Joel Iparraguirre
Esta página ha sido creado con el propósito de estudiar y capacitarnos en la Palabra. Podremos ver
Bachiller en Teología, con interés en Teología Sistemática y Filosofía Cristiana.
¿𝐏𝐨𝐝𝐞𝐦𝐨𝐬 𝐬𝐞𝐫 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐢𝐝𝐞𝐫𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐚𝐮𝐧 “𝐞𝐥 𝐩𝐮𝐞𝐛𝐥𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐁𝐢𝐛𝐥𝐢𝐚”? 𝐏𝐨𝐫 Alberto Timm
Estudios sociológicos sobre la religión han demostrado que los movimientos religiosos surgen, normalmente, con el propósito de reformar la cultura en la que nacen. Pero en el segundo siglo de su existencia, después de haber fallecido sus pioneros y aquellos que los conocieron, tienden a perder su identidad y a ser reabsorbidos por la misma cultura que en un principio pretendían reformar.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día enfrenta hoy los desafíos propios del segundo siglo de su existencia. Pero, a esto se suma que le toca vivir en un mundo en el que los llamados al ecumenismo y las tendencias pluralistas están provocando que un gran número de denominaciones cristianas se inhiban de hablar de sus doctrinas distintivas. Bajo las fuertes corrientes de la globalización ecuménica, tales denominaciones terminan por perder casi completamente su propia identidad.
Esto nos lleva a preguntarnos: ¿no estará también la Iglesia Adventista del Séptimo Día corriendo el peligro de perder su identidad? ¿Podemos detectar evidencias de ello en nuestro medio? Y, si las detectamos, ¿qué deberíamos hacer para reducir sus causas y sus efectos?
Este artículo considera brevemente cómo veían los adventistas su propia identidad hasta cerca de 1980, cómo esta comenzó a alterarse a partir de esa década y qué deberíamos hacer para preservarla.
𝐏𝐞𝐫𝐢𝐨𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐞𝐧𝐟𝐚𝐬𝐢𝐬 𝐛𝐢𝐛𝐥𝐢𝐜𝐨-𝐝𝐨𝐜𝐭𝐫𝐢𝐧𝐚𝐥 (𝟏𝟖𝟒𝟒-𝟏𝟗𝟖𝟎)
Durante muchos años los adventistas fueron conocidos como “el pueblo de la Biblia”. Sus fundadores amaban realmente la verdad y eran estudiosos profundos de la Palabra de Dios. Guillermo Miller, por ejemplo, inició en 1816 un período de estudio secuencial de la Biblia, comenzando con Génesis 1:1 y avanzando solamente después de haber comprendido satisfactoriamente cada texto bíblico.
Describiendo los inicios del movimiento adventista guardador del sábado, Elena de White escribió: “Me reunía con ellos [Jaime White, José Bates, Esteban Pierce, Hiram Edson y otros], y estudiábamos y orábamos fervientemente. Con frecuencia permanecíamos juntos hasta tarde en la noche, y a veces pasábamos toda la noche orando en procura de luz y estudiando la Palabra. Vez tras vez, esos hermanos se reunían para estudiar la Biblia a fin de que pudieran conocer su significado y estuvieran preparados para enseñarla con poder”.(1)
John N. Andrews afirmó en 1849, en uno de sus primeros contactos con Jaime y Elena de White, que “cambiaría mil errores por una verdad”.(2) J. O. Corliss escuchó en cierta ocasión que alguien le preguntó a Andrews cuánto había memorizado de la Biblia. La respuesta de Andrews fue: “No me atrevería a afirmar que podría repetir todo el Antiguo Testamento, pero tengo la certeza de que si se perdiera el Nuevo Testamento, yo lo podría reproducir palabra por palabra”.(3) Además de esto, él fue uno de los más importantes investigadores y expositores de las doctrinas bíblicas durante la etapa de formación del mensaje adventista del séptimo día. Estos son solamente algunos ejemplos del amor que los pioneros del movimiento adventista mostraban por el conocimiento doctrinal de las Escrituras y por la comprensión de los textos bíblicos. Ese mismo amor continuó siendo una de las características distintivas de los adventistas, por lo menos hasta finales de la década de 1970. Se reflejaba tanto en el contenido de los sermones predicados y de los estudios bíblicos dados, como en los programas de jóvenes. Las nuevas generaciones de conversos entraban en la iglesia con tal convicción de la verdad que difícilmente abandonaban la fe. Los adventistas eran respetados, y hasta temidos, por los demás evangélicos debido a su profundo conocimiento bíblico. Los propios adventistas llegaban a vanagloriarse de que una de las evidencias de que poseían la verdad era el hecho de que si alguno de sus miembros abandonaba la iglesia, no se unía a ninguna otra denominación.
Durante este período era una costumbre adventista sagrada hacer el “año bíblico”. Gracias a esta buena práctica, varios adventistas obtuvieron los primeros premios en concursos bíblicos nacionales e internacionales. Muchos adventistas se destacaron por el elevado número de pasajes bíblicos memorizados y por su comprensión profunda de las enseñanzas bíblicas.
𝐏𝐞𝐫𝐢𝐨𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐞𝐧𝐟𝐚𝐬𝐢𝐬 𝐛𝐢𝐛𝐥𝐢𝐜𝐨-𝐫𝐞𝐥𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐚𝐥 (𝟏𝟗𝟖𝟏- )
Si hasta finales de la década de 1970 los adventistas se caracterizaron por su conocimiento bíblico-doctrinal, a partir de 1980 esa característica comenzó a ser reemplazada paulatinamente por un nuevo énfasis bíblico-relacional. En otras palabras, el interés por el conocimiento racional de las enseñanzas bíblicas terminó siendo reemplazado por una lectura existencialista de la Biblia, como una forma de alimentar la relación con Cristo.
Fundamental para esa transición, en Sudamérica, fue la publicación de algunas obras del pastor Morris L. Venden como, por ejemplo, Fe en acción (meditaciones matinales para 1981), Cómo conocer a Dios (1987), 95 tesis acerca de la justificación por la fe (1988). Más influyentes aún fueron las predicaciones y las publicaciones de Alejandro Bullón, entre las cuales se destacan algunos de sus primeros libros como, por ejemplo, Jesús, tú eres mi vida (1993), La solución para la crisis existencial (en portugués 1988, en castellano 1993) y Conocer a Jesús es todo (en portugués 1988, en castellano 1996). Estas obras contribuyeron significativamente para que muchas personas, que vivían una religión de mero formalismo doctrinal, tuvieran un encuentro genuino con Cristo.
