crimson skies

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ㅤㅤㅤㅤㅤ❝ SPEAK NOW [SOMEWHERE IN SOUTH KOREA]
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—Necesitamos movernos rápido, de lo contrario no vas a llegar.—dijo su mejor amiga, alzando el brazo. Lo que buscaba era la aparición mágica de un taxi, como los que llenaban las calles principales de Nueva York. En Seúl, que es donde acababan de arribar, las cosas son distintas. Sin embargo, eso no detiene a Samantha. Esa brecha cultural que existe y en la que JiSoo es el pegamento, pierde protagonismo a medida que las horas pasan y el suceso al que le teme se acerca.

MinHyun se iba a casar. Lo anunció por lo alto. La incluyó entre los invitados porque es su mejor amiga, pero a Seo algo no le termina de cerrar. Esto ya no es simplemente porque ella se haya dado cuenta de que ama con todo su corazón a Lee y no puede verle con alguien más. En circunstancias normales, consciente de que él era feliz lo habría dejado. Se habría tragado sus sentimientos. Ya que ser una persona egoísta con un ser tan bueno como lo es su mejor amigo, no entraba en sus planes de vida. Pero el cambio radical que dio MinHyun desde que comenzó a salir con esa chica, es alarmante.

Su madre le comentó que este ya no visitaba a sus padres con tanta frecuencia como antes. Que estaba más retraído y que había dejado de lado actividades que solía hacer. Que las peleas entre la pareja fuera de la casa familiar eran una constante, y que en más de una ocasión ella se sentó a charlar con él mientras bebían un té. Su madre es así, buena y atenta. Y como conoce a MinHyun desde que este era un bebé, lo cuida como a un hijo más. No obstante, JiSoo se aprovecha de la información que la mujer le ha transmitido a lo largo de los meses para hacer su investigación. Sí, por un lado le sabe mal. Mal porque ella ha sido su medio a larga distancia. Es decir, que estaba tomando ventaja. Pero JiSoo necesitaba comprobar que no estaba loca, y que en esas vídeollamadas, el estado cabizbajo del castaño no era simplemente porque sí.

Una vez llega el taxi, JiSoo es la que debe gestionar la llegada hasta la iglesia. Su coreano está un poco oxidado por el tiempo que lleva en los Estados Unidos, pero sigue siendo funcional. Al mismo tiempo, agradece mentalmente que en el avión se hayan cambiado, porque tan pronto mira el reloj, se entera de que el tiempo le pisa los talones. Mira hacia atrás y Samantha sigue siendo la misma de siempre; se retocaba el maquillaje como la super modelo que es. En cambio ella opta por lo simple, porque la cabeza no le daba para más. Estaba apunto de irrumpir en el matrimonio de su mejor amigo, movida por la convicción. Por los silencios incómodos que alguna vez los cruzaron a ambos mientras hablaban por teléfono y las charlas sobre lo extraño que se veía el futuro. Seo había optado por no hacerse ideas entonces. MinHyun fue claro con respecto a sentir algo más que simple cariño por ella. Pero las acciones de este muchas veces le dijeron otra cosa. Por todas esas, esto tenía que intentarlo.

La primera en bajarse es ella. Samantha le dice que se adelante, y que corre por su cuenta la tarifa de ese viaje. Confía en que su mejor amiga puede desenvolverse bien en esos escasos minutos que la deja sola. Entonces la cuestión. Ella corre con sus tacones hasta las solemnes puertas de la iglesia y le aterra lo enorme que se ha vuelto todo de un segundo a otro cuando sus palmas se apoyan en estas. Mira hacia abajo y ve sus tacones. Luego sube unos centímetros y captura su vestido. Se puso el primero que le quedó bien, uno de color morado con aplicaciones plateadas. Se vistió para la ocasión. No obstante, está a punto de romperla.

Samantha corre por detrás de ella, y le grita que no le queda mucho tiempo, así que lo hace. JiSoo empuja con todas sus fuerzas hasta abrir las puertas de par en par, para darse cuenta de que las miradas responden a su atrevimiento. Es un sonido generalizado de escándalo, que no dejó a nadie sin expresión ni cierta interrogante. Pero ella va enfocada en una sola cosa y las explicaciones le sobran. Nadie puede hacerle justicia a su instinto. Mucho menos a las palabras que querían escapar por sus labios en los segundos siguientes. Mientras bajaba los hombros porque ya había pasado lo peor, y arrugaba con sus manos el vestido a la altura de sus muslos, entonces se dejó ir.

—¡Yo me opongo este matrimonio!

En ese segundo, dio un vistazo al frente y pocas dudas le quedaron de si había hecho lo correcto o no. Atisbó una sonrisa en el rostro de MinHyun y los riesgos cobraron sentido.