Historias de todo tipo

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You Shall Not Fear
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Escribiré historias de todo tipo, la intención es disfrutar de la lectura.

26/06/2024

Y colorín colorado.
Hoy escribo estas líneas para despedirme de ti. Quiero que les digas a mi madre y hermanas que a pesar de su amor incondicional no pude evitar sentirme desafortunado, me siento lastimado, frustrado, con cero ganas de seguir viviendo como lo he hecho hasta este momento.
Me siento cobarde por tomar la puerta falsa, y me siento mal conmigo porque siempre estuve seguro de que nunca haría esto, siempre me dije a mi mismo que esto es lo último que haría y hoy, he decidido apagar las voces en mi cabeza; esas que me dicen que no puedo, que me gritan a cada momento del día.
Quiero que sepas que te amo, que para mí eres lo mejor que me pasó en la vida, aunque no te lo haya demostrado. Eres ese pedazo de cielo que siempre quise tener y que tuve la oportunidad de disfrutarlo durante algún tiempo, sin embargo, hoy después de todo lo que ha pasado ya no quiero seguir sufriendo, ya no quiero lastimarte con mis acciones, y es posible que esto te duela, pero sería la última vez.
Por favor, perdóname por todas las cosas que dije, que hice y que dañaron nuestra relación, perdóname por no haber sido el hombre que te mereces.
Quiero que sepas que te llevo en lo más profundo de mi corazón, que siempre te amaré, y que lamento no estar más tiempo a tu lado. Pensé muchas veces en irme, y sin embargo, había algo que me obligaba a quedarme, pero hoy ya no puedo; ya no quiero sufrir ni sentirme herido cada que pienso que algo está mal conmigo. Porque al final de cuentas eso es lo que pienso, que el que está mal soy yo. Y una y otra vez lo confirmé.
Diles a mis amigos que simplemente abandoné toda esperanza de ser feliz, que no logré recuperarme de tanto dolor que sentía en mi corazón, pero principalmente dile a mi madre que siempre pensé en ella antes de hacer cualquier cosa que dañara mi integridad. Sólo que hoy ya no supe cómo seguir luchando contra mis demonios.
Hoy es un día lluvioso, y me alegra que justo sea así porque me encantan los días frescos.
No olvides que todo lo que te di lo hice de todo corazón, y con todo mi cariño. Por favor, no me odies por esto, créeme que ya lo hago por todos.
Te ama eternamente, R

Escrito por Eduardo Ruiz

18/06/2024

La farsa (Parte II)
Carlos nunca sospechó que yo conocí a Paulina, así que cuando me propuso matrimonio sentí que mi felicidad estaba completa. Carlos era muy atento, amable, romántico. Era el hombre que siempre quise tener, y con toda esa atención empecé a olvidar a Jorge.
Carlos me hacía la mujer más feliz, me llevaba a cenar a veces a lugares que yo quería, íbamos de viaje a lugares cercanos para distraernos y disfrutar de nuestro matrimonio. A veces salíamos con amigos para convivir o reuniones familiares. En fin, sentía que después de todo, merecía todo lo que me estaba pasando, hasta que un día, Jorge llegó a mi trabajo a visitarme.
Salimos a tomar un café pues sabía que no podía atenderlo en mi lugar de trabajo, él me dijo que cuando conoció a Paulina, ella se había enamorado de él, pero cuando empezó a enfermar ella le confesó que sus planes eran conocernos para que Carlos me conquistara y me embarazara para luego robar al bebé ya que ellos no podían.
No podía creer todo lo que Jorge me estaba diciendo, parecía que el silencio se apoderó por unos segundos en lo que mi mente procesaba todo lo que estaba escuchando.
Al llegar a la casa, Carlos había descubierto que le estuve dando veneno a su exnovia, ella había dejado una carta que hasta ese momento él encontró. Me sentí enojada y estafada, así que me dirigí a la cocina, él corrió detrás de mí para que yo le explicara todo lo que había sucedido, me gritó y quiso pegarme, pero no me dejé, él comenzó a llorar y taparse la boca con sus manos, no podía dar crédito a todo lo que yo había hecho con la mu**ta.
Después de unos minutos, Carlos intentó acercarse a mí para jalonearme y exigirme la verdad acerca de lo que le había hecho a Paulina, pero tomé un cuchillo apuntando hacia él, me dijo que me tranquilizara y cuando quiso arrebatarme el cuchillo, me deshice de lo que más le dolería a Carlos. Al sacar el cuchillo de mi vientre, me resbalé y de mi bolso cayó la prueba de embarazo.

