UFN Asesoramiento

'Slow parenting' o 'crianza a fuego lento' pretende respetar el ritmo de los pequeños en lugar de llevarlos al estrés diario al que viven sometidos los adultos hoy en día. Ayudarles a aprender sin presiones, con calma y acompañándolos emocionalmente en cada paso que dan.

Claves para practicarlo:
- Respetar los ritmos del pequeño.
- Aparcar las prisas.
- No sobrecargar sus agendas.
- Ser ejemplo de calma.
- Dedicarles tiempo de calidad.

Existen algunos obstáculos que dificultan o impiden la escucha activa como son, por ejemplo:
- Escuchar solamente lo que nos
interesa.
- Emitir juicios de valor.
- Empezar la conversación con prejuicios
sobre la persona o lo que se va a decir.
- Estar muy cansado/a pues va a
dificultar que toda nuestra atención esté
disponible en ese momento.
- No tener suficiente tiempo.
- Interrumpir con nuestras opiniones o
perspectivas.
- Estar en un ambiente donde haya ruido
o posibles distracciones.

Los niños de alta demanda requieren tanto de los padres que es importante aprender a interactuar con ellos para no acabar desbordados nosotros, y frustrados ellos.

Algunos de los rasgos característicos:

- Tienen mucha energía y vitalidad. Parece que no se cansan y están siempre activos.

- Son muy sensibles y perciben todo lo que sucede en su entorno. Se disgustan mucho si les reñimos y viven con mucha intensidad sus emociones.

- Suelen ser ansiosos o preocupadizos. Y pueden tener muchos miedos.

- Son muy dependientes del adulto: necesitan aprobación constante y atención.

- A cariñosos y afectuosos no les gana nadie. Necesitan el contacto físico.

- Son inteligentes y despiertos.

- Pueden ser tercos y enfadones, y coger rabietas con facilidad.

- Necesitan al adulto para entretenerse: no saben jugar solos.

- Son muy perseverantes e insistentes.

Son niños completamente normales. No les pasa nada. No son caprichosos o mimados. Simplemente nos necesitan más y nos lo hacen saber.

Las rutinas son esenciales para los niños para su día a día: les ayuda a organizarse, les enseña a ser responsables y les proporciona seguridad y estabilidad.

Si les damos seguridad y estabilidad en su día a día, nuestros hijos comenzarán a realizar estos hábitos ellos mismos como una forma de ser independientes y autónomos.

Pero estas rutinas también vienen muy bien para los padres, ya que son el eje que vertebra el núcleo familiar. Para ello, debemos dar ejemplo. Si nosotros como padres no nos saltamos unas rutinas, nuestros niños también obedecerán los ritmos que deben llevar.

3 pilares en los que crear rutinas:
- Higiene
- Alimentación
- Sueño

Vivimos en una sociedad hiperconectada donde los límites de lo íntimo y lo privado son desafiados constantemente.

En este contexto, algunos padres piden -o exigen- a sus hijos adolescentes instalar en los móviles alguna de las aplicaciones de geolocalización que permiten ver dónde se encuentran en tiempo real.

El debate está planteado: ¿se trata de una nueva forma de control?

Lo importante es que haya un consenso y que no sean activadas sin la autorización del chico, porque se corre el riesgo de que “un legítimo deseo de seguridad o protección se convierta en una forma de control”.

¿Qué opináis?

El trabajo, el cuidado de la casa y la educación de los hijos hace que lleguemos al final del día agotados física y emocionalmente.

Algunas herramientas para reducir el agotamiento emocional:
- Divide y vencerás: La clave está en el reparto de las tareas, tanto las del hogar como las de crianza. En este reparto también pueden entrar los niños y niñas, adaptando siempre las tareas a su edad y capacidades, y de paso trabajamos su autonomía y la colaboración.

- Turnos de desconexión: desconectar de la familia en soledad, es una necesidad como otra cualquiera, conectar con nosotros mismos y dedicarnos un poco de tiempo. Cuidarse para poder cuidar bien, algo fundamental y que tenemos que conseguir hacer cada día.

