donde nace el amor
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Todo el mundo te desea, ese fue mi crimen. Me hago pedazos y podrías atraparme entre tus brazos. Fui golpeada por el amor directamente en la cabeza y me afectó demasiado, estoy enferma de este choque sin cura echada sobre mi cama. Me encanta pensar que nunca olvidarás el borde de mi locura. En un mundo repleto de chicos, eres un caballero.
El olor a ma*****na invade el tétrico lugar donde acostumbra a ir, rostros desconocidos que buscan las copas de lícor al caer la noche, unos embriagados hasta el límite de no llegar a recordar nada y otros sólo a familiarizarse. La autodestrucción era una cosa tan preciosa. Enmarcado del eufórico ambiente, jamás pensó en acabar de esa forma, llevando grandes adicciones corriendo por sus venas, tal como las dr**as, alcohol y el s**o; involucrando a un Shayley, por encima de la mayoría de edad, rondando entre sudor y resacas constantes. Después de que la banda, con la que empezó tocando, se esfumara, cada quién tomó un rumbo distinto, pero sería un completo estúpido si dejaba a un lado la perfecta amistad que construyó con el líder del conjunto, ese que lo menospreció y, con su fantástico don infernal, logró callar sus bajas expectativas colocándose en la cúspide del éxito.
No era el mismo mocoso de antes.
Vestimenta oscura, mechones casi un desastre que lo hacían ver terriblemente excitante, donde la chaqueta de cuero no debía faltar, mucho menos el cigarro impregnado en las telas y aliento sabor al exquisito tabaco; las adicciones, de todas formas, no quitarían el costal de belleza que el hombre era. Y pareciera que tenía el espejo de todas las mañanas frente a sí mismo, cuando terminaba hecho un desastre junto a aquella mujer que conoció la semana pasada; la avaricia carcomía el deseado cuerpo cada que una extraña pronunciaba su nombre entre gemidos en los moteles más lujosos de la ciudad. Dichoso bajista promedio, que disfruta la vida en antros nocturnos, en una banda provisional tratando de conseguirse la vida con lo poco que le pagaban; odiando los restos, como siempre. Su amor sobrepasa los límites que desconoce al prójimo, aún si el apetito que carga con frecuencia entre las llamas de la lujuria, es prestado atención; o el lado frugal hacia la riqueza que aterriza en los lujos materiales, lo consigue. ¿Por qué era tan malditamente egocéntrico? Porque Shayley cree que puede tenerlo todo a sus pies incluso estando sentado en la silla de un bar pidiendo su cocktail favorito, sin saber que, en constancia, quería morir por no conseguir lo que quería, pero se amaba tanto que el mundo flotaba a su alrededor.
Si Shayley decía que estaba bien, es porque estaba bien.
Porta un sombrero fedora en tono negro que cubre parte de su rostro, dejando solo visibles unos ojos penetrantes de pupilas oscuras. Vestía con un estilo limpio y elegante destacando su buen gusto y atención a los detalles. De su boca asoma un cigarro encendido, emitiendo espirales de humo que se pierden en el contraste de los primeros aires fuertes de esa mañana. Su postura es relajada pero al mismo tiempo parece estar en alerta. Es un hombre viejo, su mirada refleja una mezcla de experiencia, una madurez marcada en facciones de un varón que, seguramente, rebasa los veinticinco años de edad.
Mi ruta entre semana para ir al instituto es cruzar la avenida para ir a un lugar comunitario, una acera adoquinada que representa un quiosco de periódicos, el aroma de tinta y papel se mezclan con el aire, algunos leen los titulares de la tipografía clásica que regala el noticiero día tras día mientras que otros conversan con los ánimos de un buen despertar y otros simplemente dan pasos ignorando por completo el lugar en busca de su destino. Es complicado de entender, pero mi momento favorito es esperarlo en el exterior del quiosco mientras él va en busca del periódico y tomar la misma ruta hacia el metrobús subterráneo que yo. No conoce mi nombre, ni siquiera mi voz, pero eso no impide que me acueste todas las noches pensando en sus moca rasgados intimidantes, es de pocas expresiones pero parece comerse al mundo con tan sólo voltear a ver.
