Ave Lamia
La cultura en boca de todos Revista con la finalidad de impulsar la labor de creadores con falta de difusión, apoyado con autores de mayor reconocimiento
La panadería "La Vasconia", fue fundada en 1870, por un inmigrante español llamado Marcelino Zagarramurdi, quien en esa misma esquina; pero en una parte más pequeña de la que cuenta en la actualidad, comenzó vendiendo entre 10 y 30 piezas solo de pan blanco, según cuentan las crónicas. Y sigue ahí, imperturbable, en la calle de Tacuba 73, esquina con la calle de "La palma". El nombre por supuesto hace referencia al País Vasco, lugar de origen de don Marcelino.
Se cree que hasta mediados del siglo XIX, en la Ciudad de México, existían alrededor de treinta panaderías, de las cuales siete eran de origen español. Pero para 1890, el número de estos establecimientos se triplicó a causa de la llegada de los baztaneses (provenientes de Baztan, un valle entre los Pirineos y Pamplona), que se establecieron en el centro de la Ciudad abriendo muchos más establecimientos de esta índole.
José Luis Barrera Mora
"Tinta Rápida"
Olivia Revueltas (1951-2024)
Hija del escritor y luchador social José Revueltas y Olivia Peralta.
Intérprete musical de formación autodidacta. En su época de adolescente (la década de los sesenta), su incursión en la educación académica se limitó a una muy breve temporada, primero en la Escuela Nacional de Música e inmediatamente después en el Conservatorio Nacional, hasta que el jazz se cruzó en su camino.”
Tal era su amor por el jazz, que en la década de los ochentas creó y dirigió en el centro cultural universitario "CASA DEL LAGO" en Chapultepec, el ciclo "JAZZ de 5 a 7" durante 7 años, dándole relevancia al género músical que le apasionaba.
También formó la primera "ORQUESTA MEXICANA DE JAZZ" independiente del sindicato de músicos, situación que trajo consecuencias, puesto que por esta acción de rebeldía (heredada del padre) sufrió un atentado del que por fortuna logró escapar.
En esa misma década tocó por varios años en dos de los lugares más representativos del Jazz nacional: "El Chato" de la colonia Roma, y el "New Orleans" de San Angel.
En 1988 -en el Zócalo capitalino- se une a una huelga de hambre donde duró 10 días, en apoyo a unos campesinos indígenas a quien estaban despojando de sus tierras, logrando una audiencia con el entonces presidente Miguel de la Madrid.
Y fue un 2 de Octubre de ese mismo año que decide -ante las consecuencias de la huelga- autodesterrárse e irse a vivir a los Estados Unidos.
Después de tiempo regulariza su permanencia en este país, y reinicia su carrera hasta 1994 en San Antonio Texas.
A partir de entonces comienza a presentarse en prestigiados recintos de la Unión Americana y participa en dos importantes Festivales de Jazz, uno en los Ángeles California “Central Avenue Jazz Festival” (1998), así como en el XVIII Jazz Festival del Carver Community Cultural Center donde abre para la legendaria vocalista de Jazz Abbey Lincoln, primera esposa del histórico baterista de Jazz Max Roach.
Grabó su primer disco compacto en 1998 en los Angeles California “Round About Midnight in L.A.” con la participación del legendario baterista de la historia del Jazz: Billy Higgins y el contrabajista Roberto Miranda.
En 1999 es nombrada por el “San Antonio Express News” como “One of the most influential artist of San Antonio”
En mayo del 2000, regresa a México para dar un concierto en vivo del cual el periódico “La Jornada” escribe:
“Una de las grandes figuras de la cultura mexicana, compositora y pianista de Jazz Olivia Revueltas confirma su gigante estatura estética con este concierto en vivo” La Jornada Junio 2, 2000.
En 2001 sale a la luz el segundo disco compacto de Olivia “Angel of Scissors” (Angel de las tijeras) ejecutado en de Trio con Roberto Miranda al contrabajo, y legendario Billy Higgins a la batería quien en el mes de mayo fallece. Olivia dedica pues este disco a su gloriosa memoria. Billy Higgins toco con todos los músicos de la Historia del Jazz.
