Guía Luz

Juan 6, 51-58
La semana pasada escuchamos a Jesús decirnos nuevamente que él es el Pan de Vida. Pan vivo. Al final de la lectura dice a todos que él da este pan para la vida del mundo entero. El pan, dice, es su carne, su cuerpo. La lectura de este domingo comienza con esas mismas palabras de Jesús.
¿Cómo lo hace? ¿Cómo nos da fuerza para el presente y nos prepara para morir y resucitar?
En medio de la lectura, Jesús dice:

"El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él."

¿Permanecer ? A San Juan le encanta incluir esa palabra en su Evangelio. Significa formar un hogar y vivir en ese hogar.

¿Y quiénes conviven en una casa? La familia.
Cuando tomamos en nosotros el pan que se convierte en Jesús, hacemos hogar en él, y él hace hogar en nosotros.

Cuando tomamos en nosotros el pan que se convierte en Jesús, vivimos en él y él vive en nosotros.

Cuando tomamos en nosotros el pan que se convierte en Jesús, disfrutamos de un tiempo en familia. Él con nosotros. Nosotros con él.

¡Qué cerca estamos el uno del otro!
Si hacemos esto, si seguimos haciendo de cada uno de nosotros un hogar, si disfrutamos del tiempo en familia durante toda nuestra vida, ¿la muerte será menos preocupante? Cuando llegue el momento de morir y resucitar, ¿quién estará con nosotros... en nosotros, para ayudarnos a superarlo? El que ya lo ha hecho todo antes. ¿Será la muerte un gran problema? ¿O estaremos preparados? El miembro de nuestra familia que ya lo ha hecho antes nos acompañará en el proceso. Seremos fuertes y estaremos preparados.

Pero por ahora, tiempo en familia.

Juan 6, 41-51
Sabemos que si Jesús se repite, es que realmente quiere que prestemos atención. Esto es algo importante. ¿Qué quiere que sepamos?
Podemos pensar en lo que sabemos sobre el pan. Es muy sencillo.

Necesitamos comida para vivir.
El pan sostiene la vida.

Observamos que Jesús no dice: “YO SOY pan”. Así como no es un pastor cualquiera, tampoco es un pan cualquiera. Él es el pan de vida. ¿Qué significa esto para nosotros? ¿Se refiere al pan que horneamos, al pan que compramos en los supermercados, o al pan que comemos con nuestras comidas? ¿Podemos encontrar el pan de vida en cualquier lugar? El pan de vida es Jesús. Sabemos que esto significa que no hay otro pan como éste.

¿Qué sabe Jesús sobre la muerte? No es el fin. Jesús pasó por la muerte. Resucitó. En su nueva vida resucitada, ya no hay muerte. Jesús nunca más puede morir.

Jesús dice que quienes coman este pan de vida vivirán para siempre. Tendrán la vida que Jesús disfruta. También resucitarán. Ya no habrá más muerte.

Queremos esto, ¿no es así? Queremos vivir para siempre con Jesús, nunca separados, nunca lejos. Queremos tener la vida resucitada que disfruta Jesús. No queremos más muerte. Queremos la Parusía. ¿Cómo podemos tener esto?
Jesús entrega su cuerpo en la Última Cena, cuando bendice el pan y dice: « Éste es mi cuerpo», y lo da a sus amigos.

Jesús entrega su cuerpo en la cruz, cuando ofrece su vida a Dios, cuando la ofrece como don por todos nosotros.

Jesús entrega su cuerpo cada vez que nos acercamos a él, cuando nos reunimos en la Misa y escuchamos, como si fuera la primera vez, esas palabras especiales: "Tomad y comed, éste es mi cuerpo".
Su cuerpo que ha mu**to. Su cuerpo que ha resucitado.

Éste es el pan vivo bajado del cielo.
Éste es el pan vivo que es alimento y nos alimenta.
Necesitamos el pan vivo, necesitamos a Jesús, para vivir.

El pan vivo sostiene esta vida que disfrutamos, dándonos un gusto de la vida resucitada que disfruta Jesús.
El pan de vida es Jesús. No hay otro pan como éste.

