Tras la cortina
"El ojo que tú ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque él te ve".
Por suerte para mi salud psíquica, tras la sensación terrorífica, sólo me paralicé. Una corriente gélida me recorrió las venas. Aun corriendo el mayor peligro al que me había enfrentado fui incapaz de reaccionar. No se me ocurrió darle un codazo a Carcelén en los morros para arrebatarle el arma, ni un puñetazo a Matute bajo el tabique nasal y así comportarme como un James Bond cualquiera. Nada de eso, me acobardé. Debo decir que no disponía de sofisticados artefactos de defensa con apariencia de bolígrafo como los utilizados por el agente secreto de ficción. A quién voy a engañar, era un empleado de librería, un trabajador corriente, ni con un chicle explosivo o unas gafas que proyectasen rayos láser hubiese cambiado el resultado.
TRAS LA CORTINA Biel Montañana, un periodista, ahora dueño de una librería, y su empleado, Juan Eduardo Acosta, ambos amantes del misterio, se interesan por el as*****to de un famoso empresario al que han ejecutado con un estilete de oro. Gracias a su curiosidad, descubren que otro empresario español fue ajusti...
Unos con timidez y otros con brío se convirtieron en animales de granja. El militar centraba su atención en Pelayo Cabrera, que permanecía erguido. Pero no todos los reclutas estaban dispuestos a ser tan sumisos. Samuel, que se hallaba en las filas traseras, desde donde podía contemplar la formación, siguió los pasos de su compañero, se incorporó y miró con sesgo el comportamiento de Cambados. El mando no tardó en anclarse ante él. Su cara dura como una roca rebosaba ira.
—¡Tú quién c**o eres! —le gritó, proyectándole partículas de saliva.
Samuel, exteriormente, luchó por parecer sereno en la posición de firmes, por dentro los nervios le proporcionaron un impulso que tuvo que retener.
—Samuel Fernández Pérez, mi mayor.
Estimó que ese exaltado podría hacerle lo que se le antojase, no obstante, Cambados, boquiabierto, echó un vistazo a su alrededor.
—¡Joder! —espetó.
Se colocó delante del pelotón y lo contempló con una intensa y lunática mirada.
—Si hay alguien que quiera sufrir que se levante como estas seis mierdas, de lo contrario, a balar.
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TRAS LA CORTINA Biel Montañana, un periodista, ahora dueño de una librería, y su empleado, Juan Eduardo Acosta, ambos amantes del misterio, se interesan por el as*****to de un famoso empresario al que han ejecutado con un estilete de oro. Gracias a su curiosidad, descubren que otro empresario español fue ajusti...
Poema surrealista del poeta surrealista Oliverio Girondo, bueno, videopoema surrealista.
“Una vez que una mujer te da la espalda, olvídala: te aman y de repente algo se da la vuelta. Te pueden ver muriéndote en una cuneta, atropellado por un coche y pasarán a tu lado escupiéndote."
Charles Bukowski.
Sentado en una de las crestas de la mole, junto al precipicio, el penetrante aroma del tomillo me había abierto el apetito. Engullía un bocadillo de sardinas enlatadas, a la par, admiraba un paisaje de juguete: camiones y coches tan diminutos como cajas de cerillas atravesaban interminables franjas negras; conjuntos de casitas con apariencia de piezas del Monopoly con las fachadas blancas y los tejados anaranjados; cajas rectangulares de zapatos que en verdad eran pabellones y que formaban un polígono industrial; parches marrones, verdes o amarillos de líneas rectas que consistían en campos de labranza; y más allá, junto al horizonte, una gigantesca mancha borrosa con una estela parda sobre ella, o lo que era lo mismo, la urbe cubierta por un inmenso techo de polución.
