Casandra Oo

Casandra Oo

Emociones convertidas en palabras. Frases o cuentos, que nacen desde el escondite secreto de mi alma, que hoy me atrevo a revelar.

Timeline photos 27/11/2019

En una constelación familiar grupal todos constelan. Ésto quiere decir que a pesar de que a veces no todos pasan a constelar su tema propio al lado del constelador, todos estamos vibrando en un campo cuántico que resuena en nuestras almas. No porque sí, estamos en esa constelación, ese día, a esa hora y con ese grupo en particular.
Además, al pasar como representantes, trabajamos también temas que han sucedido en nuestro clan, aunque quizás no lo sepamos.
De ésta forma, la constelación familiar grupal nos abarca a todos y cada uno, estando al servicio de la vida y de nuestra alma.

MÉDICA DE CUERPO Y ALMA

Timeline photos 31/10/2019

Dicen los que saben, que el camino más largo es de la cabeza al corazón. Una vez que tomamos consciencia de la raíz del conflicto y entendemos los motivos por los que lo estamos atravesando, empieza la sanación. Pero ésta no es completa si no pasamos esta comprensión por el cuerpo.
Es decir, sino sentimos y realmente miramos con ojos benevolentes la situación.
En los talleres de constelaciones, se trabaja con éste fin. Pudiendo pasar por el cuerpo lo que hemos comprendido y así sanarnos.





MÉDICA DE CUERPO Y ALMA

19/05/2019

Y así, día tras días vas acumulando ‘chispazos’, son pequeños eventos cotidianos que activan la cascada del stress. Hasta que un día tu cuerpo se acostumbra a vivir con esos niveles de cortisol (la hormona principal del stress) y ya no reconoce las señales de relajación.
Te cuesta dormir o dormís de más. No tenés apetito o un hambre voraz. Y todos tus sistemas se van debilitando, alterando.
Lo inmune acusa al principio con, por ejemplo, resfriados más seguidos. .
Lo hormonal con ausencia de menstruación o falta de deseo sexual.
La cabeza no te para.
Hasta que llega una emoción que te detona y la poca compensación que lograba hacer tu cuerpo deja de ser efectiva y aparece LA ENFERMEDAD.
La enfermedad abordada desde la psiconeuroinmunoendocrinología es multi-dimensional.
Se trabaja con un equipo inter-disciplinario para lograr restituir el equilibrio.
No esperes a hacer corto circuito.
Atendé las señales de tu cuerpo. Cuídate. Miráte.

01/04/2019

JORNADA DE CONSTELACIONES FAMILIARES
SÁBADO 13 DE ABRIL 16 HS
ESPACIO GETSEMANI
ROSAS DE OQUENDO 2885
FACILITA: DRA CASANDRA OCHOA

25/03/2019

🦋 LA LEYENDA DE LA MARIPOSA AZUL 🦋

Había un señor viudo que vivía con sus dos hijas curiosas e inteligentes.

Las niñas siempre le cuestionaban todo, hacían muchas preguntas a las que el padre a veces sabía responder, pero en ocasiones no se sentía con la sabiduría suficiente como para aclarar las dudas que ellas manifestaban.

Como pretendía brindarles la mejor educación, mandó a las niñas de vacaciones con un sabio que vivía en lo alto de una colina.

El sabio siempre respondía todas las preguntas sin siquiera dudar.

Impacientes con el maestro, las jóvenes decidieron inventar una pregunta que él no pudiera responder correctamente.

Entonces, una de ellas apareció con una hermosa mariposa azul que usaría para engañar al sabio.

– ¿Qué vas a hacer? –preguntó la hermana.

– Voy a esconder la mariposa en mis manos y le voy a preguntar si está viva o mu**ta. Si él dice que está mu**ta, abriré mis manos y la dejaré volar. Si dice que está viva, la apretaré y la mataré. Así, cualquiera que sea su respuesta, ésta será equivocada.

Las dos niñas fueron entonces al encuentro del sabio que estaba meditando.

– Tengo aquí una mariposa azul, dígame, sabio, ¿está viva o mu**ta?.

