tadpole
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[행복] 오늘은 축하하기 좋은 날입니다
» june 18th, 2023 ♡
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¡Feliz día para el mejor papá del universo!
Sabemos muy bien que la vida se torna difícil a veces, y que las cosas han cambiado muchísimo en el último tiempo para los tres, pero también confiamos en ti y estamos listos para animarte y llenarte de amorcito siempre que sea necesario. Te amamos mucho, mucho, nunca lo olvides. Gracias por hacer nuestras vidas maravillosas y por siempre estar ahí para nosotros.
Con amor,
JinHan y Daisy ♡
[여행] 기다림은 길지만, 가치가 있다.
» april 20th, 2023
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La situación había mejorado considerablemente desde que le habían inyectado en la espalda. Jinsol estaba segura de que Hansol había tenido que lidiar con la tía Amelia y su horror; una inyección epidural era un completo espectáculo para un fantasma que ni en vida se había acercado a un hospital. Pero a Jinsol no le importaba, ya nada parecía molestarle ahora que las contracciones habían dejado de torturarla. Ya podía sostener la mano de Hansol y conversar con él, podía respirar más tranquila e incluso bromear, aunque era evidente que tenía los nervios a flor de piel.
—¿Prometes que no te vas a desmayar?—le preguntó a su esposo, por milésima vez desde que habían llegado al hospital. La enfermera a cargo de ella aparecía cada diez minutos para verificar que todo estuviera bien, pero su obstetra no había llegado y la dilatación no era suficiente, así que por ahora solo les quedaba esperar hasta que el verdadero momento llegase. Eso les daba largos ratos de soledad y silencio en una salita de preparación, perfecto para compartir unos cuantos últimos pensamientos antes de que su vida cambiase para siempre —Si te desmayas, tendré que sostener la mano de la enfermera, y tal vez me denuncien por quebrarle los dedos.
En ese momento no tenían idea, pero tendrían que pasar cinco horas antes de que las condiciones fueran óptimas para el parto. El dolor se había ido, y una vez habían vuelto a administrar el medicamento para extender su duración, pero nadie había dicho aún que el parto se acercaba. Jinsol no pensó que tardarían tanto, ni que tendría que estar en la misma posición durante tantas horas. Pero resistió, durmió a ratos, y tuvo paciencia hasta que la llegada del obstetra anunció, finalmente, que ya era momento de conocer a su pequeño bebé.
—Jamie, por favor, no te desmayes —pidió, de pronto sintiéndose muy nerviosa. No podía creer que, en un rato más, tendría a su bebé en brazos, abrigadito y suave, y que su familia por fin estaría completa. No creía estar preparada de eso, no creía ser capaz de traer a un ser humano al mundo, ¿cómo se supone que lo haría? ¿Y por qué de pronto parecía que el efecto de la inyección no estaba haciendo tanto efecto?
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» april 20th, 2023
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Las primeras molestias se produjeron durante la cena del miércoles. Jinsol estaba acostumbrada a las pequeñas incomodidades que sus 39 semanas de embarazo significaban: dolor de espalda, agotamiento, pequeñas contracciones cuando el bebé parecía querer escapar de su cuerpo. Más de una vez se había tenido que comunicar con su obstetra —a veces en horarios muy poco adecuados—, para preguntarle si era momento de ir al hospital. Todas esas ocasiones, sin embargo, habían sido falsas alarmas. Lo supo de inmediato cuando el momento llegó, nunca en su vida había sentido un dolor como ese.
Con el optimismo de no estar lista aún, Jinsol se fue a la cama temprano esa noche. Como siempre que tenía la suerte de tener a su esposo en casa, se acurrucó con él y pasaron las horas conversando, contándole historias al bebé e, incluso, viendo una película. Pero a diferencia de Hansol, que había caído dormido antes de ver el final, ella permaneció despierta durante un buen rato después de que terminaran los créditos, sospechosamente incómoda, hasta que el agotamiento finalmente le concedió unas horas de sueño junto al amor de su vida.
Fue casi a medianoche cuando se desató el caos. Por un instante, al despertar, lo único que Jinsol pudo hacer fue darle palmaditas a su esposo para que despertara. El dolor que sentía era mucho más fuerte que cualquiera que hubiera experimentado durante el embarazo, y por algún motivo —tal vez porque ni siquiera podía hablar— estaba segura de que el momento había llegado.