Juan 6, 24-35
La semana pasada, escuchamos que Jesús sació el hambre de cinco mil personas. Sabemos que “no habrá más hambre” es una señal del Reino de Dios. En el Evangelio de este domingo, las personas vuelven a buscar a Jesús. Quieren más.
Jesús sabe que tienen un deseo, pero éste reside en sus entrañas. La gente llenó sus barrigas una vez; probaron algo bueno y les gustó. Todavía no han descubierto el deseo que reside en sus corazones. Jesús dice:

“Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre os dará."

“Alimentos que se echan a perder” significa alimentos que se estropean con el tiempo. Sabemos que los alimentos no duran para siempre. Después de un tiempo, comienzan a echarse a perder, les sale moho, se pudren. Los tiramos porque ya no podemos comerlos. Ya no sirven para la vida.

Jesús le dice a la gente que trabajan para el alimento equivocado. Él quiere que busquen un alimento diferente: un alimento que no perezca, sino que perdure. “El alimento que perdure” significa alimento que dura para siempre. Alimento que no se estropea. Alimento que es bueno para la vida eterna.

El pueblo quiere este verdadero pan. Vienen queriendo saciar el deseo de su estómago. Pero ahora sienten que Jesús está hablando de algo mucho más. Jesús habla de la vida. Hay más en la vida que el alimento que perece. Ellos desean más.

Jesús les dijo: « Yo soy el pan de vida.
Jesús es el verdadero pan que sacia todos nuestros deseos. No es pan que perece, que se pone rancio o mohoso. No es maná que aparece sólo durante el camino en la Tierra. Jesús permanece. Dios nos da a Jesús para la vida.

Lo recibimos con el alimento de su Palabra y con Él en el Pan y el Vino consagrados.

¿Cómo recibimos este pan de vida? ¿Cómo recibimos a Jesús para saciar nuestros deseos?

Juan 6, 1-15
Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos.
Este detalle nos dice algo importante. Jesús y sus discípulos suben a una montaña. Sabemos que en la Biblia, esto es una señal para nosotros. Es como un código. Cuando escuchamos que la gente sube a una montaña, sabemos que va a haber un encuentro con Dios.
Los discípulos se sientan con Jesús. En la antigüedad, el aprendizaje se hacía así: los alumnos no aprenden de los maestros en las escuelas, sino que se sientan a escuchar a los pies del maestro.

¿Por qué Jesús pregunta por el pan? Él debe saber que la gente tiene hambre. También debe saber que no tienen comida propia. Jesús sabe lo que necesitan y quiere alimentarlos.
Felipe le dice a Jesús que costaría demasiado dinero alimentar a esta gran multitud de personas. No tienen suficiente. La gente tiene hambre, Jesús quiere alimentarlos, pero no hay suficiente dinero para comprar comida. Esto parece ser un problema.

Un niño tiene cinco panes y dos peces. Así que hay un poco de comida. Muy poco. Andrés piensa que esto es un problema. Un poco de comida no basta para alimentar a toda una multitud. No hay suficiente. No tienen todo lo que necesitan.

Pero Jesús no ve ningún problema.
Jesús sabe algo sobre el Reino de Dios y cosas que son muy pequeñas.
Jesús sabe lo que nosotros sabemos:
Todos reciben pan y todos reciben pescado. Todos son alimentados y nadie pasa hambre. Todo el que viene a Jesús tiene todo lo que necesita.

Cuando se saciaron, recogieron lo que había sobrado y lo juntaron en 12 canastas.
Al principio había muy poco, ¡ahora sobra! Al principio no alcanzaba, ¡ahora hay más que suficiente! A esto se le llama abundancia: más que suficiente para todos
Ven que lo que “no es suficiente” se convierte en abundancia.
El pueblo ve una señal de la plenitud del Reino de Dios.

¿Son los discípulos en la montaña con Jesús los únicos que encontraron a Dios de esta manera?

¿No podremos también nosotros encontrar a Dios de este modo?
Cada vez que vamos a Misa, vemos también un signo de la plenitud del Reino de Dios, ¿no es así?