- Pasapalabra: esos momentos de descontrol emocional, en que no podemos más y percibimos que se avecina una hecatombe emocional, con gritos, improperios y amenazas, cedamos el turno a la pareja para que se haga cargo de la situación.

Por no caer en el autoritarismo, a veces cometemos el error de convertirnos en 'padres colegas'. La consecuencia de esto es que nuestros hijos se crían sin límites ni normas.

Es más fácil ser colega de tu hijo que decir que ‘no’. Pero los niños crecidos así tienen baja autoestima y poca capacidad para gestionar la adversidad. Les hemos enseñado que por el mero hecho de existir se merecen todo lo que quieran, no conocen la frustración.

No es lo mismo ser comprensivo que ser permisivo. Yo puedo entender que mi hijo llegue tarde un día. Eso es ser comprensivo, pero no soy permisivo. Mañana tendrá que venir antes a casa, a recuperar el tiempo de más que se tomó el día anterior. Porque si yo le permito que llegue tarde hoy, mañana no se tomará en serio llegar puntual y no vivirá las consecuencias de sus actos.

Los niños tienen cada vez más juguetes y valoran menos las cosas.

Algunas claves para enseñarles a apreciar sus cosas:
- MENOS ES MÁS: los adultos caemos a menudo en el error de hiperregalar cosas a los niños. Recibir continuamente regalos le hace no aprende a valorar las cosas y el esfuerzo que cuesta conseguirlas. Tampoco se implicará en sus cuidados ni se hará responsable, pues tiene la certeza de que si alguna de sus cosas se pierde o se estropea será sustituida por otra.

- ENSEÑARLES A CUIDAR SUS COSAS: a responsabilizarse de los juguetes que presta y a mantener el orden en casa para que las cosas no se extravíen. Que entiendan que "lo viejo" o "lo estropeado" no tiene por qué ser siempre irremediablemente sustituido por algo nuevo, pues muchas veces es posible restaurar las cosas y darles una segunda vida o arreglarlas para prolongar su uso.

- DISFRUTAR DE FORMA CONSCIENTE DE LO QUE TENEMOS: poniendo sus sentidos en cada cosa que hagan, evitando la sobreestimulación y la multitarea, y fomentando la conexión con ellos mismos y con lo que les rodea.

- VALORAR EL ESFUERZO: El esfuerzo es un valor que debemos inculcar a nuestros hijos desde que son pequeños.

- INVOLUCRARLES EN LAS TAREAS DEL HOGAR: ayuda a fomentar su autonomía, mejorar su autoestima y trabajar ciertas habilidades, haciéndoles ver, además, la importancia de su contribución para el buen funcionamiento familiar.

- ENSEÑARLES CÓMO FUNCIONA EL DINERO: que comprendan cuanto antes el valor del dinero, entiendan que papá y mamá "no fabrican dinero" a su antojo, que no se puede gastar más de lo que se tiene y hay que saber gestionarlo correctamente para satisfacer las necesidades presentes y futuras.

- HABLAR EN FAMILIA DEL VALOR DE LAS COSAS: valorar en familia todo lo que tenemos, desde la comida en el plato, un techo bajo el que cobijarnos, ropa con la que vestirnos, hasta unas vacaciones, la compra de un coche nuevo o una reforma del hogar.

En un mundo en el que podemos conseguir las cosas a golpe de click, parece que se ha dejado de lado la cultura del esfuerzo.

La perseverancia es el esfuerzo sostenido en el tiempo. Si nuestros hijos abandonan, si no quieren seguir intentándolo un poco más, si se frustran cuando intentan algo y no les sale a la primera y, por esa frustración, no quieren seguir intentándolo , no llegarán muy lejos, ¿no?

Claves para inculcar a nuestros hijos la perseverancia:

- Elogiar más el proceso y el esfuerzo que el resultado.
- Reflexionar sobre los errores como oportunidades para aprender.
- Entender la frustración como una aliada para buscar planes B, no para abandonar.
- Ser ejemplo de perseverancia: mostrar que nosotros tampoco logramos todo a la primera y cometemos errores, pero no abandonamos.