Muy calmadamente el sabio sonrió y respondió:

– Depende de ti… ella está en tus manos…

Así es nuestra vida, nuestro presente y nuestro futuro.

No debemos culpar a nadie cuando algo falla, somos responsables por lo que juzgamos bueno o malo.

Nuestra vida está en nuestras manos, como la mariposa azul.

Nos toca a nosotros escoger qué hacer con ella y hacernos cargo de las consecuencias…

🦋

Tomado del muro de Silvia Marhuenda

06/02/2019

Cuando ocurre una muerte temprana o injustificable, el insconciente familiar trae una nueva vida al clan.
Ésta persona, nace con la responsabilidad de suplantar al mu**to.
En el caso de nacer luego de un ab**to o una perdida de un embarazo, lo que sucede tal y como lo explica mi maestra: es como si uno estuviera esperando para tomarse un avión, con todo listo. Ese es el niño por nacer, al abortarse su alma queda preparada esperando, cuando se concibe otro hijo, el primero no nacido "se trepa" sobre el que nace. Y así éste siento la culpa de que él nació porque el anterior no.
Por lo general son personas que visten de negro, no tienen alegría de vivir, suelen dormir con las manos sobre el pecho. Además puede que ocurra la inexistencia, que es tratar de pasar desapercibido porque no tengo derecho a la vida. O al contrario la hiper existencia, que tengo que llamar muchísimo la atención para ser visto.
También se relaciona específicamente con algunas enfermedades:
Esclerosis en placas.
– Parkinson.
– Poliartritis reumatoide.
– Obesidad, sobrepeso. (Como hay dos se necesita más espacio).
– Discapacitantes pulmonares. (Para no vivir no tengo que respirar).
– Muchos gases. (Señal de putrefacción, relacionado con los mu**tos).
– Bruxismo.
– Diabetes tipo 1.
– Apnea del sueño.
– Enfermedades mentales varias. (Ezquizofrenia, bipolaridad, etc.)
– Niños hiperactivos, con Tdah o autistas.

MÉDICA DE CUERPO Y ALMA

02/01/2019

JORNADA DE CONSTELACIONES FAMILIARES
SÁBADO 19 DE ENERO 19 HS
ESPACIO GETSEMANI
ROSAS DE OQUENDO 2885
FACILITA: DRA CASANDRA OCHOA

29/11/2018

Lealtades invisibles

21/11/2018

"Una noche cualquiera de un tiempo cualquiera, una persona tuvo un sueño especial: Soñó que recibía unas cuantas monedas de manos de sus padres. No sabemos si eran muchas o pocas, si eran miles, cientos, una docena o apenas un par. Tampoco sabemos de qué metal estaban hechas, si eran de oro, plata, bronce o tal vez de simple hierro.

Mientras soñaba que sus padres le entregaban las monedas, sintió espontáneamente una sensación de calor en su pecho. Quedé invadida por un gran alborozo. Estaba contenta, se lleno de ternura y durmió plácidamente el resto de la noche.

Cuando despertó a la mañana siguiente, la sensación de placidez y satisfacción persistía. Entonces, decidió caminar hacia la casa de sus padres. Y, cuando llegó, mirándonos a los ojos les dijo:

– Esta noche habéis venido en sueños y habéis depositado unas cuantas monedas en mis manos. No recuerdo si eran muchas o pocas. Tampoco sé de qué metal estaban hechas, si eran de un metal precioso o no. Pero no importa, porque me siento pleno y contento. Y vengo a deciros: Gracias, son suficientes. Son las monedas que necesito y las que merezco. Así que las tomo con gusto porque vienen de vosotros. Con ellas seré capaz de recorrer mi propio camino.

Al oír esto, los padres, que como todos los padres se engrandecen a través del reconocimiento de sus hijos, se sintieron aún más grandes y generosos. En su interior sintieron que podían seguir dando a su hijo, porque la capacidad de recibir amplifica la grandeza y el deseo de dar.

Así, dijeron:

– Eres un buen hijo. Puedes quedarte con todas las monedas, puesto que te pertenecen. Puedes gastarlas como quieras y no es necesario que nos las devuelvas. Son tu legado, único y personal. Son para ti.