Dos grabaciones mas en donde Olivia participa son “El Alma” de su hijo Julio Revueltas donde es la pianista en 4 piezas y “The Alamo Concert” disco compacto realizado por National Public Radio con los mejores músicos de San Antonio.
En 2011 Olivia es galardonada en la sala principal del Palacio de Las Bellas Artes por su trayectoria.
Al siguiente año es nominada en la CDMX al máximo galardón de las “Lunas del Auditorio” en la categoría “Pioneros del Jazz”.
Su esposo, representante y productor, William R. Simcock fallece el 7 de noviembre del 2008. Ante esto Olivia ocupa 5 años en organizar todos los papeles y asuntos de su esposo, y en julio del 2013 regresa definitivamente a Mexico.
En 2016 da un magno Concierto en El Teatro De La Ciudad, Esperanza Iris: “Celebrando a Olivia Revueltas de regreso ".
Es nominada para recibir el máximo galardón “Fundación Tónica” el 3 y 4 de Mayo de este 2018 en Guadalajara.
En 2018 recibe el galardón "Mérito en las Artes" en la asamblea legislativa de la CDMX, y posteriormente ese mismo año le otorgan la medalla "Leona Vicario" en el recinto que fue hogar de "La Madre de la Patria" ahora museo y "Sede de la Literatura del INBAL"
Olivia Revueltas siempre expresó su amor devoto por el jazz. Grabó con Billy Higgins y Roberto Miranda, y sin su legado habría un vacío en el catálogo musical del género sincopado nacional.
QEPD
In memoriam
Olivia Revueltas "Mujer Herida" Olivia Revueltas regresó a los escenarios de México con un concierto en el Teatro de la Ciudad el 14 de abril de 2016.
En el serial "Ellas en el Jazz", del programa "Sólo Jazz" de Jalisco Radio, conducido por Sara Valenzuela. Programa dedicado a Olivia Revueltas (1951-2024), en octubre del 2022.
Publicación "in memoriam".
Sesiones en Vivo Solo Jazz Eventos Especiales Olivia Revueltas Parte 01 Ser Musica Ellas en el Jazz Olivia Revueltas es, junto con Ana Ruiz, una pionera del jazz en México. La pianista comenzó a tocar profesionalmente con músicos legendarios como Manuel Río...
Olímpica polarización
José Luis Barrera Mora
"Tinta rápida"
Ante la absurda protesta de la iglesia católica y la derecha conservadora por esta escena de la inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024, y la subsecuente propuesta de sabotear el evento deportivo, resulta que todos -de manera repentina- nos volvimos "progres" e inclusivos. Ahora se supone que hasta los más homofóbicos admiraron está representación que tan en "tela de juicio" se ha puesto. También como por arte de magia todos mostramos un helenismo exacerbado.
Como siempre sucede en esta época de redes sociales, un punto de vista particular se volvió viral, y en esa necesidad humana de polarizar, la respuesta también se viralizó. Y una breve escena se volvió el centro de atención de toda una ceremonia de inauguración. Y en medio de tanta polémica, el productor del espectáculo puede dormir tranquilo sabiendo que su objetivo fue alcanzado.
Muchos de los que hoy se manifiestan contra la rabieta católica, en cuanto pase está polémica, serán los que desaprueben las marchas del orgullo. De hecho, si no hubiera ocurrido está protesta, ellos serían los que reprocharían la presencia de "Drag Queen" en el evento ya mencionado, y verían con desdén la inclusión que hoy tanto defienden
Poco puedo opinar del espectáculo porque no lo ví, pero si he testificado la controversia que sobre este asunto se ha generado en redes. Pero por sobre todas las cosas, observo lo volátil que son los principios morales que con tanto orgullo ostenta el ser humano: Hoy eres incluyente y mañana un homofóbico recalcitrante, de acuerdo a lo que digan las redes sociales. Ya sea por pertenencia o por rebeldía, de alguna manera la sociedad se va a uno u otro lado de la moneda que pongan a girar Mark Zuckerberg o Elon Musk.
Y en medio de "dimes y diretes" ya sabemos quienes se benefician con esta polarización.
La metodología del arte que no es arte.