Había procurado alejarme de la realidad, no solo físicamente, como había hecho al viajar a la montaña, también mentalmente; lo que intentaba era purgar mi espíritu. Por primera vez veía el mundo como él me veía a mí, minúsculo. Allí subido, respirando aquel aire tan distinto, me creí ridículo. Era increíble que allá abajo las personas ni siquiera existiesen, que fuesen puntos móviles y aleatorios, era como si yo fuese el único humano. ¿Seguiría drogándome si así fuese? Con más razón. Solté una carcajada. Al instante miré por encima del hombro, temeroso de que uno de los excursionistas con los que me había cruzado en la ascensión me hubiese oído. Pero a mi espalda solo se extendía un prado verde y ondulante y algún potro con el hocico unido al césped. ¿En el caso de ser el único habitante de la Tierra y continuar con mis vicios, seguiría considerándome la cáscara de un hombre? Apuré el último bocado de pan y sardina.
De todas formas, el hecho de no distinguir a las personas desde arriba de la mole, el hecho de que fueran similares a hormigas, provocó que me cuestionara la idea que hacía tiempo me rondaba acerca de si yo era o no una persona normal. Es decir, si tan distinto me consideraba a ellas, ¿por qué parecían tan insignificantes, tan parecidas a mí?
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Contar o mostrar, esa es la cuestión.
¿Es La feria humana un thriller? ¿Es una historia de superación? ¿Es una novela de fantasmas? Tal vez sea todo esto y mucho más. Una historia oculta en otra historia.
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Cientos de imágenes grotescas después, tal vez miles, el despertador sonaba y yo me preguntaba si había dormido, si todos esos rostros desquiciados pertenecían al mundo onírico o si, por el contrario, eran producto de mi trastocado cerebro. El origen de la duda residía en que, tras regresar desde algún punto de mi anestesiada mente, me había despertado con los ojos abiertos.
Extendí el brazo hacia la mesilla surcando la atmósfera fría de la habitación y desactivé la alarma. Eran las cinco de la mañana. Me despegué las sábanas con parsimonia y me senté muy despacio. Por un lado, el hecho de poder levantarme de la cama me aliviaba, por otro, me acrecentaba la depresión: la parte positiva consistía en que no tendría que llamar una vez más al departamento de personal de la fábrica para avisar de que me iba a volver a ausentar; la parte negativa trataba de las condiciones lastimosas en las que me presentaría.
Tan pronto como decidí ponerme en pie lo hice, fue luego, al salir del dormitorio cuando una peste a humo rancio y whisky...
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Es obvio que algunas películas logran superar la calidad de la obra literaria en la que se basan, proporcionando una experiencia visual y emocional única que complementa o incluso supera la experiencia de la lectura. Pero no es un secreto que el libro suele ser mejor que la película. Por ejemplo, los libros permiten una mayor profundidad en la trama y en el desarrollo de los personajes. O la imaginación del lector se potencia mucho más al crear imágenes mentales únicas. Por otro lado, las adaptaciones cinematográficas suelen excluir detalles importantes o cambiar aspectos clave de la historia. Vamos, que la experiencia de leer un libro suele ser más enriquecedora y satisfactoria que ver su versión en la pantalla grande.
Ahora bien, si un director de cine, productor o quien tenga a bien quiere hacer una película, saga, serie, cortometraje, videoclip, documental, videojuego, podcast, contenido en streaming o cualquier otro formato audiovisual que se le ocurra de una de mis novelas o de uno de mis relatos, no seré yo quien se lo impida. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, ¿no?
Cada cual se asusta con lo que quiere.
Hoy martes 16 y mañana miércoles 17 el ebook de La feria humana baja de precio en Amazon.com, de 2,99 a 0,99. Aprovechad, que por menos de ese precio ya no leéis ni la etiqueta del gel.
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LA FERIA HUMANA (Spanish Edition) LA FERIA HUMANA (Spanish Edition)
Un breve fragmento de La feria humana, apropiado para un sábado noche.
Si se tiene el pensamiento siempre en lo mismo, siempre se vive lo mismo, algo así como sintonizar en la radio el mismo dial todos los días, como es lógico, una y otra vez se escuchará el mismo tipo de mensaje. Le daría una calada al canuto, pero sin llegar a tragarme el humo, de este modo no llamaría la atención y a la par me mantendría sereno, fundamental si quería salir de allí con el propósito de cambiar intacto. Y así lo hice, aspiré y almacené el humo en la boca, y tras unos segundos, lo expulsé con fuerza, casi resoplé. Le pasé el porro a alguien.