El nuevo énfasis relacional era necesario y llegó en un momento oportuno para la iglesia. Sin embargo, como ocurre en casi todos los procesos de transición, el péndulo espiritual de muchos adventistas no logró detenerse en el punto de equilibrio, y acabó pasando del extremo del formalismo doctrinal al otro extremo, del existencialismo subjetivo. Embriagados por una relación mística con Cristo, algunos adoptaron una postura antidoctrinal que considera las doctrinas básicas de la fe adventista como meros vestigios de una religión legalista obsoleta.
La superficialidad actual en el conocimiento de las Escrituras ha contribuido más que ninguna otra cosa a la pérdida de la conciencia profético-doctrinal de la denominación. El estudio objetivo (doctrinal) de la Biblia ha sido sustituido por una lectura pietista (existencialista), destinada casi exclusivamente a alimentar una relación mística y subjetiva con Cristo. En consecuencia, los sermones predicados en muchas de nuestras iglesias se han vuelto más superficiales, sustituyendo, en gran medida, el contenido doctrinal de la Biblia por las experiencias personales del propio predicador.
La indiferencia existencialista hacia las enseñanzas de Cristo se ha reflejado también en la falta de preparación de muchas personas que ingresan hoy en la iglesia. Desconociendo la diferencia entre el contexto religioso y social del Nuevo Testamento y el complejo mosaico filosófico, cultural y religioso de nuestros días, hay quienes defienden la teoría de que, hoy, cualquiera puede ser bautizado y aceptado como miembro de la Iglesia Adventista después de haber escuchado un solo sermón (como el que predicó Pedro en Pentecostés, Hechos 2), o haber recibido un solo estudio bíblico (como el que dio Felipe al eunuco, Hechos 8:26-40) o incluso haber escuchado un solo himno (como el que cantaron Pablo y Silas en la prisión, Hechos 16:16-34). Para los adeptos a este nuevo modelo existencialista, cualquiera que profese tener una relación subjetiva con Cristo puede ser miembro de la iglesia, independientemente de si acepta o no las doctrinas del Señor.
Series de estudios bíblicos que utilizan escasamente la Biblia han dejado a los nuevos miembros vulnerables en su conocimiento de la Palabra. Sin haber desarrollado un genuino amor por la verdad bíblica y sin haber comprendido la naturaleza profética del movimiento adventista, muchos de esos miembros ven a la Iglesia Adventista como una denominación evangélica más, que se distingue vagamente de las demás porque todavía cree en el sábado y en la mortalidad del alma. No es sin razón que encontramos hoy a muchos ex adventistas en otras denominaciones cristianas.
Si el objetivo es bautizar el mayor número posible de personas, sin preocuparse por su permanencia en la iglesia, entonces cuanto más corta y superficial sea la preparación, más fácil será convencerlas de descender a las aguas bautismales. Pero si el objetivo es conseguir el mayor número posible de miembros que permanezcan en la iglesia y sean misioneros activos, entonces tendremos que enseñarles, antes del bautismo, por lo menos los fundamentos de nuestra fe.(4) ¿Cómo podrán los nuevos creyentes enseñar a otros la verdad si ellos mismos no la aprendieron (Rom. 10:13-15; Jer. 48:10)?
Pero el uso esporádico y superficial de las Escrituras no se refleja solamente en los sermones y en la preparación de candidatos al bautismo. Los programas de jóvenes de muchas de nuestras iglesias han perdido completamente de vista la importancia central de la Biblia en su programación. Enfocados más hacia la distracción y el entretenimiento, tales programas ya no ofrecen oportunidades para que los jóvenes aclaren sus dudas sobre las doctrinas y el estilo de vida que profesamos. El estudio secuencial de la Biblia y los concursos bíblicos son considerados hoy, por muchos, como actividades obsoletas y sin significado. Lamentablemente, nunca tuvimos una generación de adventistas tan superficial en su conocimiento bíblico-doctrinal como la actual.
𝐑𝐞𝐬𝐭𝐚𝐮𝐫𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐥𝐚 𝐛𝐚𝐬𝐞 𝐛𝐢𝐛𝐥𝐢𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐦𝐞𝐧𝐬𝐚𝐣𝐞
Como iglesia y como individuos, necesitamos preguntarnos: ¿Es este tipo de adventismo existencialista el que realmente queremos hoy? ¿Ya no nos preocupa el elevado número de apostasías de personas que nunca fueron debidamente cimentadas en el mensaje adventista y que, no mucho después de su bautismo, dejan nuestras filas para unirse a otras denominaciones? ¿No nos importa el hecho de que estamos más cerca de los eventos finales que las generaciones anteriores y, al mismo tiempo, doctrinalmente somos más vulnerables que ellas?
Hoy vivimos, como denominación, en uno de los momentos más críticos de nuestra historia, pues nunca habíamos enfrentado una avalancha tan grande de críticas externas e internas como las que se presentan en nuestros días, especialmente a través de libros, artículos y sites en Internet. Si en el pasado las crisis de la iglesia eran sucesivas y cíclicas, hoy reaparecen todas al mismo tiempo, de forma simultánea y más desafiante. Como nunca antes, está soplando “todo viento” de doctrinas falsas (Efe. 4:14). ¿Será que, con la superficialidad doctrinal de hoy, los miembros de nuestras iglesias podrán enfrentar esa avalancha de críticas sutiles y sofisticadas levantadas contra nosotros? La coyuntura actual ha llevado a muchos adventistas a preguntarse hasta cuándo continuaremos oyendo sermones que no conduzcan prácticamente a nada y presenciando bautismos de personas no comprometidas con la fe que profesamos. Personalmente creo que esta problemática sólo podrá revertirse si buscamos insistentemente el equilibrio entre la relación con Cristo y el compromiso con sus doctrinas, si volvemos a estudiar la Biblia para comprender su contenido doctrinal, si dejamos de avergonzarnos de predicar los temas fundamentales de la fe adventista y preparamos debidamente a las personas para el bautismo, si volvemos a memorizar pasajes bíblicos tales como los Diez Mandamientos, las Bienaventuranzas, los Tres Mensajes Angélicos, etc., y si preparamos a nuestros miembros por medio de seminarios de profundización bíblica.
