Carreira de Pneumatologia

O VENTO:
Na Bíblia, 54 vezes o vento é mencionado. O diabo não pode enviar vento, porque o vento é espírito que sai da boca do Criador, e se encontra vindo principalmente do Pai, também do Filho e, finalmente, do próprio Vento Santo, o Espírito Santo.

Seus propósitos são diversos. Mesmo punição, disciplina, correção, direção divina, milagres, limpeza, etc. E o Diabo e os demônios só podem aproveitar o espaço em que navega o Vento de Deus, para entrar nele e danificar “de carona”. Mas o Espírito Santo nos dá o discernimento adequado em nosso espírito para saber quando há interferência maligna em suas ondas.

Esta lição bíblica nos leva a inovar na oração: podemos e devemos orar ao Espírito Santo, ao Filho e ao Pai pedindo para sermos inundados com Seu Vento, e veremos milagres extraordinários.

Hoje, 08/06/22, quando me levantei da cadeira da escrivaninha para ir ao meu quarto, um vento forte cortou meu rosto pelo corredor, e fiquei maravilhado com isso. Verifiquei a janela do banheiro, estava fechada; a janela e a porta do escritório, fechadas, a do quarto, a mesma coisa, então voltei rapidamente para sentir mais claramente o que era, e verifiquei. Era vento sim, forte e fresco.

Eu tinha acabado de orar ao Espírito Santo. Então respondi, em voz alta, uma reprimenda, caso a manifestação fosse maligna, e declarei que aceitava se ele viesse de Deus; Fiz outro percurso igual, e o vento permanecia no corredor. Cheguei à Bíblia e encontrei 54 versículos sobre o vento. Li-os em voz alta, e não me contive de felicidade ao finalmente compreender que o Vento que sai da boca de Deus estava limpando a casa.

Estava morando em uma casa minada por demônios, e ontem vi pela última vez um demônio fugir daqui. Achei engraçado, porque entrando no quarto, ele começou de baixo, voando em direção à porta quando me viu, e queria sair pela porta, e para não me atropelar, ele me desviou na testa e foi fora. Foi quando orei ao Espírito Santo. Eu estava acostumado a orar ao Pai e ao Filho, mas quando orei ao Espírito Santo, desatou-se esse vento que nunca imaginei.

Louvado seja Deus: Pai, Filho, Espírito Santo!

EL VIENTO:

En la Biblia, 54 veces se menciona el viento. El Diablo no puede mandar viento, porque el viento es espíritu que sale de la boca del Creador, y se lo encuentra proviniendo principalmente del Padre, también del Hijo y finalmente del mismo Viento Santo, el Espíritu Santo.

Sus propósitos son varios. Incluso castigo, disciplina, corrección, dirección divina, milagros, limpieza, etc. Y el Diablo y los demonios sólo pueden aprovechar el espacio en que el Viento de Dios navega, para meterse en él y dañar "a dedo" [de carona]. Pero el Espíritu Santo nos dá el discernimiento adecuado en nuestro espíritu para saber cuando hay interferencia maligna en sus ondas.

Esta lección bíblica nos lleva a innovar en la oración: Podemos y debemos orar al Espíritu Santo, al Hijo y al Padre pidiendo inundarnos de Su Viento, y veremos milagros extraordinarios.

Hoy 8/6/22 al levantarme del sillón del escritorio para ir a mi cuarto de dormitorio, en el trayecto del pasillo cortaba mi rostro un fuerte viento, y quedé en él maravillado. Revisé la ventanilla del baño, estaba cerrada; la ventana y la puerta del escritorio, cerradas, la del dormitorio, igual, entonces volví rápido para sentir más claramente qué era aquello, y comprobé. Era viento sí, fuerte, y fresco.

Había terminado de orar al Espíritu Santo. Respondí luego, en voz alta, una reprensión, caso fuera maligna la manifestación, y declaraba que aceptaba si feura venido de Dios; volví a hacer otro trayecto igual, y el viento permanecía en el pasillo. Vine a la Biblia y encontré 54 versículos sobre el viento. Los leí en voz alta, y no podía contenerme de felicidad en terminar de entender que el Viento que sale de la boca de Dios estaba limpiando la casa.

habitaba una casa minada de demonios, y en el día de ayer vi por última vez un demonio huír de aquí. Me dio gracia, porque entrando al dormitorio, arrancó desde abajo él, volando en dirección a la puerta al verme, y quiso salir por la puerta, y para no atropellarme, me desvió en mi frente, y salió afuera. Ahí fue cuando oré al Espíritu Santo. Estaba acostumbrado a orar al Padre y al Hijo, pero al hacerlo al Espíritu Santo, se desató ese viento nunca imaginado.

Alabado sea Dios: Padre, Hijo, Espíritu Santo!

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