Escrito por Eduardo Ruiz

14/06/2024

La farsa 0.5
Mi nombre es Paulina, hace 5 años conocí a Carlos en una fiesta, cuando lo vi me llamó mucho la atención, pero en ese momento por alguna razón no pudimos hablar. Después de 6 meses lo encontré en la calle y ahí fue cuando él se animó a hablarme. Íbamos caminando y fue una conversación de lo más agradable. A los pocos días salimos nuevamente y conforme pasaba el tiempo, yo me iba enamorando de él. Nos hicimos novios y después de un tiempo decidimos formar una familia. Me sentía emocionada por tener a mi lado al amor de mi vida, sin embargo, las malas noticias llegaron muy pronto, no podíamos ser padres.
Me desilusioné a tal grado de la depresión, pero a las pocas semanas conocimos a una pareja que se veía feliz. Carlos y yo pensamos que sería buena idea que él enamorara a Sandra y después robar al bebé, así que lo primero fue coincidir en una fiesta, pero ella no llegó. Al ver a su novio quise acercarme y fue muy fácil hacerme amiga de Jorge. Comenzamos a salir como amigos, pero con los detalles y atenciones de Jorge, empecé a enamorarme de él, era inevitable; cuando estaba con él sonreía de forma estúpida y Sandra se dio cuenta. Quise ocultarlo, pero con el paso de los días y los momentos encantadores al lado de Jorge me nublaron la visión y dejé a un lado el plan que Carlos y yo habíamos armado.
Las últimas semanas llegaba muy seguido a casa de Sandra y Jorge, jugábamos o veíamos películas, a veces yo llevaba cervezas para convivir, pero mi intención era conquistar a Jorge al punto que me hiciera suya. Eso no pasó.
Paulina al darse cuenta, empezó a poner veneno en mis bebidas, al principio no me di cuenta, pero los dolores estomacales cada vez eran más seguidos, más fuertes y cuando decidí ir al médico, ellos no se dieron cuenta. Así que antes de morir, dejé una nota en nuestro lugar secreto, le expliqué lo que estaba sucediendo.
En los últimos dos días, quise ver a Jorge para contarle de lo acontecido, pero mis fuerzas eran casi nulas. El último día de mi vida la pasé al lado de Carlos, él aún me amaba, lo veía en sus ojos, y quise decirle todo, quise pedirle perdón por enamorarme de otro hombre. Lo único que pude decirle es que siguiera con el plan, quería que mi esposo fuera papá, aunque eso significara que yo no estuviera para cuidar a nuestro bebé.