Entonces el hijo se sintió también grande y pleno. Se percibió completo y rico, y pudo dejar en paz la casa de sus padres. A medida que se alejaba, sus pies se apoyaban firmes sobre la tierra y andaba con fuerza. Su cuerpo también estaba bien asentado en el suelo, y ante sus ojos se abría un camino claro y un horizonte esperanzador.

Mientras recorría el camino de la vida, se fue encontrando con distintas personas. Le acompañaban durante un trecho, a veces más largo, a veces más corto. Algunos le acompañaron durante toda la vida. Eran sus socios, sus amigos, parejas, vecinos, compañeros, colaboradores e incluso sus adversarios. En general, el camino resultaba sereno, gozoso, en sintonía con su espíritu y su naturaleza personal. Y aunque no estaba exento de los pesares naturales que la vida impone, lo sentía como el camino de su vida.

De vez en cuando volvía la vista atrás, hacia sus padres, y recordaba con gratitud las monedas recibidas. Y cuando observaba el transcurso de su vida o miraba a sus hijos o recordaba todo lo conseguido en el ámbito personal, familiar, profesional, social o espiritual, aparecía la imagen de sus padres y se daba cuenta de que todo aquello había sido posible gracias a lo recibido de ellos, y que con su éxito y logros les honraba.

Se decía a sí mismo: “No hay mejor fertilizante que los propios orígenes”, y entonces su pecho volvía a llenarse con la misma sensación expansiva que le había embargado la noche que soñó que recibía las monedas.

Otra noche cualquiera, otra persona tuvo el mismo sueño, ya que tarde o temprano todos llegamos a tener este sueño. Venían sus padres y depositaban en sus manos unas cuantas monedas. En este caso tampoco sabemos si eran muchas o pocas, si eran miles, unos cientos, una docena o apenas un par. No sabemos de qué metal estaban hechas, si de oro, plata, bronce, o simple hierro…

Al soñar que recibía en sus manos las monedas de sus padres, la persona sintió espontáneamente un pellizco de incomodidad. Quedó invadida por una agria inquietud, por una sensación de tormento en el pecho y un lacerante malestar. Durmió lo que quedaba de noche revolviéndose encrespada entre las sábanas.

Al despertar, aún agitada, sentía un fastidio que parecía enojo, pero que también tenía algo de queja y resentimiento. Su cara era el rostro del sufrimiento y de la disconformidad. Con furia y un ligero tinte de vergüenza, decidió caminar hacia la casa de sus padres.
Al llegar allí, mirándolos de soslayo les dijo:

– Esta noche habéis venido en sueños y me habéis entregado unas cuantas monedas. No sé si eran muchas o pocas. Tampoco sé de qué material estaban hechas, si eran de un metal precioso o no. No importa, porque me siento vacío, lastimado y herido. Vengo a deciros que vuestras monedas no son buenas ni suficientes. No son las monedas que necesito ni son las que merezco ni las que me corresponden. Así que no las quiero y no las tomo, aunque procedan de vosotros y me lleguen a través vuestro. Con ellas mi camino sería demasiado pesado o demasiado triste de recorrer y no lograría ir lejos. Andaré sin vuestras monedas.»

Y los padres, que como todos los padres empequeñecen y sufren cuando no tienen el reconocimiento de sus hijos, aún se hicieron más pequeños. Se retiraron, disminuidos y tristes, al interior de la casa. Con desazón y congoja comprendieron que podían dar todavía menos de lo que habían dado a aquel hijo, porque ante la dificultad para tomar y recibir, la grandeza y el deseo de dar se hacen pequeñas y languidecen. Guardaron silencio confiando en que, con el paso del tiempo y la sabiduría que trae consigo la vida, quizá se pudieran llegar a enderezar los rumbos fallidos del hijo.

