ʟᴏᴠᴇ ᴛʜɪꜱ ʀᴀɪɴ

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No lo entendía. Por más que se planteara la idea en su cabeza, no lograba encontrar una explicación.
Y ahora estaba totalmente solo, aferrado a una almohada con la esperanza de combatir el dolor que consumía su alma.

Repetía una y otra vez una canción; la melodía era una tortura, misma que le permitía dejar escapar sollozos y aliviar aunque fuese un poco a su dolido corazón.
Por un momento miró hacia la ventana, percatándose de que la Luna parecía mirarle con dulzura, como buscando calmar sus pensamientos.

¿Amar siempre era así de doloroso? ¿Cómo podía ser soltado sin más?, las preguntas le invadían para volver dejarle en el punto inicial.
Sus lágrimas ahora parecían convertirse en un par de ríos que inundaban sus mejillas hasta deshacerse entre las sábanas.

No podía más. Odiaba llorar, y no se veía capaz de frenar una sola de esas lágrimas.
Sabía que era necesario, dejar salir de alguna manera todo lo que sentía. Pero, ¿Cómo se supone qué se detiene la fuerza del río que hacía de su rostro un total desastre?

La ansiedad golpeó la puerta, entrando sin permiso a su habitación para luego envolverlo con aquel manto de desesperación.
No pudo dejar de temblar lleno de angustia hasta que sintió un par de brazos rodearle acompañados de el tarareo de una suave pieza musical cuya letra le recordaba que estaría bien.

Agotado, después de haber roto en llanto, se dejó arrullar entre los brazos de su mejor amiga hasta que el sueño logró hacerle olvidar por un par de horas la pesadilla que era estar despierto.

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Me gustabas cuando me sentía tan seguro entre tus brazos. Solía pensar que era mi safe place, un pequeño rincón en el universo en el que podría olvidarme de todo para simplemente existir y sanar.

Tu sonrisa era la cura para un mal día y tu risa la melodía que aliviaba la pesadez de mis hombros.
Eras tú y solo tú, incluso se lo llegué a comentar a alguien: siempre será ella, no importa lo que pase.

Estaba tan seguro que no pude ver más allá de lo idealizada que te tenía. No lo vi incluso cuando un par de lágrimas resbalaron por primera vez por culpa tuya; se volvió común, llorar y luego recibir dulces palabras que funcionaban como hechizo para hacerme olvidar lo mucho que me lastimabas.

Me gustabas, pero ya no. He dejado el sentimiento en el pasado para crecer sin mirar a esa versión que juraba serías la indicada.

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Las circunstancias de cómo coincidimos en esta vida, son dignas de novela ¿No lo crees?
Por un tiempo resguardé muy bien todo lo que estaba sintiendo con tu sola presencia. Tenía miedo, mucho.
Cuando me sorprendía pensándote y sonriendo, solía regañarme concluyendo que era algo totalmente fuera de lugar.

No sé cómo tomé valentía para exponerte lo que sentía. Tal vez estaba demasiado distraído por la emoción de esa noche que simplemente no lo pensé.
Ahora quizá debería decirme: Dale una pensadita a lo que vas a decir a antes de abrir la boca.
Aunque... Resultó bien.

Solía imaginar que guardaría celosamente mis sentimientos para no causar algún problema, casi que guardé todo en una cajita y la cerré con llave.
Y la razón más allá de una posible incomodidad por la situación, era por mi propia inseguridad y mi constante cuestionamiento acerca de si sería por lo menos agradable para ti el saberlo.

Ahora... ¿Eres mi dulce secreto?, no lo sé. Quizá hasta cierto punto lo eres. Aunque tampoco tengo intenciones de que lo seas.
Ah, sigo procesando el hecho de que en esta hoja de mi diario esté refiriéndome a ti como mi secreto. Eso quiere decir que pasaste de ser un crush que veía como totalmente imposible a ser quien me robe besos cada vez que quiere.

Creo que te he comentado un par de veces que sigo un poco torpe al momento de tener alguna interacción contigo ante los ojos de los demás.
Te voy a explicar un poquito: eres una persona que ante mis ojos se mira preciosa y tan brillante como una estrella.

Voy a concluir esta página diciendo que quizá pasaste de ser un secreto que solo yo conocía a algo que ahora sabes tú.
En fin, he dejado ver un poco de mi cariño hacia ti en público, ¿Te gusta cuándo lo hago? me encantaría saber lo que piensas.

✨ CRONOLOGÍA;

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Yo sin ti soy mucho más de lo que alguna vez fui contigo a mi lado.
Me siento tan tranquilo sin tu asfixiante presencia que podría llorar por dos razones.