Hace algunos años, Orange lanzaba una campaña que nos sacaba los colores a los padres. Se trata de un vídeo en el que se veía a una madre ir a la habitación de su hijo, y pedirle que apagase ya el móvil, que tenía que dormir y descansar para estar bien al día siguiente.

Acto seguido, la madre se iba a su habitación, se tumbaba en la cama, y lo primero que hacía era coger su tableta. Al lado tenía a su marido, el padre del niño, con un móvil en la mano. El niño, que había apagado el móvil haciendo caso a las palabras de su madre, al ir al servicio y pasar por delante de la habitación de sus padres y ver la “escena”, se encogía de hombros.

En muchas ocasiones se nos olvida que nuestros hijos aprenden de nosotros, que educa más lo que hacemos que lo que decimos.

¿Estamos siendo el ejemplo que necesita? ¿Cómo me relaciono yo con el móvil? ¿Estoy tan enganchado como mi hijo? Pensémoslo.

Además, ¿cuántas veces hemos ido a un restaurante y hemos visto a familias poner a su hijo delante de una tableta para que esté tranquilo? ¿Y en el coche?

Los primeros en introducir a los dispositivos tecnológicos en la familia somos los adultos, nosotros hemos ido construyendo ese muro que llega un momento que es tan alto, que nos impide mirarnos, hablarnos.

A la hora de educar los padres somos el mejor ejemplo para los niños y todo lo que hagamos repercutirá en ellos sea para bien o para mal.

Uno de los errores que cometemos, es exigir en nuestros hijos algo que nosotros no hacemos: reconocer nuestros errores.

A veces por el cansancio que nos inunda, o por el estrés, podemos reaccionar mal con nuestros hijos, gritos, castigos, reproches, comparaciones, etc..

Reconocer nuestros errores como padres , el decir "lo siento, me equivoque, no reaccioné bien". Esto ayudará a aprender al niño que también vale equivocarse: los padres somos seres humanos y no somos perfectos.

Puede que haya momentos en los que no estemos de buenas y no tengamos la paciencia para lidiar con situaciones que se pueden presentar en el día a día con nuestros hijos. Esto nos hace simplemente humanos y también es parte del proceso de aprendizaje de vida.

Si educar nunca fue fácil, hacerlo en la era de la tecnología es todo un reto.

Muchas veces nos cuesta entender qué les engancha tanto de TikTok, por qué les gusta escuchar reggaetón o qué encuentran de interesante en determinados influencers que, según nosotros, no hacen nada del otro mundo.

En lugar de banalizar sus intereses, podríamos hacer el esfuerzo de intentar comprender qué es lo que les gusta, por qué admiran a alguien, qué contenidos consumen en redes sociales, cómo se divierten… Es probable que sigamos sin entenderlo, pero estaremos haciendo un acercamiento a nuestros hijos, fomentando la conversación, interesándonos por sus gustos, mandándoles el mensaje de que sus intereses también son importantes y que queremos saber más sobre ellos. En definitiva, estaremos escuchándoles.

Muchas veces nos quejamos de que la comunicación con adolescentes es imposible, que no nos cuentan nada, pero parémonos a pensar…
- ¿qué proporción de las conversaciones que mantenemos con ellos son órdenes o reproches?
- ¿Y qué proporción son conversaciones interesantes o que nos permitan estrechar lazos?
- ¿Cuántas preguntas les hacemos que ya contienen la respuesta?
- ¿Y cuántas con un estilo conversacional abierto?

Si reflexionamos sobre esto, nos daremos cuenta de que no les estamos dando una oportunidad para que se expresen.

Vivimos en un mundo en el que todo avanza muy rápido, todo tiene que ser inmediato y fácil, la vida esta basada en objetivos, sin tomar en cuenta los procesos y el tiempo de aprendizaje que cada cosa lleva.