Entrevista con Avelina Lesper Entrevista con Avelina Lesper, para el documental EL ESPEJO DEL ARTE
Un fracaso deseado.
Ahora no se ven las quejas contra el arbitraje como aquel tan repetido y manoseado "No fue penal" del partido contra Países Bajos en el mundial de 2014. Y no es que la Copa América importe menos que el mundial, porque la afición mexicana sigue a su selección hasta al torneo más molero.
Hoy se trata de una desilusión pronosticada desde tiempo atrás e incluso un deseo numeroso de que se fraguara un fracaso más de una selección que se encuentra en un punto de quiebre con sus seguidores. Y es que después de la derrota ante Estados Unidos la afición abandonó al equipo y obligó a los directivos a tomar decisiones -más efectivistas que profundas, como siempre-, costándole el puesto casi de inmediato a Diego Cocca.
En esta ocasión muy pocos le reclaman al árbitro la marcación de un penal que bien podría haberse marcado y los más se dedican a reprocharle a la selección mexicana su deplorable actuación y a los directivos su planeación con fines comerciales antes que los deportivos.
Cada vez se vuelve más creíble la intromisión de las televisoras (más concretamente Televisa) en las decisiones de cancha, aunque hasta ahora nadie lo pueda comprobar de manera fidedigna. Casi cualquier aficionado afirma que la convocatoria de jugadores para la competencia continental fue dirigida por los poderes fácticos de nuestro fútbol y no por decisión del director técnico. Se castigó al delantero que no quiso renovar en primera instancia con el equipo de Televisa y no se probaron jugadores jóvenes porque no pertenecen al mismo.
La afición (quienes mantienen vivo su negocio) está molesta y debería manifestarla abandonando los estadios y transmisiones de futbol mexicano, hasta en tanto no deje de verse la mano de los dueños en la competencia. Hasta que deje de protegerse a los mismos de siempre para perpetuar su poder, pero sin la sana competencia que debería exigirse. Hasta que no vuelva el ascenso y descenso, y hasta que los promotores quiten las manos de las fuerzas inferiores y se acabe con la compra de titularidad en los torneos de formación de jugadores.
Nunca hemos tenido una generación de oro, pero al menos tuvimos equipos que le jugaron con agallas a equipos superiores. Tuvimos una selección que llegó a la final de una Copa América y tuvimos dos equipos finalistas de la Copa Libertadores y un campeón de la Copa Sudamericana. Pero ahora estamos muy lejos de aquello, y estamos de nuevo en la madriguera de los "ratones verdes".
José Luis Barrera Mora "Tinta Rápida".
Crónica de un fracaso anunciado.
Previo a una Copa América que se vislumbra como el nuevo fracaso del futbol mexicano, algunos medios anunciaron con "bombo y platillo" grandes cambios de la Federación Mexicana de Futbol con respecto a la liga y la propia selección.
Pero a fin de cuentas a la afición nos vuelven a dar "atole con el dedo", pues no hay cambios trascendentales: El ascenso - descenso no regresa; nos dicen que ya no vendrá cualquier extranjero a la liga (pero no anuncian acciones contra la labor de promotores, ni como van a hacer atractiva la liga para jugadores de nivel); mayor apoyo para que jóvenes debuten en primera división (sin tocar de nueva cuenta a promotores ni a la creación de cantera), y el impulso para que más jugadores emigren a otras ligas con mejores condiciones (¿Y cómo van a exigir mejores condiciones si el jugador mexicano cada vez es más sobrevalorado y rinde menos).
No hablaron de la intrusión de directivos en el quehacer del entrenador de la selección. Nada que decir sobre el caso de Henry Martín -castigado por el América por querer pretender ganar mucho más y dejarlo fuera de la convocatoria para la Copa América-. Nada de la imposición de jugadores que de siempre se ha hecho.
No va a ser casualidad que la selección fracase cuando se prueban jóvenes previo a una competencia importante y no durante todo el ciclo de preparación, porque prefirieron llevar a sus "estrellas" con patrocinios. Una convocatoria novedosa y poco probada para jugar una justa de gran envergadura no avisora buenos resultados. Y esto señala más al trazado de objetivos con miras comerciales por encima de las deportivas, que a la falta de talento de Jugadores y entrenador. Jimmy Lozano es una suerte de inmolado de la Federación por mantener el "Status Quo" del futbol mexicano.