Mi interés no está en Cristo sin sus doctrinas, ni en las doctrinas sin Cristo, sino en Cristo con sus doctrinas. En otras palabras, jamás deberíamos transformar la relación con Jesús en un sustituto de las verdades bíblicas, ni exaltar las verdades bíblicas en detrimento de la relación con él. Nos estamos aproximando rápidamente a la mayor crisis entre la verdad y el error de todos los tiempos, y necesitamos desesperadamente un conocimiento más profundo de “la verdad tal como es en Jesús”.(5) Deberíamos imitar más de cerca el ejemplo dejado por Cristo en su relación con la verdad. “En sus enseñanzas, Cristo no sermoneaba como lo hacen los ministros actuales. Su obra consistía en edificar la armazón de la verdad. Juntó las preciosas joyas de las cuales se había apropiado el enemigo colocándolas en la armazón del error. Él las volvió a engastar en la trama de la verdad, para que todos los que recibieran la Palabra pudieran ser enriquecidos por este medio”.(6)
𝐂𝐨𝐧𝐬𝐢𝐝𝐞𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐟𝐢𝐧𝐚𝐥𝐞𝐬
Creo que la superficialidad doctrinal que enfrentamos hoy es una de las estrategias satánicas más importantes con el fin de que no estemos preparados para los eventos finales, de modo que no podamos exponer de forma convincente la base bíblica de nuestras doctrinas. Si el zarandeo vendrá “por la introducción de falsas teorías” doctrinales,(7) muchos acabarán dejando la fe adventista por no haber construido su religión sobre el fundamento inamovible de la Palabra de Dios (ver Mat. 7:24-27; Isa. 40:8; Juan 17:17).
El espíritu de profecía nos advierte: “Muchos se apartarán de nosotros, dando oído a espíritus seductores y doctrinas de demonios. El Señor desea que toda alma que pretende creer la verdad tenga un conocimiento inteligente de lo que es esa verdad. Se levantarán falsos profetas y engañarán a muchos. Todo lo que pueda ser sacudido será sacudido. ¿No debe toda persona, pues, llegar a comprender las razones de nuestra fe? En lugar de tener tantos sermones, debe haber un escudriñamiento más profundo de la Palabra de Dios, abriendo las Escrituras, texto por texto, e investigando para encontrar las poderosas evidencias que sostienen las doctrinas fundamentales que nos han guiado hasta donde estamos, sobre la plataforma de la verdad eterna”.(8)
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𝐑𝐞𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚𝐬
1 Elena G. de White, Mensajes selectos (Mountain View: PI, 1966), t. 1, p. 241.
2 Citado por Elena de White, Spiritual Gifts (Battle Creek: James White, 1860), t. 2, p. 117.
3 J. O. Corliss, “The Experiences of Former Days – N° 8”, Advent Review and Sabbath Herald (15 de septiembre de 1904), p. 9.
4 Elena G. de White, El evangelismo (Buenos Aires: ACES, 1993), pp. 226-240.
5 Elena G. de White, Testimonios para los ministros (Buenos Aires: ACES, 1977), p. 455.
6 White, El evangelismo, p. 46.
7 White, Testimonios para los ministros, p. 112.
8 White, El evangelismo, p. 267.
́culo
«La aceptación contemporánea del don profético de Elena G. de White, naturalmente, genera preguntas respecto a la relación entre sus escritos y la Biblia. Si la misma fuente divina dio origen a ambos grupos de escritos, legítimamente cabe preguntarse por la autoridad y la finalidad de los comentarios de Elena G. de White sobre el texto bíblico. A lo largo de nuestra historia, los adventistas del séptimo día hemos respondido a esta cuestión de maneras diferentes, y tales respuestas son propias del paradigma dividido que sigue existiendo en la iglesia hasta el día de hoy. Algunos atribuyen a sus comentarios una autoridad normativa y final en la interpretación bíblica, mientras que otros les niegan cualquier privilegio en ese sentido. También hay quienes intentan encontrar un equilibrio entre ambas perspectivas. La cuestión crucial aquí es saber cuál de los enfoques es más sincero y leal a Elena G. de White y a su inspiración divina» —Denis Kaiser.
Continúa leyendo aquí: https://shorturl.at/ayJK0
«Como iglesia, no contamos con una declaración o posición oficial en lo que concierne a la celebración de la Navidad. Por consiguiente, dejamos este asunto a la discreción individual. No obstante, es crucial evitar que la temática navideña se transforme en un factor de división entre nosotros. Es importante no incurrir en la crítica o alienación de quienes puedan tener una perspectiva distinta sobre este tema».
Fuente: https://www.pastortedwilson.org/do-adventists-celebrate-christmas/
[INGLÉS]
Este es un excelente artículo sobre el perfeccionismo y la perfección cristiana.
Este artículo se incluyó en el libro que Adrian Petre, Vladimir Polanco y yo editamos sobre los desafíos teológicos contemporáneos.
Pueden leerlo aquí:https://www.adventistbiblicalresearch.org/wp-content/uploads/Reflections-84-October-December.pdf =2
[2/2] Siguiendo con el tema de la Iglesia emergente... 𝐔𝐧 𝐭𝐞𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨 𝐚𝐝𝐯𝐞𝐧𝐭𝐢𝐬𝐭𝐚 𝐧𝐨𝐬 𝐝𝐚 𝐬𝐮 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐩𝐞𝐜𝐭𝐢𝐯𝐚 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐥𝐚 𝐢𝐠𝐥𝐞𝐬𝐢𝐚 𝐞𝐦𝐞𝐫𝐠𝐞𝐧𝐭𝐞
“Aunque el movimiento emergente esté esencialmente preocupado por asuntos relacionados con la eclesiología, ya que su interés central es hacer que la iglesia sea relevante en un contexto posmoderno, existen otros temas teológicos relacionados, como la doctrinade las Sagradas Escrituras, la soteriología y la escatología”.