Los niños no nacen sabiendo e ir con prisas a todos lados no les permite hacer el ciclo de aprendizaje completo.

Veamos un ejemplo; “ponerse los zapatos para salir a la calle”, hay días que lo hará súper rápido porque se ha levantado motivado, otros que no se va a querer poner ni uno, ni el otro; otros se tumbará plácidamente en el suelo y no habrá forma de que se ponga ni de pie y mucho menos los zapatos.

¿Te suena familiar? Fíjate como una acción tan pequeña y “tan fácil” puede que se convierta en un momento complicado y que sea un motivo de estrés y, sobre todo, de retraso en nuestra agenda del día.

Sin embargo, observa todos los pasos que ha tenido que hacer tu hijo para realizar esta acción: 1) ir a buscar sus zapatos, 2) observar en que pie va cada zapato, 3) ponerse un zapato en el lado que no es, 4) cambiarlo, ponerse el otro y abrocharlo. ¿Te das cuenta en todo lo que tiene que hacer el niño para lograr ponerse un zapato?

Esto se llama proceso de aprendizaje ¿Y sabes cuál es el resultado? Autoestima y autonomía que, por desgracia, con prisas no se puede lograr.

En la adolescencia, la preocupación por la apariencia a veces llega a afectar al estado de ánimo de los menores.

Dicho vínculo entre autoimagen y autoestima, si no es gestionado de un modo saludable, no solo puede repercutir en la propia felicidad, sino en aspectos como el rendimiento académico o las relaciones con los demás.

Esta complicada etapa de transformación provoca dudas internas derivadas de la dificultad de conocerse a uno mismo.

Como consecuencia, empiezan a enfocar gran parte de su atención a su aspecto corporal y la opinión de quienes les rodean adquiere una importancia desmedida. A lo que se une la presión de la sociedad, que se intensifica aún más con las mujeres.

Los menores comienzan a comparar su aspecto con los cánones predominantes, a pensar cómo les gustaría ser y a percibir cómo son en realidad. Cuando no están contentos con ellos mismos, se genera un gran sufrimiento provocado por el miedo a no ser aceptados.

Desde Asesoramiento UFN ofrecemos diversos recursos para fortalecer su autoestima.

En tu casa, ¿quién se ocupa de llevar a los niños al parque, llevarlos al pediatra, estar al tanto de las cosas del cole o bañarlos? ¿Quién hace la compra, la comida o la colada? ¿Qué cambios has tenido que hacer en tu carrera profesional o en tu jornada laboral desde que tienes hijos?

Estas exigencias suelen estar en la mochila de la mujer en ese afán de perfeccionismo para hacerlo todo bien.

La corresponsabilidad en el cuidado de los hijos sigue siendo una asignatura pendiente. Y ¿cómo podemos construir esa corresponsabilidad en nuestras casas?

- La mujer tiene que hacer una pequeña cesión de soberanía. No reprochar al otro lo que no hace o lo que hace de otro modo.
- Hay que llegar a acuerdos con la pareja para ceder en ciertas cosas y renegociar otras para no acabar en el reproche.
- Que los padres dejen de ver como espectadores algo que les tocaría estar viviendo como protagonistas.

Para que exista un buen equipo en casa, los progenitores del niño deben implicarse por igual en su crianza.

300.000 jóvenes entre 10 y 25 años sufren un Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA). Entre ellos, destacan:
- anorexia
- bulimia
- trastorno por atracón
- vigorexia (obsesión por estar en forma)
- ortorexia (buscar constantemente una alimentación saludable)
- potomanía (deseo de beber grandes cantidades de líquido)
- ebriorexia (que engloba problemas de alcoholismo)

La anorexia nerviosa y la bulimia son los TCA más frecuentes en la adolescencia. En los últimos meses, han aumentado porque los adolescentes se encuentran en un periodo de mayor vulnerabilidad emocional frente a sus grupos de iguales y referentes, puesto que tratan de copiar a sus modelos y, en ocasiones, no tienen la capacidad de autocrítica adecuada para tomar decisiones, viéndose influenciados por la presión de grupo.