¿Que va a ver la afición mexicana en la Copa América? Una retahíla de anuncios de los patrocinadores alentando a apoyar al equipo, moviendo la tan sobada esperanza, y al final de todo, una serie de fuertes señalamientos de los comentaristas y analistas deportivos de que "algo se tiene que hacer", luego de que hayan ganado su dinero por haberle dado cobertura a los partidos de la selección.
En definitiva no se debería de consumir un producto de tan baja calidad. Pero el aficionado mexicano está tan adoctrinado a recibir migajas, que va a prepararse con todo entusiasmo pese a que ni él mismo avisora una buena participación. La Federación, las televisoras, los patrocinadores y los directivos van a ganar su dinero gracias a que volvimos a caer en las redes del nacionalismo deportivo.
"Borges y yo"
Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y solo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.
No sé cuál de los dos escribe esta página.
Jorge Luis Borges
(Foto: Sara Facio)
La Colonia Guerrero (150 años)
José Luis Barrera Mora
"Tinta Rápida"
La Colonia Guerrero se encuentra en lo que fuera el viejo barrio mexica de Cuepopan, al que posterior a la conquista se le llamó Colonia Bellavista y de San Fernando, que para ese entonces pertenecía al Colegio de Propaganda Fide de San Fernando, a cargo de los jesuitas y que servía para propagar la fe en la Nueva España.
El primer templo fundado en esta zona fue el de Santa María la Redonda en 1524, y fue por su rotonda construida en 1667 que se le dio el nombre con el que se hizo popular. La iglesia actual corresponde a la reestructuración del año de 1677, en un estilo barroco sobrio en tezontle, con una sola torre hexagonal y un nicho sobre el portón que aloja una imagen de la virgen labrada en piedra. La peculiaridad del ábside que aloja el altar mayor es la forma de rotonda que ya se mencionó. Es de las pocas iglesias que conservan un atrio arbolado y por su cercanía con la tradicional plaza de Garibaldi, la misa dominical de medio día es acompañada de mariachi. Esta iglesia, la recuerdo en lo personal porque ahí se casaron mis padres, o sea que ahí empezó toda la historia que tuvo como resultado el nacimiento en 1965 del que ahora escribe. Para mayor referencia debo decir que aquí nació el ateísmo acendrado de mi padre, y esta parroquia yo la conocí años después cuando se le hacían las misas a mi abuelo cuando falleció.
Cercano a este templo se encontraba un famoso panteón del siglo XIX llamado de Santa Paula, dichos terrenos fueron cedidos por el arzobispo Alonso Nuñez de Haro y Peralta al hospital de San Andrés en 1784, para construir ahí uno de los dos panteones en las afueras de la ciudad, para llevar a las víctimas de viruela que azotó la Ciudad de México en 1780 y sanear el aire de la capital. De este panteón sólo se conserva una piedra en la esquina de Paseo de la Reforma y Riva Palacio. Abierto en 1779, inició formalmente sus mortuorias operaciones cinco años después. En 1836 fue declarado cementerio general ante la escasez de espacios en los camposantos vecinales y parroquiales que hasta ese entonces eran de uso común. Fue un cementerio "de moda", ya que ahí los mexicanos de todas las clases sociales buscaban ser sepultados. De hecho la condesa Calderón de la Barca decía que era un lugar agradable y bello, siendo este uno de los paseos favoritos de los habitantes de la ciudad. El dato curioso es que Antonio López de Santa Anna dispuso que aquí se le diera "cristiana sepultura" a su pierna perdida en combate, aunque dos años más tarde el pueblo, que se oponía a que se ciñera la corona imperial, profanó la tumba y arrastró “la pata” por toda la ciudad. Como ya mencioné era propiedad del Hospital de San Andrés (ubicado en donde hoy está edificado Museo Nacional de Arte) por lo que antes de 1836 era privado. Este cementerio fue la última morada de Leona Vicario, Guadalupe Victoria, Melchor Múzquiz y don Manuel Romero de Terreros (nieto del fundador del Monte de Piedad lo mismo que benefactor). Al cierre definitivo en 1869, se llevaron los restos humanos a los cementerios de Campo Florido y el de El Pocito, actual panteón del Tepeyac, en las inmediaciones de la Basílica de Guadalupe. El barrio de Santa Paula, de donde obtuvo su nombre, era a su vez tan famoso, que durante mucho tiempo se negaban a pertenecer a la Colonia Guerrero de acuerdo al nuevo fraccionamiento de la ciudad de entonces.