—Hansol… —murmuró con voz temblorosa —Tenemos que ir al hospital.
Nueve meses no habían sido suficientes para prepararla ni psicológica ni emocionalmente. Lo supo en cuanto se puso de pie y sintió que se le empapaban las piernas, lo supo en cuanto estuvo en el automóvil y no pudo recordar en qué momento Hansol la había ayudado a cambiarse y a preparar el coche. Lo supo porque no era capaz de escuchar las palabras de su esposo, porque concentrarse en algo más que no fuera respirar profundo era una misión casi imposible. ¿Cómo había mujeres que podían pasar por eso más de una vez?
—¿Cuánto falta? —preguntó, sosteniéndose el vientre como si fuera a caérsele. A través de la ventana, podía ver edificios y calles familiares, sabía que estaban cerca, pero aun así necesitaba ese pequeño alivio de que alguien más le dijera que estaban cerca, que todo saldría bien. Y probablemente era eso lo que Hansol había estado murmurando durante todo el camino, solo que todavía no había podido prestarle atención. En un momento como ese, una inyección epidural era lo único de lo que quería saber, ya tendría tiempo para lo demás cuando el dolor se detuviera.
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» april 20th, 2023. 05:11 a.m.
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[여행] 기다림은 길지만, 가치가 있다.
» january 13th, 2023
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Jamie había descuidado un poco su aspecto desde que el embarazo de su esposa había avanzado y su trabajo se había hecho aún más pesado, parecía que sus jefes querían desquitar todo el tiempo posible que tuviera antes de que naciera su bebé y se ausentara los pocos días que le otorgaba su permiso de paternidad.
Y esto provocó que tuviera semanas ya, sin cortarse el cabello, no estaba tan largo, pero si lo suficiente para darle un aspecto desaliñado y que se metiera constantemente en sus ojos, ya ni siquiera era capaz de aplacarlo con algo de gel o laca incluso.
—En mis tiempos, los jovencitos se arreglaban mejor —escuchó como una fantasma con ropas a la moda más de un siglo atrás lo reprochaba, mirándolo con evidente desaprobación.
—Odio darle la razón a señoras impertinentes, HanSol, pero en efecto, tiene razón —comentó tía Amelia quien le había fruncido el ceño a la fantasma quien se veía curiosa al notar que podían verla, Jamie suspiró de alivio, al menos tía Amelia la había ahuyentado lo suficiente para que no lo siguiera a casa, se notaba que aquella mujer tenía mucho para decir.
—Por eso pedí permiso para salirme antes, pasaré a la peluquería antes de ir con Daisy —murmuró por lo bajo para que la fantasma lo escuchara y tratando de no parecer un loco de remate que hablaba solo.
El corte, sorpresivamente, había salido completamente mal, Jamie estaba distraído con los fantasmas que rondaban el local y fue incapaz de indicar con precisión el corte que quería, ahora había terminado con el cabello mucho más corto de lo normal y un flequillo que no se acomodaba por más que lo peinara con los dedos.
—No se ve tan mal —murmuró a su reflejo escuchando un coro de risas y comentarios nada agradables por parte de los fantasmas de la peluquería ¿Qué a caso el barbero asesinaba gente?
Suspirando se alejó del espejo y se dirigió a la salida, entre más pronto llegara a casa, más pronto acabaría el día y podría estar entre los brazos de su esposa a quien tanto extrañaba.
—Amor, llegué —anunció mientras entraba en el departamento que compartían y se dirigía al baño para lavarse antes de ver a la mayor.
—Si supieras lo mal que quedó su cabello, mi querida JinSol —escuchó como la tía Amelia le advertía a su pareja, como si Daisy pudiera escucharla.
—Hola, bebé ¿Has tenido un buen día? —preguntó esperanzado de que no notara su mal corte y pudieran hablar de algo más, como su hijo que era cada vez más notable en su vientre abultado.