El sol naranja se alzaba en el cielo llenando el aire con un brillo de colores cálidos un lunes a las siete de la mañana. Mi suéter de lana que ha pasado por varias generaciones en mi familia es el que me gusta utilizar y llevar a todos lados; debajo del tejido traigo conmigo mi uniforme escolar, siempre he tenido conflictos con las autoridades del colegio por la forma que he modificado el atuendo, el morbo asqueroso de adolescentes y empleados mirándome las piernas por lo corta que es mi falda confeccionada con tela de cuadros y pliegues que le dan volumen. Sé que es llamativa, pero no quiero que lo sea para los demás, sino que para él. Paso más de dos horas arreglándome, un maquillaje sutil que no me haga perder la tez de ternura que vuelve loco a los hombres, ese es mi encanto, la mirada fuera de maldades llena de inocencia… pero por dentro estoy en busca de casar al mismo diablo. Esta es mi manera de decirle que soy suya.
He escuchado varias veces de la boca de mi madre que soy igual a una lo**ta, igual de tempranamente seductora, el insulto puede colarse en los recovecos de mi memoria pero he decido tomarlo como halago, he querido hacer las cosas bien por aquella figura que, por primera vez, tuvo contacto conmigo después de meses de estudiar su ruta, de sumergirme en el estudio minucioso de cada detalle que conformaba las facciones de su rostro. Una pincelada de dulzura en lienzo blanco, labios engalanados con un brillo sutil en una tinta hidratante roja que combinan a la perfección con la blanca dermis. Sus dedos rodean la carne de mi muslo derecho mientras vagábamos en los asientos de el metro subterráneo, cada quién está tan ocupado en sus retos del día que nadie se percata de nosotros. Mientras se desliza más descubre mi piel, lo ayudé alzando la tela llegando al límite posible, soy tan liviana que puede cubrirme con su amplia mano sin complicaciones, sus huesos han cubierto mis músculos. Si voy bien vestida podrían mirarnos de todos modos y si me tildan de p**a él sabe que valdría la pena por una vez.
El chirrido de frenos resuena en el andén, de inmediato dejó de tocarme para tomar su maletín de cuero y tomar un ci******lo nuevo de uno de los bolsillos de su abrigo antes de que las puertas se deslicen hacia los lados revelando la estación de destino que aguardaba más allá de los cristales. No se despidió de mí verbalmente pero me ha obsequiado una tarjeta de presentación que incluye su número telefónico y lo que, finalmente, sería su nombre. Me tendría en su oficina esta tarde después de concluir mi jornada en el instituto para que termine de jugar con su nueva muñeca.
you swore that you loved me,
but where were the clues?
i died on the altar waiting for the proof
A casi un año desde que la otra mitad de mi corazón se apagó por completo. Todavía sigo preguntándome cómo se colorea esa parte de mi mundo después de que fue pintada por ti durante seis años consecutivos. He pasado estos primeros meses del año en una guerra sin fin, me cuestiono qué me dirías justo ahora, si estarías aquí a mi lado haciéndome reír o escuchándome hablar de lo mismo hasta caer dormida para que al final me digas: podría decirte setecientas veces lo genial que eres. He escuchado tantas veces que cuando amas a alguien siempre se queda en tu corazón, que jamás se va, y sé que estás conmigo, veo tu presencia en mi andar en millones de formas, pero sigue siendo tan difícil caminar, tan difícil todo. Quizá en otro universo seguimos siendo los mejores amigos que siempre fuimos, cuando me amabas y cuando yo te amaba tanto. Una vez me dijeron que si pude superar la ausencia de aquella persona que amé con fuerzas entonces puedo superar cualquier obstáculo en la vida, pero la realidad es que cada día me dueles más. Te extraño con fuerzas, Leith, Ian, Heartly, Hunter. Te extraño todos los días.