Otro importante panteón ubicado en la Colonia Guerrero y que aún existe, es el de San Fernando, que dio servicio de 1832 hasta 1872, siendo de hecho la última inhumación la de Benito Juárez en julio de ese último año. Después del decreto de 1833 de Santa Anna para volver públicos todos los cementerios a causa de las muchas defunciones ocasionadas por una fuerte epidemia de cólera, todos los panteones pertenecientes a las iglesias dejaron de ser privados, y entonces el de San Fernando, por ser pequeño, limpio y ordenado, empezó a ser muy atractivo para la clase pudiente, lo que incrementó su costo y lo hizo elitista, motivo por el cual actualmente es utilizado como museo, ya que es una muestra sustancial del arte funerario del siglo XIX. Formaba parte del convento de San Fernando fundado en 1735 por los misioneros franciscanos del Colegio de Propaganda Fide ya antes mencionado, cuyo conjunto contaba además con un colegio. Hasta nuestros días se conserva sólo el panteón y el templo en estilo barroco estípite obra de Gerónimo de Balbás, que por cierto no terminó de construir ya que la edificación se concluyó hasta 1755 por los arquitectos Antonio Álvarez y Miguel José de Rivera, por considerar excesivos los gastos de construcción solicitados por Balbás.
Respecto a la iglesia de San Fernando, cabe señalar que fue fundada en el siglo XVIII por ocho misioneros que venían de Querétaro y le dieron su nombre en honor al rey de España, Fernando VI, siendo terminada en 1755. Su nave es amplia y conserva las tribunas de madera tallada donde los frailes enfermos o ancianos podían oír misa. El altar aunque no es el original, es una magnífica muestra del barroco churrigeresco con columnas estípites invertidas. La fachada principal también de estilo barroco en tres cuerpos muestra al centro un gran relieve de San Fernando.
El actual Hotel de Cortés, frente a la Alameda Central, fue una hospedería para albergar a los misioneros que llegaban a la ciudad de México de la orden de los agustinos ermitaños descalzos, encabezados por Fray Juan de Borja, y en 1780, en honor al primer santo agustino reconocido por el Vaticano, llevó el nombre de Hostería de Santo Tomás de Villanueva. Su aspecto barroco se muestra en la chiluca y el tezontle que enmarcan las ventanas de la fachada, en los barandales de hierro forjado y en el patio cuadrangular con pilares y corredores. La hospedería fue cerrada luego de la Independencia, pasó a manos del gobierno civil cuando los bienes eclesiásticos fueron expropiados durante la Reforma; luego fue utilizada como bodega, hasta que fue rescatada por la iniciativa privada para instalar el hotel que hoy alberga.
Cerca de ahí se encuentran tres importantes iglesias: San Hipólito, La Santa Veracruz y San Juan de Dios. La primera de ellas edificada en el sitio en donde los españoles sufrieron el mayor número de bajas registradas en sus tropas invasoras en la batalla denominada de “La noche triste”, acontecida el lluvioso día del 30 de junio de 1520. En primera instancia se mandó edificar la ermita “De los Mártires” que conmemoraría a los mu***os en batalla, y ya para 1602 se inició la construcción de un templo de mayor tamaño, en cuyo conjunto existiría un hospicio para la atención de los enfermos mentales, cuya conclusión fue hacia 1740. La última reconstrucción del templo corresponde al año de 1756, de cuya fachada se destacan las torres con un singular estilo mudéjar. Dentro del templo con nave de cruz latina se encuentra la capilla de los Mártires Mexicanos, así como la imagen religiosa más venerada en la Ciudad de México: San Judas Tadeo. De hecho la fiesta grande de la iglesia se celebra el 28 de octubre y no el 13 de agosto, día de San Hipólito. Del antiguo hospital aún se conserva la estructura, aunque ahora se dedique a la actividad comercial.
