Rodrigo Antonio Pérez
La vida es un regalo que Dios nos regala en cada amanecer, se feliz.
Hola les deseo un hermoso cuarto domingo de Adviento. Un abrazo a la distancia.
El Samurai y la Deuda.
Durante la ocupación de Okinawa, un Samurai que le había prestado dinero a un pescador, hizo un viaje para cobrarlo a la provincia Itoman, donde vivía el pescador.
No siéndole posible pagar, el pobre pescador huyó y trató de esconderse del Samurai, que era famoso por su mal genio.
El Samurai fue a su hogar y al no encontrarlo ahí, lo buscó por todo el pueblo.
A medida que se daba cuenta de que se estaba escondiendo se iba enfureciendo.
Finalmente, al atardecer, lo encontró bajo un barranco que lo protegía de la vista. En su enojo, desenvainó su espada y le gritó: ¿"Qué tienes para decirme"?.
El pescador replicó, "Antes de que me mate, me gustaría decir algo. Humildemente le pido esa posibilidad." El Samurai dijo, "Ingrato! Te presto dinero cuando lo necesitas y te doy un año para pagarme y me retribuyes de esta manera. Habla antes de que cambie de parecer."
"Lo siento", dijo el pescador. " Lo que quería decir era esto: Acabo de comenzar el aprendizaje del arte de la mano vacía y la primera cosa que he aprendido es el precepto: “Si alzas tu mano, restringe tu temperamento; si tu temperamento se alza, restringe tu mano."
El Samurai quedó anonadado al escuchar esto de los labios de un simple pescador. Envainó su espada y dijo:
"Bueno, tienes razón. Pero acuérdate de esto, volveré en un año a partir de hoy, y será mejor que tengas el dinero." Y se fue.
Había anochecido cuando el Samurai llegó a su casa y, como era costumbre, estaba a punto de anunciar su regreso, cuando se vio sorprendido por un haz de luz que provenía de su habitación, a través de la puerta entreabierta.
Agudizó su vista y pudo ver a su esposa tendida durmiendo y el contorno impreciso de alguien que dormía a su lado. Muy sorprendido y explotando de ira se dio cuenta de que era un samurai!
Sacó su espada y sigilosamente se acercó a la puerta de la habitación.
Levantó su espada preparándose para atacar a través de la puerta, cuando se acordó de las palabras del pescador: "Si tu mano se alza, restringe tu temperamento; si tu temperamento se alza restringe tu mano."
Volvió a la entrada y dijo en voz alta. "He vuelto". Su esposa se levantó, abriendo la puerta salió junto con la madre del Samurai para saludarlo.
La madre vestida con ropas de él. Se había puesto ropas de Samurai para ahuyentar intrusos durante su ausencia.
El año pasó rápidamente y el día del cobro llegó. El Samurai hizo nuevamente el largo viaje. El pescador lo estaba esperando.
Apenas vio al Samurai, este salió corriendo y le dijo: "He tenido un buen año. Aquí está lo que le debo y además los intereses. No sé cómo darle las gracias!"
El Samurai puso su mano sobre el hombro del pescador y dijo: "Quédate con tu dinero. No me debes nada. Soy yo el endeudado."
Gracias por leer 🌹
Tomado de la Red
LA TAREA DEL MIÉRCOLES.
-Nelson Mandela.
La vida es así de dura, pero lo que quiere de nosotros es coraje.
Fuerte no es quien tiene músculos. La auténtica fortaleza reside en esa alma que afronta la adversidad sin huir, que logra dejar ir lo que duele, lo que ya no es para uno. La vida es dura, por eso exige de nosotros el coraje de las personas que logran conquistar el territorio del miedo.
Nadie nos prepara para la adversidad, de hecho, hasta llegamos a creer que no existe. Que los peligros, las amenazas y la adversidad solo acontecen en la televisión. En esas guerras que no son nuestras, en esos dolores ajenos con los que empatizar durante unos segundos y luego, olvidar.
Muchos de nosotros somos también leones dormidos. Todos estamos programados para afrontar dificultades porque así lo ha hecho siempre nuestra especie. Sin embargo, a veces, necesitamos despertar. Porque al fin y al cabo somos supervivientes natos en entornos eternamente amenazantes, que se han olvidado de todo lo que son capaces, así es que:
Si tienes que hacer algo y tienes miedo: hazlo con miedo. Este principio es el que se integra en la mente y el corazón de las personas más valientes.
La persona con coraje escucha su intuición y actúa de un modo muy concreto: con pasión, con empuje, con determinación.
El corazón valiente sabe que la vida acontece más allá de la línea del miedo. El coraje exige que conquistemos nuevas fronteras.
Hasta el día en que lo consigamos, no estaremos seguros de nuestro valor. Hasta entonces, no debemos avergonzarnos de nuestras lágrimas. Son un modo de liberar tensiones para aunar fortalezas.
La ira, en ocasiones, actúa como preludio del valor. Cuando la mente solo ve injusticias, empuja nuestra voluntad a través de ese enfado para dirigirnos a la acción. A salir de nuestra zona de confort.
Para concluir, sabemos que a veces, la vida es dura, muy dura. Nadie elige su propio sufrimiento ni el tener que vivir determinadas cosas. Sin embargo, lo que sí está en nuestro corazón, es afrontar esas dificultades del único modo posible: con CORAJE.
Estupendo artículo de Valeria Sabatier.
Bendecido miércoles.