La primera, porque viéndome ahora, sin duda concluyo que cuando estaba bajo tu manipulación no era más que un recuerdo apenas visible de lo que realmente soy. A veces sospecho que amabas jugar conmigo, mentirme y tenerme bajo tu total control.
No sé ni sabré la razón, y quizá, ya ni siquiera me interesaría saberla.

La segunda, por ser más fuerte y sabio.
Estuve tan perdido y solo hasta que decidí ser valiente y cortar todos los lazos que alguna vez nos unieron.
Ahora, veo mi vida y estoy satisfecho. Estoy feliz sin ti, soy libre y puedo ser quien soy sin miedo.

Con todo, no quiero decir que no hay días y cosas que hacen que tu recuerdo me atormente lo suficiente como para dejarme inmóvil y pensando en si soy o seré alguien que valga la pena. Pero, si te puedo decir que sin ti... Puedo respirar sin sentir que hay un veneno perforando cada parte de mi ser.

No tengo idea de lo que vendrá en el futuro. Solo hablo desde el ahora, dándome cuenta de las maravillosas personas que tengo a mi lado.
Ya no tengo que estar aislado por ti, y, repito que estoy feliz.
Así que gracias por, de alguna manera, llevarme a dónde estoy.

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Carta a mi ex mejor amigo:

Aún no lo entiendo, ¿Por qué sigues buscando una disculpa después de todo?
A veces me sorprendo a mí mismo cuestionándome si hice mal, si fui quien se equivocó tanto como para perder así tu amistad.
Fue tan de pronto, aunque las señales siempre estuvieron, para mí no dejó de ser una sorpresa.

Intenté ayudarte, ¿Podrías reconocer eso al menos?, lo dudo. Realmente ahora dudo de todo lo que alguna vez fue nuestra amistad.
Me atreví a consultarlo, estaba tan perdido que necesité de una opinión externa a mis propios pensamientos; y la conseguí, supe que hice bien en compartirte que no merecía ese tipo de trato cuando intentaba con todas mis fuerzas (que sabías eran casi nulas en ese momento) ayudarte, estar para ti hasta que no pude ser más tu s**o de boxeo.

Alguna vez llegaste a mencionar que pensar en mí te traía paz, ¿Cuándo cambió para dejarme como el malo en tu cuento?
Fuiste por ahí, exponiendo solo una versión para quedar bien, para ganarte la simpatía de los demás. ¿No tuviste la misma valentía que yo para exponer todo lo que sucedió?
Y yo, callé, podría haberte frenado y decirles a todos la verdad con pruebas, no lo hice porque al menos yo, aún te respeto.

Supiste que eras mi mejor amigo en mucho tiempo, que no me es fácil confiar tanto. Y aún así, te atreviste a romperlo todo, en segundos.
Intenté entender como en muchas otras ocasiones, y esa noche que decidí no ceder ante tu capricho de una disculpa que no merecías, te empeñaste en escribir un mensaje que doliera. No contento con eso, vi cómo hablaste de mí con otra persona.
¿Para qué?

Hace poco nuestros caminos se cruzaron. Debo admitir que tontamente creí que todo volvería a estar bien, y me encontré con la misma versión tuya de esa noche, esa que esperaba salir victoriosa para no perder un solo gramo de ego.
De nuevo, me dolió. Sin decir más, me alejé otra vez. Y te dejé ir.

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Kaede, no está bien que sientas tanta ansiedad que no puedas dormir. No debes seguir permitiendo que esa persona, y quien sea en realidad, haga lo que quiera contigo porque le amas.
¿Sabes? No, no le amas. Ella te mostró una versión que querías ver, y no te diste cuenta. Manipuló hasta el más mínimo detalle para que te sintieras atraído.

Sé que estás asustado, te aisló sin que lo notaras por esa ilusión de amor que te vendió.
Y ahora, no haces más que quedarte y perdonar esperando su prometido cambio.
Déjame decirte que nada va a cambiar, llegará hasta el extremo para quedarse contigo y tú, o más bien yo, voy a sufrir.

Eres mi versión pasada, no puedo juzgar tus decisiones porque comprendo la cantidad de miedo que sentiste pero te puedo decir que dentro de ti, hay una fortaleza que hasta ahora desconoces.
Si puedes dejarla, y estarás bien.
Quizá te encuentres solo, preguntándote qué harás con tu vida; y aunque aún no sepa la respuesta, te juro que ahora estás mucho mejor.
Conociste buenos amigos, y eso te impulsó a reconocer que habías sido emocionalmente manipulado.

Ahora, hasta puedes bromear sobre el asunto, aunque el daño sigue. Cada día que pasa se hace un poco menos pesado, porque te repito, eres fuerte.
Esa persona ya no puede dañarte, ha quedado en el pasado y te ha enseñado a reconocer señales negativas en las personas y eso te será muy útil.

