Fernando Morán

Acapulco: de mi autoría.

Hace días me marcó por teléfono mi amigo Jaime Valdés Galván. Me decía, preocupado por lo que pasaba en el estado de Guerrero, que por qué no expresaba mi opinión con respecto a lo que ha estado sufriendo Acapulco, su gente y el turismo de ese bello puerto, con el paso del huracán Otis. Y a petición de parte, con mucho gusto (poco tiempo para hacerlo) con fundamento en la experiencia adquirida durante mi paso como secretario de turismo de Colima, comienzo con mis mejores deseos de que este escrito sirva para algo.

Es cierto que Acapulco había venido a menos. Parte de su infraestructura turística se ha sumido en la obsolescencia y no han habido gobiernos que consideren que Acapulco es un destino que se debe modernizar por el bien de la gente de Acapulco mismo, de Guerrero y de México en general.

En Colima, del total de turistas que recibimos anualmente, el 3% son visitantes internacionales, sobre todo de la costa oeste de EEUU y de Canadá. A Acapulco, en ese mismo rubro, ya solo lo visitan el 2 %, el resto son turistas nacionales; cuando en las mejores épocas, a ese bello lugar lo visitaban más del 35 % y no solo de EEUU y Canadá, sino del mundo entero.

Acapulco, aparte del knock out que le ha propinado el huracán Otis, ya venía siendo carcomido por la indiferencia de sus gobiernos, el azote del crimen organizado, la pobreza extrema y el paso del tiempo, que imperdonable, tendía su manto lúgubre sobre sus atractivos, que hacían que lo visitaran menos turistas y que esos mismos turistas también disminuyeran su gasto durante la estadía.

Otis, avasalló más del 80 % de sus hoteles y si, lejos de ayudar, el gobierno de López Obrador le sigue regateando las ayudas que por ley les debería de dar de manera pronta y oportuna, más del 90 % de plazas laborales se podrían perder y para recuperarlas podrían pasar muchos años.

Otis, causó pérdidas al destino por más de 300 mil millones de pesos. El gobierno de AMLO ha anunciado apoyos con becas y despensas por 60 mil millones de pesos, cuando, si bien es cierto que ahorita toda ayuda es importante y necesaria, la poca visión de este gobierno más que ayudar, lastima.

En México, un turista genera al destino visitado, dos empleos. Me parece que es un dato que no han apreciado en toda su magnitud las autoridades. Acapulco necesita trabajo, inversión federal sin regateos, anuncios importantes y verdaderos en materia de promoción turística para que este bello destino se alce de donde está tirado lo más rápido posible. Acapulco necesita inversión en infraestructura y vivienda en las zonas más pobres y olvidadas de esa parte de Guerrero, pero también necesita que se reactiven los empleos que genera el sector turístico para que, en lugar de despensas en las mesas de la familias guerrerenses, tengan el alivio y la seguridad de un trabajo como el que Otis les ha arrebatado de las manos.

A manera de referencia, les comparto que en Colima, cuando Jova en el 2011, el secretario de turismo, por instrucciones del gobernador de ese tiempo, permaneció en las oficinas de la delegación, antes, durante y después del paso de ese huracán. Siempre en comunicación directa con los que encabezaban el sector del lado empresarial. Toda la noche. Carlos Arellano, Paco Cotera, Daniel Yeme, Gustavo y otros más soportamos la furia de los vientos de Jova y al otro día, ellos en coordinación con el gobierno, pusimos manos a la obra. Un trabajo en equipo con el Consejo de Promoción Turística de México CPTM (que este gobierno desapareció) que sin pensar, nos destinó una fuerte campaña de promoción para decirle al mundo y a sus turistas que Manzanillo estaba de pie.

De eso, no se ha visto nada en Acapulco. Por eso, no sé si es de dar tristeza o coraje, escuchar al presidente AMLO decir que los acapulqueños pasarán una rica y feliz navidad. Debe ser burla o será poca la visión del presidente cuando piensa que tener una despensa en la mesa es motivo de felicidad cuando los acapulqueños lo que necesitan es trabajo.

Lejos de pensar que el presupuesto federal del 2024 no incluya ningún peso para Acapulco, que ya de suyo es una barbaridad, el hecho de que se decrete que en ese devastado puerto se ha terminado la emergencia es un acto criminal.

Se está abandonando a su suerte a nuestros hermanos guerrerenses. Eso es inhumano.

Jaime, espero haber cumplido con las expectativas. Un abrazo.

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