Estoy escribiéndote esto preguntándome si algún día lo leerás, realmente no espero nada y con eso me refiero a que cualquier actitud tuya la voy a recibir pero esto más bien es por mi, he pasado siete meses sentada preguntándome cómo deshacerme de este enorme vacío que siento en mi corazón desde que no estás en mi vida, me gustaría decir que todas las noches pienso en ti pero es peor cuando te recuerdo a las dos de la tarde y me doy cuenta que no puedo decirte “acaba de pasarme esto” “quiero contarte algo”, no sé si me explico. Hay un peso grandísimo en mí, siempre me culpo por haberte dicho cosas tan horribles que a lo mejor las puedo justificar pero sigo encontrando un dolor tan horrible por haberlas sacado contigo, pero al mismo tiempo hubiera deseado –y sigo haciéndolo– que jamás nos hubiéramos hecho daño mutuamente. Siempre le pido a Dios por ti, por mi, por nosotras. Todavía no entiendo y sigo preguntándole todas mis dudas, miles de y hasta ahora no me ha dado una respuesta que necesito para encontrar la paz que requiere mi alma.
He aprendido a vivir sin ti, encontré muchos colores después, canciones nuevas, me enamoré de Taylor Swift y me parece graciosísimo porque recuerdo que bromeábamos con que tú eras Kanye y yo ella; pude conocer a Jeno después de muchos años, tienes razón, es hermoso en persona; me fui de viaje con una amiga y lo tomé como una terapia de cómo luce la vida después de ti pero creo que son sólo etapas, julio fue mi mejor mes. Me fui de hiatus de este lugar y cuando regresé me encontré con una persona que volví a ver después de un año, sí, con E, no te preocupes, duramos cuatro meses y hace poco lo terminé, sigue siendo la misma persona nefasta pero sí, así como lo lees, esta vez dejé que yo fui la de la última palabra. Me corté el cabello, decidí donarlo a niños con cáncer. Dejé de coleccionar photocards ahora estoy coleccionando maquillaje. Mora volvió a enfermarse de los riñones y casi se me iba… pero ahora está estable, comiendo mucho, creo que jamás va a entender. Entro de pocos días es navidad y me tocará ser el viejo pascuero –como le dicen ahí–, mi hermano crece tan rápido. Mamá sigue preguntándome por ti, no sé qué decirle, y ahí es cuando la nube gris vuelve a aparecer. En esta víspera le pido al cielo que te obsequie también una buena vida y que ojalá también hayas vivido ciertos episodios que te hayan hecho saber que la vida sin mi también puede ser linda.
Siempre vas a ser el dolor más grande mi corazón y la ausencia que nunca voy a poder cubrir. Me gusta pensarte con esta canción (https://www.youtube.com/watch?v=sRxrwjOtIag) y aunque pueda tener fragmentos como de rechazo creo que eso es lo menos importante, me gusta el mensaje que da de porque esa es mi memoria todos los días, esa punzada en el pecho de preguntarme que si algo hubiera sido muy diferente entonces probablemente el día de hoy estaríamos muy bien. No te odio, todos los días siento que te amo con todo de mi y creo que también vas a ser mi amor eterno, aunque no puedo verte, ni escuchar tu voz, es como si amara a un fantasma pero no es algo de lo que me arrepienta. Pasé meses tratando de cubrir mi dolor con odio o rechazo, pero esta noche lo estoy dejando libre y con miles de flores a su alrededor. Quizá suene que lo estoy romantizando pero esta es mi única manera para dejarte ir, poco a poco. Ojalá pueda cubrir fuerza para seguir y que el año que venga pueda escuchar tu canción o hablar de ti sin que un n**o en la garganta se me forme. Ojalá la vida sea amable contigo también. Ojalá encontrarte otra vez y si eso no sucede entonces rezaré para que pueda hacerlo en nuestra siguiente vida. Me gusta encontrarte en mis sueños, de pronto te digo "te extraño" y aunque sé que es sólo producto de mi mente me gusta pensar que tú también me viste.
