Darlen C

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09/08/2023

Buen día. Les comparto mi opinión semanal.

¿ Quién garantizará el estado de derecho?

En otras colaboraciones me he referido a la intensa lucha efectuada por un grupo de profesionistas, padres de familia y estudiantes que impulsaron la creación del Colegio de Bachilleres Plantel Trancoso, venciendo todas las adversidades desde la obtención de un espacio para el funcionamiento hasta la consecución de materiales didácticos, las aulas y el domo que protege de las inclemencias del tiempo.
Desde 2009 a cargo de esta institución, que no sólo se esfuerza por la preparación académica sino que además mantiene un vínculo permanente con la comunidad escolar, se encuentra la Ing. Martha Delia González Olivas, quien ha dedicado todo su esfuerzo por más de 20 años a la docencia y en los últimos 14 se encuentra concentrada en la formación de las juventudes trancoseñas.
A finales del año pasado las autoridades del COBAEZ le notificaron que se pondría a disposición la plaza que ocupaba, por lo que pidió ser evaluada en el desempeño del cargo a lo que dijeron sólo era posible si cumplía los trámites del USICAM, por lo que se apersonó con la documentación respectiva, pero le informaron que era rechazada por el sistema debido a que no tenía horas frente a grupo, requisito que recientemente pudo comprobarse no era indispensable, se trataba de una burda maniobra, pues a otros directivos que se encontraban en funciones sí se les permitió ser evaluados, al solicitar por escrito esta respuesta, sobre tal vulneración de sus derechos, simplemente se negaron sin justificación legal alguna.
Posterior a ello, luego de una consulta a las instancias nacionales de educación, pudimos constatar que en virtud de que su nombramiento se había efectuado antes de la reforma educativa del 2013 que sometía a evaluación a los maestros y que posteriormente fue derogada, por lo tanto, su cargo no estaba vacante al estar en funciones la Ing. Martha Delia y su nombramiento tener tal antigüedad.
A pesar de tales atropellos, la negativa a participar, la violentación ante su antigüedad, no quedó otra que acudir a las esferas judiciales que proporcionaron un amparo en tanto se precisaban los derechos que eran atropellados, a pesar de que por distintas vías se hizo del conocimiento de las autoridades del COBAEZ e incluso se pretendía entregar una copia a la Directora General del Subsistema la Maestra Mirna del Rocío Garza e incluso días previos un actuario intentó hacer del conocimiento oficial de tal amparo, simplemente se negaron a recibirlo argumentando estar en periodo vacacional, pero en cambio se efectúo un evento público para asignar tales cargos y aunque de nueva cuenta intentaron hacer del conocimiento del ordenamiento judicial, simple y llanamente no hubo eco.
Conozco a la Maestra Mirna del Rocío de años, sé de su calidad humana y sé también de su profesionalismo, desconozco quién le aconseja desconocer los recursos legales expuestos y el empecinamiento a desconocer los derechos adquiridos, quizá sea un exabrupto involuntario, pero sea por omisión o por una determinación consciente por desconocer los derechos de González Olivas, creo conveniente llamar la atención del Lic. Rodrigo Reyes Muguerza, Secretario General de Gobierno, a efecto de que intervenga para frenar esta cadena de excesos en contra de nuestra compañera antes de que se consume el abuso y se pisotee aún más el estado de derecho.
A mis compañeros trancoseños en primer lugar y luego a los de todo el estado, los llamo a que nos mantengamos atentos y dispuestos a brindar la solidaridad necesaria a nuestros compañeros, no hacerlo implicaría olvidar aquella consigna de unidad que nos convoca actuar como un solo hombre y un solo ideal, seguros podemos estar también de recibir el respaldo de nuestros hermanos de otras latitudes. Defender el estado de derecho, luchar contra la injusticia, evitar los atropellos ha sido la historia de siempre para los desposeídos, hoy se hace necesario recordarlo y actuar en consecuencia, partiendo siempre de aquella premisa, hoy por ti y mañana por mí.

30/07/2023

Buen día. Les comparto mi opinión semanal.