Escrito por Eduardo Ruiz

11/06/2024

La farsa (Parte I)
Mi novio y yo llevamos tres años saliendo. Hace poco conocimos a una pareja que se ve muy feliz, eso nos dio un poco de envidia así que decidimos armar un plan para separarlos.
Me llamo Sandra, mi novio se llama Jorge, ambos tenemos un grupo de amigos de la pareja feliz, así que nos invitaron a una fiesta a la cual decidimos ir para hacernos amigos de ellos.
Ese día mi novio conoció a Paulina, yo no fui por cuestiones de trabajo, él decidió invitarla a jugar a la casa, se hicieron amigos y de vez en cuando salían con otros amigos a pasear.
Yo me puse celosa porque se hicieron muy amigos y cuando conocí a Paulina me di cuenta de lo que tenía que hacer. Cuando ella llegaba a la casa empecé a envenenarla. Fui muy sutil para que no se diera cuenta, pero con el paso de las semanas se empezó a enfermar. Así pasaron los meses hasta que Paulina falleció.
Su novio, Carlos, estaba destrozado por la muerte de su amada novia. El día del entierro asistí al velorio, pero él no se dio cuenta de mi presencia. La vi en la caja y me sentí un poco mal al ver a Carlos triste por su partida, al mismo tiempo sentí mucha satisfacción de verla inmóvil dentro de la caja.
Jorge y yo seguimos siendo novios, sin embargo, por la situación él se empezó a decepcionar de mí, y después de un año decidió alejarse de mí. Esa decisión me llenó de furia, dolor, tristeza y muchos sentimientos que no entendía.
El hecho de que Jorge me abandonara me dolió mucho. Durante días estuve desesperada por todo. Iba al trabajo, pero la armonía de mi corazón había desaparecido. Hasta que un día, por casualidad me encontré a Carlos en una de las fiestas a las que nos solían invitar, él nunca me conoció así que me acerqué para presentarme, estuvimos platicando, nos reímos, y después me invitó a su casa. Ese día me quedé a dormir con él. Durante días salimos a algunos lugares y me propuso ser su novia. Acepté con mucha emoción, y después de varios meses nos fuimos a vivir juntos. Hasta el momento el plan había funcionado como siempre lo imaginé.

Escrito por Eduardo Ruiz.

06/06/2024

En el in****no (parte II)
Mi nombre es Perla, hace dos años conocí al que pensé era el amor de mi vida. Ese día que tropecé con él, noté que era un chico bueno, no era guapo, pero normalmente veo el alma de las personas, o al menos eso creía hasta ese momento. Me dijo que se llamaba Armando, así que guardé su nombre en mi mente, estuve pensando en él durante varios días hasta que lo encontré nuevamente.
La última vez que lo encontré le dije a mis amigos que me dejaran sola con él, salimos durante varios días, era atento, divertido, detallista, pero con el tiempo, se volvió agresivo, grosero, desentendido. Me gritaba, me hería con sus palabras denigrantes, no me hacía el amor, así que me di cuenta de su infidelidad.
Por las noches lloraba en silencio a pesar de que él estaba a mi lado, me despertaba asustada que algún día amaneciera mu**ta. Tenía miedo de estar al lado de Armando porque sus comportamientos eran extraños. Cuando él se iba a trabajar yo investigaba formas de salir de una relación narcisista; pero al llegar la noche, sus besos y abrazos me dominaban de una forma tan extraña. Sentir su corazón latir me llenaba de alegría y al mismo tiempo sus mentiras me recordaban lo estúpida que era yo, lo ingenua que él pensaba que era, o tal vez él pensaba que siempre estaría sometida ante su arrogancia y desprecio.
Después de estar sufriendo en silencio durante mucho tiempo, salí con mis amigas y les conté todo lo que me estaba pasando. Cada una dio su opinión y conforme las iba escuchando mi mente comenzó a armar un plan que me permitiría dejar de sufrir, y al mismo tiempo, seguir amando a Armando como lo hacía hasta ese momento, porque a pesar de todo, mi corazón era suyo de una manera inexplicable,
Tomé el ma****lo que teníamos en el closet y cuando llegó borracho, le di un martillazo, se retorcía como gusano, eso me dio mucha risa y continué pegándole en la cabeza, la sangre salpicaba sobre las sábanas blancas que había preparado para una noche sexual. Me sentí tan excitada al ver como suplicaba como un pequeño, su sangre en mi piel provocó un orgasmo que jamás había tenido. Tomé el ma****lo y me golpeé la cabeza, de repente sentí mucho calor. A lo lejos vi a Armando desconcertado, caminé y lo tomé de la mano como siempre quise.