Marcos 6, 30-34
La semana pasada escuchamos a Jesús llamar a 12 de sus amigos para que sean apóstoles, personas que son enviadas. Jesús los envía a construir el Reino de Dios con sus palabras y con sus acciones. En el Evangelio de este domingo, los apóstoles vuelven a Jesús y le cuentan sus aventuras.
Los apóstoles están cansados ​​y tienen hambre. Jesús sabe que necesitan recargar energías. Más que cualquier otra cosa, necesitan tiempo a solas con él.
No parece que los apóstoles vayan a tener todavía un tiempo a solas con Jesús pues hay muchas personas que quiere estar con él. Él les atrae. Habla como nadie más. Actúa como nadie más. Los apóstoles lo saben. También oyen y ven estas cosas en Jesús.

"Al desembarcar Jesús, vio una gran multitud y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor."
Entonces, ¿por qué, cuando las personas necesitan un pastor, Jesús comienza a enseñarles? Esto parece un poco extraño, ¿no? ¿Por qué no los pastorea ?

Debería hacerlos descansar.
Debería guiarlos a un lugar donde haya abundante comida y agua.
Él debería restaurar sus almas.
¿Por qué comienza a enseñar ?

¿Es posible que su enseñanza los conduzca a lo que necesitan? ¿Podría Jesús pastorearlos con sus palabras? Su enseñanza es, después de todo, la Palabra de Dios.

Si esto es verdad, si Jesús los pastorea con la Palabra, tenemos que considerar cómo la Palabra de Dios puede dar descanso, puede alimentar, puede sanar. Tenemos que considerar cómo la Palabra de Dios guía.

Cuando conocemos el dolor, ¿puede la Palabra de Dios dar alegría?
Cuando nos lastimamos, ¿puede la Palabra de Dios detener el dolor?
Cuando pecamos, ¿puede la Palabra de Dios llevarnos al arrepentimiento, al perdón, a la misericordia? Sabemos que esto es verdad.
Es interesante pensar en que la Palabra de Dios puede pastorearnos. Tal vez podríamos orar, en nuestro tiempo a solas con Jesús,

La Palabra es mi pastor, nada me faltará.

Marcos 6, 7-13
El domingo pasado, escuchamos cómo Jesús fue rechazado por las personas de Nazaret. A lo largo del pasaje de las Escrituras, los discípulos están presentes, pero permanecen en silencio... ¿qué habrán pensado? En el Evangelio de este domingo, Jesús envía a algunos de sus discípulos a participar en su ministerio.

Es interesante que Jesús llame a 12 de los discípulos. ¿Qué tiene de especial el número 12? Parece ser un número importante en las Escrituras. En Génesis, oímos que Jacob, también conocido como Israel, tuvo 12 hijos. Cada uno de estos hijos se convierte en el antepasado de una tribu. Estas se conocen como las 12 tribus de Israel. En Éxodo, cuando Dios llama a Moisés para que saque al pueblo de la esclavitud en Egipto, las 12 tribus son liberadas juntas. Las 12 tribus entran juntas en el desierto y juntas se convierten en el pueblo elegido de Dios. Debido a esto, el número 12 tiene un sentido de totalidad.

En sus instrucciones, a los 12 se les dice que traigan sólo dos cosas: un bastón y sandalias. Nuevamente, esto nos recuerda a las 12 tribus de Israel, que esperaban ser sacadas de Egipto.
Con sandalias en los pies y bastón en la mano, están listos para partir en cualquier momento. Nos preguntamos si los 12 apóstoles recuerdan el Éxodo mientras comienzan su viaje con bastón y sandalias.

Los 12 son sólo el comienzo, los primeros en ser llamados. Hay un sentido de plenitud en el número 12; todos están invitados a la obra del Reino. Somos llamados en nuestro Bautismo, somos enviados en la Confirmación.

¿Cómo proclamamos a un Dios que desea tanto estar en una relación libre con cada persona y con todos? ¿Usamos nuestras palabras? ¿O pueden nuestras acciones proclamar el Reino? ¿Pueden nuestras acciones proclamar un tiempo en el que no haya lugar para el mal? ¿Pueden nuestras acciones proclamar un tiempo en el que todos estemos completos ? ¿Cómo sería eso? ¿Qué tan cerca de la plenitud estaría el Reino de Dios?

Con sandalias en los pies y bastón en la mano, somos personas en movimiento. Somos personas en un viaje al que todos estamos invitados. Hay trabajo por hacer.