Materializar el derecho a la vivienda, tarea de todos los días

En reiteradas ocasiones me he referido a los derechos constitucionales y la gran dificultad de materializarlos, sucede a grado tal que no constituye ningún despropósito afirmar que tal disociación implica hablar de que son derechos de papel que resulta muy complicado cumplir, pues a pesar del marco legal que los específica y quien debe coadyuvar a su concreción en la realidad no es así.
Hoy quiero traer a cuenta un fragmento del artículo cuarto, que es uno en los que se enlistan un cúmulo de tópicos en los que se abordan cuestiones como: la igualdad entre el hombre y la mujer, el derecho a decidir el número de hijos; sobre la salud, el agua potable, la cultura, el deporte, los derechos de la niñez y también el derecho a la vivienda. Francamente resulta curioso e inexplicable el que se abordan temas tan disímbolos y que sólo se digan generalidades; pareciera como si sólo se tratará de contemplar tales aspectos a efecto de cubrir la formalidad, pues no se explicita qué hacer ante el incumplimiento de los mismos y como obligar a la autoridad a cumplirlos. Sin embargo a efecto de que sirva como recurso educativo y arma de lucha en nuestra actividad diaria, quiero referirme al tema de la vivienda y para ello considero útil citar textualmente:
“Toda familia tiene derecho a disfrutar de una vivienda digna y decorosa. La ley establecerá los instrumentos y apoyos necesarios a fin de alcanzar tal objetivo”.
Así nada más. Lo dicho, es una absoluta generalidad, tendríamos que preguntarnos primero, ¿qué implica una vivienda digna?, ¿cuando se habla de decorosa, se refiere al número de habitaciones o los servicios como agua entubada y energía eléctrica? Al señalar los apoyos necesarios ¿de qué ordenamiento legal estamos hablando?, ¿qué tipo de apoyos se proporcionarán?, ¿quién los ejecutará? Y podríamos lanzar otras tantas preguntas pero con lo anterior se ilustra sobre la imprecisión y generalidad referida.
En este, como en muchos otros casos, siempre dentro del marco legal y enfrentando dificultades de todo tipo hacemos múltiples esfuerzos para hacer efectivo lo contenido en la ley. Resulta necesario resaltar que lo hacemos a contracorriente, pues incluso no pocas veces implica riesgos y peligros que no frenan bajo ninguna circunstancia nuestra labor, por ello considero útil referirme a algunos casos recientes en ese sentido. Veamos.
Primeramente conviene destacar la osadía y determinación de cerca de 300 familias del Fraccionamiento Arte Mexicano en Fresnillo que liderados por Guillermo Guerrero Viramontes han lidiado con negativas, descalificaciones, e incluso a principios de año había riesgos de la privación de la libertad del dirigente sin que esto constituya temor o claudicación, al contrario, venciendo todo, ahí siguen cada vez más hermanados y dispuestos a luchar, ¡bien compañeros fresnillenses!
Otro caso, más de 300 familias de Jalpa, ahí liderados por José Manuel Torres Torres se agruparon para conformar una colonia popular que implicó la localización del terreno, la adquisición del mismo, la participación económica de la gente; e incluso algunos nubarrones de inseguridad no han sido motivo para frenar la aspiración a materializar el anhelado derecho a la vivienda, siempre, siempre ante cada adversidad mis estimados compañeros se crecen y salen adelante sabedores de que nuestro camino es largo y complejo. En Jalpa ni un paso atrás, esa ha sido siempre la conclusión y el pasado 9 de julio pude constatar de nueva cuenta en un emotivo evento político lleno de hermandad y calidez humana.
Vale también traer a cuenta la actividad de gestoría por la regularización de colonias formadas en Valparaíso ahí comandadas por Manuel Rodríguez y Yolanda Segura, que acuciosamente, sin descanso van cumpliendo cada paso para darle la certeza sobre su patrimonio a las familias, pero a la par de ello la lucha por los servicios ha sido la constante, demostrando nuestra determinación también por cumplir lo dicho en la constitución.
A los ejemplos recientes podríamos sumar casos como La Antorcha, Carlos Fuentes y Jorge Obispo en Guadalupe, las primeras colonias de Jalpa o de Fresnillo, demostrando esa labor de años que difícilmente pueden borrarse de la mente de la gente y que obran ahí como constancia de nuestra labor.
Hace algunos días un comunicador con el que llegue a sostener en otros tiempos amenas pláticas hablaba, (para quedar bien con sus nuevos amigos) de nuestra “extinción”, estuve a punto de contestarle, pero reflexioné y concluí que mi tarea no es convencer a comunicadores, sino abanderar las causas más sentidas y justas del pueblo trabajador. Por ello los recientes ejemplos son una prueba irrefutable de que hay mucho por hacer y que los casos referidos deben servir de asideras para seguir adelante en otras latitudes, llevando como tarea primaria buscar la equidad social y la materialización de los derechos constitucionales. Nada más, pero nada menos.

