Historias y relatos de terror

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UNA TRISTE HISTORIA DE TERROR

Roman era un hombre vago y borracho la gente se le acercaba y le preguntaba porque bebia tanto y el respondia que el tenia una pena muy grande, en el barrio todos lo tachabamos de loco vivioso, pero a el no le importaba y siguio con su vida, un dia fue encontrado ahorcado dentro de su casa, llego la policia e hizo indagaciones pero todo fue un simple suicidio, todos pensamos pobre hombre por fin va a descanzar, la familia de roman comenzo a repartir sus pertenencias, yo no queria al principio pero al ver ese par de zapatos no pude decir que no, a fin de cuentas el ya no los luciria, lleve el par de zapatos a casa los limpie y lustre y quedaron como nuevos.
Al dia siguiente sali a presumir los zapatos, cuando llegue con varios amigos de repente comenze a sentir ganas de tomar, y fuimos por unas cervezas y luego por un vino, cuando cayo la noche regrese tomado a dormir y tube unas horribles pesadillas, soñaba que mi esposa me engañaba y abandonaba, que mi hija de 10 años se embarazaba y mi hijo de 7 consumia dr**as, por la mañana me levante asustado y sali a la calle pensando en lo que habia pasado y camine y camine, al llegar a una gran avenida casi fui arrollado por un coche, y en mi mente aparecian cada vez mas imagenes de traiciones y muerte el in****no duro una semana.
Un dia desperte agitado y nervioso sali corriendo de casa dejando a mi esposa detras preocupada, tanta fue mi desesperacion que entre a una vieja cazona me quite el cinto y lo colge de la viga, pero escuche una voz que me decia “papá que estas asiendo” aquella voz era la de mi hijo, me quite el cinturon y como pude sali de la cazona pues mis piernas estaban temblorosas, fui con el padre local y le conte lo sucedido y el me dijo que fue traer los zapatos de aquel mu**to pues he traido las p***s de el, aquel par de zapatos los guarde en una caja y los enterre junto a la tumba del hombre desdichado y lo he dicho nunca juzgues a una persona sin antes haber recorrido con sus zapatos.

LAS AMIGAS

Después de viajar desde la ciudad por casi 6 horas, Carola finalmente llego al pueblo que la vio nacer. Bajó del minibús que acababa de estacionarse en la placita del pueblo, mirando para todos lados, quería pasar desapercibida.

Luego de cerciorarse que nadie notó su presencia y reclamar una valija mediana que tenía en la tolva del motorizado, reacomodo su mochila, su sombrero y las gafas que llevaba, siempre en actitud alerta y se dirigió a la acera de enfrente.

El viaje desde la ciudad donde ella vivía con su familia y trabajaba hace poco de docente en la universidad, fue penoso por los apretujones, pero no por ello emocionante porque la carretera a ambos lados le mostraba aquel mundo de naturaleza verde y olor a tierra que tanto amaba. Volvía después de 18 años a su pueblo donde aún vivía su madre y muchos familiares y amigos, especialmente su amiga Paola.

Se podía adivinar en su rostro arrebatado que tenía emociones encontradas, por una parte, su conmoción era única de saberse nuevamente en ese pueblo que la vio crecer hasta sus 17 años y que por motivos de estudio tuvo que abandonar; por otra parte, quería pasar desapercibida porque tenía planes de llegar allí en modo sorpresa. Miro nuevamente a su alrededor y tocándose la barbilla…

- Creo que lo logre, nadie me vio –satisfecha- y ahora hacia la casa de la bruja.

La “bruja” no era otra que su amiga Paola que hasta que tuvo que irse a la ciudad, conformaba con ella el dúo muy conocido por la gente como: “las uña y mugre”, que tantas veces con sus ocurrencias y travesuras habían puesto de cabeza al pueblo. En ese largo tiempo de separación siempre se mantuvieron comunicadas aun los 3 años en que producto de ganar una beca, Carola tuvo que salir del país. Aunque… hacia al menos 4 meses habían perdido contacto, y precisamente ese era el motivo principal del viaje.