Marcos 6, 1-6
¿Qué hacen las personas de Nazaret?
¿Se sintieron ofendidas por Jesús...?
¿Qué quiere decir esto?

"Ofenderse" significa enojarse y molestarse por lo que alguien ha dicho o hecho.
¿Se enojan y molestan por la sabiduría de Jesús cuando lo escuchan hablar del Reino de Dios?
¿Se enojan y molestan por los milagros de Jesús? ¿Se enojan y molestan por el Reino de Dios? ¿Esto es lo que sucede en sus corazones?

Nos preguntamos ¿cómo puede ser esto?
Si con cariño y respeto le pidieron que enseñara en la sinagoga, pero luego su enseñanza les enfada y les molesta. Otras personas, que no conocieron a Jesús cuando era pequeño, por su enseñanza, lo han seguido... Pero estas personas, que conocen a Jesús desde que era un niño pequeño, se ofenden por esta misma enseñanza... No puede ser, entonces, que el Reino de Dios les enfade y les moleste. Se ofenden porque conocieron a Jesús cuando era pequeño...

Creían que conocían a Jesús. Creían que sabían qué esperar. Cuando Jesús no cumple con sus expectativas, se ofenden. No les gusta que los sorprenda.

Jesús sigue sanando a las personas que lo necesitan. Quizá, entonces, Jesús no puede hacer obras de poder con personas a las que no les gusta que Dios las sorprenda. Quizá, cuando no cumple sus expectativas, Jesús decide no actuar con ellas. O quizá ellas deciden no actuar con él... o ambas cosas. No pueden trabajar juntos.

"Y estaba asombrado por su incredulidad."
¿Qué se podría hacer si sólo creyeran? ¿Qué se podría hacer si sólo se abrieran a la gracia y a la fuerza de Dios? ¿Podrían colaborar con Jesús para construir el Reino de Dios?
No sabemos porque las personas de Nazaret se ofenden... Pero ¿y si hacemos un cambio en el Evangelio? ¿Y si nos ponemos en medio de la gente y en vez de ofendernos, les mostramos cómo g***r?
“Gozar” significa disfrutar mucho. ¿Y si gozamos cuando Jesús habla? ¿Y si gozamos de su Palabra y de sus Obras? ¿Y si gozamos de la sorpresa de Dios? ¿Podríamos entonces trabajar junto con Jesús para construir el Reino de Dios?

Podríamos reescribir este Evangelio. Podríamos hacer un dibujo de este cambio.

Marcos 5,21-24.35-43
El Evangelio de este domingo nos presenta dos milagros de Jesús donde Él nos quiere mostrar algo de la mente de Dios.
Vamos a detenernos en el milagro que realiza con la hija de Jairo. Aparentemente ha mu**to...

Cuando llega la noticia de que la hija de Jairo ha mu**to, Jesús no dice: “Lamento tu pérdida”. Jesús no dice: “Todo esto es parte del plan de Dios”. Jesús ni siquiera dice: “No estés triste”. En cambio, le dice al hombre que no tenga miedo. ¿Por qué?
No tenemos miedo de dormir...
De hecho, hay un momento en la vida de un bebé en el que puede tener miedo de dormir. Si el bebé se queda dormido en brazos de su madre o de su padre, pero luego se despierta en una cuna, puede tener miedo. A donde fueron sus seres queridos??? Mamá y papá tienen que venir y mostrar sus caras para asegurarle al bebé que todo está bien. El bebé tiene que aprender a irse a dormir sin miedo, porque el amor estará ahí cuando despierte. A esto lo llamamos entrenamiento del sueño. Entrenamos a los bebés para que no tengan miedo de dormir.

Si Jesús piensa que la muerte es una especie de sueño, ¿podría estar Jesús entrenando a dormir a toda la familia de la niña? No necesitan tener miedo a la muerte, pero sí necesitan algo de entrenamiento para creer. La niña ha mu**to y ellos tienen miedo a la muerte. Creen que la muerte es el final. ¿Adónde ha ido su ser querido? Jesús entra, toma a la niña de la mano y le dice:

"Talitha cum", que significa "¡Niña, levántate!"
¿Y la cara de quién ve ella de inmediato? ¿Quién es la primera persona que ve?