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06/01/2023

AFGANISTÁN Y EL FUTURO DEL MUNDO

Por: Aquiles Córdova Morán

Muchos comentarios negativos, críticas acerbas y predicciones tremendistas para el pueblo afgano y para la libertad y la plena igualdad de las mujeres, se han escrito y escriben durante y después de la evacuación de las tropas de la OTAN (mayoritariamente norteamericanas) de Afganistán y la ocupación inmediata del país por los talibanes. En particular los especialistas en análisis geopolítico y los publicistas que amplifican sus opiniones, aseguran que esto es una innegable derrota del “ejército de la libertad, la democracia y los derechos humanos”, es decir, una derrota de los “valores occidentales”, lo cual hace temer por el futuro de la civilización.
En contraste, y sin olvidar diferencias de fondo y de matiz entre ellos, los teóricos y publicistas de la izquierda mundial, junto con los países que hace rato vienen oponiéndose al dominio hegemónico de una sola potencia mundial y pugnando por una leal cooperación entre todas las naciones, por el desarrollo compartido y el beneficio mutuo, en fin, un mundo solidario y multipolar, sin países explotadores y países explotados, tienen una valoración distinta, francamente positiva en algunos casos, de lo ocurrido en Afganistán.
Esta disparidad de opiniones no es nueva, no está determinada por la simple casualidad ni por la naturaleza particular del hecho ni por los intereses inmediatos y cortoplacistas de grupos y países. Creo que esto es lo mismo que ocurre siempre que se discuten problemas que afectan los intereses de muchos o a todos, ya se trate de cuestiones científicas, religiosas, filosóficas, morales, de organización social o de las distintas formas de Estado y de gobierno, es decir, de problemas de verdadera trascendencia universal que obligan a personajes, instituciones y países a tomar una posición definida y precisa sobre ellos. Tal es el caso de la derrota de Occidente en Afganistán.
En el fondo de tales discrepancias se encuentran, en mi opinión, dos filosofías opuestas del mundo y de la vida, dos maneras distintas de mirarlos y conceptualizarlos y dos herramientas del pensar directamente opuestas con las que se analizan y se formulan opiniones sobre las cuestiones a debate. Hablo de la misma visión materialista del universo de Heráclito de Éfeso, que lo caracterizó como una totalidad material regida en su existencia y desarrollo por una ley inmanente (el logos) según la cual “todas las cosas son gobernadas por medio de todas”, es decir, sin necesidad de una fuerza exterior a él que lo determine y ordene; y, del otro lado, de quienes lo ven como un gran prodigio de racionalidad y organización que solo pudo ser creado y organizado por una inteligencia suprema, ajena al propio universo y de naturaleza distinta a él.
Estas dos visiones han coexistido desde que apareció el pensamiento sistemático y con pujos de racionalidad en la ciudades griegas del Asia Menor, tal como lo han documentado los historiadores de la filosofía de todas las escuelas. Ellas y sus respectivas herramientas de análisis y de estudio, siguiendo a Heráclito, tampoco son fruto de la imaginación o de la inteligencia pura, sino de la influencia directa e indirecta de la misma realidad que se quiere conocer sobre el sujeto cognoscente, es decir, sobre el ser humano. El carácter terrenal de su pensamiento, así sea el más abstracto, se demuestra por el hecho de que puede aplicarse, con los resultados esperados, a esa misma realidad de donde procede. Ejemplos: las matemáticas más avanzadas, las geometrías no euclidianas, la teoría de la relatividad y la física cuántica. En síntesis, las divergencias inevitables en el modo de concebir y conceptualizar todos los fenómenos del universo, nacen de la realidad misma y son el reflejo activo de la lucha y el enfrentamiento que se gesta y desarrolla en el seno de la sociedad desde el momento en que ésta se escinde en clases antagónicas. Su antagonismo es, por tanto, irreductible e inconciliable, al menos mientras exista la escisión social que las engendra, aunque pueda inhibirse por la fuerza la más débil socialmente hablando.
Volvamos a Afganistán. La invasión y la consiguiente ocupación militar por espacio de 20 años por Estados Unidos, no obedeció al deseo de instaurar la libertad, la democracia y los derechos humanos en esa sociedad tribal, con una organización económica, política y estatal muy rezagada y con una religión fundamentalista que considera por principio a la mujer inferior al hombre y la fuente originaria y perpetua de la tentación y la lujuria masculinas, como acaba de reconocerlo sin tapujos el propio presidente Joseph R. Biden. Sin embargo, tampoco fue la que él manifiesta, es decir, aprehender y castigar a los responsables del ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York, el famoso y fatídico 11-S. Los hechos demuestran que nunca detuvieron ni juzgaron a nadie, y que el as*****to (porque fue eso y no un acto de justicia) de Osama bin Laden, ocurrió fuera de Afganistán. ¿Para qué, entonces, veinte años de ocupación?