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» november 5th, 2022
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Jamie ya no tenía la libertad de horario que tenía antes, cuando vivían en sparklers, sabía que la decisión de huir del pueblo había sido apresurada, pero también su única opción, la vida de su esposa y su bebé corrían peligro, no iba a dudar un instante en poner su bienestar por encima de todo, aún cuando extrañaba su casa amarilla con ventanas verdes, la botica y, sobre todo, a Rose, quién le había enseñado todo lo que sabía sobre remedios —aun desde la tumba— y quién lo entendía mejor que muchos otros fantasmas.
Pero, a pesar de la pérdida de las comodidades que ya conocían, su nueva vida también lo hacía feliz, todo era gracias a Daisy y el pequeño en su interior, no importaba la casa donde vivieran, ni siquiera la ciudad, siempre que él pudiera estar con ellos, sería feliz.
Así que aprovechó que ese día no tendría que trabajar, que el clima estaba perfecto y hacia tan solo un poco de frío, para Organizar todo desde muy temprano cuando la mayor yacía aún dormida entre las sábanas.
—HanSol... —lo llamó la ya tan conocida voz de la tía Amelia, testaruda en el uso del nombre que había decidido dejar en favor de su seguridad —¿Qué haces despierto tan temprano? Pensé que dijiste que querías estar a solas con mi JinSol —reclamó la fantasma, ofendida por los modos en los que Jamie le pedía privacidad, no podía culpar a un matrimonio joven y su necesidad de estar solos.
—Así fue, Tía Amelia, pero ahora preparo una sorpresa para mi esposa —recalcó la pala es mi sin querer, a veces sentía que luchaba por a atención de su pareja aún cuando él era el único capaz de ver u oír fantasmas.
Después de eso, el improvisado picnic y las cosas que podrían ocupar durante el día fueron cargados en el coche, incluida ropa para que los dos pudieran cambiarse y una hielera llena de bebidas ricas, por supuesto, no podía faltar un termo con el té preferido de Daisy.
—Amorcito... —la llamó luego de acomodarse a su lado, abrazándola por la espalda y jalando suavemente de ella para que su espalda se recargara contra su pecho, acercó su rostro hasta los cabellos de la contraria y absorbió el dulce aroma que la caracterizaba, hundiendo más su rostro para depositar un par de besos en su nuca.
—Despierta mi mimilona —pidió en voz cantarina, enderezandose un poco para recargar su barbilla sobre la cabeza ajena mientras la atraía aún más cerca —Vamos, amor, te tengo una sorpresa —dijo haciendo un puchero que por supuesto ella no podría ver, pero el tono de su voz era bastante quejoso como para dejarla saber lo que estaba haciendo. —Si no despiertas pronto el técito va a enfriarse —añadió por último.
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» november 2nd, 2022
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Jamie había sido el elegido de llevar el sobre con su preciado contenido a la pastelería vegana para encargar el pastel de revelación, había preguntado por ese tipo de pastel en particular en aquella ocasión en la que pidió el pastel para el cumpleaños de su esposa y, para su buena fortuna, se encontró con que tenían una amplia selección de opciones para aquello.
Eligió un sencillo pastel decorado con abejitas y un mensaje en inglés, preguntandose que podría ser el bebé que estaban esperando, si resultaba ser niño, el bizcocho sería azul, en caso de ser niña, sería rosa, la idea de descubrir el género de su bebé de esa forma, lo había enternecido y emocionado a partes iguales.
Fue después de trabajar que recogió el han esperado pastel, con las ansias de descubrir su misterio más que nunca.
—No entiendo como se supone que esa doctora sabe que será el bebé ¿Y esto del pastel? ¿Qué se supone que significa, HanSol? —inquirió la tía Amelia en su camino a casa, en este punto, Jamie de preguntaba si aquella fantasma se había tomado personal la tarea de cuidarlo, había comenzado a seguirlo más a él que a su protegida.
Probablemente tendría que ver con el hecho de que Tía Amelia era de esos fantasmas que amaba ser oído y escuchado, Jamie había tenido que lidiar con un montón de esos mu***os en su infancia, sobre todo por qué carecía de la habilidad suficiente para fingir que no se daba cuenta de su presencia, incluso, había ocasiones donde no distinguía a los vivos de los mu***os, luego de muchas experiencias desagradables había aprendido su lección, no siempre era buena idea prestar atención a todo aquel que le hablara.
—Por qué las cosas han cambiado bastante, Tía Amelia, además, es divertido descubrirlo de esta forma —le explicó no sin un toque de impaciencia, recibiendo más de un par de reproches.
