Historias Mínimas De Amor por Flavio Rodríguez

Pequeñas historias de amor o tragedia, tan pequeñas que nadie las recuerda...sólo trato que, con

26/11/2023

Isabel Junco tenía cuatro hijos de dos maridos distintos: todos la habían abandonado a su suerte.

El mayor tenía un nombre raro: se llamaba Isandro, vaya a saberse porqué...

Isandro era hijo de Florindo Villaguay, su primer marido, un ciudadano boliviano que había venido como golondrina a trabajar las chacras verduleras del oeste de la provincia de Buenos Aires, se dice que escapando de unas deudas de juego...

Su acción más "épica" fue conocerla, conquistarla, embarazarla y desaparecer. Por supuesto nueve meses después nunca reconoció (ni conoció nunca, a decir verdad) a su hijo Isandro, por lo que el pequeño llevó siempre el apellido de su mamá (Junco, se ha dicho).

Luego Isabel conoció a Miguel y con él tuvo tres hijos más, casi como chorizos: Sebastián, Raquel y "El Mono". Supongo (y espero) que el de este último haya sido solamente su apodo, ya que su nombre real no pude averiguarlo...

Cuando Isandro contaba con once años, sus hermanos tenían cuatro, tres y un año.

Resulta que dos meses antes de cumplir los 12 años, Isabel falleció. Se derrumbó en la cocina de su casa de Ramón Lista al 5300 (ahí por Devoto) como un títere al que se le cortan las cuerdas. Isandro recordaba que ella estaba cocinando un guiso de mondongo, tomate y papas.

No sé por qué se le grabó tan a fuego este plato pero supongo que algo tendrá que ver con el momento horroroso que pasó...

Para no hablar mucho más de Isabel, basta que se sepa que la sepultaron en chacarita y terminó luego sus días en el osario común...

Pero la cuestión es que de Isandro y sus hermanos no se ocupó nadie ninguno de sus pseudos familiares o amigos. Solo un tío que les salió de tutor para cumplir con la mera formalidad legal.

Pero ninguno de los dos padres fugados aparecieron para darles un plato de comida o brindarles un poco de calor a sus almitas.

Isandro quedó solo. Pero vaya que se hizo cargo de sus hermanos. Lo primero que hizo por supuesto fue no terminar la escuela primaria, no había tiempo para educarse, no era la prioridad.

Isabel en algún momento había hecho correr la liebre de que su hijo mayor "no tenía muchas luces" y que se olvidaba casi automáticamente de todo lo que uno le había dicho un rato antes... El mote de "el tontito" no había tardado en aparecer.

Nada de esto importó a Isandro. Bañaba a sus hermanos y todos los días los llevaba a la escuela, los hacía estudiar y les daba de comer tres platos calientes al día (cuatro habrían sido un lujo)...

Encima había adquirido una especie de toc por la limpieza nacido de una idea espantosa que se había anidado en su cabeza: que sus hermanitos se enfermaran. Él ya no tenía tiempo para nada y mucho menos dinero para medicamentos. Sin dinero una neumonía o incluso un resfrío malcurado hubiera sido fatal para ellos. Y devastado su ya de por sí muy escasa economía.

Ese toc por la limpieza lo hacía limpiar, fregar, refregar y recontra refregar casi cada cosa que pasara por sus manos, más de una vez. De afuera se lo apreciaba como un compulsivo.

Lavaba y lavaba, y luego con un pequeño algodoncito embebido en detergente o en lavandina según la ocasión, repasaba hasta el hartazgo los pequeños resquicios donde hubiera quedado un eventual puntito de mugre...

Era tan llamativo que al apodo de "tontito" varios le sumaron el de "fregón". Incluso sus hermanos, que ya iban creciendo y eran hirientes con él, también un poco porque no compartían el mismo padre.

Isandro solventaba la comida y la luz y la garrafa con trabajos a la noche: seis horas de 23 a 5 o de 00 a 6, para estar a más tardar a las 7 en la casa de Devoto, para preparar a sus hermanos para la escuela.

Una vez repartido el último de ellos, volvía a la casa, se sentaba en una maltrecha silla y así sentado se daba el lujo de dormir una o dos horas: era su mejor momento del día.

Cerraba la noche la casa aseguraba la puerta de calle (un poco maltrecha) con una cadena y un candado, y le pedí a Dios que durante la noche no les pase nada a sus hermanos.