El movimiento emergente se ha destacado en el escenario religioso posmoderno, y ha provocado una serie de reflexiones y críticas con relación a su teología y práctica. En la esencia del debate se encuentra la preocupación por el equilibrio entre la fidelidad a la Biblia y el cumplimiento de la misión de predicar el evangelio a todas las personas. En ese contexto, diversos teólogos se han dedicado a estudiar el tema y a producir materiales que sirvan para orientar a pastores y dirigentes locales. Uno de ellos es 𝐊𝐰𝐚𝐛𝐞𝐧𝐚 𝐃𝐨𝐧𝐤𝐨𝐫 (en adelante, 𝐊𝐃), exdirector asociado del Instituto de Investigación Bíblica de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, y autor del libro The Emerging Church and Adventist Ecclesiology (Biblical Research Institute, 2011).
Graduado en la Universidad Andrews, KD obtuvo su doctorado en Teología Sistemática, y su tesis fue publicada con el título “Tradition, Method and Contemporary Protestant Theology: An Analysis of Thomas C. Oden’s Vincentian Method”. Él ha escrito artículos académicos para varias revistas, tales como: Andrews University Seminary Studies, Ministry y Ministerio. Además de eso, contribuyó con el libro Reclaiming the Center: Confronting Evangelical Accommodation in Postmodern Times (Crossway, 2004), al lado de renombrados estudiosos de la Teología evangélica como Millard Erickson, D. A. Carson y J. P. Moreland. Él y su esposa, Comfort, tienen dos hijos.
Mɪɴɪsᴛᴇʀɪᴏ Aᴅᴠᴇɴᴛɪsᴛᴀ (ᴇɴ ᴀᴅᴇʟᴀɴᴛᴇ, Mɪɴɪsᴛᴇʀɪᴏ): ¿Qᴜᴇ́ ᴇs ᴇʟ “Mᴏᴠɪᴍɪᴇɴᴛᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ɪɢʟᴇsɪᴀ ᴇᴍᴇʀɢᴇɴᴛᴇ”? ¿Cᴜᴀ́ʟ ᴇs sᴜ ᴏʀɪɢᴇɴ?
𝐊𝐃: Podemos decir que el movimiento de la iglesia emergente tuvo su inicio a partir de una conferencia organizada por la Leadership Network, en Estados Unidos, a mediados de los años 1990. El eje inicial del evento era el ministerio para la Generación X, pero el énfasis cambió hacia cuestiones relacionadas con cómo ser iglesia en una cultura emergente posmoderna. Es importante reconocer que lo que es ampliamente categorizado como “iglesia emergente” comprende una gran variedad de iglesias y cristianos. Es esa diversidad la que hace difícil definir el movimiento. Un modo útil de catalogar el fenómeno emergente en tipos específicos fue ofrecido por Ed Stetzer, que los clasifica como “relevantes”, “reconstruccionistas” y “revisionistas”. Los relevantes son teológicamente conservadores, aceptan el evangelio tal como fue entendido a lo largo de la historia de la iglesia, pero intentan hacerlo comprensible para la cultura emergente. Los reconstruccionistas aceptan el evangelio, pero cuestionan y reconstruyen gran parte de la forma de la iglesia. Los revisionistas cuestionan y revisan tanto el evangelio como la iglesia.
Mɪɴɪsᴛᴇʀɪᴏ: ᴅᴇ ᴍᴀɴᴇʀᴀ ɢᴇɴᴇʀᴀʟ, ¿ᴄᴏ́ᴍᴏ sᴇ ᴘᴏsɪᴄɪᴏɴᴀɴ ʟᴏs ᴅɪғᴇʀᴇɴᴛᴇs ʀᴀᴍᴏs ᴅᴇʟ ᴘʀᴏᴛᴇsᴛᴀɴᴛɪsᴍᴏ ᴇɴ ʀᴇʟᴀᴄɪᴏ́ɴ ᴄᴏɴ ʟᴀ ɪɢʟᴇsɪᴀ ᴇᴍᴇʀɢᴇɴᴛᴇ?
𝐊𝐃: Es difícil evaluar a la iglesia emergente considerando la perspectiva de los diferentes ramos del protestantismo. La dificultad surge, principalmente, por el hecho de que el movimiento atraviesa una serie de fronteras teológicas y eclesiales. Los participantes se describen como protestantes, postprotestantes, evangélicos, postevangélicos, conservadores, postconservadores, carismáticos, neocarismáticos, etc.
Mɪɴɪsᴛᴇʀɪᴏ: ᴇʟ ᴍᴏᴠɪᴍɪᴇɴᴛᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ɪɢʟᴇsɪᴀ ᴇᴍᴇʀɢᴇɴᴛᴇ sᴜʀɢɪᴏ́ ᴄᴏᴍᴏ ᴜɴ ɪɴᴛᴇɴᴛᴏ ᴅᴇ ʀᴇᴀᴄᴄɪᴏɴᴀʀ ғʀᴇɴᴛᴇ ᴀ ʟᴏs ᴅᴇsᴀғɪ́ᴏs ɪᴍᴘᴜᴇsᴛᴏs ᴘᴏʀ ʟᴀ ᴄᴜʟᴛᴜʀᴀ ᴘᴏsᴍᴏᴅᴇʀɴᴀ ᴀ ʟᴀ “ɪɢʟᴇsɪᴀ ᴛʀᴀᴅɪᴄɪᴏɴᴀʟ”. ¿ᴇɴ ᴏ̨ᴜᴇ́ ᴘᴜɴᴛᴏs ғᴜᴇʀᴏɴ ᴇxɪᴛᴏsᴏs? ¿ᴅᴏ́ɴᴅᴇ ғᴀʟʟᴀʀᴏɴ?