Lo primero que hizo en el momento en el que llegó a su hogar, fue dejar la caja del pastel sobre la mesa del comedor y casi corrió en dirección de la cocina, buscando el cuchillo, los tenedores y un par de platos para que pudieran partir el pastel lo antes posible.
—¡Amor! —llamó a la mayor en su camino de regreso al comedor —¡Ya llegué! —anunció con emoción contenida.
Sonrió al encontrarse con su pareja en el comedor, quién miraba curiosa el pastel y se veía tan emocionada como el mismo se sentía.
—Hola, preciosa —murmuró dejando las cosas sobre la mesa y acercándose a la contraria para rodear su cintura con sus brazos y atraerla cerca de sí, la pancita del embarazo era más notoria cada vez y ahora era capaz de sentirla cada que la abrazaba, no podía ni nombrar lo mucho que lo enternece aquel hecho —Te extrañé mucho —admitió antes de besarla propiamente, por muy ansioso que estuviera, siempre había tiempo para saludar propiamente a su esposa.
—¿Estás lista para descubrir si tendremos una renacuaja o un renacuajo? —preguntó divertido, aún sin deseos de soltarla, a su alrededor se congregaron todos los guardianes de la brujita, se veían curiosos esperando a descubrir el misterio.
Un poco a regañadientes, liberó a la mayor de su agarre y se giró para sacar el pastel de su envoltorio, buscando el cuchillo el cual entregó por el mango a Daisy. —¿Nos harías los honores? —cuestionó sonriente, incapaz de esperar un segundo más.
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[IG: 04.11] 이것을 영원히 소중히 하자.
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이것 좀 봐, 그가 보여! 마침내 나는 내 아기를 애무하며 시간을 보낼 수 있다. 정말 사랑한다.
#16주1일
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[IG: 03.11] 이것을 영원히 소중히 하자.
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오늘은 내 생일이지만, 우리 올챙이가 5개월이 되는 날이기도 해. 우린 너무 행복해, 믿을 수가 없어.
#16주0일
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[IG: 06.10] 이것을 영원히 소중히 하자.
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12주가 지났지만 이렇게 앉아 있을 수 있어요. 내 배는 언제 자랄까?
#12주0일
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[IG: 27.08] 이것을 영원히 소중히 하자.
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임신 꼬리표를 달았어요. 이제 나는 여왕 대접을 받아야 한다 ㅋㅋㅋ.
#6주2일
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[IG: 27.08] 이것을 영원히 소중히 하자.
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오늘 우리는 처음으로 우리의 작은 올챙이를 보았어! 콩알만해서 너무 귀여워요.
배아: 9mm
#6주2일
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[여행] 기다림은 길지만, 가치가 있다.
» november 1st, 2022
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Las cosas habían cambiado bastante para Daisy durante los últimos meses. No solo su cuerpo estaba en medio de una enorme transformación, también su vida y sus relaciones habían estado evolucionando y tomando matices muy diferentes a los que acostumbraba. Toda su vida la había pasado en un pueblo, tan pequeño y poco concurrido que era muy difícil para ella cruzarse con alguien que no conociera. Desde su llegada a la ciudad, sin embargo, se sentía como en una película futurista muy interesante.
Por suerte para Jamie y para ella, adaptarse al ritmo de Seúl no era tan complicado ahora como lo había sido al comienzo, y ya eran capaces de moverse y mezclarse entre las multitudes sin mayores inconvenientes. No iba a negar que en muchas ocasiones extrañaba la tranquilidad de su antiguo hogar y esos quehaceres simples y otoñales que abundaban en su vecindario, pero estar embarazada en una ciudad grande como en la que vivían ahora era indudablemente ventajoso. Su bebé, a quien ese día verían por segunda vez a través de una ecografía, parecía estar creciendo saludable y lejos del peligro.
—¿Crees que podamos saber su s**o hoy? Espero que sí, porque hemos hablado mucho sobre pasteles de revelación y ahora necesito comer uno de esos... —comentó Daisy mientras caminaban hacia la clínica, el antojo amenazando con despertar su mal humor. Si bien todavía podía caminar a un ritmo normal, le gustaba abrazarse al brazo de su esposo y caminar lento para disfrutar el recorrido. Los edificios y las avenidas de Seúl eran maravillosas, tan diferentes a todo lo que había conocido antes; cinco meses no habían sido suficiente para dejar de admirarse con la belleza de la capital.