Por su parte el templo de San Juan de Dios fue fundado en 1604 por los padres “juaninos” como parte del Hospital de Desamparados de San Juan de Dios, dedicado a la atención de mestizos, negros y mulatos. Terminado en 1729 por Miguel Custodio Durán y reconstruida en 1767, en la fachada principal destaca la portada de tres cuerpos en forma abocinada y columnas onduladas pertenecientes al estilo neoclásico, en donde se ubican las esculturas de doce santos y al centro San Juan de Dios. La celebración más importante es el 13 de junio, cuando se celebra a San Antonio de Padua, a quien las mujeres casaderas le ofrecen trece monedas para que les consiga novio (salida la mercancía, San Antonio de Padua no admite reclamaciones). A un costado de la iglesia se encuentra el Museo Franz Mayer, en lo que era el Hospital de Desamparados y que en la época de Maximiliano se encargara de la atención médica a las prostitutas, para luego pasar a ser el hospital de la mujer. Hoy el museo ofrece una colección permanente de piezas de arte decorativo, además de diversas actividades culturales.
Compartiendo atrio con San Juan de Dios, en la plaza de la Santa Veracruz, se localiza la iglesia que lleva el mismo nombre que la plaza y es, junto con la iglesia de Santa Catarina, la más antigua de la ciudad. Le antecedió una ermita inaugurada por Hernán Cortés, erigida en 1586 y reconstruida entre 1757 y 1764; su fachada es una muestra del barroco churrigueresco, y en su interior se encuentra una imagen italiana de fines del 1400 de Jesús Crucificado, mejor conocida como “De los Siete Velos”, regalo de Carlos V a la Archicofradía de la Cruz, quien la había recibido a su vez como obsequio del Papa Paulo III. Despojada casi totalmente de su esplendor interior, conserva la Capilla de la Virgen de Guadalupe, originalmente dedicada a San Francisco Javier, cuyo retablo en estilo churrigueresco de madera estofada y dorada denota la magnificencia de otros tiempos. Una placa en la fachada lateral indica que en este templo fue sepultado Manuel Tolsá.
El 27 de agosto de 1960, en el sitio donde anteriormente se instalaban carpas del “Circo-Teatro de los hermanos Orrín” y un teatro menor llamado “Margo”, se inaugura el Teatro Blanquita. Sobreviviente, hasta hace poco tiempo, de la época dorada del “Teatro de Revista”, en donde el “populacho” podía divertirse con poco dinero con espectáculos que incluían cantantes, cirqueros, comediantes, magos, bailarines y un etcétera que incluía mujeres voluptuosas (en lamentable vía de extinción). Fue por iniciativa de la empresaria Margo Su y su esposo Félix Cervantes que se decidió construir este representativo teatro, que dio su última función en 2015, con el concierto del grupo mexicano de rock “La gusana ciega”. Apostado sobre el ahora Eje Central (antes Juan Ruiz de Alarcón) entre las calles de Mina y Pensador Mexicano, justo al lado del primer mercado para el comercio al menudeo que se construyó en la Ciudad de México, el “Mercado 2 de abril”, el Teatro Blanquita nunca podrá ocultar su origen evidentemente popular.
Frente al mercado Martínez de la Torre, tradicional y muy bien surtido, se encuentra la Iglesia del Inmaculado Corazón de María, construida en 1887; es una de las pocas muestras del estilo neogótico en la arquitectura religiosa de la época colonial, el cual fue severamente dañado por los terremotos de 1957 y 1985 (este último terminó de derrumbar parte de la nave), y conserva únicamente la fachada con dos torres.
De la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, cuya actual edificación se atribuye a Manuel Tolsá y data de 1808, se cuenta que durante una de las múltiples inundaciones de la ciudad, en 1580, un indígena tzayoque rescató un óleo de la Virgen María y le construyó un humilde templo con pared de adobe, y esta imagen muy maltratada fue repintada en el muro en el que permanece intacta desde el siglo XVI. El recinto, en estilo neoclásico, cuenta con una magnífica cúpula (que se desplomó en el terremoto de 2017) cuya linternilla semeja una corona, y en la portada principal está rematada por un maravilloso relieve de la mencionada virgen cuya celebración es el 2 de agosto, y a decir de Ignacio Manuel Altamirano en su libro Paisajes y leyendas era una de las más concurridas.