𝐊𝐃: Definir el éxito o el fracaso depende de los criterios por los que el movimiento de la iglesia emergente sea evaluado. Lo que es considerado falla por uno, puede ser juzgado como éxito por otro. Desde el punto de vista adventista, alguien podría ver la posición de los “relevantes” como, fundamentalmente. una cuestión de contextualización, que en principio no es antibíblica (1 Cor. 9:19-23). Sin embargo, la posibilidad de que la contextualización se transforme en algo sincrético requiere mucho cuidado, y se debe encontrar principios bíblicos en apoyo o en contra de cualquier práctica. El problema con los “reconstruccionistas” puede ser visto de manera diferente, ya que parecen tomar la cuestión de la contextualización más teológicamente, extendiéndola a la propia forma y estructura de la iglesia. De esa manera, al contrario de las prácticas de adoración en que podemos reunir principios bíblicos para orientar una variedad de estilos, la propia iglesia, como entidad, está tan íntimamente conectada al plan de Dios para el mundo (Efe. 3:10) que, al cambiar su forma –por ejemplo, adoptando iglesias encarnacionales o domésticas–, no debemos solamente preocuparnos por la “relevancia” teológica, sino también por su “adecuación”. Stetzer está en lo correcto, en principio, cuando dice: “¿No quiere un predio, un presupuesto y un programa? Está bien. ¿No quiere la Biblia, un liderazgo bíblico y una comunidad de alianza? Eso no está bien”. La cuestión con los “revisionistas” es más preocupante, en virtud del cuestionamiento o la modificación de puntos y conceptos fundamentales del evangelio defendidos por ellos.
Mɪɴɪsᴛᴇʀɪᴏ: ¿Qᴜᴇ́ ᴄᴏɴᴄᴇᴘᴛᴏs ᴛᴇᴏʟᴏ́ɢɪᴄᴏs sᴏɴ ᴍᴀ́s ᴀғᴇᴄᴛᴀᴅᴏs ᴘᴏʀ ᴇʟ Mᴏᴠɪᴍɪᴇɴᴛᴏ ᴇᴍᴇʀɢᴇɴᴛᴇ?
𝐊𝐃: Aunque el Movimiento Emergente esté esencialmente preocupado por asuntos relacionados con la eclesiología, ya que su preocupación central es hacer que la iglesia sea relevante en un contexto posmoderno, existen otros temas teológicos relacionados, como la doctrina de las Sagradas Escrituras, la soteriología y la escatología. El espacio de este artículo no permite ofrecer detalles de la manera en que esos conceptos son afectados por los emergentes. Sin embargo, en síntesis, esas doctrinas son interpretadas de modo consistente con los principios posmodernos, como el antifundamentalismo, el rechazo a las reivindicaciones de una verdad universal y objetiva, y el pluralismo intelectual. Por ejemplo, cuando defensores de las iglesias emergentes como Brian McLaren abogan por un abordaje narrativo de la Biblia, apoyan la noción de que la autoridad de las Sagradas Escrituras reside en su poder narrativo, y no en sus aspectos didácticos. De esa manera, McLaren puede, confortablemente, decir que el abordaje narrativo “no disminuye la agonía que se siente leyendo la conquista de Canaán con los ojos de alguien enseñado por Jesús a amar a todos, incluso a los enemigos. Sin embrago, eso ayuda a transformar a la Biblia en lo que ella es, no una enciclopedia de verdades morales atemporales, sino la narrativa reveladora de Dios que trabaja en un mundo violento y pecaminoso, llamando a personas, comenzando por Abraham, a un nuevo estilo de vida” (A Generous Orthodoxy, 2004, p. 171). Obviamente, el impacto del Movimiento Emergente sobre esos conceptos cristianos genera serias preocupaciones.
Mɪɴɪsᴛᴇʀɪᴏ: Uɴᴀ ᴅᴇ ʟᴀs ᴄᴀʀᴀᴄᴛᴇʀɪ́sᴛɪᴄᴀs ᴅɪsᴛɪɴᴛɪᴠᴀs ᴅᴇʟ Mᴏᴠɪᴍɪᴇɴᴛᴏ ᴇᴍᴇʀɢᴇɴᴛᴇ ᴇs sᴜ ᴍᴀɴᴇʀᴀ ᴅᴇ “ʜᴀᴄᴇʀ ɪɢʟᴇsɪᴀ”. ¿Cᴜᴀ́ʟᴇs sᴏɴ ʟᴀs ɪᴍᴘʟɪᴄᴀᴄɪᴏɴᴇs ᴅᴇ ʟᴀ ᴇᴄʟᴇsɪᴏʟᴏɢɪ́ᴀ ᴇᴍᴇʀɢᴇɴᴛᴇ ᴘᴀʀᴀ ʟᴀs ɪɢʟᴇsɪᴀs ᴘʀᴏᴛᴇsᴛᴀɴᴛᴇs?
𝐊𝐃: Aunque los protestantes reconozcan que actualmente la iglesia, como cuerpo de Cristo, está nítidamente dividida, hay concordancia en la necesidad de definirla como algo que incluye a todos los que son salvos por Cristo, que se expresa como una comunidad en todo el mundo, aunque al mismo tiempo esté presente en cada asamblea. Los protestantes también sintieron la necesidad de identificar las características de la iglesia verdadera como el lugar en que la Palabra es correctamente predicada y los sacramentos son debidamente administrados. El Movimiento Emergente, sin embargo, practica lo que llaman “eclesiología profunda”, que en lugar de favorecer algunas formas de iglesia y criticar o rechazar otras, considera que cada forma tiene debilidades y fortalezas, inconvenientes y potencialidades. De hecho, proponentes como McLaren defienden una “ortodoxia generosa”, que ve a los demás religiosos y no religiosos como vecinos, colaboradores y socios de diálogos. Argumenta que la fe cristiana debe no solamente ser bienvenida por otras religiones, sino también proteger las herencias de esas religiones, y no transformarse en uno de sus enemigos. Tales posiciones eclesiológicas presentan grandes desafíos para los adventistas del séptimo día, especialmente en relación con su entendimiento propio como iglesia remanente. Dada la “ortodoxia generosa” del movimiento emergente, la noción de una iglesia cristiana que reivindica un papel misionero único, divinamente concedido, con significado espiritual universal, desafía todo lo que los emergentes defienden.