Llego a una casa pintada de amarillo con rayas marrones horizontales, y mirando despectiva…

- Parece que al fin se dignaron pintarla -pensó.
Toco la puerta en 3 ocasiones y al no recibir respuesta, un tanto molesta, levanto una piedra del suelo toco con mayor fuerza, ocasionando un ruido escandaloso. De pronto la puerta se abrió de golpe y apareció la figura de su amiga un tanto diferente por el tiempo transcurrido, pero con la misma sonrisa-mueca que la caracterizaba, gritando:

- Que pasa vas a echar abajo la puerta ¡¡¡ -con los ojos muy abiertos y desafiante.

- Y que querías bruja porque no abriste de inmediato ¡¡¡ -con actitud también desafiante
Paola miro de hito en hito a su amiga reconociéndola:

- No puedo creerlo –con la mueca pronunciada- la salvaje extraviada volvió con el rabo entre las piernas, pues señora salvaje parece que se equivocó esta no es la casa de su ciudad -desafiante, e intentando cerrar la puerta.

Carola logró meter uno de sus pies en la hoja de la puerta evitando que se cerrará gritando:

- Atrévete bruja -empujando la puerta con todas sus fuerzas, sin poder abrirla totalmente porque Paola hacía lo propio del otro lado:
- No pasaras salvaje ¡¡¡.

Estuvieron así por varios minutos, luego Paola cansada dejo de empujar para irse a tirar al piso. Carola triunfante y jadeante fue a sentarse a su lado; sus miradas desafiantes dieron paso a unas caras emocionadas y nostálgicas, mezclándose luego con gestos de alegría, para finalmente abrazarse entre sollozos y lágrimas: al fin estaban juntas nuevamente.

Toda la tarde, la pasaron hablando de las cosas que les paso en esos años que tuvieron que separarse, de cómo les había ido, de sus familias. Carola pregunto por los padres de su amiga, ella le contesto que junto a su hijo habían ido al pueblo cercano. Paola preparo de comer y trajo 3 botellas de vino que tomaron aduciendo que ya eran mayores y nadie les prohibiría hacerlo. Como tema de conversación se enteró que su amiga planeaba enviar a su hijo para la ciudad a estudiar la carrera de Carola y que para ello deseaba su colaboración.

Entrada la noche, cuando Carola pregunto si vivían allí con sus padres ella y su esposo, Paola contesto que no, que vivían en otra casa casi al salir del pueblo, pero en esa misma calle, y como ya había llegado la obscuridad la invito a que la conociera: dijo que le iba a gustar. Las dos amigas llevando el equipaje de la recién llegada salieron hacia la otra casa, iban abrazadas y cantando una canción preferida de su juventud.

Doña Marga la madre de Carola contestó el celular, era Roberto su yerno que le preguntaba si su esposa había llegado bien del viaje, ya que ella no contestaba al celular, toda sorprendida le contesto que no sabía que ella había venido al pueblo, a lo que él le comento que porque Carola quería llegar de sorpresa. Una ráfaga fría paso por la columna de doña Marga pensó lo peor: un accidente. Salió de la casa apresuradamente acompañado de su hermano y su cuñada, como era más de las 9 de la noche fueron a visitar las dos agencias de minibuses que realizaban viajes a la ciudad. En la primera no tuvieron suerte, pero en la segunda les dijeron que el nombre de Carola estaba registrado en la lista de pasajeros, que ella si debió llegar al pueblo: pero ¿dónde estaba si el minibús había llegado a las 15 horas? Fueron a preguntar a los familiares y gente conocida, pero nadie sabía dar razón de ella. Después, se dirigieron a la posta policial para declararla desaparecida, a lo que el oficial les contesto que aquello no podía ser puesto que no habían pasado las 24 horas de reglamento, y que tal vez estaba con algún amigo o amiga, que lo tomaran con un poco de calma.