En un mundo como el que vivimos actualmente, hiper competitivo y en el que sobreestimulamos a nuestros niños, educar en el asombro es una necesidad vital.

Cultivar esa sensación de sorpresa que sientes cuando descubres algo nuevo, es una herramienta que les servirá para valorar lo que tienen (incluso las cosas más pequeñas), y para fomentar su curiosidad y su sentido crítico.

Cuando somos mayores damos por sentado casi todo lo que ocurre a nuestro alrededor y olvidamos que los niños están viviendo constantemente miles de "primeras veces".

Por eso se hace imprescindible bajar nuestro ritmo frenético de vida para compartir esas sensaciones y mostrarles que por muy pequeño que sea lo que estamos viviendo o presenciando, tiene un valor.

Tan importante es llevarles de la mano a que descubran el mundo, como empatizar con ellos en sus emocionesy asombrarte con ellos cuando algo les sorprende.

¿Cómo educar en el asombro?
- Potencia su curiosidad
- Fomenta el juego libre para que den rienda suelta a la imaginación
- Responde a todas sus preguntas sobre el mundo que le rodea

Cuando te implicas por completo en la crianza de tus hijos es necesario volver a ser un niño. Eso te permite disfrutarlo, vivir con intensidad cada uno de sus pasos y recordar que ellos son una prolongación nuestra.

Cuando estamos cansados, sin paciencia, nuestros hijos nos sacan de quicio y no nos hacen caso… gritamos.

Cuando gritamos a nuestros hijos no nos sentimos bien. Además, somos conscientes de que es un recurso con resultados a corto plazo, pero no a la larga.

Si queremos desterrar el grito de nuestra forma de educar debemos:
fijarnos un objetivo claro (por ejemplo, dejar de gritar un mes seguido)
observar cuándo y por qué se desencadena el grito (por ejemplo, cuando queremos llegar pronto al cole, o cuando no conseguimos acostarlos, o cuando queremos que coman lo que hay en el plato)
pensar posibles soluciones o alternativas.

No siempre podemos controlar las acciones de nuestros hijos, pero SIEMPRE podemos controlar nuestras reacciones.

Algunos consejos:
Guarda la calma, tus hijos te escuchan y bien
No alces la voz, habla tranquilamente con tu hijo
Trata a tus hijos desde el respeto
Habla en positivo para hacerte entender de la forma más amable
Comprende a tu hijo desde su nivel
Escúchalos desde el corazón y sin juicios
Ponte en sus zapatos y analiza la situación de la forma en que ellos la ven

Por último, si llegáis a alzar la voz o a gritarles, aprended a pedir perdón. Esto no os quitará autoridad, al contrario, les estaréis enseñando que cualquier persona se puede equivocar.

El ser humano viene “de serie” con la capacidad de conectarse emocionalmente, que no tecnológicamente, a los demás.

La conexión emocional se da cuando establecemos contacto visual durante, al menos, un 60-70% del tiempo que dura la conversación.

Establecer contacto visual con los demás es algo que cada vez hacemos menos y las pantallas tienen mucho que ver. Cada vez nos miramos menos a la cara.

En vez de sentarnos alrededor de la mesa a contarnos cómo nos ha ido el día, desenfundamos nuestros móviles o vemos la televisión mientras cenamos.

Si no te miro, no conecto con tus necesidades y no te doy la importancia que mereces.

Nadie dijo que educar a los hijos es algo sencillo.

La crianza es un viaje apasionante, un aprendizaje constante en el que a los padres les asaltan dudas sobre si lo estarán haciendo bien o no.

A veces les puede desbordar tanto que puede hacer que todo se les haga cuesta arriba y la clave está en disfrutar del camino.

Los padres son un mapa, un faro y un referente para sus hijos. El amor está en el centro de ese mapa y en él convergen todas las líneas. Ahí van a encontrar todas las respuestas, sin perder de vista que a la hora de educar es imprescindible añadir el afecto, el amor y el cariño.