Cercano a la iglesia se encuentra un lugar tradicional para el jolgorio. Dice el dicho que "Quien no conoce Los Ángeles, no conoce México", y aunque antes fue una casa y una bodega de carbón, este sitio hace conservar una de las imágenes más tradicionales del barrio. Es donde cada fin de semana los colonos, y gente de otras partes de la ciudad, se reúnen para pulir la pista con los sonideros (La Changa, Cóndor, La Conga), las sonoras, orquestas y danzoneras. Como salón se inauguró el 2 de agosto de 1937 y desde entonces hombres con zapatos a la Tin Tán, pachucos, mujeres con vestidos, collares y zapatos altísimos de baile se reúnen. Si quieres aprender a bailar danzón, basta con ir a una de las clases que dan. Dice la leyenda que Benny Moré compuso aquello de "pero qué bonito y sabroso bailan el mambo los mexicanos" en una de las mesas de Los Ángeles.
Pero si de diversión se trata, ninguna mención más socorrida que el Salón México, cuyo nombre redirige la memoria a la película de 1948 de Emilio “El Indio” Fernández, con fotografía de Gabriel Figueroa y estelarizada por Marga López, Miguel Inclán y Roberto Cañedo. Este popular salón de baile, que en conjunto con “Los Ángeles”, da cuenta de una de las costumbres más arraigadas en el barrio: el baile.
En la calle de Héroes 45 se encuentra la casa del arquitecto Antonio Rivas Mercado (creador del emblemático “Ángel de la Independencia”), que fue rescatatada del olvido y hoy está abierta al público, tiene características del clásico, morisco y art nouveau, a la que nombró el propio arquitecto como “La torre del porvenir”.
Y bien, para tomar un café nada era mejor que el “Coatepec” (ya desaparecido con todo y su mural de César Manrique) en la esquina de Héroes y el Eje 1 Norte. Pero aún funcionando, para comer cabrito nada como la U de G o el Noste, ambos sobre la calle de Guerrero o bien para pasar el rato con los amigos, sobre la misma calle, la cantina “La hija de Moctezuma” es una buena opción.
Este es uno de los muchos barrios bravos que existen en la ciudad, en donde se asentaron muchos de los trabajadores ferrocarrileros por la cercanía con la estación de trenes, y la que conocí al visitar a mi abuelo que vivía y tenía su sastrería en la calle de Magnolia, prácticamente esquina con Paseo de la Reforma. Por supuesto es aquí donde vivió mi padre, y completa la ruta del origen familiar.
La Colonia Guerrero, con su ambiente de barrio y sus emblemáticos sitios de los que ya hemos dado cuenta, cumple 150 años y valga el presente para complementar sus festejos.
Este texto, escrito en 2008 para la revista "Ave Lamia", y que no pude recuperar a tiempo por no haber tenido acceso a mi computadora.
Pero aunque tarde, no debo dejar de publicarlo, para rememorar -de una manera muy personal- los nefandos hechos del 11 de septiembre de 1973 en Chile.
EL FINAL DE LA
UTOPÍA
José Luis Barrera
Era septiembre del año de 1973 y lo único que me interesaba entonces en mi vida era comer, jugar y dormir (obvio que no menciono estudiar porque eso nunca me ha importado). Recién había cumplido 8 años, lo cual denota en mi cerebro el mucho tiempo transcurrido desde ese entonces a la fecha. Para aquellos años de mi infancia había escuchado mínimamente el nombre de Salvador Allende, y de Pablo Neruda y de Víctor Jara no conocía ni sus nombres. Mucho menos me imaginaría cómo fluiría por mis venas, algunos años después, la fiebre utópica del socialismo. Y aunque aún no se notaba, mi padre ya había empezado a inocular en mí la herencia política del izquierdismo que manaba por sus arterias.