Enterados del problema se les unieron en la búsqueda algunos amigos de Carola, pero sin resultados. Al amanecer una amiga que vendía hot dogs hasta muy entrada la noche y muy amiga de doña Marga, les informó que había visto a una persona con esas características que se dirigía hacia las afueras del pueblo y que parecía hablar sola. El grupo de búsqueda se dirigió por la ruta indicada y que asombrosamente les iba guiando hacia el cementerio del pueblo… y allí abrazada al nicho de Paola Morales, Carola estaba dormida con un rostro muy tranquilo como una niña cuidada por su madre.

La semana de su estadía Carola que ya se había recuperado de lo vivido y después de enterarse con sorpresa y pena que su amiga Paola junto a su esposo e hijo habían sufrido un accidente automovilístico hace 4 meses de la cual solo el hijo sobrevivió con leves heridas, la paso entre sus amigos y familiares, aunque lo ocurrido era uno de los temas principales de conversación.

Fue a visitar a los padres de su amiga Paola que habían llegado del poblado cercano junto a su nieto un joven con el rostro muy parecido a su madre: su amiga Paola, que al caminar cojeaba un tanto, seguramente como secuela del accidente donde perdió a sus padres.

Y...finalmente llegó el día de retorno a la ciudad, una hora antes de que se pusiera en marcha el minibús, con un ramo de flores Carola se dirigió al cementerio, al acercarse al nicho observo con atención la foto de Paola tenía su mueca-sonrisa característica, se puso a acomodar las flores en los recipientes después de limpiarlas, y unas lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas...

- Gracias amiga, gracias por tu amistad, por haber estado nuevamente conmigo. No sé si interpreté bien lo que quisiste decirme, pero me llevo a tu hijo a la ciudad, seguramente será muy amigo del mío –refiriéndose a su hijo-, lo que no puedo prometer es que estudie mi carrera, creo que debe estudiar lo que más le agrade. Mi bruja te quiero mucho –abrazando y dando un beso a la lápida- en un tiempo estaré junto a tu hijo para visitarte -dicho lo cual se alejó hacia la salida…

La imagen de Paola en el retrato de la lapida pareció transformarse se notaba más la sonrisa que la mueca… y de los floreros del nicho iban brotado unos hilos de agua, que al caer hacia el suelo lo hacían de gota en gota, como lágrimas

Estén atentos en unos minutos empezamos transmisión.

Les contaré un hecho que me ocurrió en el 2017, una historia que a nadie casi he contado.
Mi madre solía tener un amigo que vivía en un municipio muy lejano al nuestro y según ella me contaba, ese señor practicaba la magia negra.
Lo cierto es que todas las noches a las 11:15, la cadena con la que asegurabamos la puerta hacía un ruido como si alguien estuviese intentando entrar, pero nadie entraba.
Luego de eso, escuchabamos pasos en la sala. Lo aterrador era que después de un rato, escuchaba a mi madre tener pesasillas.
De igual manera, todos los días, a las 5:00 de la tarde, a mi madre le daba un fuerte dolor de cabeza y se desesperaba por llamar a ese tipo.
En cuanto hablaba con él, su dolor de cabeza cesaba.
Yo sólo observaba estas cosas y no le decía nada.
Pasó algún tiempo, y un día cualquiera, en un extraño accidente, aquel hombre falleció al estrellarse en su motocicleta contra una vaca que salió de la nada. Mi madre estaba destrozada; lloraba día y noche y decía que se quería ir con él.
En esos días, parece como si a nuestra casa una nube de tristeza hubiese bajado; todo era sombrío.
Un detalle extraño es que en cuanto él murió, aquel ruido en la cadena de la puerta no volvió a escucharse.
Sin embargo, lo que marcó un punto definitivo en esta historia fue lo que ocurrió una noche, cuando ya todos estabamos acostados.
Mi habitación quedaba al lado de la habitación de mi madre.
De repente, escuché de nuevo el ruido aquel en la cadena de la puerta, seguido de unos pasos en la sala;
Pero esta vez, aquellos pasos no se dirigieron hacia la habitación de mi madre, sino hacia la puerta de mi habitación.
Cuando esa cosa llegó a mi puerta, empezó a mover el picaporte como queriendo abrirla, sin embargo, yo le había puesto seguro.
En cuanto escuché aquello, me levanté de mi cama y abrí... No había nadie.
Volví a cerrar la puerta y me volví a acostar, pero después de un rato los pasos se volvieron a escuchar y esta vez se dirigían a la habitación de mi madre.
Al siguiente día ella me contó que había tenido una terrible pesasilla, donde veía a su amigo fallecido, quien le pedía que se fuera con él; sin embargo, esta vez ya ella no quería seguirlo.
Acto seguido, ella vio cómo el rostro de ese tipo se trasformó en algo muy espantoso y la tomó por los brazos para tratar de arrastrarla.
Mi madre cuenta que solo la soltó cuando ella empezó a rezar el salmo 91.
Después de eso, en mi casa se veían sombras de personas y muchas cosas extrañas pasaban.
Por eso decidí demoler todo y volver a construir mi casa.

