María Fernanda Rossi
Digo cosas.
¡Hola a todos y todas! Soy María Fernanda Rossi, con más de dos décadas (casi tres, ay) de experiencia en el mundo del periodismo y la comunicación. Desde 1999, he sido parte de la industria, llevando noticias y contenido a través del aire y las pantallas.
Con matrícula de locución en mano desde 2013 y certificada como Especialista en Ciencias de la Información por la Universidad Europea del Atlántico, mi pasión por contar historias y difundir información me ha llevado a diversos proyectos. Desde co-conducir la segunda mañana en FM del Pueblo durante 14 años, hasta ser responsable de noticias en FM Estación del Siglo ¡por otros 14 años!, he tenido el honor de ser parte del corazón informativo de Tierra del Fuego.
Pero no me quedo ahí. En 2010, incursioné en el mundo digital con la apertura de mi blog personal, , donde comparto reflexiones y análisis sobre temas que me apasionan.
Además, he tenido el privilegio de colaborar con medios gráficos a nivel regional y nacional, así como realizar coberturas para importantes canales de noticias y diarios en Argentina y en el exterior.
Mi compromiso con el periodismo me ha llevado más allá de las fronteras. He participado en congresos internacionales y eventos como el Primer Congreso Internacional sobre estudios del periodismo en Santiago, Chile, y el XV encuentro de FELAFACS en Medellín, Colombia, representando al Foro de Periodismo Argentino, exponiendo trabajos de investigación propios.
En 2014, contribuí en la redacción del libro 'Periodismo Cerca(n)do', abordando el capítulo sobre Tierra del Fuego, una experiencia enriquecedora respaldada por FOPEA y la fundación Konrad Adenauer. Y en el XIII Congreso latinoamericano de investigadores de la comunicación (en la Ciudad de México), compartí reflexiones sobre la sociedad del conocimiento y la comunicación en América Latina.
Mi viaje en el periodismo ha sido emocionante y desafiante, pero cada paso me ha acercado más a mi pasión por informar y conectar con la audiencia.
Para que sepan un poquito sobre mí y por qué me aventuro a esto ahora.
¡Gracias por ser parte de este nuevo camino!
Dios está en todos lados, pero atiende en Buenos Aires. Esta máxima es de las primeras cosas que aprendemos quienes vivimos en las provincias.
Levantar las programaciones locales de Radio Nacional es no entender que los “mensajes al poblador rural” no son solo un antiquismo que quedó como cosa de tradición y solo sigue existiendo por romanticismo. Es no darse cuenta de que existen todavía en la Argentina muchos (MUCHOS) pueblos, parajes, puestos, donde la señal de internet o de teléfono celular son inexistentes, que la única vía de comunicación es ese mensaje dejado en la radio, para que alguna locutora de turno lo lea a una hora determinada y la persona sola en el medio de la nada pueda tener noticias sobre su familia.
Cerrar las estafetas del Correo Argentino en pueblos de un puñado de habitantes, haciendo que vecinos y vecinas tengan que viajar al pueblo más cercano para enviar o recibir lo que haga falta. Pero a veces, “el pueblo más cercano” son cientos de kilómetros en la inmensidad de la estepa patagónica y la soledad de la puna. Los caminos son difíciles, solitarios. Secos, helados.
Apagar las voces de los pueblos dando de baja cada corresponsalía de Télam, para que nadie más sepa lo que pasa en el fondo de Catamarca, en la profundidad de Chaco o en lo hondo de Santa Cruz, mientras en todo el país sabemos cuánta demora tiene el subte verde y por cuánto tiempo estará cortada la Panamericana.
Recortar la atención en las delegaciones de PAMI o ANSES, porque en pleno siglo XXI “ya todo se puede hacer online”, desconociendo absurdamente la falta de conexión o de acceso a terminales como teléfonos celulares, computadoras o tabletas. Incluso olvidando que existen cientos de personas que desconocen los procesos que demandan los trámites en línea.
Suspender destinos de Aerolíneas Argentinas porque “no son rentables”, desconociendo el aislamiento y el abandono al que se somete a quienes viven en la zona, esperando que venga un tal mercado y los rescate del olvido del medio de la nada.
En la Patagonia (y me refiero puntualmente a la región porque es lo que vivo y lo que conozco), hay muchos kilómetros de coirones y soledad. Rutas en las que solo te acompañan los choiques y los guanacos. Donde alguna que otra mara cruza rauda el trazado para que sepas que hay más vida por ahí. Acá en mi provincia, el pueblo más cercano está a 100 kilómetros. Kilómetros que se multiplican a partir de abril, cuando en las rutas dan el presente el hielo y la nieve.
En el AMBA se concentra la mayor cantidad de población del país, estamos todos de acuerdo, pero el resto, los que estamos desparramados en cientos de miles de kilómetros cuadrados en la soledad de la selva, los desiertos, las heladas y las pampas, somos tan argentinos como el resto. Ojalá alguien se acuerde y no nos dejen a la buena de Dios. Que está en todos lados, pero atiende en Buenos Aires.
¿Qué querés?
La pregunta es recurrente. Y la respuesta siempre la misma: no lo sé.
Repetía como mantra "sé lo que no quiero, pero si me preguntás qué es lo que quiero, sencillamente no lo sé".
La respuesta vino siendo espectadora. Eso quiero. Quiero una torta y un regalo.
Se puede tener envidia sin destruir lo que tiene el otro. Y el otro tiene una torta y un regalo. Eso quiero.
Saber pedir. Dejar de resolver todo sola porque puedo. Puedo, ¿pero quiero?
-Te bajo la luna.
-Si quiero la luna, me la bajo yo.
-¿No dejás que nadie haga nada por vos?
-Sí. No. En realidad no.
-Te bajo la luna.
-Que me la bajo yo.
-Bueno, pero yo te tengo la escalera.