗹 𝘆 𝗹𝗼𝘀 𝗱𝗲𝗺𝗮́𝘀 𝗹𝗼 𝗵𝗮𝗰𝗲𝗻 𝗺𝗲𝗷𝗼𝗿 𝗾𝘂𝗲 𝘆𝗼”. ⁣⁣
⁣Por fortuna, 𝗹𝗼𝘀 𝗮𝗽𝗿𝗲𝗻𝗱𝗶𝘇𝗮𝗷𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗹 𝗽𝗮𝘀𝗮𝗱𝗼 𝘀𝗶𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲 𝘀𝗲 𝗽𝘂𝗲𝗱𝗲𝗻 𝗿𝗲𝗽𝗿𝗼𝗴𝗿𝗮𝗺𝗮r y reestructurar para lograr una visión mucho más realista y actual.⁣⁣
⁣𝗘𝗻 𝘁𝗲𝗿𝗮𝗽𝗶𝗮, Ernesto comenzó a darle valor a la pequeña práctica diaria a la hora de aprender cualquier cosa. 𝗕𝗮𝗷𝗼́ 𝘀𝘂 𝗻𝗶𝘃𝗲𝗹 𝗶𝗻𝗶𝗰𝗶𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗲𝘅𝗶𝗴𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 y comprobó que, 𝗰𝗮𝗱𝗮 𝗱í𝗮, 𝗺𝗲𝗷𝗼𝗿𝗮𝗯𝗮 𝘂𝗻 𝗽𝗼𝗰𝗼 𝗲𝗻 𝘀𝘂 𝗽𝗿𝗮́𝗰𝘁𝗶𝗰𝗮 tanto de sus aficiones (estaba aprendiendo a tocar la guitarra) como de las habilidades que necesitaba en su nuevo trabajo.⁣
𝐑𝐚𝐦𝐨́𝐧 𝐒𝐨𝐥𝐞𝐫, 𝐏𝐬𝐢𝐜𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨⁣⁣⁣⁣⁣⁣⁣⁣

17/06/2024

Lejos de los seres todopoderosos que presumen ser, los vampiros emocionales son personas débiles que necesitan robar la energía de los demás para sobrevivir.
Ya sea en la infancia (familiares) o en la vida adulta (familia, pareja o amistades), estos vampiros emocionales se aprovechan de la buena voluntad y de la empatía de sus víctimas para pegarse a ellos y absorberles toda su energía vital.
Juegan con las emociones de sus parejas o de sus hijos para alimentar su ego, haciéndoles creer que ellos son los importantes, los que cuidan y mantienen al otro.
Les convencen de que dependen de ellos y de que no podrían hacer nada en la vida si se van de su lado.
Se encargan de cortar sus lazos emocionales de su víctima con el resto de sus contactos para tener el control absoluto y no dejarle ninguna vía de escape.
Mientras tanto, la persona que se encuentra sometida bajo su yugo, encuentra cada vez menos salida y siente como su vida se le escapa... hasta que acude a terapia.
Al comenzar su terapia, María me relató un sueño recurrente que tenía; más bien, era una pesadilla de la que siempre despertaba con una terrible sensación de angustia.
En su sueño, María se encontraba acostada en una antigua cama de hospital, muy débil y con apenas energía para mover los ojos y mirar a su alrededor.
Al lado de su cama, en el sillón destinado al acompañante, se sentaba una figura alta, con sombrero y una capa que casi le ocultaba por completo. Solo podía ver su mano arrugada y sus largas uñas. El lugar donde debía encontrarse su cara era aún más oscuro que la penumbra de la habitación.
En el sueño, María tenía una jeringuilla en su brazo, conectada a un tubo, por donde suponía que le administraban algún tipo de suero. Al seguir el recorrido, se percataba de que el tubo no se dirigía hacia ninguna bolsa de suero, sino hacia ese ser oscuro.
No era un suero por el que le daban alimento o medicación, lo que realmente sucedía es que este ser la estaba vampirizando, le robaba su energía vital para alimentarse de ella. Si ella trataba de moverse, el vampiro le decía “tranquila, no hagas nada, yo te cuido”, pero cada vez se sentía más y más débil. En este momento del sueño, María solía despertarse sudando y angustiada.
Trabajando, en nuestras sesiones, la simbología de esta pesadilla, María identificó a este ser con varias personas de su vida que la habían tratado exactamente igual que este personaje. Pudo ver a su madre, a su antiguo jefe y a varias de sus parejas anteriores.
El patrón era muy parecido, le hacían sentir que ella era débil y necesitada, que ellos se preocupaban por ella y la cuidaban, cuando, en realidad, la mantenían débil y enferma para aprovecharse de ella y robarle su energía.
Todas estas personas la habían convencido de que ella no era válida y de que necesitaba a los demás para poder tener una vida plena.
Sin embargo, el detalle de que el vampiro se estuviera alimentando de ella, le dio la clave para comprender cómo funcionan estas personas. No era ella la débil, sino que los otros la hacían sentir débil para mantenerla bajo su control. En realidad, este ser era el que se sentía vacío y sin vida, por eso necesitaba la vitalidad de alguien para alimentarse.
María se percató de que ella era la que de verdad era válida y tenía capacidad de sobra para desarrollarse y tener una vida plena, mientras que los otros eran los débiles que la necesitaban para mantenerse.
Tras todo este trabajo, María me contó que había vuelto a soñar con su habitación de hospital, pero esta vez, el sueño había sido muy diferente.
Recordando lo que había visto en sus sesiones, María se repetía mentalmente “yo puedo, yo soy la válida”. Con un gran esfuerzo, logró mover su mano para pellizcar el tubo que le conectaba con el ser vampírico. En ese momento, su fluido vital dejó de llegar al monstruo y dejó de alimentarle. El vampiro se sacudió compulsivamente y cayó al suelo gritando.
María fue recuperando su energía y pudo levantarse de la cama. Se quitó el tubo que tenía enganchado en su brazo y se dirigió hacia la puerta. Vio que, en el exterior, había un jardín luminoso y lleno de flores. No era ella la que estaba limitada, sino el vampiro, que ni siquiera tenía fuerzas para salir de la habitación.
“Quédate ahí. No me vas a vampirizar nunca más” le dijo antes de marcharse de la habitación para entrar en el jardín.
Esta fue la última vez que María tuvo este tipo de sueño. No volvió a soñar nunca más con la habitación de hospital ni con el vampiro que le absorbía la vida.
Ramón Soler, Psicólogo