Mɪɴɪsᴛᴇʀɪᴏ: ᴇʟ Mᴏᴠɪᴍɪᴇɴᴛᴏ ᴇᴍᴇʀɢᴇɴᴛᴇ ᴇɴғᴀᴛɪᴢᴀ ʟᴀ ᴇxᴘᴇʀɪᴇɴᴄɪᴀ ᴇɴ ᴅᴇᴛʀɪᴍᴇɴᴛᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ᴠᴇʀᴅᴀᴅ. Pᴏʀ ᴏᴛʀᴏ ʟᴀᴅᴏ, ᴘᴀʀᴀ ᴍᴜᴄʜᴏs ᴘʀᴏᴛᴇsᴛᴀɴᴛᴇs ʜɪsᴛᴏ́ʀɪᴄᴏs, ᴘᴀʀᴇᴄᴇ ʜᴀʙᴇʀ ᴜɴ ᴇ́ɴғᴀsɪs ᴍᴀʏᴏʀ sᴏʙʀᴇ ʟᴀ ᴠᴇʀᴅᴀᴅ ᴇɴ ʀᴇʟᴀᴄɪᴏ́ɴ ᴄᴏɴ ʟᴀ ᴇxᴘᴇʀɪᴇɴᴄɪᴀ. ¿Cᴜᴀ́ʟ ᴇ́ɴғᴀsɪs ᴇs ᴇʟ ᴄᴏʀʀᴇᴄᴛᴏ?
𝐊𝐃: La religión cristiana no reconoce una falsa dicotomía entre experiencia y verdad. El cristianismo entiende al ser humano como un todo unificado y saludable, de mente (cognitivo), corazón (afectivo) y voluntad (volitivo). La respuesta de Jesús al intérprete de la ley en Mateo 22:37 que le indica: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”, implica claramente una devoción sincera al Señor, que involucre todos los aspectos: emocional, volitivo y cognitivo. La dimensión cognitiva se relaciona con la verdad, mientras que el aspecto emocional, con la experiencia. Además de eso, la comprensión del Nuevo Testamento de la “sana doctrina” está relacionada con la vida cristiana. De esa manera, en las Epístolas pastorales, la sana doctrina es contrastada con la vida inmoral (1 Tim. 1:10; Tito 2:1-5).
Mɪɴɪsᴛᴇʀɪᴏ: ¿Usᴛᴇᴅ ᴄʀᴇᴇ ᴏ̨ᴜᴇ ᴛᴏᴅᴀ ɪɴsᴇʀᴄɪᴏ́ɴ ᴅᴇ ᴇʟᴇᴍᴇɴᴛᴏs ᴄᴏɴᴛᴇᴍᴘᴏʀᴀ́ɴᴇᴏs ᴇɴ ʟᴀ ᴅɪɴᴀ́ᴍɪᴄᴀ ʀᴇɢᴜʟᴀʀ ᴅᴇ ʟᴀ ɪɢʟᴇsɪᴀ sᴇᴀ ᴜɴᴀ ᴀᴅʜᴇsɪᴏ́ɴ, ᴀᴜɴᴏ̨ᴜᴇ sᴇᴀ ɪɴᴄᴏɴsᴄɪᴇɴᴛᴇ, ᴀʟ Mᴏᴠɪᴍɪᴇɴᴛᴏ ᴇᴍᴇʀɢᴇɴᴛᴇ?
𝐊𝐃: Los valores posmodernos de adoración demandan una actitud comunal, misional y hospitalaria. Aunque esos elementos sean descritos como posmodernos, no son única y distintivamente posmodernos; de hecho, la doctrina cristiana del Dios triuno ya nos señala en esas direcciones. La diseminación del individualismo en las prácticas cristianas fue un resultado desafortunado de la acomodación cristiana a la modernidad. El énfasis posmoderno sobre la comunidad y las relaciones es un correctivo bienvenido, e incorporar esos elementos puede no necesariamente indicar una asimilación de los principios de la iglesia emergente. Sin embargo, debe tenerse en mente que el énfasis bíblico–relacional y comunitario está enraizado en principios diferentes de los posmodernos.
Mɪɴɪsᴛᴇʀɪᴏ: ᴅᴇ ᴍᴀɴᴇʀᴀ ᴍᴀ́s ᴇsᴘᴇᴄɪ́ғɪᴄᴀ, ¿ᴄᴏ́ᴍᴏ ᴘᴜᴇᴅᴇɴ ᴛʀᴀʙᴀᴊᴀʀ ʟᴏs ᴘᴀsᴛᴏʀᴇs ᴀᴅᴠᴇɴᴛɪsᴛᴀs ᴘᴀʀᴀ ᴍᴀɴᴛᴇɴᴇʀ ʟᴀ ʀᴇʟᴇᴠᴀɴᴄɪᴀ ᴅᴇ ʟᴀ ɪɢʟᴇsɪᴀ ᴇɴ ᴇʟ ᴄᴏɴᴛᴇxᴛᴏ ᴘᴏsᴍᴏᴅᴇʀɴᴏ, sɪɴ ᴄᴏᴍᴘʀᴏᴍᴇᴛᴇʀ ʟᴀ ᴇsᴇɴᴄɪᴀ ᴛᴇᴏʟᴏ́ɢɪᴄᴀ ᴅᴇ ɴᴜᴇsᴛʀᴀ ᴄᴏɴғᴇsɪᴏ́ɴ?
𝐊𝐃: Las iglesias adventistas necesitan ser relevantes no solo en contextos posmodernos, sino además en todos los contextos culturales y sociológicos en los que se encuentren. De esa manera, existe la necesidad de una contextualización adecuada y sólida, que no conspire contra los valores bíblicos. Intervenciones apropiadas y creativas pueden incluir estilos de adoración participativos, que comprendan cánticos congregacionales vibrantes, métodos dialógicos y narrativos de proclamación de la Palabra, y estrategias de edificación de relaciones comunitarias dentro de la iglesia. Ninguno de esos elementos es, en principio, contrario a los valores bíblicos.
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*Artículo originalmene publicado en la revista Ministerio Adventista (jul-ago, 2017) y adaptado por Joel Iparraguirre. Imagen cortesía de ChatGPT.