Las niñas del panteón de “El Carmen”

“Hay que temerle a los vivos, no a los mu**tos” fueron las palabras que Don Ramiro le dijo a su hija Vivianita, y lamentablemente ella creyó…

La aterradora historia comienza días previos al “Día de los Mu***os”, Don Ramiro y su esposa tenían un negocio de flores muy cerca del panteón de “El Carmen” en la ciudad de Monterrey, por lo que a finales de octubre y los primeros días de noviembre tenían más encargos de lo común, sus hijos, dos niñas y un niño, les iban a ayudar a armar los arreglos florales, en ocasiones cuando terminaban su día laboral, se iban a merendar a casa de su amigo Don Horacio y su respectiva familia, quienes vivían dentro del panteón, pues el compadre era el encargado del escalofriante lugar.

En uno de esos días, cuanto terminaron de comer, Viviana, la más pequeña de la familia, salió a jugar un poco al panteón, mientras su hermana María la vigilaba desde lejos. Todo parecía normal, pero de pronto la chiquilla se acercó a una de las tumbas, la cual era como una casita, y empezó hacer gestos como si platicara con alguien, su hermana se preocupó, y se comenzó a acercar, pero mientras caminaba, una de las lapidas le tapó la vista hacía su hermana, y en un corto lapso, risas y lamentos perturbadores detonaron, por lo que al instante corrió hacía Vivianita, pero lamentablemente ella ya no estaba.

María comenzó a gritar, por lo que sus padres llegaron en su ayuda, les contó lo sucedido y comenzaron a buscar a la niña, pasaron las horas y ya había caído la noche, no fue hasta que se asomaron por el ventanal empolvado de la tumba donde Viviana desapareció, y vieron que ella estaba ahí riéndose…

Llamaron a la niña, y la inocente entró en razón y se espantó, pues quería salir con sus padres y no sabía como, el candado grueso y oxidado que había en la puerta había estado cerrado por años, y seguía estándolo, por lo que no tuvieron más remedio que quebrar el vidrio de la tumba, y sacaron a la pequeña.

Ya estando más tranquilos, Vivianita comentó que Carmina, la niña que reposa en la tumba donde se encerró, se sentía muy solita, y quería que ella viviera en su casita, para tener con quien jugar. Sus padres creyeron que fue producto de su imaginación, pero aún así decidieron no llevarla al negocio en los días posteriores, hasta que en el día de mu**tos fue necesario, pues era el día más pesado del año.

Se acabó el día y todo parecía haber acabado bien, pero extrañamente Viviana ya no tenía la muñeca que había llevado para jugar, y cuando su madre la interrogó, le contestó que se la había prestado a Carmina.