Eventualmente tuvieron que apresurarse para llegar a tiempo a la cita, y su obstetra los recibió con la misma amabilidad de la vez anterior. Era una mujer con sentido del humor y optimismo, quien no tardó en entusiasmarse cuando Daisy le preguntó si serían capaces de saber el s**o del bebé en esa ocasión.
—¡Pero no queremos saberlo! —dijo de inmediato— O sea, queremos que usted lo sepa y lo escriba en un papel... —intentó explicarse, mirando a su esposo en un intento de pedir su ayuda, Daisy estaba demasiado nerviosa como para encontrar las palabras adecuadas. De seguro la doctora entendería a qué se referían, no eran ellos los primeros en unirse a la tendencia de las fiestas de revelación de s**o, incluso si ellos habían preferido hacer una celebración más privada.
Cuando por fin aclararon lo que querían hacer, la cita continuó con regularidad. Daisy tuvo que dejar al descubierto su abdomen, que a esas alturas se notaba abultado incluso estando acostada, y tuvo que aguantarse las ganas de hacer muecas al sentir el gel frío contra su piel. Por supuesto, la incomodidad se desvaneció tan pronto vieron a su bebé en la pantalla. Era la segunda vez que lo veían, pero lucía por completo diferente. Había crecido y, aunque por ahora no se movía demasiado, era evidente lo saludable que estaba.
—Su bebé mide 13 centímetros y pesa casi 100 gramos —anunció la obstetra después de haber manipulado un par de veces el ecógrafo, y no dudó en señalar la pantalla para explicar la fase de desarrollo en que su pequeño renacuajo se encontraba. Daisy intentaba no enfocar demasiado su mirada, sería una lástima que, de pronto, se enterase del s**o del bebé sin querer. Pero no fue hasta el final de la cita que la obstetra anunció que intentaría averiguarlo.
—Amor… —llamó a su esposo, aferrándose incluso más de lo que estaba a su brazo y apartando su mirada de la pantalla para no enterarse de lo que ocurría. Los latidos rápidos del corazón de su bebé fue lo único que escuchó durante un buen rato, y sus nervios aumentaron mientras Jamie y ella se sostenían el uno al otro y esperaban noticias. Finalmente, una exclamación de victoria les confirmó que la mejor obstetra del mundo —como Daisy comenzó a llamar a esa mujer— había logrado averiguar el s**o del bebé.
La gran noticia terminó impresa en un papel y perfectamente resguardada dentro de un sobre. Lo único que necesitaban hacer ahora, además de celebrar lo perfectamente bien que estaba creciendo su bebé, era llevar ese sobre a una pastelería y esperar hasta el momento en que la respuesta llegase a ellos en forma de pastel. La simple idea tenía a Daisy al borde del colapso, ¿cómo se podía ser tan feliz? ¿Qué había hecho bien para que su vida se estuviera convirtiendo en un cuento de hadas?
—Te amo, te amo, te amo —dijo cuando salieron de la clínica, sus brazos rodeando el cuello de su esposo mientras le llenaba de besos el rostro. Estar enamorada de él era maravilloso, una sensación que no se cansaba de sentir, y saber que pronto serían padres de la criatura más hermosa del universo resultaba casi imposible de creer. Sin importar lo que hubiera ocurrido en el pasado, Daisy estaba segura de no querer renunciar a nada de lo que tenían en el presente. Era su pequeño mundo de felicidad y amor, uno que no dejaba de expandirse y llenarse de bendiciones y buenas noticias. Y ese era apenas el comienzo.
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» october 6th, 2022
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Jamie había leído en uno de esos libros con consejos de paternidad que los bebés, aún en etapas tempranas de desarrollo, eran capaces de escuchar las voces de sus padres aún en la pancita de su mamá, leerle un cuento sería algo bastante beneficioso para el pequeño renacuajo que crecía dentro de su esposa, la sola idea lo hacía sentir una calidez en su estómago y una emoción en el pecho.