And no matter what you do from here on out know this... I will love you always (espero entiendas la referencia).
Cree firmemente que no sólo la belleza puede radicar en algún objeto, así de perfecto o eterno, puede resultar efímero, tal como la noche resulta estrellada un par de horas cuando no siempre es posible, pero ¿qué tanto puede resultar para Grettell? Quizá una plática que traza la alegría, enojos o tristezas; quizá está en un hombro en específico o, como él llamaría: un compañero. No se imagina una vida sin el brillo humano del muchacho que le sostiene ambas manos cuando el borde del universo está extremadamente cerca, y tampoco quiere saberlo. Espléndido, magnífico. Las estrellas destacan en el cielo nocturno cuando quieren, Hunter destaca en su vida todos los días, ahí estaba la diferencia entre un esferoide y el humano que, por casualidad, le trajo color al significado de amistad. Y no sabe cómo, pero costura, con su peculiar magia, cualquier rastro que lo lleve a algún lugar que no sea la realidad; es muy probable que, aquél ser igual a una constelación, le haya enseñado más allá de notar el inframundo como un reto, a pisar la tierra con futuros corazones. Así es como un individuo puede brillar ante todas las cosas y, algún día, Grettell desea ser como él.
La última vez que rozamos nuestras manos, labios e incluso pieles, juraste amarme, juraste mirarme sólo a mí, que tu amor jamás se iría, pero fuiste el primero en decir adiós, ¿me odias? ¿en verdad me odias? Sin siquiera voltear la ventana, sé que estás ahí afuera, en algún rincón, con él. ¿Le dices también que es lo más hermoso que has visto? ¿que estás enamorado? Si tus palabras me atravesaran, ya estuviera desangrándome por completo, te ha tomado menos de un mes para sostener la mano de alguien más y mirarle de la misma forma en que lo hacías conmigo. Y yo, tal vez, soy el diamante que dejaste enterrado en el pasado. Llegué a preguntarme si cruzaba por tu mente, si tú también me extrañabas, si tú también querías solucionar nuestro propio caos, pero, al parecer, yo fui la única que seguía esperando a un fantasma que deshabitó mi hogar sin siquiera decir adiós. Sólo espero que cuando lo sostengas entre tus manos y le regales distintos versos de amor, no se te ocurra olvidar que me traicionaste.
Posiblemente esta sea mi historia favorita, con la persona que menos aposté y con la que ahora estoy. La vulnerabilidad es mi arma más fuerte, sin embargo las personas son tan crueles como para apoderarse de mí, pero contigo me siento a salvo, sé que no abusarás de este sentir tan delicado.
En un periodo de corto plazo, porque de alguna manera lo es, sabes que has encontrado una mano derecha y unos brazos para descansar cuando este pesado lugar pueda resultar abrumador como para un ser como tú. Un día te observé desde lejos, un hombre bastante curioso pero que al mismo tiempo me parecía intimidante... meses después se estaría colando debajo de mis huesos y le estaría escribiendo una carta cliché para un día tan comercial. Si las vueltas de la vida me parecen absurdas, entonces esta es la que me hace bajar la cabeza y callarme.
Lo que soy hoy, el proceso que he vivido, el coraje y el desamor, me ha llevado de alguna manera a acudir hacia ti, curiosamente también esa es la razón por la que viniste por tu propia cuenta. He comenzado a creer que nuestros eventos canónicos fueron ese puente que nos llevaría a tener la grata conexión inesperada –y que apenas se construye– que hoy tenemos. Tú no lo sabes, pero me has rescatado de esas malas rachas de dolor, y en parte es por eso que siento esa enorme necesidad de agradecerte, si no fuese por tu presencia, la manera de acobijarme y aterrizarme los pies hacia la realidad, jamás hubiese recibido ese golpe durísimo de salvación para mí. Encontré mi corazón que estaba mu**to y enterrado. Ahora estoy respirando mucho mejor que antes y todo te lo debo a ti.