La explicación se torna sorprendentemente sencilla si no la miramos como un hecho aislado, sino como una pieza infaltable del rompecabezas de la política norteamericana en Oriente Cercano y Medio, semejante, por tanto, en todos los aspectos fundamentales (incluidas las mentiras flagrantes empleadas para justificarla) a las sufridas, antes y después, por países como Yugoslavia, Irán, Libia, Túnez, Egipto, Irak y Siria. Estas guerras feroces, realmente aterradoras, que causaron y siguen causando cientos de miles de civiles inocentes mu***os amén de los miles de combatientes, llevadas a cabo contra sociedades pacíficas, inermes y situadas a miles de kilómetros de la potencia agresora, no tiene cada una explicación particular, sino una sola y la misma para todas: el afán compulsivo de Estados Unidos por adueñarse de todas las zonas del planeta ricas en gas, petróleo y metales estratégicos, indispensables para alimentar al Moloch insaciable que es su complejo militar-industrial junto con sus grandes monopolios trasnacionales en general.
Pero tal ambición no se circunscribe al puro interés económico, al hambre de “comodities” baratos (y, si se puede, gratuitos). También comprende cuestiones como la de asegurarse el dominio político del planeta, para lo cual busca afanosamente, ayudado por su ciencia y tecnología de vanguardia, manipular la mente y la voluntad de los seres humanos. Esta manipulación resulta esencial para asegurar sin problemas el control político, y este, a su vez, para garantizar el control de los mercados y las materias primas de los países conquistados. Con esto en sus manos, asegura el dominio absoluto de las rutas aéreas, terrestres y marítimas del planeta y pone a su servicio las ventajas estratégicas derivadas de la ubicación geográfica de cada país y de toda una región, tanto para beneficio de sus importaciones y exportaciones como en previsión de una futura guerra. Este poderoso círculo de hierro, verdaderamente diabólico, fue minuciosamente elaborado en todos sus detalles en el proyecto conocido como “Medio Oriente Ampliado”, desarrollado por la dupla Rumsfeld-Cebrowski cuyos nombres lleva.
La invasión de Afganistán bajo “bandera falsa” (igual que en los casos de Irak, Libia, Yugoslavia, Siria, etc.) es parte integrante del plan Rumsfeld-Cebrowski, cuyo objetivo estratégico es desorganizar de raíz al Estado invadido: ejército, gobierno, economía, educación y cultura, y de ese modo volver prácticamente imposible su reconstrucción por mucho tiempo y, de ser posible, para siempre. Este es el significado de la frase “guerra sin fin” que lanzó George Bush hijo a raíz del 11-S. Naturalmente que el éxito de este plan, cuyo carácter brutal, sanguinario e inhumano deja en categoría de bebé en pañales a Hi**er, exige sin falta el quebrantamiento total de la voluntad, la inteligencia y el libre albedrío de los pueblos sometidos. Para esto, el imperialismo ha creado y cuenta hoy con un poderoso y eficiente ejército, integrado por intelectuales, investigadores, laboratorios y científicos de altísimo nivel, politólogos, periodistas, publicistas, cineastas, artistas, misioneros, etc. A la vanguardia de semejante ejército van los gigantes digitales como Amazon, Google, Apple, Microsoft y Facebook.
El peligro que entraña este plan imperialista no puede exagerarse. La guerra mental, el “lavado de cerebros” para imponerlo, no se libra solo al interior de los países invadidos o por invadir, sino en todo el mundo, cuya simpatía y aprobación le son indispensables para llevar adelante sus guerras de conquista. Para eso financia nutridas quintacolumnas mediáticas y propagandísticas por todo el planeta, que activa cada vez que tiene necesidad de hacerlo. Hoy lo vemos: sobran los que reprochan a los “soldados de la libertad”, a los halcones de la OTAN y EE.UU., haber abandonado a jóvenes, mujeres, traductores, contratistas carroñeros de la economía afgana, etc., en manos de los “salvajes, fanáticos y bárbaros” talibanes, y asustan al mundo con los horrores que le esperan si los enemigos de la libertad, la democracia y los derechos humanos se imponen finalmente en todas partes. Sufriremos, dicen, más que Adán y Eva al ser arrojados del jardín del Edén.
Lo sepan o no, quienes propalan eso son parte del ejército de medios, intelectuales, columnistas y divulgadores al servicio del imperialismo. Olvidan que en el Edén capitalista que defienden crecen por horas la desigualdad, la pobreza, la ignorancia, el hambre, la insalubridad, la falta de educación, vivienda y servicios y las muertes por coronavirus, mientras miles mueren bajo la bota imperial y las grandes fortunas, como las farmacéuticas, hinchan sus bolsillos. En realidad, como afirma la izquierda mundial y los países enemigos del mundo unipolar, la derrota de los halcones imperiales en Afganistán es una buena noticia, porque es la derrota del proyecto Rumsfeld-Cebrowski, es la derrota de las ambiciones del imperialismo norteamericano por dominar todo el planeta en su provecho exclusivo.
Y es, por tanto, una victoria para quienes quieren un mundo para todos, fraterno, solidario, pacífico y progresando por el trabajo creativo de todos para el bienestar de todos; un mundo que en vez de satanizar a los talibanes, los ayude a construir un mejor país por ellos y para ellos, sin injerencias ni imposiciones de supuestos valores universales; un país no anclado en el pasado sino con la vista puesta en un futuro de bienestar para las mayorías. Esta es, dicen, la mejor manera de defender a las mujeres, a los jóvenes y otras víctimas del fanatismo. Yo comparto eso.