No me quiero extender demasiado.
El tiempo no es lineal, así que si llegas a leer esto, hazte caso, que te estoy escribiendo desde un mejor futuro que ese pozo en donde estás ahora.

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Debes marcharte a las 12, como tu princesa favorita. Debes irte y yo lo sé.
¿Por qué parece que el reloj me mira esperando que colapse?

Ya son las seis, me queda la mitad de tiempo a tu lado. Y tú estás tan cerca y tan lejos.
No me di cuenta cómo llegamos a este momento, pensé que tendría más días e incluso años a tu lado. Y hoy, debes irte o mejor dicho, yo debo irme.

Siete. ¿Podrías bailar más despacio? Apenas puedo seguirte el ritmo, y no lo entiendo. Solíamos seguir uno muy parecido, aferrados el uno al otro... Aferrados... Tal vez ese era el problema, ¿Cierto?
Éramos necesarios en la vida del otro; anoche vi que hay una especie de pájaros que sienten una profunda tristeza cuando su pareja se marcha y jamás la cambian. Te pensé, nos pensé.

Ocho. No vivíamos un romance, teníamos algo más. Era especial, único y comparable con alguna historia de un cuento.
Tantas veces escuché que esto dolería más que perder una pareja y hoy, lo compruebo. Perderte ha sido como olvidar respirar y hundirme dentro de un profundo lago oscuro de gélida agua.

Nueve. Apenas puedo verte, pareces más un recuerdo que alguien que está frente a mis ojos.
Y quizá ya lo seas, un recuerdo, uno que con el tiempo dolerá menos o tal vez, me quede atrapado en un bucle infinito esperando verte de nuevo.

Diez. ¿Verte para qué? Si me has dejado cuando no estaba listo, lo hiciste sin irte. Estabas, sí, ¿Pero era de verdad o solo era costumbre?
No puedo deshacer los millones de pensamientos que se vuelven un gran n**o. ¿Ya quieres irte, Cenicienta?

Once. No estoy listo. Pero, no me siento bien. Te lo dije, lo repetí y terminé desgastado, lastimado.
¿Quién iba a entender mejor todo y contenerme? Solo tú, con esos brazos que alguna vez fueron mi hogar.
Me sentí egoísta, aún lo hago, no tiendo a pensar en mí. Esta vez lo hice, y ahora, ya casi son las doce.

Doce.

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Kaede se planteó la pregunta una y otra vez: ¿Quién soy?
Tal vez debería saberlo de inmediato o al menos tener una vaga idea, pero no la tenía. Tan pronto parecía estar cerca de obtenerla, se esfumaba como nube dispersada por el viento.

El espejo no es mágico, no podía mostrarle más allá de una mirada triste. ¡Tristeza!, quizá Kaede, solo era eso; pero, justo cuando estaba por decidir que no había más, recordaba los momentos en los que se sentía tan lleno de alegría junto a sus pocos amigos.

Una persona es todo un universo de infinitas posibilidades, lo sabía. ¿Pero cuáles eran las suyas? ¿Seguía un camino o solo existía?
Si detenía un segundo los incontables pensamientos, podía divisar a lo lejos a esa persona, a él mismo, lleno de ganas de ayudar a quien fuera.

Era gracioso, siempre fue quien gustaba de escuchar y hacer todo lo posible por cuidar y ayudar a sanar a una persona. Y aunque pensó eso era algo bueno, muchas veces escuchó que era ingenuo y tonto de su parte. Comenzó a ser más cuidadoso, temiendo ganarse crueles palabras como esas. Y ahora se preguntaba otra vez: ¿Quién soy?

No se sentía del todo bien, quizás, podía tener una personalidad molesta.
Jamás intentó ser falsamente agradable ni mucho menos hipócrita, entonces, ¿Si era id**ta cómo decían?
Ahí estaba la respuesta a no poder encontrarse a sí mismo, estaba demasiado lastimado como para salir del abismo.

Si algo podría decir, es que es fuerte. No importa cuantas veces se sienta solo o triste, lo intenta. Puede ser que no sea una gran descripción, pero al menos Kaede, encuentra consuelo sabiendo que aunque esté perdido, algún día sabrá quién es.

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A mi futuro amor:

No sé cuando vas a recibir esta pequeña carta. Si te soy honesto, ahora me parece una realidad muy lejana. Y tal vez te sorprenda, puesto que de regalarte estas palabras, significa que me he enamorado de ti.

Me pregunto, ¿Ya habremos mirado las estrellas juntos? Si lo hicimos, seguramente te dije cuando te quería mientras admirábamos el cielo.
¿Ya te inventé un cuento para qué pudieses dormir? De no haberlo hecho aún, ten por seguro que un día lo haré.