Un día, esta pequeña niña volverá a estar al borde de la muerte, tal vez cuando sea anciana. Pero ella sabrá que la muerte no es un punto; no es un final. Puede ir a la muerte sin miedo, porque el Amor estará allí cuando ella resucite.

Ellos saben lo que nosotros sabemos:
Saben que cuando están tristes, Jesús va con ellos.
Saben que la muerte no es un final, sino sólo una especie de sueño.
Saben que después de la muerte resucitamos. Es un Nuevo Día y la Vida Resucitada continúa.
Saben que no necesitan tener miedo, porque el primer rostro que verán cuando se levanten, será el Amor.

Marcos 4, 35-41
Después de un largo día enseñando a las personas sobre el Reino de Dios, haciéndoles pensar en parábolas, Jesús está cansado. Es casi de noche y Jesús y sus amigos hacen planes para cruzar un gran lago en una barca para llegar a un lugar de descanso. El viaje a través del agua se vuelve bastante emocionante.
Esta es una preguntan quién es el que puede hacer que el viento y el mar le obedezcan. Es una pregunta que nosotros mismos nos podemos hacer... Parece extraño que los discípulos se hagan esa pregunta, si ya conocen a Jesús...

Si alguien nos pregunta: “¿Quién eres?”, podemos responder diciendo nuestro nombre, pero eso no dice todo sobre quiénes somos. ¿A quién pertenecemos? ¿De dónde venimos? ¿Cómo actuamos? Todo esto constituye lo que somos.

Para poder responder a esa pregunta podemos mirar cómo actúa Jesús.

La única manera en que Jesús puede dormir es si no se asusta por la tormenta. ¿Por qué? No debe temer porque tiene completa fe en Dios. Está completamente arraigado en el plan de Dios y confía en que Dios está con él. Él sabe que no está solo. Pase lo que pase, Dios está con él. Nada puede cambiar eso.

No hay demora entre el momento en que Jesús se despierta y actúa. ¿Habla de su temor con los discípulos? ¿Les dice simplemente que tengan fe? No. Se despierta y ordena a la tormenta que se calme. Cuando Jesús sabe que sus amigos están asustados, actúa.

Pero hay otra manera de encontrar la respuesta a la pregunta: “¿Quién es éste?” Mira lo que sucede cuando Jesús habla .

Jesús dice,
“¡Paz! ¡Estate quieto!” Luego cesó el viento y reinó una calma absoluta.
Jesús desea la paz y el viento obedece. Jesús quiere quietud y las aguas responden. Jesús habla y se hace su voluntad.
¿De quién es entonces el mayor poder, el del viento, del agua o de Jesús?

Nos dice a todos cómo comportarnos cuando estamos con él.
Necesitamos estar quietos y saber que Jesús es Aquel firmemente plantado en Dios.
Necesitamos estar quietos y saber que Jesús es quien salva.

Marcos 4, 35-41
Después de un largo día enseñando a las personas sobre el Reino de Dios, haciéndoles pensar en parábolas, Jesús está cansado. Es casi de noche y Jesús y sus amigos hacen planes para cruzar un gran lago en una barca para llegar a un lugar de descanso. El viaje a través del agua se vuelve bastante emocionante.
Esta es una preguntan quién es el que puede hacer que el viento y el mar le obedezcan. Es una pregunta que nosotros mismos nos podemos hacer... Parece extraño que los discípulos se hagan esa pregunta, si ya conocen a Jesús...

Si alguien nos pregunta: "¿Quién eres?", podemos responder diciendo nuestro nombre, pero eso no dice todo sobre quiénes somos. ¿A quién pertenecemos? ¿De dónde venimos? ¿Cómo actuamos? Todo esto constituye lo que somos.

Para poder responder a esa pregunta podemos mirar cómo actúa Jesús.

La única manera en que Jesús puede dormir es si no se asusta por la tormenta. ¿Por qué? No debe temer porque tiene completa fe en Dios. Está completamente arraigado en el plan de Dios y confía en que Dios está con él. Él sabe que no está solo. Pase lo que pase, Dios está con él. Nada puede cambiar eso.

No hay demora entre el momento en que Jesús se despierta y actúa. ¿Habla de su temor con los discípulos? ¿Les dice simplemente que tengan fe? No. Se despierta y ordena a la tormenta que se calme. Cuando Jesús sabe que sus amigos están asustados, actúa.