23/12/2022

LA CRÍTICA DE LA POBREZA Y LA POBREZA DE LA CRÍTICA

Por: Aquiles Córdova Morán

Desde su nacimiento, hace poco más de 40 años, el Movimiento Antorchista Nacional sostuvo con claridad que el problema básico del país, la matriz de donde nacen y se alimentan casi todos los graves problemas, aparentemente independientes entre sí, que nos aquejan, era y es la pobreza. En efecto, es fácil descubrir, a poco que se piense, que flagelos tales como falta de vivienda; de servicios básicos como agua, gas, electricidad y drenaje; escasos y deficientes servicios de salud; mala calidad de la educación; marginación aguda de poblaciones urbanas pequeñas y, más aún, de las comunidades campesinas; emigración del campo a los centros urbanos del país y al extranjero en busca de empleo; el crecimiento explosivo del ambulantaje y (hoy lo podemos agregar a la lista) el igualmente explosivo crecimiento del narcotráfico y del crimen organizado con su secuela de as*****tos, secuestros, robos a casa habitación, asaltos a mano armada en la vía pública y un largo etcétera, tienen todos un origen común: la pobreza y la desigualdad que afectan a la gran mayoría de los mexicanos.

También dijimos desde entonces que la pobreza, a su vez, se origina en la confianza ciega en el mercado y sus leyes, en la creencia de que éste, sin intervención de nadie (y menos del Estado), es capaz no sólo de generar la riqueza que la sociedad necesita, sino también de repartirla equitativamente; que si bien en un primer momento la renta se acumula en pocas manos, con el tiempo y gracias al libre juego de la oferta y la demanda, esa riqueza “gotea” de arriba hacia abajo creando empleos, elevando los salarios y las prestaciones de los trabajadores y mejorando el bienestar de la sociedad en su conjunto. Antorcha sostenía y sostiene que hay suficientes razones teóricas y datos estadísticos que demuestran que la “teoría del goteo”, es decir, la distribución automática de la riqueza por el mercado, es falsa; que largos años de estudio y de observaciones llevan a la firme conclusión de que el mercado, librado a sus propias fuerzas, es un eficaz productor de riqueza pero que no contiene un solo mecanismo que permita suponerlo, también, un eficiente distribuidor de la misma. Que, por tanto, ese reparto sólo puede lograrse con medidas dictadas ex profeso para ello, y que este es un deber central de todo gobierno que se preocupe seriamente por el bienestar de sus gobernados, para lo cual cuenta con las facultades legales necesarias y suficientes.