Escrito por Eduardo Ruiz

30/05/2024

Rey Arturo
Me llamo Arturo, tengo 17 años y desde pequeño mis padres me han dado todo lo que he querido. Mis caprichos los han consentido y sólo necesito dar un chasquido para tener lo que se me antoja. Al menos hasta hace poco tiempo.
Cuando nací, mis padres me hicieron una gran fiesta para darme la bienvenida. Ellos me cuentan que llegaron muchas personas y recibí muchos regalos. Hubo mucha comida, muchos globos azules y amarillos, en fin, como dicen algunos, tiraron la casa por la ventana.
Mi primer año lo celebraron en un gran salón, y así me fui acostumbrando a que mis padres me dieran todo lo que yo quería; ellos trabajaban en el banco y muchas veces contrataron a una niñera ya que ellos no tenían tiempo de cuidarme.
Fui un niño caprichoso, con algunos lujos en casa. Sentía que todo lo merecía así que cuando empecé a ir a la escuela sólo me juntaba con niños con cierto poder adquisitivo.
A veces me iba a casa de mis compañeros a jugar videojuegos o incluso nuestros padres organizaban viajes para que ellos pudieran ocuparse de sus actividades mientras nuestras niñeras nos llevaban a los lugares que nuestros padres decían.
En la adolescencia me empecé a juntar con algunos chicos de la zona, inicié en el mundo de las dr**as y el alcohol, lo hacía a escondidas pero mis padres no se daban cuenta pues siempre estaban ocupados en sus trabajos.
Mis amigos y yo fuimos a un bar cuando cumplí los 15 años, me divertí y fue la primera vez que tuve relaciones sexuales. El dinero no era problema pues mis padres me daban semanalmente una cantidad considerable para mis gastos. Así que siempre tenía para comprar la droga que mis amigos y yo consumíamos. Ellos buscaban el lugar y yo conseguía el consumo.
Así pasó el tiempo hasta que mis padres me metieron a un centro de rehabilitación, del cual me escapé junto con otro chico que apenas empezaba a drogarse. Lo convencí para huir por la noche y nos quedamos en una casa abandonada. Ahí lo violé y lo maté, me di cuenta hasta el día siguiente que el efecto de la droga pasó.
Estuve deambulando durante varios días hasta que me encontraron en un edificio abandonado cerca del trabajo de mis padres.
Siempre tuve lo que quise, siempre me trataron como un rey dándome todo lo que deseaba, lo que pedía. Conseguía lo que quería y si no lo obtenía buscaba los medios para tenerlo sin importar lo que costara. Siempre fue así, hasta hoy que no obtuve la única cosa que quería: seguir viviendo.

Escrito por: Eduardo Ruiz

22/05/2024

En el in****no.
Cuando morí me fui al in****no, yo sabía que ese era mi destino pues nunca fui una buena persona, siempre critiqué a los demás, no ayudé a mis vecinos ni tampoco fui un buen hijo ni hermano. Mis amigos decían que era soberbio y a mi pareja siempre la traté mal; la hice llorar muchas veces con mi indiferencia y mi alcoholismo. A Perla la conocí hace dos años, estábamos en el centro comercial cuando ella tropezó y le ayudé a levantarse, su mirada fue tierna y con mucha pena se acomodó los anteojos. Después de unos días, por casualidad la encontré cerca de mi trabajo, así que la acompañé a la parada del transporte público, ahí estuvimos conversando un rato, hasta que se subió y me despedí con un saludo de manos.
Un día fui a comprar unas cosas al super y ella iba con unos amigos; la saludé y sus amigos siguieron caminando. Le invité un helado y desde ese momento empezamos a salir. La hice mi novia y aunque ella era muy detallista conmigo, vivió una pesadilla pues siempre estaba enojado, le gritaba en público, me iba a tomar con mis amigos, y a pesar de ser tan grosero con ella, siempre me demostró su amor incondicional. En ocasiones sentía que ya no la quería, pero había momentos en que verla me causaba una sensación de placer. Ella siempre me apoyaba en todo lo que quería y necesitaba. Me cuidó cuando tuve un accidente, me hacía comida durante mi incapacidad a pesar de que ella trabajaba casi todo el día. Hoy por la mañana, desperté para ir al trabajo, saliendo me invitaron a un bar así que decidí ir a divertirme, no le avisé a Perla así que cuando llegó a la casa se preocupó. Ella sabía que cuando salía no tenía que molestarme, pero ese día me marcó para saber dónde estaba, le dije que no le importaba, que yo hacía lo que quisiera y que estaba cansado de ella; escuché el sollozo en el teléfono, pero como siempre, la mandé al demonio y le colgué. Iba caminando a la casa y antes de llegar, sentí un golpe muy fuerte en la cabeza; sentí mucho calor y aunque quise levantarme me di cuenta de que era demasiado tarde. Al abrir los ojos, el lugar estaba muy oscuro, al final se observaba una luz muy brillante, el suelo quemaba mis pies y el dolor invadía todo mi cuerpo. Se escuchaban carcajadas a lo lejos que ponía la piel china. De repente, escuché la voz de Perla, estaba a mi lado tomando mis manos, me di cuenta de que ella me había castigado para estar juntos toda la eternidad.