Es extraño lo que ocurrió a continuación. Después de pronunciar aquellas palabras ante los padres, el hijo se sintió impetuosamente fuerte, más fuerte que nunca. Se trataba de una fuerza extraordinaria: la fuerza feroz, empecinada y hercúlea que surge de la oposición a los hechos y a las personas. No era una fuerza genuina, como la que resulta del asentimiento a los hechos y que está en consonancia con los avatares de la vida, pero sí era una fuerza apasionada e intensa. Era la clase de fuerza que configura el paisaje del sufrimiento humano, aquella en la que las personas tratamos de apoyarnos cuando carecemos del coraje y de la humildad suficiente para aceptar la realidad tal como es y a nuestros padres tal como son. La falsa fuerza que nos concede la oposición a las cosas, el resentimiento hacia las personas y el victimismo frente a los hechos vividos.

Con el tiempo, esta persona aprendería que ningún sufrimiento concede derechos, ninguna postura existencial edificada sobre heridas concede merecimientos y que el único sentido de este sufrimiento, que no es dolor, es hacer sufrir a los demás, ya que únicamente el dolor genuino despierta la compasión. Pero aquel día, la persona abandonó la casa de los padres diciéndose a sí misma:

– Nunca más.

Se sentía fuerte pero también vacía y necesitada. Aunque lo deseaba no lograba quedarse en paz.
A medida que la persona se alejaba de la casa de sus padres, sintió que sus pies se elevaban unos centímetros por encima de la tierra y que su cuerpo, un tanto flotante, no podía caer en su peso real. Y sintió algo más sorprendente aún: cada vez que abría los ojos parecía que miraba lo mismo, un horizonte fijo y estático.

La persona fue desarrollando una sensibilidad especial. Así, cuando encontraba a alguien a lo largo de su camino, lo contemplaba con una enorme esperanza y de manera inconsciente le se preguntaba:

– ¿Será esta persona la que tiene la monedas que merezco, necesito y me corresponden, las monedas que no tomé de mis padres porque no supieron dármelas de la manera justa y conveniente? ¿Será esta la persona que tiene aquello que merezco?

En cierta ocasión la respuesta fue afirmativa, y todo resultó fantástico. Se enamoró y sintió que todo a su alrededor era maravilloso. Y, sin darse cuenta, empezó a esperar que el otro tuviera aquello que no había tomado de sus padres y se lo diera.

No obstante, aunque la esperanza de encontrar las monedas le resultó embriagadora al principio, cuando el enamoramiento acabó convirtiéndose en una relación y la relación duró lo suficiente, la persona descubrió que el otro no tenía lo que le faltaba, es decir, aquellas monedas que no había tomado de sus padres.

– ¡Qué pena!-, se dijo entonces, y se quejó amargamente de su mala suerte, culpando de ella al destino.

Se sintió desengañada, sometida a un tormento emocional que tomaba la forma de desesperación, desazón, crisis, turbulencia, enfado, frustración. Y es que, aunque todavía no lo sabía, el otro solo podía darle aquello que tenía y le correspondía por su posición, aun queriéndolo dar todo y amando plenamente, pues una pareja es una relación entre adultos, fundada en la igualdad de rango, el intercambio equilibrado y sexualidad.

En cierto momento de su vida, esta persona tuvo un hijo, y su desazón se volvió más dulce y esperanzadora, más atemperada.

Entonces la pregunta regresó:

– “¿Será este hijo que espero, tan bien amado, quien tiene las monedas que merezco, que necesito y que me corresponden y que no tomé de mis padres porque no supieron dármelas de la manera justa y conveniente? ¿Será este ser el que tiene aquello que merezco?”

Cuando se contestó de nuevo que sí, era maravilloso, formidable, y empezó a sentir un vínculo especial con aquel hijo, un vínculo asombroso, muy estrecho, lleno de expectativas y anhelos.
De manera inconsciente, la persona estaba convencida de que el hijo tenía las monedas que necesitaba y no tardaría en dárselas.

Pero pasó el tiempo, y el hijo, como la mayoría de los hijos, deseó tener una vida propia y poner en práctica sus propósitos de vida independientes. Amaba a sus padres y deseaba hacer lo mejor para ellos, pero la presión de tener vida propia le resulta exigente, imperiosa y tan arrolladora como la sexualidad.