En aquel tiempo nadie nos tomó en serio ni nos hizo ningún caso; en vez de ello, fuimos víctimas de una furibunda campaña de insultos, acusaciones y calumnias que distorsionó gravemente la imagen pública y la verdadera naturaleza y propósitos de nuestro movimiento: “paramilitares”, “brazo armado del PRI”, esquiroles pagados por el gobierno para desestabilizar y denunciar a las “verdaderas organizaciones revolucionarias” fueron algunas de las infamias con que se nos calumnió. A ellas se han agregado con el tiempo otras nuevas como “invasores”, “chantajistas”, farsantes que “lucran y se enriquecen con la pobreza de la gente”, etc., etc. Pero la situación ha variado a pesar de todo. Hoy ya no somos los únicos “desubicados”, los únicos ignorantes y despistados sobre la justicia inmanente del mercado y sobre la teoría del “goteo”; hoy hay un clamor mundial, un grito de alerta universal sobre el fracaso del “fundamentalismo de mercado” sobre el peligro que representa la creciente desigualdad social en los países que lo aplican a rajatabla, sin excluir a los más altamente desarrollados, como Estados Unidos o la Unión Europea. Organismos tan poco sospechosos de “izquierdismo” como la OXFAM, la CEPAL, el Foro Económico de Davos o economistas como Joseph E. Stiglitz manejan datos impactantes sobre la absurda concentración de la riqueza en manos de muy pocos, a costa de los salarios, las prestaciones y las pesadas cargas impositivas sobre las mayorías asalariadas; declaran sin rodeos la falsedad de la teoría del “goteo”, claman por una revisión a fondo de los principios y leyes de la economía de mercado y llaman a rescatar la democracia, secuestrada por los grupos ricos, para ponerla en manos de las mayorías si es que el Estado ha de asumir en serio el reto de redistribur la renta nacional. Algunos advierten, además, que de seguir la desigualdad como va, lo que nos aguarda en el futuro es, o bien un estallido social de graves consecuencias, o bien un nuevo fascismo para someter a viva fuerza a tantos millones de inconformes. Así pues, según estos puntos de vista, Antorcha tenía y tiene razón.

Por eso resulta sorprendente que, a juzgar por el trato que dan al Movimiento Antorchista Nacional los medios, los columnistas y articulistas especializados y algunos funcionarios públicos, no parecen haberse enterado, ni poco ni mucho, de los cambios de opinión en el mundo a que me refiero. Basta fijarse en lo que ocurría cada vez que un grupo de antorchistas salía a la calle a manifestar su descontento, a denunciar la pobreza en que viven y a exigir soluciones urgentes a algunos problemas inaplazables. Es aleccionador ver cómo reporteros que han ganado hasta premios por “trabajos de denuncia de la pobreza” en algún apartado rincón del país; noticieros y conductores que han hecho fama de defensores de los derechos de quienes menos tienen; intelectuales que pasan por “críticos” del sistema y hasta por “izquierdistas moderados”; partidos y corrientes “de oposición”, etc., se unifican automáticamente ante una marcha de antorchistas y, todos a una, se lanzan al ataque con los viejos, sobados y desacreditados epítetos de siempre, muy repetidos y nunca probados por nadie y de los que ya hablé más arriba, haciendo olímpicamente a un lado el motivo de la protesta y las razones de los inconformes. De paso, han acusado también a las autoridades “por no aplicar mano dura contra los alborotadores”.

Es notorio, en cambio, cómo a nadie, absolutamente a nadie de quienes nos atacan, se le pasa por las mientes discutir y desbaratar con argumentos sólidos, nacidos del estudio y dominio del tema, nuestra caracterización de la situación nacional, nuestra formulación y explicación del problema básico y sus derivaciones, y las soluciones que proponemos para remediar la situación. A nadie se le ocurre, por tanto, que puesto que nuestras marchas, mítines y plantones no son otra cosa que la materialización, que la aplicación práctica de nuestro punto de vista sobre la situación nacional y las medidas que demanda, para descalificar esos movimientos y justificar la mano dura contra ellos no se requieren calificativos viscerales ni imputaciones calumniosas, sin sustento alguno en hechos comprobados; que hace falta demostrar la falsedad o equivocación de los argumentos básicos en que se fundan, para de allí concluir lo injustificado e intolerable de tales movimientos públicos de protesta. Ahora bien, ¿cómo se explica este tratamiento “erróneo”, por decir lo menos? La primera respuesta que se ocurre es el carácter mercenario, de negocio privado, de los principales medios de información; pero quizá exista otra explicación que no se excluye con la primera: la petrificación mental del periodista profesional, fruto fatal de su trato continuo y obligado, sin alternativa posible, con políticos, gobernantes y organizaciones cuyo sello característico es el interés bastardo, la mentira, la corrupción, el chantaje, la simulación y el arribismo entre otros. Este trato obligado e invariante ha incapacitado al profesional de la información para admitir aunque sólo sea la posibilidad de algo diferente, nuevo, con otras metas y con otros métodos de trabajo; y por eso aplican a todo mundo, sin vacilar, la misma vara de medir, las mismas categorías y los mismos calificativos que han aprendido en su comercio frecuente con el hampa política. Los antorchistas, a querer o no, estamos pagando esa deformación profesional: practicamos la crítica de la pobreza y, en respuesta, se nos aplica la pobreza de la crítica que hoy existe en México. Ni modo. Aun así, seguiremos adelante.