Escrito por Eduardo Ruiz

13/05/2024

Abogada.
Mi nombre es Fernanda, tengo 35 años y les contaré como llegué a ser la mejor abogada penalista en México. Desde pequeña he tenido problemas por mi color de piel, soy morena; de niña mi madre trabajaba haciendo limpieza en casas y teníamos muy poca estabilidad económica. Así que fui a escuelas públicas. Mi hermana mayor me cuidaba a mí y a mi otro hermano más pequeño.
Saliendo de la primaria que estaba cerca de casa, me iba caminando todos los días; tenía como 10 años y recuerdo que una chica de preparatoria siempre me veía y me hacía gestos de desagrado, yo no le tomaba mucha importancia hasta que un día, iba comiendo una paleta, ella estaba en la puerta de su casa y me habló, me quedé parada para saber qué quería. Ella pasó sus manos por su cabello, estaba de pie y con tono de burla me dijo que yo siempre sería pobre, que mi madre al ser una “sirvienta”, siempre estaríamos en la miseria; se empezó a reír y de ahí me dijo que mejor no estudiara, si iba a terminar siendo una criada igual que mi madre. Se me llenaron los ojos de lágrimas, seguí caminando a la casa y suspiré. Me sequé las mejillas y al llegar sonreí a mis hermanos como siempre. Mi hermana preguntó si todo estaba bien, le dije que sí. Ese día, me juré que no terminaría como aquella chica me había dicho, al final de cuentas sus palabras retumbaban en mis pensamientos y me dolió lo que escuché.
Después de varios años, terminé la preparatoria cuando decidí ser abogada de profesión. Terminé satisfactoriamente y me inscribí a una escuela donde podía estudiar y trabajar. Así estuve hasta que me gradué, tomé algunas capacitaciones extras que me permitieran seguir aprendiendo. Comencé a trabajar en una oficina, me dieron un ascenso a los dos años.
Un día, tuve que atender un caso difícil, el cual me permitió ser reconocida en mi ciudad. Esto me abrió muchas puertas y desde entonces cuando tengo la oportunidad de ayudar a alguien lo hago con mucho gusto. De repente siento nostalgia por mi pasado y las palabras de aquella chica, pero eso me ayudó a superarme y ser mejor cada día. Por supuesto con el apoyo de mi madre y mis hermanos. Así que siempre luchen por sus sueños. No es fácil, pero es muy satisfactorio.