Algunos años atrás del lamentable suceso de septiembre de 1973 en Chile, mi padre había tenido la oportunidad de conocer en persona a Salvador Allende, y había quedado impresionado por su presencia, su carisma y sus ideas claras sobre la política. Era evidente que para él fue todo un acontecimiento, que esperó con impaciencia desde que se enteró de la visita a México del ícono del socialismo latinoamericano de aquella época. No podía ser de otra manera, ya que desde joven fue un estudiante rebelde de la UNAM, un soñador en busca de alcanzar la utopía, y por ende un convencido de que el destino le deparaba algo mejor al pueblo. Conocer a Allende era un episodio fundamental en la historia personal de mi padre en específico, y de la juventud rebelde mexicana que ya había sido acallada de manera violenta años atrás.
Pero también supe cuánto se entristeció mi viejo por aquel septiembre cruento para Chile y para los sueños socialistas de la humanidad. Aquel septiembre que nunca se ha de olvidar. El golpe de Estado contra Allende que devino en su muerte, era algo que sin duda marcó en definitiva la renuncia casi total de mi padre a la utopía. Con los años ya lo conocí más pragmático y sé que intentaba decirme que nada iba a lograr con mis protestas, mis marchas y mis huelgas, que el rumbo estaba marcado mucho antes. Pero nunca lo dijo y me dejó vivir mi rebeldía izquierdista.
Y es que ese septiembre de 1973, del cual no guardo memoria propia, debió ser un duro golpe para los jóvenes que aún creían que el mundo podía cambiar. Ya en México se había demolido el gran sueño popular en 1968 y 1971, y cuando se pensaba que en alguna parte del continente la semilla de la rebeldía volvería a florecer, la derrota asestada contra la utopía fue demoledora. Se concretaba el golpe de Estado en contra del presidente de la esperanza latinoamericana, Salvador Allende, lo que devino en su posterior muerte (según el dato oficial fue suicidio, pero eso aún es difícil de creerlo). Más difícil de creer cuando cuatro días después fue asesinado uno de los íconos artísticos de la lucha socialista de Allende: Víctor Jara, acribillado de 44 disparos, después de torturarlo y cortarle las manos. La felonía, la cobardía y la traición, como la llamó Allende en su último discurso, había propinado un fuerte descalabro a los sueños de igualdad. Había dejado patente que el pueblo nunca iba a ser poseedor de la justicia y que la igualdad era sólo un panfleto más de la humanidad.
Para mayor desgracia, el 23 de ese mismo septiembre muere Pablo Neruda, otro simpatizante de la causa allendista, participante activo de las manifestaciones de apoyo a Salvador Allende. Artista de trascendencia universal y por tanto, embajador de la izquierda en el mundo. Su muerte se debió al cáncer de próstata (al menos eso es lo que dijeron los reportes forenses), pero aún está en entredicho y todavía se sospecha que fue envenenado.
Lo único cierto es que en septiembre de 1973 Chile no volvió a ser el mismo, y el pueblo de todo el mundo lamentaba los acontecimientos. Precedido por un periodo sumamente polarizado en Chile, los militares contaron con el apoyo de la derecha política y el Partido Demócrata Cristiano, amén del presidente americano Richard Nixon y la CIA. Era evidente que el triunfo legítimo de Salvador Allende el 4 de septiembre de 1970 no había gustado ni a los Estados Unidos ni a la derecha chilena. Pinochet, tan parecido en nombre al títere de madera de Geppetto, cuyas cuerdas manejaba el propio Nixon, iniciaba una dictadura sangrienta de la cual le sería difícil librarse al pueblo chileno.
En su último discurso decía Allende que sus “…palabras no tienen amargura sino decepción”, misma que inundó el torrente sanguíneo de mi padre. Y yo sé, aunque nunca platiqué de ello con él, que ese septiembre, en que yo cumplía 8 años y que aún no sabía de socialismos y utopías, él renunciaba a la rebeldía que sostenía su sueño. Para mí aún existían los Reyes Magos, los cuentos donde vencía el bien y la protección de mis padres. Pero el viejo, que ya sabía hace muchos años atrás de los pesares, tal vez no volvió a ser el mismo, tal vez perdió para siempre la utopía.
Somos cinco mil
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?
Sólo aquí
diez mil manos siembran
y hacen andar las fábricas.
¡Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!
Víctor Jara