Los mayores obstáculos que intervienen en esta hazaña son el estrés, el cansancio y las prisas. Por eso, desde Asesoramiento UFN ofrecemos a los padres tanto el acompañamiento como la formación necesaria para que la educación de sus hijos no se les haga cuesta arriba.

Que los adolescentes invierten un tiempo excesivo en redes sociales es un hecho. Sobre todo en Instagram y TikTok.

La plataforma Qustodio, dedicada a la seguridad digital de los menores, acaba de presentar un estudio que revela que en España los menores pasan de media 100 minutos al día (608 horas al año) en Instagram.

No es solo preocupante por lo que dejan de hacer esos 100 minutos diarios, sino por la información que reciben para la edad que tienen.

Es fundamental respetar las edades de uso en las redes sociales, algo que los menores se están saltando vinculado a una "hipermaduración" y una "sexualización" de la infancia cada vez más prevalente.

Por su parte, los padres han de sentarse y hablar de las normas, de los límites y explicitar que habrá un cierto control, porque del uso se puede saltar al abuso.

La educación desde el miedo, también conocida como modelo autoritario, lleva implícito una amenaza. Este sistema busca la autoridad sin tener en cuenta al otro, consiguiendo un efecto de dependencia del niño al adulto o bien hace que se rebele contra la autoridad y provoca un comportamiento agresivo.

En la práctica, se identifica a través de frases como:
- “Si no te comes el plato, te quedarás sin jugar”
- “Me voy a enfadar muchísimo si…”
- “Vas a perder la tablet si…”

En niños, las amenazas pueden provocar un cambio, pero no está motivado por el convencimiento. Es importante instaurar conductas desde el convencimiento. Por ejemplo: “conviene lavarse las manos para no tener virus” o “conviene recoger la habitación porque aporta calma, paz…”

Los padres deben desarrollar la empatía y ponerse en la piel del menor. “Entiendo que no te apetece recoger tu habitación”, “sé que te enfadas porque no quieres dejar de jugar”.

Y cambiar la amenaza por el reto: “Venga, sé que lo vas a hacer todo y luego vamos a jugar”, en lugar que “si no lo haces, no jugamos”.

Detrás de cada pantalla con la que interactuamos, hay personas que están leyendo unos comentarios, recibiendo unos likes o consumiendo unos contenidos.

Para educar en el uso adecuado de la tecnología no tenemos que estar en todas las redes sociales, sino conocer cómo son nuestros hijos, cómo piensan, qué les gusta. Y también: ¿Qué les impulsa? ¿Qué les preocupa? ¿En qué contexto se encuentran? Eso nos dará algunas claves para saber cómo dialogar con ellos y comprender sus necesidades e intereses.

Incorporar la tecnología a la vida familiar no significa mirar las pantallas durante la cena, sin comunicarnos unos con otros. Al contrario, implica:

- Ser capaces de entender la infancia y adolescencia que les ha tocado vivir a nuestros hijos.
- Asumir nuestra función de referentes educativos.
- Buscar una comunicación más fluida con ellos en todos los ámbitos, incorporando la tecnología como una herramienta más para la educación en valores.

Así descubriremos que los entornos digitales no tienen que ser necesariamente un espacio del que debamos “proteger” a los menores, sino también una forma más de conectar realmente con ellos.

16 millones de españoles juegan a videojuegos, muchos de ellos son menores y han aumentado su uso tras el confinamiento.

Recientemente, en España hemos tenido el primer caso a nivel mundial de un menor hospitalizado por adicción a los videojuegos.

China ya ha anunciado el acceso limitado a los videojuegos para los menores de edad: solo podrán jugar una hora los viernes, sábados y domingos, de 20 a 21h.

Desde Asesoramiento UFN pensamos que es importante que los padres tengan información para poder luego poner normas. Más que prohibir o castigar hay que educar.

¿Y cómo hacerlo?
- Explicar a los hijos que los videojuegos son altamente adictivos ya que introducen al jugador en el circuito de recompensa digital y que, con cada meta, objetivo o nivel conseguido, se dispara un chute de dopamina (hormona de la felicidad o del placer) y esto le lleva a querer seguir jugando sin parar.