Escrito por Eduardo Ruiz

03/05/2024

El hermano.
Mi nombre es Ricardo, estudio y a veces acompaño a mi madre a vender todos los fines de semana. Ella vende en el mercado del centro, así que normalmente nuestra rutina es levantarnos como a las 6 AM, desayunar e irnos en la combi para llegar y poner nuestro puesto.
Hoy mi madre se levantó más temprano de lo normal, preparó el desayuno y me dijo que ya me levantara para ir a vender, sin embargo, sentí una sensación muy rara en mi cuerpo y mente, así que, aunque me regañó no quise ir con ella. Mi madre, al ver que no me levantaba de la cama, despertó a mi hermano Alonso para que no fuera sola.
Alonso se levantó a regañadientes, se lavó la cara, desayunó rápido y se alistó para acompañar a mi madre. Salieron de casa y caminaron hacia el paradero de la combi; al subir, Alonso no alcanzó lugar así que se agarró de uno de los tubos.
El chofer iba escuchando música a volumen alto e iba un poco rápido, y en una de las vueltas no pudo frenar, volanteó y se fueron a un barranco. La combi dio vueltas y las personas empezaron a gritar.
El caos se apoderó en unos segundos. Una mujer se quejaba y gritaba cuando sintió la sangre brotar de su cabeza; otro señor se quejaba cuando uno de los tubos atravesó su pierna derecha; una mujer gritaba cuando aplastó a su bebé; un joven se agarró tan fuerte que se fracturó el brazo al momento de las vueltas.
Mi madre trató de proteger a Alonso, pero él quedó debajo de los pasajeros cuando la combi se estampó contra un árbol. La ambulancia llegó después de unos minutos y trasladó a las personas al hospital.
Algunos estaban muy heridos y los pasaron de inmediato, a otros los trasladaron a clínicas cercanas.
Alonso estaba sentado mientras esperaba que lo revisaran; a mi madre la llevaron en una camilla para atenderla ya que sufrió muchos golpes.
Algunas enfermeras pasaban rápidamente para atender a los demás; hasta que un médico se acercó a Alonso, lo llevó a su consultorio, lo revisó y le hizo preguntas. El médico estaba asombrado de que Alonso no tenía ningún golpe. Parecía que ni siquiera hubiera estado en el accidente. Todos estaban sorprendidos al ver el milagro.
Al día siguiente dieron de alta a mi madre.

Escrito por Eduardo Ruiz

24/04/2024

Hospital psiquiátrico.
Mi nombre es Mariana, tengo 27 años, no recuerdo cuánto tiempo llevo aquí, pero durante un periodo, hago recorrido en los pasillos del hospital psiquiátrico por las noches. Siempre observo a los pacientes y a veces me quedo mirando a algunos que pareciera están en el limbo. Algunas veces entro para consolarlos, sin embargo, ellos se sobresaltan, se ponen nerviosos y en ocasiones, enfermeros han tenido que intervenir ya que los tranquilizan con inyecciones.
Los días pasan y yo me siento muy tranquila haciendo los recorridos. No tengo miedo al ver las cosas que pasan durante la noche ni madrugada.

Hoy hacía mi recorrido como siempre, cuando de repente vi la sombra de una mujer colgada, su aspecto era macabro, me asusté así que caminé en silencio y vi la figura de una mujer de mediana edad; el cadáver se balanceaba de un lado a otro. El sonido de la viga era aterrador, la observé detenidamente cuando de repente abrió los ojos, me sobresalté, pero quise ayudarla.
Al abrir los ojos soltó un grito estremecedor, se notaba la angustia en su llanto aterrador.
Después de tal escena, la mujer comenzó a moverse hasta que, de un modo, pudo saltar hacia el suelo, sus pies tocaron el piso y se escuchó el sonido de sus zapatos rotos.

Intenté consolarla, la abracé y le dije que no tuviera miedo, que, aunque éramos muchos en el lugar, sería bienvenida. Ella me miró desconcertada, quiso pronunciar alguna palabra, pero sólo asintió con la cabeza, mientras tomaba mis manos.
Apreté sus manos y le di un abrazo más, ella se arrodilló dejando caer sus miedos y pesares, la levanté lentamente mientras con la mirada le decía que me siguiera.
Así lo hizo, así que juntas atravesamos la pared mientras nos alejábamos de aquel lugar donde el amor no existe.

Escrito por: Eduardo Ruiz

24/04/2024

Si escribiera una historia. ¿De qué te gustaría que tratara?