Así, la persona comprendió un día que tampoco su hijo tenía las monedas que necesita, merece y le corresponden. Sintiéndose más vacía, huérfana y desorientada que nunca, entró en crisis. Enfermó. Estaba en la fase media de la vida y se encontró con que ningún argumento la sostiene ya, ninguna razón la calmaba. Sintió en su interior un catacrac y grita:
– ¡A Y U D A!

¡Había tanta urgencia en su tono de voz! ¡Su rostro está tan desencajado! Nada la calmaba, nada podía sostenerla.

Y ¿qué hizo?

Fue a ver a un terapeuta.

El terapeuta la recibió pronto, la mira profunda y pausadamente y le dijo:

– Yo no tengo las monedas.

El terapeuta vio en sus ojos que aquella persona seguía buscando las monedas en el lugar equivocado y que, en el fondo, deseaba equivocarse de nuevo. Sabía que las personas quieren cambiar, pero también que les cuesta dar su brazo a torcer, no tanto por dignidad, sino por tozudez y por costumbre.

Pero el terapeuta, que sabía que no tenía en sus manos las monedas, pensó: “Amo y respeto mejor a mis pacientes cuando puedo hacerlo con sus padres y con su realidad tal como es. Los ayudo cuando soy amigo de las monedas que les tocan, sean las que sean.”
En realidad, aquel terapeuta ya había visto a muchas personas en situaciones similares y sabía que el paciente, y el niño que sigue viviendo en su interior, continúa amando profundamente a sus padres y les guarda lealtad, aunque el escozor de las heridas u otras causas le impidan tomar sus monedas. Y es que, en las profundidades del alma, aunque el hijo rechace a sus padres, también se identifica con ellos. Y, cuando no puede tomarlos y quererlos, tampoco logra quererse a sí mismo. Por eso, su enfoque es el amor a todo y a todos.

En aquella primera visita el terapeuta añadió: “Yo no tengo las monedas, pero sé dónde están y podemos trabajar juntos para que también tú descubras dónde están, cómo ir hacia ellas y tomarlas.”
Entonces el terapeuta trabajó con la persona y le enseñó que durante muchos años había tenido un problema de visión, un problema óptico, un problema de perspectiva. Había tenido dificultades para ver claramente. Solo eso.

El terapeuta le ayudó a reenfocar y a modular su mirada, a percibir la realidad de otra manera, desde una perspectiva más clara, más centrada y más abierta a los propósitos de la vida. Una manera menos dependiente de los deseos personales del pequeño yo que trata de gobernarnos.
Un día, mientras espera a su paciente, el terapeuta pensó que había llegado el momento de decirle, por fin y claramente, dónde estaban las monedas. Y este mismo día, como por arte de birlibirloque, llegó el paciente con otro color de piel. Las facciones de su rostro se habían suavizado. Y dijo:

– Sé dónde están las monedas. Siguen con mis padres.

Primero sollozó, luego lloró abiertamente. Después surgió el alivio, la paz y la sensación de calor en el pecho. ¡Por fin!

Entonces se dirigió de nuevo, como años atrás, hacia la casa de sus padres. Cuando llegó, los miró a los ojos y les dijo:

– Durante todos estos años he tenido un problema de visión, un asunto óptico. No veía claramente. Y lo siento. Ahora puedo ver y vengo a deciros que aquellas monedas que recibí de vosotros en sueños son las mejores monedas posibles para mí. Son suficientes y son las monedas que me corresponden. Son las monedas que merezco y las adecuadas para que pueda seguir. Vengo a daros las gracias. Las tomo con gusto porque vienen de vosotros y con ellas puedo seguir andando mi propio camino.

Entonces los padres, que como todos los padres se engrandecen a través del reconocimiento de sus hijos, volvieron a florecer, y el amor y la generosidad fluyeron de nuevo con facilidad. El hijo volvía a ser plenamente hijo porque podía tomarlos.