15/12/2022

LA DEMOCRACIA LIBERAL ES UNA FORMA HISTÓRICA DEL ESTADO

Por: Aquiles Córdova Morán

Según la ciencia del materialismo histórico, el Estado no ha existido siempre. Nació cuando la producción social fue capaz de generar un excedente económico del que se apropió la capa social que, de tiempo atrás, venía desempeñando funciones organizativas y directivas del trabajo colectivo de la horda y de la tribu. Con ello se disolvió la comunidad originaria y su lugar lo ocupó la sociedad dividida en clases con intereses antagónicos. El Estado surge, precisamente, como la herramienta que la clase dominante requiere para asegurar su dominio y garantizar el funcionamiento fluido de la maquinaria social a su servicio. El Estado ha sufrido cambios de forma para adaptarse a los cambios que, a su vez, ha experimentado la organización de la producción social. El Estado democrático-liberal es la forma de Estado que corresponde al modo de producción capitalista. Pero bajo sus cambios de forma, y gracias a ellos, el Estado ha conservado su carácter de forma organizada del poder y de la fuerza de la clase dominante, incluso en la sociedad capitalista, en la sociedad organizada como una máquina productora de mercancías.

Entendido así el Estado, el presidente López Obrador tiene razón cuando afirmó que el Estado mexicano ha sido hasta hoy una junta de notables al servicio del gran capital; que los apoyos, concesiones, exenciones y privilegios que le ha otorgado, han sido un factor de su enriquecimiento insultante y de los límites intolerables que han alcanzado la desigualdad y la pobreza entre las clases populares; cuando culpa a Gobiernos pasados por el “capitalismo de cuates” que ha florecido entre nosotros. Pero se equivoca rotundamente al pensar que este maridaje es exclusivo y peculiar de México; que solo aquí existe el “capitalismo de cuates”, y que su Gobierno puede acabar con esta relación perversa de una vez y para siempre. Y más aún cuando afirmó que es un problema de voluntad política; que basta con que él lo decida y lo haga público para que el contubernio y el trasiego de recursos y favores entre Gobierno y capital desaparezcan como por milagro.

“Eso se acabó”, declaró enfático el Presidente; ahora hay una completa separación entre poder político y económico y el capital debe someterse a las decisiones del Gobierno si quiere sobrevivir y prosperar “honradamente". La equivocación reside en el carácter unilateral del planteamiento, en que se mira solo una cara del fenómeno pero se olvida “darle la vuelta”. El Presidente solo ve lo que el Gobierno le ha dado al capital, pero no lo que el capital aporta a la vida de la sociedad en su conjunto y, por tanto, también a la vida y actividad del Gobierno. Ignora o calla que ninguna sociedad presente, pasada o futura, puede vivir sin los bienes y servicios que sustentan la vida de sus miembros; y que en una economía capitalista, todos los medios necesarios para producir dichos bienes y servicios están en manos del capital; que toda la riqueza, sin exceptuar los ingresos fiscales del Estado, proceden, en última instancia, de sus inversiones productivas; que en esto residen su fuerza y su poder y que esto no es exclusivo de México ni puede borrarse con una simple declaración. La verdad es que ambos poderes se necesitan, dependen el uno del otro y entre los dos garantizan la existencia de la sociedad. Quien intente separarlos artificialmente, se aventura por un camino asaz peligroso y con un elevadísimo costo para la sociedad en caso de fracasar. Hay más de un ejemplo reciente al respecto. Sin embargo, no es una rareza histórica que un gobierno con fuerte respaldo popular se enfrente al capital.

