PsiConsulting

Como cualquier otra persona, los psicólogos tenemos días mejores y peores. Yo incluido. Los días difíciles son cuando más aprendo distintas formas de ayudar a quienes acuden a mi consulta.

Nada más el otro día me tocó pasar por una serie de situaciones frustrantes. Al final de la tarde, salí del consultorio y empecé a sentir como si me envolviera una nube espesa. Aún me quedaban algunas actividades del día, tuve muchas ganas de dejarlas de lado e ir directo a casa. Me di cuenta de que era un momento excelente para poner en práctica algunas de las mismas habilidades que practico con mis pacientes en sesión.

Decidí que iba a continuar con mis actividades, aunque sea unos minutos más. Empecé a identificar una serie de pensamientos que me llevaban a sentirme triste, y me tomé el tiempo de analizarlos detenidamente. Luego de unos veinte minutos (sí, en verdad lo cronometré 😂) me di cuenta de que me sentía mucho mejor. Aún seguía frustrado por lo que me había pasado durante el día, pero la nube espesa se había ido y podía ver las cosas con más claridad. Me alegré, porque esta experiencia me permitiría ver los problemas de mis pacientes de forma más empática y guiarles mejor en el futuro.

De nuevo, es normal que nos frustremos y nos bajoneemos a veces. Habrán días malos (así como días buenos). Pero si podemos ver las cosas con claridad, no nos dejaremos llevar por esto, y podremos también disfrutar de las cosas buenas.

Es cierto: hoy en día hay más apertura frente a diversas formas de relación de pareja (poliamor, etc.). Pero seamos realistas. La mayoría de las personas todavía prefiere la clásica historia de amor romántico: conozco a mi “media naranja”, nos enamoramos, salimos un tiempo, y luego decidimos pasar juntos el resto de nuestras vidas. Se repite en todas las comedias románticas. Y claro que habrá peleas (Sino dónde está la trama de la película?!). Pero siempre, de alguna manera casi mágica, vamos a encontrar una solución. “Porque es el destino que estemos juntos”.

Nos repitieron esta historia cientas de veces, desde niños, y la verdad que hoy en día nos la creemos. No importa tu edad, género u orientación sexual: probablemente te imaginás que en algún momento de tu vida vas a dar el paso definitivo y vas a pasar el resto de tu vida con una persona… Pero eso nos lleva a una pregunta clave: quién es esa persona?

A cierta edad, un miedo muy común es equivocarnos al elegir a nuestra pareja. Qué pasa si nos comprometemos y luego no funciona? Cómo sé que es él/ella el/la indicado/a? Cuál es mi destino?

La realidad es la siguiente: No estás predestinado a estar con nadie. Mientras escribo esto, hay 7.96 billones de personas en el mundo. Si tuvieras que encontrar a la persona exacta que es “tu alma gemela” en ese mar de gente, la cosa sería bastante complicada. Probablemente hay decenas de millones de personas con las que podrías formar una pareja saludable, si ambos se lo propusieran.

Las personas no “encuentran” a su pareja ideal. Más bien la construyen. Y no tiene por qué ser eterno, sino del día a día. Si tomas las decisiones correctas y prestas atención, puedes conocer a alguna de estas decenas de millones de personas compatibles contigo, y empezar a partir de allí.

Cuando sentimos que una situación (social, laboral, personal, académica) nos sobrepasa, tendemos a sobrepensar las cosas, porque eso nos da cierta ilusión de “control” (“Debo estar preparado para cualquier escenario posible”).

Otras veces, sobrepensar nos ayuda a sobrellevar la incertidumbre (“Me cuesta tolerar el no saber lo que puede ocurrir, entonces pienso lo peor para no decepcionarme”).

Pero qué tanto nos sirve esta estrategia? Realmente nos da control sobre el futuro? En verdad nos hace sentir “mejor” el pensar siempre en los peores escenarios?

Muchas veces es mejor dejar ir estos pensamientos, y amigarnos con la idea de que hay mucho que no sabemos y no podemos predecir!

Y tú, sueles sobrepensar algún escenario? Cuáles son los pensamientos que más te atrapan?

Dependencia emocional, ¿Qué tan mala es realmente?

La dependencia emocional es uno de los temas que más comunes en redes sociales, casi siempre se lo asocia con connotaciones negativas. Sin embargo, ¿es realmente tan mala?

Podemos entender esta imagen negativa como producto de nuestra cultura, donde celebramos los valores como la "autonomía" y la "independencia". Sin embargo, no por eso la dependencia es necesariamente dañina.

Los seres humanos tenemos a la socialización y la interdependencia en nuestra naturaleza misma. Es bueno e inevitable que busquemos estrechar vínculos con otras personas, y que nos sintamos decepcionados cuando perdemos esos vínculos. Aunque muchas veces nos frustremos por pensar que "deberíamos superar" una ruptura rápidamente, esto no es una expectativa realista. Recomponernos puede tomar un tiempo.

Sin embargo, existen extremos dañinos respecto a la dependencia. Por ejemplo, cuando recurrimos a otras personas excesivamente para cubrir inseguridades en nosotros mismos. Esto puede encontrarse junto a las siguientes creencias: "Estoy indefenso", "Solo puedo hacer las cosas si me acompaña alguien competente". Estas personas ven al mundo como un lugar frío y peligroso que no pueden manejar solos, de esa manera, buscan a alguien competente y capaz que los proteja.