- Dejar claro que no se trata de un juego y nada más, sino que están diseñados para atraparnos.

- Explicarles que se encuentran en un momento evolutivo, donde aún no está desarrollado su cerebro.

Habremos perdido la batalla si usamos los videojuegos como chupete emocional, para distraer o calmar a nuestros hijos.

Para reflexionar:
- Plantearse si el juego en cuestión es transmisor de los valores que queremos para nuestros hijos.

- Establecer normas y límites claros desde el primer momento. Que el niño sepa que sabes a qué se está jugando, con quién y el tiempo que deberá jugar.

- Evitar que el videojuego sea la actividad principal o exclusiva que realiza el menor, y fomentar otras actividades.

En definitiva, se trata de saber usar los videojuegos de forma responsable, consciente y saludable.

Pide cita con nuestro coach experto en adolescentes y adicciones,

Después de un largo verano llega septiembre, la vuelta al cole y con ello, volvemos a retomar nuestras rutinas de horarios, colegios y actividades extraescolares.

Actualmente, y con la vida frenética que llevamos, se ha olvidado el principal cometido de las actividades extraescolares: despejar y hacer disfrutar a los niños después del colegio. En cambio, muchos padres las necesitan para conciliar la vida familiar con el trabajo.

No hay inicio de curso sin encaje de bolillos para la conciliación y, por ello, muchas familias tiran de este tipo de actividades.

Desde Asesoramiento UFN animamos a los padres a reflexionar sobre este tema:
A la hora de elegir las extraescolares, ya que es muy importante fomentar y reforzar cualidades innatas.
Tener en cuenta que no existe la actividad extraescolar perfecta, varía según las necesidades y gustos de cada niño.
Si no nos estaremos excediendo con tanta clase después del colegio.

Feliz vuelta a la rutina!

El estrés y la ansiedad pueden afectar a a las personas física, mental y emocionalmente, pero la principal consecuencia es la disminución de la calidad de vida.

Las personas pueden empezar a experimentar:
- tensión muscular
- dolor de cabeza
- fatiga
- palpitaciones
- aumento de la tensión arterial
- sensación de asfixia o falta de aire
- mareo
- alteraciones en el sueño
- pérdida del patrón de la alimentación

Desde ASESORAMIENTO UFN ayudamos a estas personas a gestionar ambas situaciones a través del coaching.

Hoy es el Día Internacional de la Planificación Familiar, que permite a las personas tener el número de hijos que desean y determinar el intervalo entre embarazos.

Desde Asesoramiento UFN pensamos que la planificación familiar no consiste solo en explicar cómo no tener hijos y hablar solo de la contracepción; sino en hablar de la fertilidad, de una sexualidad 100% natural, escuchando a tu cuerpo, para decidir juntos cuándo es el momento adecuado.

A través del estudio del método de ovulación Billings, un método de planificación familiar natural, podemos buscar un bebé o evitar un nuevo embarazo.

Una importante herramienta que todas las parejas deberían conocer y aprender a utilizar, cuyas ventajas encontrarás en nuestra web.

Hoy se celebra el Día de los Abuelos, una jornada que sirve para reconocer el cariño, el cuidado y la ayuda que ofrecen los mayores de la familia, en agradecedimiento por todo lo que hacen por sus hijos y nietos.

El origen de la celebración se encuentra en el calendario, ya que hoy, 26 de julio, el santoral recuerda a Santa Ana y a San Joaquín, padres de la Virgen María y abuelos de Jesús.

Aprovechemos su sabiduría y comprensión. Agradezcamos su paciencia y serenidad y, aunque adaptados a las nuevas circunstancias, disfrutemos de su presencia.

¡Feliz Día de los Abuelos!

Nuestro coach Daniel Danta, invitado hoy como ponente en el Máster de Matrimonio y Familia de la Universidad de Navarra, para hablar sobre la intervención profesional en temas de familia.