Sé que no es necesario recordarte lo genial que eres porque lo tienes clarísimo pero un abrazo hacia el alma creo que nunca está de sobras. Me gusta relacionarte con el color dorado, quién sabe por qué, quizá porque de esa manera logro percibir lo que me rodea sólo si tú estás a un lado de mí, quién sabe, diciéndome algunas tonterías para hacerme reír o simplemente existiendo. Espero que en algún momento me dejes seguir conociendo tu universo, no por curiosidad, sino porque realmente ansío conocer lo que hay detrás de este ser que, a pesar de todo, me hace querer morir de ternura de vez en cuando.
Me costó mucho encontrar a alguien como tú.
Con cariño, Nana.
Lú, mi gran amistad y mi compañero de mi vida desde hace seis años, se me hace un n**o en la garganta cuando quiero hablar de ti porque, Dios, es tan mágico, tan irreal, y creo que el destino me ha bendecido una persona tan maravillosa a mi lado. No necesito una fecha especial para recordarte lo mucho que te amo pero no quería dejarte fuera del margen tan cliché que es esto y, por supuesto, no te dejaré ser espectador jamás con mi presencia.
Te extraño, ojalá no nos separaran tantos kilómetros y estar cerca uno del otro como lo éramos hace un par de añitos... pero cuando puedo sostenerte, mirarte y escucharte, siempre es por una razón. Recuerdo tanto cómo es que las cosas se alinearon para que, con las posibilidades tan grandes que existen en esta atmósfera, estuvieras conmigo cuando el mundo se cayó y mi corazón se rompió; de alguna manera me recuerdas tanto al calor de los vagos recuerdos que tengo de mi cielo azul de cuando era una infante, pero también me recuerdas a que el amor existe aún cuando no podemos verlo.
Eres mis ojos en la oscuridad y mi cabeza cuando me dejo llevar por lo sentimental, sin ti no estuviera parada, aquí, viviendo la tranquilidad que tanto buscaba, viviendo al máximo pero sin olvidar quién soy. Tengo un poco de ti en mí. Eres mi amor más grande en este lugar, por eso he decidido obsequiarte flores inmortales, unas que tendrás que armar con cada pieza, son muchísimos, pero son en símbolo de todas las porciones que tienes en mi corazón.
Te amo eternamente.
Resistirse a las adicciones jamás fue un balance completo para Jeno, deseoso de probar las nubecitas que parecen ser pintadas con la tinta roja más suave de la tierra, quizá arrancada de una flor y luego procesada, o tal vez es un ser humano tan afortunado que puede toparse con cualquiera y simplemente lanzar su magia. Se considera un ser de luz coqueto, desprende sencillez con sólo dibujar una cálida sonrisa en sus comisuras, pero nadie sabe del revoloteo que se concentra en el estómago, ¿qué es? ¿y por qué? Lo llama atracción a primera vista, porque Seonghwa brilla hacia los adentros del pelinegro, se siente nervioso de poder acercarse a él y romper cualquier distancia que no estuviese a su jodido favor. Más, más, más, ansía una mayor cantidad cuando una de sus manitos se enredan en las bajas hebras, podría desvanecerse en ese instante e, irónicamente, le agradece a las condiciones del universo por haberle puesto a cierto muchacho hermoso frente a sus moca.
Dispuesto, junta sus exquisitos cerezos con los de él, en una danza clásica que puede enamorar a cualquiera, sus pequeños dedos trazan formas irregulares por encima del pecho de quién le acompaña, de quién, justo ahora, le esfumó cualquier pendiente que rondara en su cabeza sólo para que pudiese concentrarse en el espléndido sabor, que sabe mucho mejor que una taza de té, que gobierna sus labios. Suaves y pequeños chasquidos, sus ojos están entrecerrados, son las pestañas quienes hacen el juego contra la pálida piel de porcelana. Lo está disfrutando y quiere más, el sinhueso se entromete en la rica cavidad, explorando cualquier luminoso lugar que ahora le es indispensable, jadea culminado de placer y embriagado del aroma que emprende su olfato. Quiere besarlo, amó hacerlo, y se niega a que sea la última vez a hacer el trágico amor de esa violenta manera.