Llegó el día siguiente, y Don Ramiro y su esposa fueron a ver la tumba de Carmina, y para su sorpresa, misteriosamente la muñeca si estaba ahí, cuando la mujer estuvo a punto de tomarla, sintió como una mano pequeña y helada tocó su rostro, por lo que rápidamente se alejaron del mausoleo, creyendo ahora en la siniestra historia que había contado su hija, sin embargo ya era demasiado tarde, pues al llegar a casa, encontraron a Vivianita mu**ta, por supuesta muerte natural.

La pequeña Viviana fue enterrada en el panteón, y sus padres llenos de dolor se fueron de la ciudad durante dos años, pero regresaron, reabrieron el negocio y continuaron con su vida habitual. Don Ramiro después de tanto tiempo, visitó la tumba de su pequeña, pero le pareció extraño porque encontró algunos juguetes sobre la lapida, por lo que fue a hablar Don Horacio, quien seguía cuidado del panteón, y este le comentó que su esposa, había dejado los juguetes ahí, pues por las noches, se podía escuchar la voz de Vivianita y otra niña, quien probablemente era su amiguita Carmina… decía que los espíritus de las pequeñas platicaban, reían, jugaban e incluso cantaban.

En la actualidad muchos de los visitantes del panteón regiomontano cuentan haberse sentido observados, sin embargo los menos afortunados, cuentan haber visto la silueta de niñas que se esconden tras las tumbas. La leyenda cuenta que las habitantes de ultratumba del panteón, son Viviana y Carmina, las amiguitas que han elegido acompañarse por siempre en la muerte…

LA NAHUALA

En México existen tantas historias de terror que acostumbran contarse en víspera del Día de Mu***os. La leyenda de La Nahuala es uno de esos relatos antiguos que el vulgo ha ido compartiendo por generaciones. Se dice, que los hechos que le dieron origen pasaron en Puebla.

Han transcurrido casi tres siglos, y todavía la gente asegura que esta historia fue real. Incluso sostiene, que la protagonista de este relato fue una mujer que podía transformarse en cualquier animal. En aquel entonces, las personas le temían por sus brujerías y empezaron a llamarle: La Nahuala

Hay versiones, que aquella mujer era perseguida por la gente, porque pretendía apoderarse de tres almas inocentes para ser inmortal. Sin embargo, sólo pudo quedarse con dos de ellas, pues el pueblo enfurecido la atrapó sentenciándola a morir como las brujas; ardiendo en una pila de leña.

La Nahuala, supo entonces que por el momento estaba vencida, pero juró que regresaría para vengarse. Antes de expirar, se encomendó a los poderes oscuros y soltó un alarido maldiciendo con rencor a sus captores, el cielo retumbó y los perros aullaron; todo se consumaba, había mu**to.

Pasaron los años, y en aquella choza donde fue quemada todo quedó en el pasado; pero en ese lugar permaneció habitando algo siniestro, un espectro que esperaba con ansias su venganza. Era el fantasma de La Nahuala que seguía haciendo de las suyas, aterrorizando a la gente de la región.

El tiempo siguió su curso y la ciudad devoró sin remedio al campo. Allí, donde penaba la bruja se construyó una casona. Con los años, aquel espíritu maligno exterminó a sus moradores y la mansión quedó abandonada; entonces la gente empezó a temerle y a contar historias macabras.

Una de esas historias decía que, en esa vieja casona abandonada habitaba un abominable ser. Había sido una bruja que podía tomar la forma de los animales y estaba planeando apoderarse del alma de un inocente para volver al mundo de los vivos. Debido a esto, los niños huían de aquel lugar.

La antigua casa se encuentra en la Ciudad de Puebla y mucha gente da como real la leyenda de la Nahuala. Este relato de terror, cobra fuerza un poco antes del día de difuntos. Por ello, los niños no se acercan a la mansión maldita; pues saben que un monstruo horripilante deambula en esa casa embrujada.