09/04/2024

Viaje.
Mi nombre es Uriel, llegué después de un largo tiempo, entré a la casa y observé pocos cambios en la sala. Sentí que el viaje fue muy largo, aunque sólo había pasado dos meses desde que me había ido de viaje.
Llegué de noche así que todos dormían, entré a los cuartos para ver a mis hijos y estaban acurrucados; les di un beso en la mejilla y salí nuevamente a la sala. Mi esposa me había preparado un rico chocolate caliente y me había dejado comida para mi regreso, así que disfruté de la comida.
Después de comer, me quedé sentado un rato en la sala y me puse a ver las fotos que estaban en la sala.
En una de las fotos había la de un viaje que hicimos hace un año y medio a Zacatlán de las Manzanas, observé que en la foto mi hija Andrea había llevado su peluche favorito, ella tiene 3 años. Mi esposa me tomaba de las manos y yo rodeaba su cintura. Nos veíamos felices y sentí una tristeza en todo mi ser por haberme ido este tiempo.
Después salí al patio a ver al gato que adoptamos hace unos meses, no lo encontré, así que supuse que andaba jugando. Regresé adentro y encendí la tele un rato; me quedé dormido unos minutos hasta que escuché el ruido de una moto afuera.
Miré por la ventana y eran unos vecinos que llegaron a visitar a su familia. Observé que llevaron comida, flores, y otras cosas que no alcancé a ver bien. Volví al sillón y apagué la televisión.
Luego me senté en el comedor, y observé nuevamente las fotos, mis lágrimas salieron al ver a mi esposa feliz en una de las fotos. Tomé el álbum y recordé muchos momentos que pasamos antes y después de casarnos, sentí melancolía, y besé la foto mientras sentía un n**o en la garganta.
- Te extraño mucho Laura, quisiera verte de nuevo y escuchar tu voz. Ver tu rostro, y ver tu sonrisa mientras hablas. Decir que te amo una y otra vez.
De pronto, la puerta se abrió y una mujer elegante entró diciendo: - Sé que la extrañas, y ella también te extraña. Pero ya es tiempo de regresar. - Dijo la muerte mientras daba el último bocado de la comida que mi esposa me había dejado por el día de mu***os.

Escrito por: Eduardo Ruiz

21/03/2024

Mi hija.
Me llamo Gabriel, tengo una pequeña hija de 5 años. Su madre y yo nos conocimos hace 7 años en la universidad. Estábamos estudiando la misma carrera y en una ocasión coincidimos en hacer un trabajo juntos. Así fue cómo empecé a conocer a Lourdes, me enamoré de ella y después de unos meses nos hicimos novios. Al año siguiente nos casamos y decidimos formar una familia.
Después de un tiempo, Lourdes comenzó a trabajar en un bar, ella era la encargada así que le iba bien económicamente. Al principio, ella llegaba tarde, así que a veces iba por ella y me llevaba a nuestra hija para esperarla mientras se desocupaba. Cuando salía más tarde le pedía un taxi seguro para no despertar a nuestra pequeña.
Todo iba bien, yo trabajaba por las mañanas y ella por la tarde. Siempre nos organizamos para cuidar de nuestra hija y darle la atención necesaria. No queríamos contratar a una niñera porque sabíamos que nadie la iba a tratar como nosotros.
Cuando la niña cumplió los 5 años se volvió un poco tímida, siempre estaba callada y asustada. Así que decidí cambiar de trabajo para estar más tiempo con ella.
Lourdes para ese momento llegaba muy tarde a casa, dormía por las mañanas y yo llevaba a la escuela a nuestra pequeña. Por la tarde mi madre iba por ella a la escuela, la llevaba a casa, comían juntas y después de que yo llegaba del trabajo mi madre se iba a su casa.
Jugábamos, tomábamos el té, la bañaba, en fin hacía muchas cosas que su madre dejó de hacer. Así pasaron algunas semanas hasta que un día, llegué agobiado del trabajo, quería descansar pero mi pequeña ya me estaba esperando entusiasmada como siempre.
Después de comer la llevé al cuarto para bañarla, le dije que se quitara la ropa pero ella no quería, le ordené que se la quitara mientras le bajaba el pantalón. Ella comenzó a llorar y con miedo se quitó la blusa lentamente. Al ver la piel desnuda de mi hija sentí un n**o en la garganta. Me sentí impotente y miserable, así que la abracé y le dije que deberíamos alejarnos de su madre. Le di un beso en la frente mientras mis lágrimas caían sobre las quemaduras de cigarro en su piel.