1/2 [Ya que en los últimos días se viene hablando mucho del tema, busquemos una respuesta. . .] ¿𝐐𝐮𝐞́ 𝐞𝐬 𝐥𝐚 𝐢𝐠𝐥𝐞𝐬𝐢𝐚 𝐞𝐦𝐞𝐫𝐠𝐞𝐧𝐭𝐞, 𝐜𝐨́𝐦𝐨 𝐬𝐮𝐫𝐠𝐢𝐨́ 𝐲 𝐩𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞́ 𝐧𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐛𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐨𝐜𝐮𝐩𝐚𝐫? Pᴏʀ Fᴇʀɴᴀɴᴅᴏ Cᴀɴᴀʟᴇ*
El día 8 de julio de 2005, un documental exhibido por la red de televisión estadounidense Public Broadcasting Service (PBS) definió “iglesia emergente” como “un movimiento creciente que está repensando lo que el cristianismo y la iglesia deben representar en una cultura contemporánea”.[1] Bob Abernethy, conductor del programa, comentó que el movimiento propone un modelo de adoración y de iglesia para las nuevas generaciones, que experimentan la mutación cultural que ocurre actualmente.
¿Qué es la iglesia emergente? ¿Qué involucra ese concepto? ¿Por qué debemos preocuparnos?
¿Qué es?
Podemos describir a la iglesia emergente como un movimiento dentro de las iglesias evangélicas, empeñado en adaptar estilos y prácticas de adoración con el objetivo de atraer a la juventud secular y posmoderna, a miembros en general y a personas no cristianas, por medio de una nueva propuesta de culto.
Cuando los evangélicos emergentes adoran, generalmente utilizan varios estilos musicales. Desde el rock pesado hasta los himnos tradicionales, desde los cánticos spirituals hasta las canciones litúrgicas tradicionales del cristianismo y el judaísmo. La liturgia puede estimular, al adorar, a moverse durante el culto y a implicarse en varios rituales. Generalmente, estos incluyen prácticas místicas, oración contemplativa y pedidos escritos de oración. Talleres de pintura y otras formas del arte también pueden ser ofrecidos con la finalidad de ayudar al fiel a expresarse en su adoración. En ese paradigma litúrgico sacramental, los fieles ven a Cristo en todas sus actividades.[2]
El punto central de la adoración de la iglesia emergente no es la predicación de la Biblia, sino su ritual (eucaristía). Para algunos líderes del movimiento, los “sermones” son opcionales;[3] otros los presentan de manera simple y resumida o usan proyecciones y representaciones artísticas. En algunos casos, varios presentadores sustituyen al predicador, y prefieren contar historias antes que predicar como “transferencia autoritativa de informaciones bíblicas”.[4]
De esa manera, podemos decir que esa nueva adoración y espiritualidad “emerge” de la antigua liturgia católica romana, de la espiritualidad oriental, del culto carismático contemporáneo y de la cultura posmoderna.[5]
¿Qué está involucrado?
Los movimientos complejos tienen muchas causas interrelacionadas, y la iglesia emergente no es la excepción. Una serie de cuestiones de gran alcance impulsó su rápida ascensión y aceptación en los círculos evangélicos. Entre ellas, encontramos el sentimiento de insatisfacción interna con relación a la actual condición de la teología evangélica, con sus persistentes divisiones doctrinales[6] y el alarmante porcentaje de jóvenes evangélicos que abandonan las iglesias.[7] Esos factores se combinan con la convicción de haber encontrado la llave para superar tales desafíos, usando para eso los recursos disponibles en el “supermercado” de las tradiciones antiguas y de la cultura posmoderna.
La iglesia emergente, por lo tanto, comprende más que simplemente cambios en el estilo de adoración.[8] El teólogo evangélico Justin Taylor describe a los dirigentes del movimiento como “evangélicos autoproclamados que buscan revisar la teología, renovar la esencia de la adoración y transformar la comunidad adoradora evangélica, que está consciente del contexto global posmoderno en el que vivimos”.[9] Eso indica que la iglesia emergente no tiene que ver apenas con innovaciones en el culto; en lugar de eso, propone una gran revisión de la creencia evangélica, de su teología y de su identidad eclesiológica. El objetivo es renovar el centro del movimiento evangélico.
La iglesia emergente busca intencionalmente adaptar el cristianismo al pensamiento posmoderno. De acuerdo con Stanley Grenz, fallecido líder teológico del movimiento, la incorporación de ideas modernistas deficientes[10] llevó a los evangélicos al fundamentalismo y a las divisiones liberales y conservadoras que surgieron entre las confesiones protestantes a mediados del siglo XX.[11] Grenz defendía que la solución para los problemas teológicos evangélicos era adoptar ideas posmodernas. En la práctica, eso implicaba renunciar a todos los absolutos (filosóficos y bíblicos), y abrazar la tradición cristiana y la cultura posmoderna como la nueva base sobre la cual la iglesia debería afirmarse. De esa manera, el nuevo movimiento se ve emergiendo de la tradición cristiana como una “reforma posmoderna” de la iglesia.[12]
A medida que los cristianos emergentes interpretan las Sagradas Escrituras a partir de la perspectiva hermenéutica de la tradición de la iglesia,[13] inevitablemente abrazan el pluralismo teológico, el relativismo y el ecumenismo católico-romano.[14] Por esa razón, el movimiento no “posee un sistema hermético o una declaración de fe”.[15] Su proyecto teológico promueve la unidad general de los cristianos abrazando una “ortodoxia generosa”,[16] que incluye la mayoría de las enseñanzas y las prácticas tradicionales que “emergieron” a lo largo de la historia cristiana.
Stanley Grenz defendía de forma convincente que el movimiento evangélico y la Reforma protestante son de naturaleza ecuménica.[17] Volviendo a sus raíces, los evangélicos emergentes quieren transformarse en el principal movimiento del evangelicalismo americano.[18]
¿Por qué hay que darle importancia?
Durante los últimos cincuenta años, el uso de materiales “evangélicos” aumentó significativamente en el medio adventista. En lugar de reflexionar sobre la exactitud y la creatividad de las Sagradas Escrituras, muchos se han contentado con seguir las tendencias. Ese préstamo acrítico ocurre no solamente en la teología, sino también en el ministerio, en la espiritualidad, en el culto y en la misión. Un creciente número de pastores ha recomendado literatura emergente a sus iglesias para la vida devocional, para los ministerios, la misión y la adoración. Si no se hace algo, ese proceso puede redefinir el adventismo a la imagen de la iglesia emergente.