Pero hay otra manera de encontrar la respuesta a la pregunta: "¿Quién es éste?" Mira lo que sucede cuando Jesús habla .

Jesús dice,
"¡Paz! ¡Estate quieto!" Luego cesó el viento y reinó una calma absoluta.
Jesús desea la paz y el viento obedece. Jesús quiere quietud y las aguas responden. Jesús habla y se hace su voluntad.
¿De quién es entonces el mayor poder, el del viento, del agua o de Jesús?

Nos dice a todos cómo comportarnos cuando estamos con él.
Necesitamos estar quietos y saber que Jesús es Aquel firmemente plantado en Dios.
Necesitamos estar quietos y saber que Jesús es quien salva.

Sabemos que las semillas vienen en todas las formas y tamaños, y de ellas crecen muchos tipos diferentes de plantas.
Esta es una semilla de mostaza de Israel, la clase de semilla de la que habla Jesús.
Podemos ver su punto. Es diminuto.

Cómo se ve? Si no supiéramos que se trata de una semilla de mostaza, podríamos pensar que es una mota de tierra, o quizás, un poquito de pimienta. Parece nada. Probablemente no pensaríamos en ello en absoluto, sino que simplemente lo quitaríamos o lo limpiaríamos. Es demasiado pequeño. Si no supiéramos que es una semilla de mostaza, no tendríamos idea de lo cerca que estamos de algo que tiene mucha fuerza …..porque ¿qué puede hacer esa semilla de mostaza? De alguna manera, se convierte en el mayor de los arbustos: un hogar para las aves del cielo.

Imposible. Es demasiado pequeño. ¿Cómo puede crecer? Demasiadas cosas pueden salir mal.

Pero la semilla de mostaza no sabe que es demasiado pequeña. No sabe que es increíblemente pequeña. Simplemente crece.

¿Cómo puede hacer eso? ¿Cómo puede tener la fuerza? Tienen que ocurrir muchos cambios. Seria imposible
a menos que... que algo grande lo llene de fuerza.
¿Quién podría ser ese algo?
La semilla de mostaza es humilde. No te preocupes si es demasiado pequeña.
Simplemente permite que la fuerza de Dios la llene. Podemos decir que dice "sí" a Dios. Dios da gratuitamente este don de fortaleza a la semilla de mostaza. Esto se llama GRACIA. ¡Llena de Gracia, mira lo que puede llegar a ser la semilla de mostaza!

Fiesta del Corpus Christi
El Don de la Eucaristía
Marcos 14.12-16, 22-26
Nos reunimos ahora después de Pentecostés, a lo largo de los años, en todo el mundo, para celebrar nuestra comida santísima.
Celebramos a Dios con nosotros, a Dios salvándonos, el regalo que Dios nos hizo de Jesús, el propio Hijo de Dios.
Celebramos esta nueva comida, la Eucaristía, en nuestras iglesias exactamente de la misma manera desde entonces. Durante más de dos mil años, a lo largo del tiempo, en todo el mundo, escuchamos esas mismas palabras y recibimos la vida resucitada de Jesús en nosotros mismos.
Al hacerlo, nos acercamos más a Dios. Decimos que vivimos en una relación de ALIANZA con Dios.

Mateo 28, 16-20
Durante cincuenta días celebramos la gran fiesta de la Pascua (Jesús resucitó de entre los mu**tos para no morir nunca más) y el don eterno del Espíritu Santo en Pentecostés. Ahora, después de tanta celebración, la fiesta ha terminado. Pero casi como si la Iglesia no quisiera dejar de celebrar, llegamos a otra fiesta. A esto lo llamamos la Fiesta de la Santísima Trinidad.

"Los once discípulos se dirigieron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Cuando lo vieron, lo adoraron pero algunos dudaron."

Adoran porque saben que Jesús es Dios. Adorar significa que demuestran que aman a Dios. Quizás se arrodillen. Quizás agachen la cabeza. Sus corazones están llenos.

Algunos de ellos dudan. Dudar significa que no están seguros. Jesús es humano, ellos lo saben. ¿Puede ser Dios también? No están seguros. ¿Pueden adorar y dudar al mismo tiempo? Sí. Pueden amar incluso cuando no lo saben. Pueden arrodillarse, pueden inclinar la cabeza. Sus corazones están llenos.