당신은 나를 산산조각 내고 별처럼 빛나고 비명을 지르게했습니다. 비너스처럼 날 비추지만 넌 사라지고 날 기다리게 만들고.
Mayo, 2018.
Cada segundo parece una tortura desde la última vez que la mujer vio la figura que le robó el último suspiro desde que recuerda, tal vez es como un crimen pues lo hizo sin siquiera tener qué hacerlo, sino fuese por el mero sentimiento de querer probar esos dignos belfos, de preguntarse si él también siente lo mismo que pide su corazón. Grettell sueña con ese retrato, se pregunta si, aunque sea por un segundo, también piensa en ella. Escribió varias canciones con su nombre escondido estrofa por estrofa, descubre que la manifestación del dolor también puede transformarse en algo meramente hermoso; derrama lágrimas mientras terminaba de componer el último verso, jamás entendió por qué un «casi algo» duele más que un «amor estable», todo le recuerda a él. Grettell no es la vocalista principal de la banda de rock que formó con su hermano, pero siente amor por componer letras que, muy posiblemente, nadie sabe además de su fiel compañero, tampoco tiene habilidades vocales pero quiere intentarlo algún día. En su habitación no hay nadie más que ella, un bolígrafo, una hoja con diversas palabras y luego otras más hechas trozos. Tiene días sin comer, sin salir de la cueva donde grita internamente hasta quedarse dormida, sus ojos son la viva imagen de que el descanso sería una buena opción pero tener qué drenar las emociones puede ser una mejor idea.
Fueron esas hebras largas y oscuras, tenía unos ojos que le hacían descubrir que la fantasía plasmada en humano es posible. También tenía una imaginación que hacía recordarle a Grettell la dulce infancia que duras apenas tuvo cuando su padre existía en su plano. El corazón de la guitarrista siente como se rompe, no físicamente, pero en el fondo de sus sentimientos –o podría ser una ilusión– parece ser de esa misma forma, el tarro de cristal que guarda los pinceles que son constantes en el trazo de la silueta que la visita todos los días se ha roto. Los objetos regados por el suelo, sin ninguna pizca de pintura esparcida, así luce igual cuando él se fue, sin color… y un vacío destrozado que no puede ser construido, pues al tocarlo, puede resultar doloroso. Pequeñas cortadas, unas cuantas sobre la superficie de carne y otras aún más difíciles por debajo de ésta. Aún recuerda cómo los cuentos del varón revolotearon su estómago las noches que la acompañaba, cobró vida a su viejo corazón, las horas parecieran tan cortas cuando su olor recorría el sensible olfato de la fémina, envueltos entre una cobija que ni siquiera era lo demasiado amplia para cubrirlos, pero para ella no importaba nada, porque la hizo sentir como una princesa de la mismísima realeza, donde la felicidad tiene qué rebosar por su propia cuenta y los males son incompatibles al tocar las auras del reino. Se denominó su amante, la sencilla princesa que, como se esperaba, se enamora del apuesto caballero que le canta desde las afueras del palacio con la esperanza de admirar el delicado rostro ruborizado ante de la propia naturaleza cosechada por los habitantes. Grettell fue feliz una vez, donde tuvo que haber sido, tenía que haber sido, podría haber sido, nunca fue y nunca lo será.
¿Y nunca más habrán historias antes de dormir? Se transforma en noche de llanto, ella no puede y no sabe cómo lidiar con la desaparición, irónicamente anónima, de «Él». Quizá perderlo no podría soportarlo, pero amarlo es mucho peor. Grettell cae en cuenta que: el corazón quiere lo que quiere.
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Querido Hunter.