—Vas a beber o qué, que el hielo no es para siempre —se quejó mi exnovia.
Los trozos de hielo habían menguado tanto que parecía que se estuvieran hundiendo, como los restos de una embarcación que se ha ido a pique. Me hubiera gustado pensar que no dispuse de más opción que la de darle un trago a la bebida si no quería que me incitaran para que acabase consumiendo lo que fuera, pero lo cierto es que tragué con deseo, incluso, sentí alivio cuando lo hice. No estaba para cambiar de dial, más bien, para subir el volumen.
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Biel Montañana, un periodista, ahora dueño de una librería, y su empleado, Juan Eduardo Acosta, ambos amantes del misterio, se interesan por el as*****to de un famoso empresario al que han ejecutado con un estilete de oro. Gracias a su curiosidad, descubren que otro empresario español fue ajusticiado meses atrás con el mismo procedimiento en Boston.
Biel denuncia el hallazgo ante una conocida del pasado, la inspectora Carla Sandemetrio, con la que mantuvo un noviazgo en la universidad. Los libreros y Carla pronto averiguan que las víctimas están relacionadas entre sí, y se lanzan a un arriesgado periplo, traspasando la cortina que oculta el mundo artificial en el que viven, en el salvaje reverso de la civilización.
Su objetivo es cambiar, ser "normal". Un trapicheo de dr**as, las cuentas pendientes y tres peculiares fantasmas tratarán de impedírselo.
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«Afortunadamente existen los libros. Podemos tenerlos olvidados en una estantería o en un baúl, dejarlos entregados al polvo o a las polillas, abandonarlos en la oscuridad de los sótanos, podemos no pasarles la vista por encima ni tocarlos durante años y años, pero a ellos no les importa, esperan tranquilamente, cerrados sobre sí mismos para que nada de lo que tienen dentro se pierda, el momento siempre llega, ese día en el que nos preguntamos, dónde estará aquel libro que enseñaba a...»
Hoy se cumplen 14 años sin José Saramago.
Fragmento: "La caverna"
Fotografía: João Francisco Vilhena
Bueno, por fin he recuperado los derechos de mi segunda novela, cinco años después. La "editorial" que la publicó no cumplió ninguno de los acuerdos del contrato, por no hacer no hizo ni una mísera publicación en sus redes sociales. En fin, no me voy a extender mucho porque no vale la pena. El caso es que ya la puedo publicitar con la tranquilidad de que ningún parásito va a vivir de mi esfuerzo.
me ha diseñado una portada nueva, con la cual estoy muy contento, y también le ha hecho una maquetación profesional.
Por cierto, como no soy el mismo escritor que era cuando la escribí, le hecho mejoras, se puede decir que la he pulido, eso sí, la trama es la misma. Así pues, os presento la renovada
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Acosta y Biel, dos libreros, curiosean en el as*****to del dueño de un club de fútbol.
Sus pesquisas les llevan, junto con la inspectora Sandemetrio, a traspasar la cortina que esconde un mundo construido a base de farsas.
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TRAS LA CORTINA TRAS LA CORTINA eBook : ANDRES, AITOR MARTIN: Amazon.es: Libros
Novela negra
Biel Montañana, un periodista, ahora dueño de una librería, y su empleado Juan Eduardo Acosta, ambos amantes del misterio, se interesan por el as*****to del dueño de un club de fútbol de Madrid que han ejecutado con un peculiar estilete. Gracias a su curiosidad, descubren a otro empresario español ajusticiado meses atrás en Boston con el mismo modus operandi.
Biel denuncia el hallazgo ante una conocida del pasado, la inspectora de policía Carla Sandemetrio, con la que mantuvo un noviazgo en la universidad. Los libreros y Carla pronto averiguan que las víctimas están relacionadas entre sí, y se lanzan a un arriesgado periplo que los lleva a indagar en las calles de Madrid y en las localidades de La Velilla, Tapia de Casariego y Salduero.
Inmersos en la investigación, se adentran tras la cortina que oculta el mundo artificial del que forman parte, en el reverso de la civilización.