❤️¿Qué sabemos del Padre?
Sabemos que cuando Jesús es bautizado en el río Jordán, las personas escuchan la voz de Dios. "Éste es mi Hijo", dice Dios. Sabemos que esto significa que Dios es el Padre de Jesús. Jesús lo llama Padre.

❤️¿Qué sabemos del Hijo?
En el bautismo de Jesús, Dios dice: "Este es mi Hijo amado". Dios ama a Jesús, por eso Jesús es amado. Jesús es el Amado. Podríamos decir que Dios ama a Jesús directamente en el mundo.
¿Qué hace Jesús con todo este amor? Él también ama a Dios. Ofrece toda su vida a Dios. Podríamos decir que Jesús ama a Dios desde la cruz; ama a Dios hasta la tumba.

❤️¿Qué sabemos sobre el Espíritu Santo?
Cuando Dios ama a Jesús en el mundo, el Espíritu Santo desciende sobre él como una paloma. Cuando Jesús ama a Dios en la tumba, el Espíritu Santo lo llena de nueva vida y lo reúne nuevamente en Dios. El Espíritu Santo parece ser el amor y la vida de Dios. El Espíritu Santo es el Amor.

Esta es la Trinidad. Un Dios amoroso, amado. Dios es amor, de eso podemos estar seguros.

Hechos 2, 1-11
Después de escuchar acerca de "unas lenguas como de fuego que descendieron por separado sobre cada uno de ellos"... ya no volvemos a escuchar nada de esas lenguas de fuego...¿a dónde se fueron?
Quizás nunca se fueron...
Quizás no sean algo que veamos con nuestros ojos. Quizás las lenguas como de fuego sean la luz de la vida resucitada de Jesús, la luz que nunca se apagará, la luz que se contagia a todos. Quizás haya una lengua como de fuego reposando en cada uno de nuestros corazones...

Marcos 16, 15-20
Este domingo es el último domingo de la temporada de Pascua. Sabemos que durante los cuarenta días siguientes a su Resurrección, Jesús se aparece a los discípulos. Hablan juntos y comparten comidas. Los discípulos podrían pensar que pasarán así el resto de sus días, disfrutando de la Buena Nueva de la Resurrección. Sin embargo, al cuadragésimo día, Jesús deja claro que tienen trabajo que hacer.

El Reino de Dios aún no está completo. Toda la creación necesita escuchar la Buena Nueva de la Resurrección. ¡Dios es el Dios de la vida abundante! La muerte no es el final, sino el comienzo de una maravillosa transformación.
Nadie, nada debe quedar fuera. Toda la creación debe ser transformada. El Reino de Dios es para todos.

¿Cuáles son estas señales que muestran que el Reino de Dios se está construyendo?
🌟El Reino de Dios no tiene tiempo para el mal. Este es un signo de BONDAD Y RECTITUD
🌟..., nuevas formas de comunicarse. La comunicación nos ayuda a acercarnos, a unirnos, a convertirnos en uno. Este es un signo de COMUNIÓN.
🌟En el Reino de Dios el peligro no existirá. Este es un signo de PAZ.
🌟Cuando el Reino de Dios esté completo, no habrá más tristeza, no habrá más muerte. Esta es una señal de VIDA.
🌟Cuando el Reino de Dios esté completo, no habrá más enfermedades ni dolencias. Este es un signo de TOTALIDAD.

Es tan hermosa la visión que Jesús tiene del Reino de Dios y se la da a los discípulos.
Es una gran obra de construcción el Reino de Dios. ¿Está completo todavía?
No, no todavía. Tenemos trabajo que hacer.
¿Pero cómo? ¿Cómo podemos construir el Bien? ¿Cómo podemos construir Comunión y Paz ? ¿Cómo podemos construir Vida y Plenitud? Necesitamos ayuda.

Y salieron y proclamaron la buena noticia por todas partes, mientras el Señor trabajaba con ellos.
¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo puede Jesús sentarse a la diestra de Dios, supervisando la obra y al mismo tiempo trabajar con nosotros?

