Historias Sueltas por Rodrigo Morales López

Historias Sueltas por Rodrigo Morales López

Mi trabajo literario, espero que disfruten de leerlo

07/05/2023

"Pintado de amarillo"

En alguna ocasión yo conocí una muchacha, quien entre sus muchos viajes por la tierras de este mundo, había visitado una ciudad, de casas todas amarillas; y yo estaba emocionado; quería que me contara de la historia de por qué las personas hacían eso, qué les motivaba a pintar sus casas todas de ese color, esperaba una gran y emocionante historia, anécdotas y hechizos, aventuras o leyendas, algo que llegase a tocar mi corazón, pero acabé decepcionado y, a decir verdad, ella, también un poco, porque aunque el lugar era bonito, no existía ninguna historia verdaderamente interesante, solo estaban pintadas así, por alusión a los colores de un cierto personaje célebre. Pues desgraciadamente, no todo puede tener una increíble historia tras de sí.

Y fue así como a raíz de ello, un tanto desinteresada, me cambió el tema la muchacha y, terminó el viaje que, yo, ya había comenzado a disfrutar en sus palabras.

En ese momento, decidí dedicarme a escribirle una historia a ella para que sus recuerdos del lugar amarillo fuesen un poquito más interesantes, quería regalarle una historia que hablara más allá de la pintura y los colores y, que resultase, por lo menos remotamente interesante, porque aunque sea solamente un cuento, valdría bien el disfrutar de imaginarse una razón muy linda para visitar esta amarilla locación; y comencé a pensar sobre por qué las casas y los edificios en este lugar son todos amarillos. Lo que viene a continuación es el resultado de desear que un lugar tan pintoresco tenga un trasfondo igualmente colorido, y mañosamente sirve como excusa, para escribir un cuento con dedicatoria implícita a quien con sus palabras me llevó de viaje a esta ciudad de casas amarillas.

“La verdadera historia; según cuentan aquellos a los que les gusta soñar con la bondad de la gente; es que, quienes viven en esta ciudad pintada de amarillo, son personas verdaderamente sabias. Pues durante años escucharon a las generaciones anteriores aconsejar siempre a las personas que, en caso de perderse durante sus andares por el mundo, una buena manera de conseguir orientarse, está en seguir al sol para poder basarse en los movimientos que este trace en el cielo, pues acabarán siendo la clave para ubicar el norte y, conseguir darse una idea de hacia donde seguir con el camino.
Fue entonces que la gente supo, que a veces en la tierra hace falta una guía igual de importante, como esa que se puede mirar a través del cielo y, decidió pintar sus casas en amarillo, con la esperanza de tomar prestado un cachito de luz de sol y colocarlo en sus paredes, como los niños que cuando dibujan al astro, suelen hacerlo de amarillo y, la luz de su dibujo irradia felicidad adentro de sus casas.

Así que no, no pintaron con la intención de que si la gente se pierde, vaya a parar a su ciudad y hagan un recorrido turístico o prueben la gastronomía local, sino para que la gente sepa que, si alguna vez sienten que están perdidos, o que sus pasos son inciertos, solamente tienen qué mirar en las paredes de las casas y, seguir al sol hasta hallarse en la morada propia o a veces la de un amigo, y bañarse mutuamente con la luz que irradian juntos al saber que se acompañan, hasta que quien está perdido vuelva a encontrar su norte.
Y son ahora, el pueblo donde más amablemente se reciben entre todos, porque buscan ser amigos para aquel que llegue a necesitarlo. Son la ciudad donde, entre todos sus habitantes buscan guiarse juntos, con el sol arriba en el cielo y en las paredes de sus casas.”

Satisfecho con mi historia, busqué pintura amarilla; y ahora hay una pared con el color del sol adentro de mi casa, por si algún día alguien, incluido yo, está perdido, o no sabe bien a dónde dirigirse, pueda llegar a mi casa, para sentirse acompañado mientras logra ubicar su norte.

Entre tanto, aún voy pensando, si el corazón también, podría pintarse un rinconcito de amarillo, y conseguir llevar el sol a todos lados, para iluminarnos el camino entre nosotros y hallar el norte juntos y, aunque no conozco todavía la manera de lograrlo, estoy seguro de que, aquellos tan ingenuos o tan locos o tan inherentemente mágicos como para pintar toda una ciudad de amarillo en señal de amistad o de amor por otros y por ellos mismos, muy seguramente tienen la respuesta o, por lo menos un cachito de sus corazones, ciertamente está pintado de amarillo.

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