Es necesario notar que surgen, en el movimiento, prácticas pastorales disidentes de las Sagradas Escrituras, basadas en el pentecostalismo y en la espiritualidad mística católica.[19] Al principio, es difícil comprender que los evangélicos emergentes abracen la espiritualidad mística y restablezcan las formas litúrgicas del catolicismo romano. Sin duda alguna, encuentran al misticismo católico compatible con el evangelio.
Sin embargo, para entender el porqué, necesitamos recordar que ya ha ocurrido una mudanza paradigmática en el culto y en la espiritualidad del evangelicalismo. El paradigma del estilo de adoración carismático sustituyó en gran parte al paradigma bíblico de adoración instituido por la Reforma, que estaba centrado en la Palabra de Dios.
Además de esto, también necesitamos recordar que como los estilos de adoración carismático y católico están basados en las mismas premisas filosóficas y teológicas, sus rituales son vistos como mediadores de la presencia de Dios para el adorador. No nos puede admirar, entonces, que los emergentes no presenten ninguna objeción para seguir ese modelo no solo en las prácticas espirituales particulares, sino también en el llamado de sus cultos a un público posmoderno que dice experimentar a Dios directamente, y no por medio de las Sagradas Escrituras. La iglesia emergente está volviendo a Roma. Si continuamos jugando a “siga al maestro”, las nuevas generaciones volverán a Roma también.
Sin embargo, a pesar de todo lo dicho hasta aquí, hay una fuerte oposición al movimiento entre miembros y dirigentes evangélicos. Comprendiendo que la iglesia emergente está radicalmente redefiniendo el evangelicalismo, algunos de ellos se han involucrado, pero con reparos.[20] No debería sorprendernos que el debate sea sobre la función de las Sagradas Escrituras en la teología, en el ministerio y en la adoración. Esos líderes cuestionan el rechazo a las Sagradas Escrituras como la única fuente de la teología y del ministerio.[21] La fidelidad a la Biblia y a su interpretación es la línea que los divide. El evangelio y la identidad del movimiento están en juego; el destino de la iglesia remanente, también.
Como remanente de Dios, nuestra misión, identidad y naturaleza están en entendimiento constante, y en la aplicación inteligente de todas las enseñanzas bíblicas. Nuestra vida, nuestro ministerio, nuestro culto y nuestra misión deben resultar de un profundo estudio y compromiso con la Biblia. Eso significa que nuestro modo de pensar, en todo el mundo, debe fundamentarse exclusivamente sobre las Sagradas Escrituras, y no en diversas culturas y tradiciones.
Si tú estás entre aquellos que usan recursos de las iglesias emergentes, debes saber que hay cosas buenas y malas en esos círculos. Sin embargo, sobre la base de las evidencias presentadas, te sugiero que no “transfieras” automáticamente las ideas, los conceptos y las acciones a nuestras iglesias y ministerios, sino que primeramente evalúes todo críticamente a la luz del pensamiento bíblico, a fin de retener lo que es bueno, y remodelarlo para que se adecue a la visión teológica adventista presente en sus principios y doctrinas bíblicas. Eso requiere de los ministerios y de los miembros una amplia comprensión de la historia del amor de Dios en el Gran Conflicto, de acuerdo con lo que está revelado en su Palabra.
El desafío
La cultura está cambiando rápidamente. El evangelicalismo está cambiando. El ecumenismo está intensificándose. La historia está cumpliendo la profecía, y las apuestas son altas para el remanente final de Dios. ¿Permanecerán los adventistas del séptimo día fieles a las Sagradas Escrituras, o se acomodarán a la tradición y la cultura?
Para cumplir nuestra misión, debemos dejar de “seguir al maestro” de la reforma posmoderna del evangelicalismo, y debemos transformarnos en líderes de una reforma bíblica,[22] siguiendo solamente las Sagradas Escrituras y generando un movimiento aprobado por el Cielo.
En la fidelidad personal y teológica a las Sagradas Escrituras, debemos ser creativos para encontrar maneras de alcanzar a todas las culturas con la historia de la salvación. Al final de cuentas, Dios llamó a su iglesia remanente para que desempeñe el papel principal en el capítulo final de la gran controversia entre el bien y el mal.
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*Artículo originalmene publicado en la revista Ministerio Adventista (jul-ago, 2017) y adaptado por Joel Iparraguirre. Imagen cortesía de ChatGPT.
Referencias
[1] Bob Abernethy, “The Emerging Church, parte 1”, .
[2] Dan Kimball, Emerging Worship (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2004), p. 95.
[3] Ibíd., p. 87.
[4] Ibíd
[5] D. A. Carson, Becoming Conversant With the Emerging Church (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2005), p. 12.
[6] Ibíd., p. 14.
[7] Philip Clayton, Transforming Christian Theology (Mineápolis, MN: Fortress, 2010), p. 46.
[8] Scot McKnight, “Five Streams of the Emerging Church”, Christianity Today, febrero de 2007.
[9] Justin Taylor, “An Introduction to Postconservative Evangelicalism and the Rest of This Book”, en Reclaiming the Center, ed. Millard J. Erickson (Wheaton, IL: Crossway Books, 2004), p. 18.
[10] Carson, ibíd., pp. 25, 26.
[11] Stanley J. Grenz, Renewing the Center (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2000), pp. 86, 326-331.
[12] Leonard Sweet, Soul Tsunami (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1999), p. 17.
[13] Grenz, ibíd., pp. 214, 215, 315.
[14] Ibíd., pp. 346-351.
[15] McKnight, ibíd.
[16] Brian D. McLaren, A Generous Orthodoxy (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2004).
[17] Grenz, ibíd, p. 325.
[18] Ibíd., pp. 350, 351.
[19] McLaren, ibíd., p. 175.
[20] Roger Oakland, Faith Undone (Silverton, OR: Lighthouse Trails Publishing, 2007).
[21] Chad Owen Brand, “Defining Evangelicalism”, en Reclaiming the Center, pp. 295-304.
[22] Ángel Manuel Rodríguez, “The Adventist Church and the Christian World”, Perspective Digest (2008), p. 17.
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