Los estudiosos del tema afirman que, en este caso, lo que ocurre no es un “divorcio” sino una dualidad de poderes, es decir, una sociedad con dos cabezas. Y, como sucede con todo ser vivo, esa sociedad bicéfala no puede durar mucho tiempo. La dualidad de poderes es temporal por naturaleza y tiene que resolverse necesariamente en favor de uno u otro de los contendientes. Es una situación preñada de oportunidades para los trabajadores y las clases oprimidas, pero también del grave riesgo de un brutal retroceso hacia formas dictatoriales de corte fascista. El pueblo y sus líderes no pueden permitirse jugar a la provocación ni a la insurrección sin estar preparados y decididos a llevar la lucha hasta sus últimas consecuencias. El Estado democrático-liberal, repito, es histórico. En lenguaje técnico se entiende por histórico lo que no ha existido siempre y que, por tanto, tampoco durará eternamente. “Todo lo que nace merece perecer”, dijo Hegel. La democracia liberal tendrá que ceder su lugar a una forma superior para una sociedad mejor organizada. Pero esto no ocurrirá solo porque alguien lo desee; su caducidad debe probarse en los hechos, y también en las entrañas de la nueva realidad debe haber aparecido la nueva forma que se requiere. No se debe destruir lo viejo sin saber con qué se lo va a sustituir.

Creí necesario recordar y precisar todo esto porque, aunque el discurso del presidente López Obrador no es suficientemente claro ni coherente, se puede afirmar que, basado en la supuesta separación de poderes que, según él, es ya un hecho, está tomando medidas muy agresivas en contra de los intereses del capital, en contra de los inversionistas, para combatir la corrupción privada; y está lesionando gravemente los derechos salariales y la seguridad en el empleo de miles de funcionarios de su administración para combatir la corrupción pública. Está introduciendo reformas a las leyes existentes y creando nuevas, que impidan, según piensa él, el retorno de las viejas prácticas de gobierno aún en el caso de que tenga que dejar el poder de la nación. Quiere asegurarse, dice, que todo el dinero que se logre ahorrar con el combate a la corrupción y con un gobierno austero, se canalice íntegro a un sector de las clases pobres previamente seleccionado por él, a través de programas de transferencia de dinero en efectivo directamente a la gente, sin intermediarios ladrones que se quedaban antes con parte del recurso. Así pretende acabar con la desigualdad y pobreza.

Ha creado leyes que conculcan los derechos civiles y políticos de los ciudadanos; ha incrementado el número de delitos que merecen prisión preventiva; ha elevado desproporcionadamente las p***s para los delitos de corrupción, defraudación fiscal y facturación falsa; ha violentado el derecho de propiedad arrogándose la facultad de confiscar los bienes de un acusado antes de que sea declarado culpable, y otras acciones por el estilo. Armado con estas leyes arbitrarias, ha desatado una cacería de brujas en contra de quienes considera enemigos de la 4ªT, acusándolos de corrupción, naturalmente. Ha desencadenado una ola de venganzas contra quienes no le fueron adictos durante su campaña a la Presidencia, sin importar la atmósfera de terror y malestar que está sembrando por todo el país. Muchos medios importantes han dado pelos y señales sobre los verdaderos motivos que se esconden detrás de cada una de estas acciones.

Y ahora va contra la división de poderes, piedra angular de la democracia liberal. El Presidente ha busca obtener la facultad legal de modificar el presupuesto de gastos de la Federación aunque haya sido ya discutido y aprobado por el poder legislativo. Se pretende que un poder soberano abdique voluntariamente sus funciones sustantivas en beneficio del Ejecutivo. Es un torpedo en contra del modelo de República democrática y federal fundado por don Benito Juárez y la generación de la reforma. Pareciera que el Presidente quiere construir un Estado semejante a la “Comuna de París”, que logró convertirse en un aparato de poder mucho más justiciero y eficiente que la democracia burguesa de Francia, concentrando en sus manos los tres poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.

Ya dije que la democracia liberal-burguesa ni es perfecta ni es eterna. Ahora añado que, en realidad, jamás ha funcionado de acuerdo con su modelo teórico; siempre ha sido y sigue siendo una fictio juris que sirve para legitimar el poder de la burguesía que domina al mundo. No nos asusta que alguien la quiera derribar para poner en su lugar al Estado y al gobierno del pueblo trabajador. Pero hay un pequeño detalle: No vemos por ningún lado a ese pueblo en acción; tampoco vemos por ninguna parte al proletariado y su partido guiando al pueblo entero en busca de un cambio radical de la sociedad y del Estado. Lo que vemos es a un solo hombre con pretensiones de iluminado que pretende ocupar, él solo, el lugar del pueblo organizado y en acción. Los antorchistas no defendemos a rajatabla la imperfecta democracia mexicana, pero sí nos oponemos radicalmente a que sea suprimida para colocar en su lugar a un político cuya capacidad de estadista y cuyo equilibrio emocional no acaban de convencer a la gran mayoría de los mexicanos. Eso es todo.

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