Por lo que al regresar del trabajo, pasó por una de las pequeñas librerías cercanas al departamento que compartía con Daisy, los libros eran un poco anticuados, pero eso no lo detuvo de encontrar lo que estaba buscando, un pequeño libro con cuentos para niños, era una recopilación ilustrada de Andersen, al futuro padre le pareció que sería perfecto luego de ojearlo una vez, sonrió y lo pagó sin más demora, ansioso por volver a casa luego de un largo día lejos de su pareja, a quien, sin importar que tan solo fueran unas cuantas horas, extrañaba desmesuradamente.
Aunque le sorprendió que quién lo recibiera en la puerta fuese tía Amelia y no la mayor, lucía un tanto malhumorada y hasta aburrida, no estaba acostumbrada a la vida en la ciudad y tanto ella como la pareja extrañaban el enorme jardín de su casa en sparklers.
—¿Por qué has tardado tanto, HanSol? —exigió como su esposa jamás había hecho, no pudo evitar reírse.
—Hola, tía Amelia, estoy bien, gracias por preguntar y preferiría que me llames Jamie, tu mejor que nadie entiende nuestros cambios de nombre —le reprochó sin responder a su pregunta, recibiendo como respuesta una mueca de la guardiana de su esposa.
—¿Podrías darme un tiempo a solas con Daisy? —pidió ocultando el libro, por mucho que estaba acostumbrado a su constante presencia en los momentos más importantes de su vida, de vez en cuando añoraba la soledad que solo aquellos que no poseían el don de la visión podían alcanzar.
La fantasma suspiró y se encogió de hombros, sentándose en la sala donde pretendía quedarse, al menos le otorgaría un par de minutos a solas con Daisy.
—¿Amor? —preguntó al ingresar a la habitación luego de haberse lavado rápidamente, ansioso por verla al fin, sonrió al encontrarse con su pareja recostada leyendo un libro de vampiros que a ambos les había gustado bastante luego de haberse mudado a esa nueva ciudad, ese tipo de literatura no solía llegar a los pueblos otoñales.
—¿Cómo están? ¿Tuvieron un buen día? Los extrañé —admitió mientras se acomodaba a su lado, había dejado el libro que traía consigo en la mesa de noche de su lado, no tardó en abrazar a su pareja por la espalda y atraerla contra sí, hundiendo el rostro en su nuca y absorbiendo aquel aroma tan característico de ella, se sentía por fin en su hogar.
—te traje algo —comenzó a decir, interrumpido por un beso que dejó en la parte trasera del cuello de su esposa antes de enderezarse un poco para verla —bueno, es más para el renacuajito que para ti —confesó con las mejillas calientes, sintiéndose un poco tímido —leí por ahí que es bueno para los bebés cuando sus padres les leen ¿Te gustaría intentar? —preguntó alejándose del todo para que la mayor pudiera acostarse con la espalda contra el colchón y él alcanzara el libro.
—les compré esto —confesó sonriente —quiero leerle el patito feo a nuestro bebé ¿Puedo? —pidió poniendo suavemente su palma contra el vientre casi plano de la contraria, el pequeño bulto del embarazo siendo casi invisible, aún muy pequeño para ser notado si no lo buscabas a conciencia.
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» august 27th, 2022
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Adaptarse a una nueva ciudad después de haber pasado toda su vida en un pueblo pequeño no era tarea fácil. Ni siquiera cuando llegó el momento de ver por primera vez a su futuro bebé se sintió segura; las calles de aquella ciudad eran largas y amplias, y un montón de gente las recorría a una velocidad impresionante. Los motivos que habían llevado a la pareja a escapar de su perfecto hogar eran difíciles de explicar, y casi siempre evitaban hablar al respecto a menos que estuvieran solos. Sobre todo ese día lo evitarían, no solo porque estaban en una sala de espera repleta de mujeres embarazadas, también porque habían prometido no tocar ciertos temas en un día tan especial como ese.
—¿Daisy y Jamie Herondale?
Al comienzo le costó reaccionar, pero luego recordó que esos eran sus nuevos nombres y, como si le hubieran dado el susto más grande de su vida, JinSol Chwe —ahora Daisy Herondale— saltó de su asiento para responderle a la secretaria de su médico.