Todos sus trabajos eran por la noche, y trabajó de todo lo imaginable. Siempre decentemente.

Cierta vez alguien le quiso dar una mano y le comentó a un músico que conocía a un chico que podía limpiarle el desorden que era su casa. Que a eso se dedicaba. El músico aceptó y le pidió que mandara el chico al otro día a su casa, para conocerlo: ese músico era Pappo.

Pappo lo tomó enseguida más que nada porque le gustó la humildad de ese chico.

Y como para Pappo no existía ni el día ni la noche, Isandro vio la oportunidad y le pidió si podía trabajar de noche. A Pappo le pareció llamativa la propuesta pero la aceptó: a él no le importaba.

Empezó esa misma noche.

Isandro era una maravilla, como ya les había contado.

Y un día en que había terminado todo muy rápido decidió que también iba a ordenarle y limpiarle las guitarras. Un poco por el toc adquirido, pero más por aburrimiento.

Así lo hizo. Pappo tenía unas 40 guitarras por aquellas épocas.

Pero de una manera especial:
Primero separó las de cuerdas de acero de las de nylon.

Y cada una de esas secciones las dividió en tres secciones más, según sus afinaciones:

Una hilera en la afinación tradicional, la otra en RE y la última en MiBemol.

Luego procedió a limpiarlas, desgrasarlas, pasarles Blem y lustrarlas a morir, según su toc.

Había ideado una pequeña esponjita con un pedacito de franela adherido, que calzaba como guante en su dedo meñique para asi limpiar debajo de las cuerdas, sin siquiera tocarlas

Y se fue a su casa a ver a sus hermanitos.

Cuando Pappo llegó, pasado y pasadísimo (como siempre), no se dio cuenta. Cuando al mediodía siguiente abrió sus ojos y vió desplegado ante él ese triple abanico de guitarras, llamó a Juanse (Ratones Paranoicos). Cuando Juanse vio eso, se agarró la cabeza:

-"Carpo, y este chabón..de donde lo sacaste???"-

-"No sé Juanse, pintó por un amigo!!"-

-"Pasameló Carpo, que en la banda tenemos siempre un lio!!!"- ("Lío", claro, no fue la palabra que utilizó)

Los hermano de Isandro fueron creciendo y creciendo. Y así como crecían, iban abandonando la casa y a su hermano hacia los destinos que les iba brindando la vida, algunos con más suerte que otros.

Siempre un poco injustos e hirientes con su hermano mayor. Pero bueno, qué se le va a hacer...

Mientras los chicos crecían y se iban, Isandro (si se quiere) iba pasando de virtuosas manos a más virtuosas manos.

Se hizo (sin haberlo buscado nunca) un nombre y un lugar en el ámbito de la música, siempre aprendiendo y aprendiendo y aprendiendo.

Sus capacidades naturales (y las adquiridas) lo fueron forjando poquito a poco, como un especialista en lo que el ámbito de la industria musical refiere...

En 1997, David Bowie se presentó en el Centro Cultural Recoleta para tocar unas canciones, una especie de prueba antes del concierto que iba a dar al día siguiente, en el estadio de Ferro.

Isandro estaba ahí junto a Charly, más como un par de cholulos que por otra cosa.

Bowie tenía una guitarra acústica de 12 cuerdas, cuyas últimas tres no podia pegarle a la afinación que pretendía.

El pobre platinado de ojos bicolores, farfullaba y se maldecía vehementemente por esa tres p**** cuerdas (los **** son míos, ya saben)...

Y Charly, como todo genio entre los genios, le hace una clara seña a Isandro, como ordenándole "andá pa' allá".

Isandro al principio no quería. Pero a esta altura todos ya podemos saber un poco como es Charly cuando se enoja.

Podemos decir que directamente lo empujó, y de una manera no muy amistosa...

Bowie no entendía mucho cuando vio a ese flaco largo parado delante de él, que lo miraba con cara de bobo, y le extendía la mano como pidiéndole la guitarra.

Se la entregó más por inercia que por convicción...

Isandro fue, se sentó, y 15 minutos después le devolvió la guitarra perfectamente afinada, como tal vez ni los dioses lo hubieran hecho...

Bowie quedó impresionado.

Y tocó, sin fallas, las hermosas "Always crashing in the same car", "Can't read" y "The Superman", para puro deleite de los selectos invitados presentes...