Escrito por: Eduardo Ruiz

12/03/2024

Decisiones.
Hoy es 14 de octubre, son las 11:00 AM, el día está nublado, aunque hace un poco de calor. Cada segundo pasa muy lento, y puedo notar la tristeza en los ojos de algunas personas.
Por cada minuto que pasa siento desesperación, aún no sé como reaccionar ante tal situación; la impotencia se apodera de mi cuerpo, y mi mente empieza a divagar.
Antes de llegar al medio día empieza a lloviznar, y el susurro del viento canta a mis oídos. Escucho incluso el susurro de las personas al momento que van llegando al lugar.
Conforme pasan los minutos, el cielo se empieza a nublar, comienza a llover y las gotas resuenan cada vez más fuerte. No puedo hacer nada con esto, sin embargo, disfruto de la lluvia y de las voces de las personas que están a mi alrededor, escucho sus comentarios y algunos me hacen pensar en todo lo que he vivido.
Estando aquí me llegó el recuerdo de cuando fue mi primera cita con el amor de mi vida, el café que nos tomamos y la conversación que tuvimos mientras admiraba cada parte de ella. Recuerdo cuando fui a dejarla a su casa y se despidió de mí con un suave beso en la mejilla. Ese día llegué a mi casa y cuando me acosté cerré los ojos imaginando estar con ella, luego de ese día empezamos a salir hasta que nos hicimos novios y posteriormente nos casamos.
Desafortunadamente, mis acciones no fueron tan buenas y la relación terminó cinco años después. Esto me llevó a tomar decisiones que hicieron de mi vida una tormenta, me junté con personas no tan buenas y empecé a tomar mucho, luego de varias semanas me metieron a la cárcel por robo y estuve unos meses hasta que la vida me dio otra oportunidad de libertad, pero no la aproveché.
Por eso hoy estoy aquí, en este día sombrío, escuchando comentarios de mis familiares, escuchando la lluvia que cada vez es más fuerte, el sonido del viento que deshoja los árboles y caen arrastrándose en el suelo.
Lo último que escucho antes de despedirme es la tierra que cae sobre mi caja. Ahí me doy cuenta que esta despedida es para siempre.

Escrito por: Eduardo Ruiz

Call now to connect with business.

02/02/2024

Nuevo hogar.
Recientemente me dieron la noticia en mi trabajo de un ascenso, estoy muy emocionada. Le comenté a mi esposo y él me ayudó a buscar departamentos ya que me ascendieron como Gerente Regional en otra ciudad.
Saúl y yo decidimos aprovechar unos días antes de mudarnos y tomar un pequeño descanso, así que viajamos a la nueva casa para reposar y llenarnos de energía antes de comenzar a trabajar, pues sabía que este nuevo puesto iba a ser un poco más demandante en tiempos pero también me permitiría tener un mejor ingreso económico.
Entregamos las llaves del viejo departamento mientras contratamos una mudanza de las cosas que habíamos adquirido durante el tiempo que vivimos ahí.
Saúl manejó unas horas y pasamos a comer a un pequeño restaurante, platicamos sobre nuestros proyectos, sobre nuestro matrimonio, incluso acerca de tener hijos más adelante.
Salimos después de un rato agradable, el siguió manejando, y yo le iba contando sobre algunas anécdotas en la oficina.
Al llegar, observé la casa y después de un día comenzamos a decorar, quedó muy bonita y así durante dos años estuvimos viviendo muy felices. En realidad casi no pasábamos en la casa pero era nuestro hogar, el hogar que siempre quise al lado de Saúl.
Un día hubo una tormenta, así que decidimos remodelar la casa. Así que la obra comenzó pero al momento de querer cambiar el piso encontramos un túnel por debajo de la casa.
Ese día esperé a Saúl para decirle acerca del descubrimiento, así que con miedo bajamos hacia el túnel, todo estaba oscuro y con telarañas. Seguimos caminando y había un cuarto al final del lugar.
Saúl y yo abrimos la puerta y nos llevamos una gran sorpresa: había un cadáver en medio del cuarto y otros cuerpos amarrados ya en estado de descomposición.
En las paredes había folletos de personas desaparecidas y en medio, la foto de un hombre al lado de una Pick Up azul con un rifle.

Escrito por: Eduardo Ruiz

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