—¡Hola! —saludó, regresando a la nueva realidad que era su vida. No podía decir que estaba del todo conforme con lo que estaba ocurriendo; tener que huir de casa y cambiar identidades no era algo que nadie quisiera hacer jamás, pero ahora Jamie y ella compartían una fuente de felicidad que, por muy pequeña que fuese todavía, era capaz de brindarles luz y esperanzas incluso en medio del caos de sus vidas. El bebé que crecía en su interior era el motivo más grande que tenían para no rendirse.
Respiró profundo antes de voltear para ver a su esposo, a quien le sonrió antes de tomar su mano. Habían pasado por muchas cosas durante los últimos meses, sabía que no podía hacer desaparecer las preocupaciones y los miedos que compartían, pero a partir de ese momento no permitiría que nada arruinara su felicidad.
—¿Listo para conocer a nuestro renacuajito? —preguntó, acercándose para besar con cariño su mejilla. Era un día especial, tan especial que solo estaba permitido ser feliz y celebrar. Sabía que tan pronto comenzara la ecografía sus vidas cambiarían para siempre; ver por primera vez a su bebé, incluso si todavía era del tamaño de un pequeño frijol, aplastaba por completo cualquier sentimiento negativo que pudiera estar acechándolos. Daisy no podía esperar para dar aquel primer vistazo a su nueva vida.
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[여행] 인생은 아름다울 수 있다
» a day with aura: aquarium!
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Era temprano por la mañana cuando el teléfono de Jamie había sonado, la notificación anunciando que su amigo estaba en la puerta, sonrió y no tardó mucho en alcanzarla, habían quedado a las 10:00 am y como siempre, Zihao estaba perfectamente puntual tocando el timbre, los maullidos de sus gatos lo instaron a apresurarse.
Al abrir la puerta del departamento, lo primero que Jamie visualizó, fue una pequeña niña vestida con un abrigo de conejito, en sus brazos sostenía un conejito de peluche y una pequeña mochila colgaba de sus hombros, se veía completamente adorable y Jamie no pudo evitar saludarla primero a ella.
—¡Aura! Tan bonita, pasa, pasa, saluda al tío Jamie —murmuró con cierto entusiasmo dejando a la pequeña dirigirse a la sala donde su esposa ya la esperaba.
—Hola, Zihao, gracias por traerla, la cuidaremos bien —aseguró aún con emoción, escuchó cada una de las indicaciones del mayor y asintió, recibiendo la mochila más grande con las cosas que la niña podría necesitar y le aseguró que estarían bien, de todos modos tenía su número listo y podrían marcarle en caso de cualquier emergencia o que la niña extrañara a sus padres.
Hacía poco que habían quedado en ser padrinos de la pequeña y aunque el bautizo aún no se había celebrado, Jamie había logrado persuadir a su amigo para que le llevará a la niña un fin de semana y así poder consentirla, sabía que el mayor podría disfrutar un poco de tiempo a solas con su novio.
Después de despedirse, cerró la puerta y se dirigió hasta la sala donde su esposa estaba con la niña, jugando con el pequeño conejito de peluche, Jamie sintió como su corazón se aceleraba con aquella imagen tan adorable, un pensamiento que había tenido antes pero al que no había dejado dar importancia acudió a su mente ¿qué pasaba si ellos tenían un bebé? El solo imaginar a su pareja con una pancita de embarazada hizo que sus mejillas se calentaran, no dudaba que se vería completamente adorable, luego imaginarla con un bebé en brazos... Simplemente el corazón de Jamie se hinchó con la perspectiva ¿Estaría, acaso, pensando en tener un bebé?
Habían dicho que nunca tendrían uno y ahí estaba él pensando en la posibilidad, el sonrojo en sus mejillas se profundizó y en un intento de pensar en otra cosa, se acercó a dónde las chicas estaban juntas, ajenas a sus pensamientos.
—¿Qué dicen si vamos a pasear? —preguntó con entusiasmo, evitando la mirada de su pareja, sus pensamientos de ella embarazada aún corriendo en su mente —pondríamos ir al acuario —añadió sonriendo al ver la reacción emocionada de Aura, le compraría el peluche más grande que encontraran.
—A alistarse entonces ¡Nos vamos! —dijo alejándose en dirección de la habitación donde habían preparado una pequeña camita para la niña, revisando el contenido de la mochila para llevar consigo lo que podrían necesitar durante su visita al acuario, Jamie estaba de tan buen humor.