Solo una cosa tenía "El Duque Blanco" en mente: llevarse a Isidro.

Lo invitó al recital en Ferro (antes que a Charly) y, luego de eso, se dedicó insistentemente a convencerlo de mudarse a su mansión de Nueva York. Sabía que Isandro era una joya...

Así sucedió: en un mes el "fregón" de Isandro (que ya no era fregón sinó el profesional con el que todo músico sueña), se instaló en el número 285 de la calle Lafayette, en la Gran Manzana.

Y se dedicó a hacer lo mismo de siempre: limpiar y acondicionar objetos. Solo que en vez de trastes sucios ahora eran guitarras, bajos, baterías, teclados y amplificadores.

Todo limpio y perfectamente afinado: se descubrió que (como Charly) Isandro poseía un "oído absoluto".

La habitación de Isandro era ahora tan amplia como el más amplio departamento o casa en que hubiese vivido hasta ese día.

Se llevó de maravillas con Imán, la esposa de Bowie y con su hija Alexa, quien se divertía horrores en enseñarle inglés y torturarlo hasta que pronunciara un inglés británico de pura cepa.

Pero eso si: como no podían pronunciar bien el "Isandro", comenzaron a llamarlo "Isa". Y como el apellido "Junco" les sonaba extraño, lo tradujeron a "Reed" (junco, en inglés).

Había nacido (sin jamás buscarlo) el aparentemente británico Isa Reed.

Con los rockeros impresionados por su obsesiva labor, trabajó con muchos de ellos batallando giras y escenarios alrededor del mundo, espalda con espalda.

Primero tuve esa familia y luego la propia: su esposa Jazmina (para seguir con la tradición del nombre raro) y un hermoso bebé de ojos verdes al que llamaron Reuben.

Sus hermanos (los que de alguna manera lo abandonaron a su suerte) siempre tuvieron sin embargo su lugar de foto sobre la blanca pared del comedor neoyorquino. Hasta hoy nunca volvió a verlos, aunque los sigue extrañando).

Posiblemente nunca se hayan enterado (y más posiblemente por desinterés) que su actual apellido ya no es Junco.

Aunque lo siga siendo, claro.

Cuando falleció El Duque Blanco, a inicios del 2016, varios rockeros de lustre se dieron cita en su mansión: Bowie les había heredado la mayoría de sus instrumentos musicales para que se los repartieran.

Elton John, Mick Jagger, John Fogerty, Bruce Springsteen y Paul McCartney estaban ahí, tomando tal vez un cognac o algo más, sentados en los sillones de pana verde mientras tamborileaban sus dedos, nerviosos.

En algún momento y de común acuerdo, comenzaron a repartirse verbalmente los instrumentos, que eran decenas.

Sir Paul, estaba callado, pensativo, sin emitir palabra.

En cierto momento Jagger lo mira, y le dice: -"Paul, y vos no querés nada?"

-"O sí, yo quiero a Isa..."-

A nadie se le había ocurrido, y tarde se dieron cuenta del error. Tan tarde y tan repartido estaba todo, que no tuvieron más que aceptar la jugada (brillante) del Beatle, sin discutirla...

-"Entonces...yo me llevo a Isa"-

Todos (mordiéndose el labio inferior), asintieron...

Hoy, cuando Sir Paul Mc Cartney gira y gira y gira cosechando emociones y aplausos, quien lea el programa del recital, encontrará como asistente de escenografía (Stage Manager Assistant) un nombre tal vez muy americanizado: Isa Reed.

Un secreto: hace muy muy poco lo tuvimos acá, acompañando y asistiendo como staff de la muy rubia Taylor Swift…

Pd1: Este es entonces Isidro Junco, el fregón, que nunca se olvidó de sus hermanos. Y que siempre pero siempre lleva en el bolsillo de su camisa, una desgastada foto de mamá Isabel...

Pd2: Reed (Junco, en español) es una planta acuática alta y resistente que crece en pantanos y orillas de ríos. Se puede utilizar para hacer instrumentos musicales, como flautas y oboes.

Nunca un nombre representó tan bien a alguien...

Por supuesto, quien desee colaborar y/o seguir colaborando con mi intención de recuperar nuestro valor como argentinos, puede hacerlo mediante Cafecito o mi alias de MercadoPago:

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