Escribir el cierre de una historia que nos tomó crear alrededor de cinco años es una de las cosas más duras que me ha tocado afrontar a lo largo de mis veintiún años de vida, pero no estoy aquí con la esperanza de encontrarte y que sepas todo lo que necesito decir, sino que estoy por y para mí. Todavía recuerdo cuando nos abrazábamos y te decía: “si algún día me dejas yo de verdad muero” y la sorpresa que me he llevado es que me estoy sintiendo más viva que nunca. No hay silencio en mi vida, te sorprenderías si supieras la gran variedad de colores que hay, las nuevas canciones que he encontrado y la feliz larga trayectoria que me espera, pero de pronto también me hallo en una esquina de mi cama llorando preguntándome qué me dirías en los momentos cuando siento que todo se sale de mis manos. Lo curioso de esto es que no te extraño, aprendí a vivir sin ti en los últimos tres meses, traje conmigo el rencor y odio hacia tu persona pero en esta carta estoy dispuesta a soltarlos para dejarte ir con el amor que te tuve por todo este tiempo. Me hubiera encantado escuchar un perdón de tu boca pero creo que es suficiente con auto perdonarme por haber estrujado mi corazón cuando lo único que he hecho por ti es amarte incondicionalmente. Tengo un poco de ti, recuerdo los consejos que me dabas para poder identificar ciertas fortalezas que tengo o para aterrizar y repetirme setecientas veces lo mucho que valgo la pena. Escuchaste mis llantos, secaste mis lágrimas y me cuidaste en tus brazos, fuiste mi hogar y te llamé como mi verdadero amor. Pasábamos horas y horas viendo videos, riéndonos de situaciones tan estúpidas, de chistes rotos, intercambiábamos gustos, me dedicaste varias canciones y yo también lo hice contigo, pero también estabas para escuchar mis audios que duraban diez minutos cuando la ansiedad invadía mi cuerpo y nublaba mis pensamientos, fuiste mi luz y gracias a ti encontré el camino muchas veces, pero esta vez tú eres el que me da la lámpara para ser yo quien alumbre mi propio camino sin tu ayuda. Aún recuerdo cuando por la madrugada te dije que tú eras el que siempre había sido mi mejor amigo y no los que alguna vez catalogué, no me equivoqué en ese entonces, pero este año hiciste que yo quisiera morir y el viento se llevó mis recuerdos. Me hubiera gustado que vieras todo lo que tengo hoy, documentarte el viaje que tuve donde viví el concierto que esperé por años, mostrarte mi rutina ahora que he vuelto a clases porque siempre me preguntabas qué es lo que cargaba conmigo, los unboxings cada que salgo a comprar cosas nuevas, emocionarme por enviarte regalos a tu país, pero ahora soy yo hablando sola y de alguna manera me complemento. Dependía de ti, no era capaz de moverme por mi propia cuenta si no iba a tu chat a preguntarte qué hacer o buscar validación, hoy estoy caminando con el mejor equilibrio. Sobrevivía a tu lado pero hoy soy yo la que realmente está viviendo, me volví una mujer independiente. Pensar en ti fue doloroso, traumático, pero creo que si tuviera la oportunidad de volver a verte te abrazaría con mucha fuerza y te obsequiaría un pedacito de mi corazón, ese que todavía te ama aún cuando le diste cientos de golpes, es tan fácil ir y buscarte, pedirle al cielo que te traiga de vuelta, pero por más que sienta que medianamente te pido a gritos, sin ti soy más feliz que nunca y estoy dispuesta a aceptar mi nuevo destino. En diez años me veía sosteniendo tu mano, conocernos fuera de este mundo de píxeles, vacacionando juntos, riéndonos, pero ahora en diez años me veo siento la mujer que predique todo el amor que en algún capítulo de esta temporada me enseñaste. No tengo miedo de hablar de ti, tampoco es un tema que evite, me siento bien cuando observo a mi alrededor la gigante pradera que yo misma regué.
Te solté para encontrarme. Gracias.