Tengo curiosidad, y solo tú podrás responder: ¿Estoy siendo demasiado cursi?
Imagino que lo sería, pero no estoy seguro. Llevaba tiempo siendo fatalista con el tema del amor hasta que tomé tu mano.

Es gracioso, estoy intentando imaginar tu sonrisa, de la cual estaré perdidamente enamorado. También, imagino lo cálido que debe sentirse tenerte entre mis brazos o lo mucho que tus labios y los míos, parecen ser dos piezas de un mismo rompecabezas.

Amor mío, te escribo sin conocerte pero queriéndote en el futuro (presente para ti). Y es ahora cuando te digo que adoro poder ser tu compañero de vida y que espero que nos podamos querer todo el tiempo que sea sano.

Te quiere, Kaede.

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¿Cuántas veces me dejé consumir por el rojo de tu pasión y me perdí hasta convertirme en un triste azul?

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Querido diario:

Hoy me pregunto cuántas veces pensaste en mí, ¿Habrás mirado al cielo por la noche, pensando qué estábamos bajo la misma luna... Pero separados?
¡Que agonía!, cada pequeña parte de mi ser se rompía casi tan rápido como se intentaba reconstruir.

Me aferré; a ti, a mí, a nosotros. Lo hice aún sabiendo que respirar cerca tuyo se sentía como ácido entrando hasta mis pulmones.
Me hundí, pero no quería soltarte. No veía más allá, y tampoco es que quisiera hacerlo.

Por mucho tiempo, quizá desde siempre, intenté alejarme de la intuición. Esa pequeña voz gritaba en mi interior, tenía que dejarte y no la hacía... No lo hice, hasta que fue demasiado tarde.
Para esa noche, no me reconocía, era una sombra de lo que alguna vez fui.

¿Recuerdas cuándo finalmente te logré soltar? Dime, ¿Alguna parte tuya alguna vez reconoció el dolor causado?
Dijiste que nunca me amaste, me arrancaste todo.
Y te lloré, me aferré a la almohada entre ansiedad y tristeza. ¿Qué más podría hacer?
Siendo sincero, y aunque sentí liberación al dejarte, estaba aterrado y aún me pregunto si me recuerdas, si te arrepientes.

Solías ser mi hogar, solía creer que me cuidarías. Y, solo había caído en una ilusión de amor bajo manipulación.
Fui inocente, y me quedé llorando bajo el cielo oscuro, esperando que alguna estrella guiara mi camino a casa.

Ha pasado un tiempo desde que me atreví a pensar(te), tu recuerdo ya no causa tanto daño. Pero las heridas siguen sanando.
No sé si ahora serás diferente, espero que sí.
Gracias por enseñarme que soy más fuerte de lo que imaginé.

S.03 김도영: 가끔은 마치 제품같은
느낌이 듭니다.


Se veía en el espejo, muchas veces sin poder reconocerse. Practicaba sus expresiones una y otra vez en ese pequeño espacio libre después de un ducha cuando volvía al dormitorio después de cumplir con todo lo de su agenda.

Luego de años en la industria, había logrado tener una fanbase sólida pero ¿Por qué seguía sin ser tan popular cómo otros compañeros de grupo? ¿No estaba haciendo suficiente?
A veces se sorprendía a sí mismo teniendo sentimientos de envidia mezclada con preocupación. Vivía de eso, de lo que el público pensara y suponía era normal encontrarse teniendo preguntas existenciales y sentimientos de los cuales no se sentía orgulloso.

Estaba cansado, y aún así cada día daba lo mejor. Ahora tenía más exposición con el drama que había protagonizado, el musical y el drama que estaba grabando actualmente. No se quejaba, para nada, pero al mismo tiempo una parte de él lo hacía.
Allí estaba, mencionando distintas marcas en su perfil personal en Instagram; no todo era hipocresía, la mayoría en serio le gustaba más allá de querer conseguir un contrato para promocionar.

Tenía uno, al igual que el resto de NCT. Nature Republic, y queriendo hacerse de una buena reputación como embajador, mencionaba a la marca cada que podía. En las sesiones de fotos y vídeos, cumplía con todo lo pedido. No importaba si ese día no había dormido o comido, anhelaba conseguir más y destacarse.

Quizás el mismo medio le empujaba en ocasiones a exigirse, a mostrar un rostro que era más bien una máscara que por momentos se caía revelando su humanidad detrás de la perfección fabricada para ser Idol.
De nuevo, la realidad le golpeaba cuando las luces del estudio se reflejaban en su cara cuidadosamente maquillada para no mostrar imperfección alguna; hacía su trabajo, repitiendo el infinito ciclo de querer sobrevivir en el medio.