14/06/2024

Hoy quiero compartirte una técnica psicológica para ayudarte a reforzar tu comunicación asertiva y mejorar las relaciones con los demás.
Esta técnica, conocida como “banco de niebla”, nos ayuda a salir airosos de situaciones en las que no queramos o no consideremos útil entrar en una confrontación directa, aunque la otra persona nos provoque.
Para ponerte en situación, te propongo que imagines una de estas dos escenas:
-Tu jefe te recrimina, de muy malos modos, un pequeño fallo que has cometido en una presentación, sin valorar todo el resto que hiciste bien.
-Una vecina te dice que deberías dar biberón a tu bebé o que tu hijo es un maleducado porque no la saluda.
¿Cómo responder en estos casos, o situaciones similares, con asertividad y sin enzarzarte en una discusión?
De la misma manera que un banco de niebla en la carretera nos obliga a reducir la velocidad para poder ver el camino, en una discusión podemos usar el banco de niebla para:
-Reducir la intensidad de la conversación
-Desviar la energía negativa del atacante.
-Evitar una decisión precipitada.
Esta técnica nos ayuda así a posponer el momento de tensión y a dejar que la situación se enfríe.
En la práctica, para poder aplicar el Banco de Niebla, se recomienda tener en cuenta estos tres pasos básicos:
1. NO NEGAR LA CRÍTICA
Si es posible, podemos reconocer que puede haber algo de razón en el comentario de la otra persona. No se trata de negar la crítica, sino de aceptar el punto de vista de nuestro interlocutor sin provocar un enfrentamiento inmediato.
En otras palabras, reconocemos si hay algún lugar común entre los dos y lo destacamos.
De esta forma, bajamos el nivel de tensión en la comunicación y dejamos al otro sin argumentos para seguir provocando.
En los ejemplos del principio, podríamos decir algo como: “Es cierto que se me olvidó anotar eso. Entiendo que te haya preocupado el resultado final de la presentación” o “Gracias por tu comentario, veo que te preocupas por la salud de mi hijo”.
2. MANTENER EL CONTROL
Para no ceder terreno a la otra persona, debemos buscar la forma de mantener las decisiones en nuestra mano.
Si el motivo de su queja o comentario es algo que depende de nosotros o sentimos que quiere interferir en nuestra vida, debemos dejar claro que podemos tomar nuestras propias decisiones: “Gracias, lo voy a investigar y ya decidiré” o “Tendré en cuenta tus comentarios, voy a buscar la mejor manera de abordarlo”.
3. REDIRIGIR LA URGENCIA
La otra persona busca el enfrentamiento inmediato y la manipulación. Sin embargo, podemos dejar claro, de manera asertiva, que este no es el momento para discutir sobre el tema y que lo dejaremos para más adelante. Buscamos la forma de postergarlo al futuro: “Lo tendré en cuenta para la próxima vez” o “No te preocupes, ya lo miraré”.
Recuerda, cuando te encuentres en situaciones en las que el diálogo o la comunicación no son posibles, porque tu interlocutor solo busca el enfrentamiento o la manipulación, no pierdas tu tiempo o tu energía en discutir o dialogar, utiliza la técnica del Banco de Niebla. Esta te ayudará a lograr una comunicación más asertiva.
Ramón Soler, Psicólogo

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