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» august 2nd, 2022
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En ocasiones, cuando ves uno de tus sueños cumplirse frente a tus ojos, tu cuerpo puede reaccionar algo… extraño. Se llama shock, es algo completamente normal y es justo lo que le pasó a Daisy esa primera mañana de agosto.
Habían pasado algunos meses desde que Jamie y Daisy habían decidido formar una familia, pero hasta ese día no habían tenido éxito. Sus expectativas eran muy altas, pero las esperanzas de Daisy habían comenzado a flaquear desde el último intento fallido, y estuvo a punto de pensar que quizás había algún problema de salud que tendrían que solucionar antes de volver a intentarlo. Esa mañana, sin embargo, cuando se levantó sabiendo que debía hacerse la prueba, tuvo un extraño presentimiento, algo le dijo que quizás esta vez el intento había dado resultados. E incluso si solían esperar juntos el resultado de la prueba, esa mañana decidió aprovechar que su esposo no estaba en casa para hacérsela sin compañía.
Y allí estaba Daisy, diez minutos después en el baño, con el cabello hecho un desastre y una prueba de embarazo positiva en sus manos. No tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que el resultado había aparecido en la prueba, pero deseó que Jamie estuviera allí para saber qué hacer con su repentina imposibilidad de moverse. Finalmente tendrían una familia juntos.
Diez verificaciones y cinco ataques de llanto después, Daisy se sintió lista para salir del baño y comenzar a hacer algo al respecto. Era más que evidente en su rostro que algo había cambiado, estaba radiante y no podía dejar de sonreír, la idea de tener un bebé con Jamie parecía casi sacada de un cuento de hadas, ¿cómo alguien podía tener esa fortuna?
Y por supuesto, como Jamie era la persona más importante de su vida, su mejor amigo y el padre de su futuro bebé, claramente merecía enterarse de la forma más bonita, así que Daisy decidió que le haría un par de regalos para acompañar la noticia. Si todo salía bien, regresaría a casa antes que él y tendría tiempo suficiente para preparar todo. Sería difícil, considerando que cada cinco minutos sentía el impulso de llamarlo por teléfono para contarle, pero finalmente logró mantenerse ocupada haciendo compras y preparando todo para la llegada de su esposo.
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El día pasó volando, y para la hora en que Jamie llegó a casa, Daisy ya había preparado la cena, y puesto en un rincón de la mesa el regalo para su esposo. Además de un pequeño pastel decorado con una ranita que sabía que sería una gran referencia para ambos, en un rincón de la mesa colocó una canasta que contenía la prueba de embarazo, un pequeño peluche de ranita, un álbum de fotos nuevo para que pudieran ir inmortalizando el proceso, un par de zapatitos de bebé y algunos libros sobre crianza que de seguro tendrían que leer juntos. También incluyó algunos de sus snacks favoritos, porque sabía que pasarían horas hablando de lo que harían en los próximos nueve meses y necesitarían un golpe de azúcar cada cierto tiempo. Por supuesto, Daisy no dejó que Jamie viera nada de eso, porque tan pronto escuchó la puerta, corrió para recibirlo.
—¡Cierra los ojos! —gritó, sonriéndole con el mismo cariño de todos los días, quizás con alguna señal delatora en su expresión que esperaba no fuera demasiado obvia. Cuando vio que el menor había obedecido a su petición, les robó un pequeño beso a sus labios y comenzó a guiarlo hacia el comedor —No puedes hacer trampa. Si lo haces, comenzaré a llorar muy fuerte y no podrás callarme ni con un millón de besitos.
Ok, eso había sido algo exagerado, pero no podía pensar en otra cosa en ese momento. Así que cuando estuvieron frente a la mesa, todo listo frente a ellos, Daisy respiró profundo y buscó la mano del menor, incluso en un momento como ese necesitaba sentirlo tan cerca como fuera posible.
—Ya puedes abrir tus ojitos de miel —anunció, y se quedó viéndolo con mucha atención, no quería perderse su reacción. E incluso si el menor todavía no abría sus ojos, supo que ese día sería uno de los más importantes de su vida, y que no podía sentirse más afortunada de estarlo compartiendo con el amor de su vida.