Pronto lo veremos. ¡La próxima semana! 😉

Juan 15, 1-8
Podríamos pensar y pensar muchos días en esta parábola que Jesús nos cuenta hoy...
La mayoría de las veces, cuando Jesús cuenta una parábola, nos preguntamos de quién habla. En esta parábola, Jesús es muy claro. Él cuenta esta parábola para que sepamos con certeza, para que sepamos verdaderamente quiénes somos todos. Jesús es la Vid Verdadera, y Dios Padre es quien cuida de su crecimiento. Además, Jesús no es una vid vieja cualquiera, sino la Vid Verdadera. ¿Qué significa "verdadera"? ¿Qué otras palabras podríamos usar en lugar de verdadera?

¡Jesús también tiene claro quiénes somos! Ahora lo sabemos: somos las ramas de esta Vid Verdadera. Es interesante que Jesús elija decir que Él es la Vid Verdadera y no el Árbol Verdadero. Si Él fuera el Árbol Verdadero, sabríamos que esa parte del árbol (el tronco) no somos nosotros.

Pero Jesús dice que él es la Vid Verdadera . ¡Una vid está hecha enteramente de ramas! Si cortamos las ramas no nos quedará nada.
¿Qué puede significar esto? Sin las ramas no hay vid. Las ramas son la vid. ¿Significa esto que somos Jesús?

“Permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes."
“Permanecer” significa hacer un hogar. Haz un hogar en mí, dice Jesús, como yo hago un hogar en ti. En el hogar es donde nos conocen mejor. Un hogar es donde está nuestra familia. Jesús nos elige como su familia y hace su hogar en nosotros.

Sabemos que permanecer significa “quedarse”. Cuando Jesús dice "permanecer" nos dice: miren, ya somos familia, y nos pide que nos quedemos con Él. ¡Él nos invita!
Permaneciendo como ramas de la Vid Verdadera, hacemos la obra de construir el Reino de Dios junto con Jesús.
Él obra a través de nosotros.
Somos sus ojos y sus oídos, sus manos y sus pies.
Estamos conectados a Él y estamos conectados entre sí, con las otras ramas.
Y Dios Padre se preocupa por todos nosotros.

Juan 10, 11-18
Sabemos que un pastor cuida de las ovejas. Nos preguntamos dónde están las ovejas de Jesús. No parece haber ovejas por los alrededores, sólo hay personas...

Jesús dice ser el "Buen Pastor"
¿Querrá decir entonces que hay otros pastores?

Jesús dice que Él es el Buen Pastor. Nos preguntamos qué lo hace "bueno". Quizás una mejor pregunta sea: ¿quién lo hace bueno?

Jesús, el Buen Pastor, da mucho a las ovejas. Toda su vida. ¿Por qué lo hace?

Jesús conoce a sus ovejas y sus ovejas lo conocen a él. Quizás sepa que las ovejas necesitan su vida. Quizás por eso da su vida por las ovejas.
Nos preguntamos qué tan bien conoce Jesús a sus ovejas. Ni siquiera sabemos quiénes son estas ovejas o ¿sí sabemos quiénes son?

"Conozco a los míos y los míos me conocen a mí, así como el Padre me conoce y yo conozco al Padre."
Jesús conoce a las ovejas de la misma manera que Dios conoce a Jesús. Entonces, ¿cómo conoce Dios a Jesús?

Cuando Jesús es bautizado , los cielos se rasgan y el Espíritu Santo desciende sobre él y Dios Padre dice: "Tú eres mi hijo amado". Jesús es el Hijo de Dios. Jesús es amado por Dios. Esto significa que Dios ama muchísimo a Jesús.

Si así es como Dios conoce a Jesús, amándolo muchísimo, entonces así es como Jesús conoce a las ovejas. Los cielos se rasgan, el Espíritu Santo desciende y el Buen Pastor ama a sus ovejas. ¡Él las ama muchísimo! Estas ovejas son muy especiales.
Nos preguntamos acerca de estas ovejas. Conocen a Jesús, el Buen Pastor. ¿Quiénes podrían ser las ovejas? ¿Quién conoce a Jesús?

El Buen Pastor les entrega toda su vida. Él las ama muchísimo. ¡Qué maravilloso, entonces, es ser oveja del Buen Pastor!