Los padres le miraron sonrientes, con ternura, y contestaron:

– Eres un buen hijo. Puedes quedarte con todas las monedas, puesto que te pertenecen. Puedes gastarlas como tú quieras y no es necesario que nos las devuelvas. Son tu legado, único y personal, para ti. Puedes tener una vida plena.

Entonces el hijo se sintió también grande y pleno. Se percibió completo y rico y pudo por fin dejar la casa de los padres en paz. A medida que se aleja, sintió sus pies firmes pisando el suelo con fuerza, su cuerpo también asentado en la tierra y sus ojos mirando hacia un camino claro y un horizonte esperanzador.

Sintió también algo extraño: había perdido la fuerza impetuosa que se nutría del resentimiento, del victimismo o del exceso de conformidad, pero ahora tenía una fuerza simple y tranquila, una fuerza natural.

Recorriendo el camino del resto de su vida, encontró con frecuencia otras personas con las que caminó lado a lado, como acompañantes, durante un trecho, a veces largo, a veces corto, otras, para siempre. Socios, amigos, parejas, vecinos, compañeros, colaboradores, incluso adversarios.

En general, su camino era sereno, gozoso, en sintonía con su espíritu y con su naturaleza personal. Tampoco estuvo exento de los pesares naturales que la vida impone, pero sentía que aquel sí era el camino de su vida.

Un día se acercó a la persona de la que se había enamorado pensando que tenía las monedas y le dijo:

– Durante mucho tiempo he tenido un problema de visión y ahora que veo claro te digo: Lo siento, fue demasiado lo que esperé. Fueron demasiadas expectativas y sé que esto fue una carga demasiado grande para ti y ahora lo asumo. Me doy cuenta y te libero. Así, el amor que nos tuvimos puede seguir fluyendo. Gracias. Ahora tengo mis propias monedas.

Otro fue a su hijo y le dijo:

– Puedes tomar todas las monedas de mí, porque yo soy una persona rica y completa. Ahora ya he tomado las mías de mis padres.

Entonces el hijo se tranquilizan y se hizo pequeño respecto a él. Y se sintió libre para seguir su propio camino y tomar sus propias monedas.

Al final de su largo camino, un día la persona se detuvo a repasar la vida vivida, lo amado y lo sufrido, lo construido y lo maltrecho. A todo y a todos logró darles un buen lugar en su alma. Los acogió con dulzura y pensó:

– Todo tiene su momento en el vivir: el momento de llegar, el momento de permanecer y el momento de partir. Una mitad de la vida es para subir la montaña y gritar a los cuatro viento: “¡Existo!”. Y la otra mitad es para el descenso hacia la luminosa nada, donde todo es desprenderse, alegrarse y celebrar. La vida tiene sus asuntos y sus ritmos sin dejar de ser el sueño que soñamos".

10/11/2018

Las burbujas del champagne le hacían cosquillas al entrar por su boca, pero no tanto como la mirada de aquel hombre. Las manos de él se movían por su cuerpo con deliciosa cautela, ella contenía su instinto más salvaje por miedo a despertarse del sueño. Entre risas y caricias, mientras el cielo afuera se caía, se besaron.

07/11/2018

Tal como lo explica mi maestra, cuando arrojamos una piedra a un lago sólo vemos el cambio que produce al entrar en contacto con la superficie del agua, sin embargo mientras va cayendo crea ondas que alcanzan hasta la orilla más alejada del mismo y al tocar el fondo cambia de lugar hasta el más mínimo granito de arena.
Cuando constelamos, nosotros somos esa piedra para nuestro sistema familiar, aunque en lo superficial no se vea ningún cambio, hemos comenzado un movimiento nuevo.
Éste MIÉRCOLES 21 DE NOVIEMBRE en espacio GETSEMANI a las 17 hs, te invito a que juntos iniciemos un movimiento nuevo.

ESPACIO GETSEMANI
ROSAS DE OQUENDO 2885
VILLA CABRERA, CÓRDOBA
INFORMES E INSCRIPCIONES 3516194419

25/10/2018

Médica de Cuerpo y Alma Las Constelaciones Familiares son un movimiento al alma, permiten ver hacía donde mira nuestra alma y sanarla.

11/10/2018