Carlos Kucharenko
Pastor, Reverendo, Predicador
¿ME CASO O ME JUNTO? – Final
Por una cuestión de conciencia, siempre hay que estar del lado de la ley. Lo desarreglado tendremos que enfrentarlo. Uno llega al Reino, no por bueno, sino por pecador. Aquí van mis recomendaciones:
1. ¿Cuál es la idea de juntarse?, ¿si no funciona, te separas? Esto es peligroso, porque no habrá seguridad. Cuando vengan las diferencias, será más vulnerable.
2. No veas la ceremonia de la Iglesia como un seguro a todo riesgo. Ir al Registro Civil es suficiente.
3. Ten una edad madura para casarte, arriba de los 22 años, porque a esa edad ya sabes lo que quieres.
4. La pasión suele elegir mal; si "picoteas", caerás en fornicación y pronto tendrás un hijo no deseado.
5. Si llegaste a la Iglesia tarde y estás en pareja, respeta esta última decisión con fidelidad.
6. Respecto al bautismo, todos tienen derecho, “el que cree y fuere bautizado”, nada tiene que ver con tu estado civil.
7. Sobre servir al Señor, no deberías tener problemas, a menos que el sistema te lo prohíba.
8. Nadie debería prohibirte la Santa Cena; es algo personal.
9. Si estás en pareja y no arreglaste la situación, no presentes en público a tu mujer como compañera, sino como esposa. Estás sin papeles, pero convives con ella; es tu esposa.
10. Pablo dice: "Así como llegaste, quédate como estás". No está muy claro el consejo, pero vale.
11. Cualquiera de nosotros puede mañana estar divorciado sin culpa, porque se necesita solo uno que decida.
Tenemos que preparar una generación que no cometa los mismos errores que la presente. Pero la cifra va en aumento y parece no detenerse. Algunas Iglesias exageran demasiado, quitando derecho a la gracia y creyendo que toda falta se debe a temas de sexualidad, cuando en realidad hay problemas mayores, como falta de perdón, envidia, orgullo, celos, vanagloria, enemistades, disensiones, herejías, borracheras, y no suelen contemplarse.
Se ha dedicado más tiempo a corregir la vestimenta que a enseñar sobre Jesús. Las personas suelen tener un alto concepto de la justicia y se creen más rectas por descubrir la falta que escandalizó, obviando la gracia. Son pocos los grupos que tienen educación sexual; es un tema tabú, pero sí rápidos en juzgar.
La misericordia triunfa sobre el juicio. No somos dueños del Reino; solo somos el Reino. Se disciplina pensando en castigar una acción, creyendo que si no lo hace, está encubriendo faltas. El amor cubre faltas. He observado que muchas Iglesias no tienen paz interna; si no están en problemas, están en algo nuevo que pretende cambiar el pasado.
Si se trabaja con una amoladora, tienes que estar preparado: guantes, anteojos y usar las dos manos, no una. Ser pastor no es porque lo sientes; tienes que prepararte para trabajar con el prójimo, bajo la gracia, el amor y la comprensión.
El llamado es un contrato; se trabaja y luego se cobra. No hay nada gratis, solo que no es dinero; es un espíritu contristado y humilde. En lo personal, estoy pasando los mejores tiempos; el fruto del trabajo ha rendido. No sé lo que hubiese hecho fuera de lo que hago. Transitar este oficio me ha enseñado mucho, me dio fama, seguridad y descanso. Salomón dijo: "Es mejor la buena fama que el perfume".
Lo que respiramos es libertad. Las cicatrices, ¿quién no las tiene?, ¿importa eso? El tiempo es corto; jamás mires hacia atrás, no vale la pena.
Una foto con mi duraznero, dio fruto después de un año.
¿ME CASO O ME JUNTO?
Antes de proseguir con el tema, déjame hablar sobre el matrimonio. Es tan importante cuidar nuestra elección como cuidamos nuestra relación con Dios. Nuestra tranquilidad y paz dependen de nuestras acciones y decisiones que, una vez tomadas, debemos ser responsables de enfrentar sus consecuencias.
¿Quién elige? ¡Nosotros! Cuando alguien se casa, debería saber que la intimidad revela las diferencias. Si te casas por el cuerpo, debes saber que nunca será igual, porque este cambiará. Cásate con el alma de la persona, y el amor durará. En los tiempos de enamoramiento, los defectos quedan opacados, pero el tiempo los descubre, y ya es tarde: tu palabra debe valer. En vez de discutir constantemente o pensar en el divorcio, considera la genética de cada uno; somos diferentes casi en su totalidad.
Voy a exponer mi matrimonio, sin entrar en la intimidad. Yo soy productor; ella, consumidora. Yo abro las puertas corredizas de derecha a izquierda; ella, de izquierda a derecha. Los gustos en comida son diferentes. ¿Pescar? A ella no le gusta, a mí sí. ¿Espiritualidad? Ella es fiel, responsable y temerosa de Dios; yo también, pero no de la misma manera. Ella es más ordenada; yo prefiero tener todas las cosas a mano. Basta con esto por el momento.
Lo que quiero decir es que la media naranja no existe para nadie. Puede haber más coincidencia si ambos son de la misma nacionalidad (no soy discriminatorio), ya que esto facilita la convivencia al compartir gustos similares. Yo vengo de una familia de origen ucraniano, europeo; ella, de padre sirio, nacido en Damasco, y madre argentina. Es una mezcla genética muy fuerte. Ahí radican las diferencias. ¿Pensé en el divorcio? Nunca, jamás; aceptamos las diferencias sin intentar moldearnos a ellas.
Creo que quienes piensan en separarse por cualquier razón, sin luchar, tienen algo de cobardía; parece que no quieren enfrentar la realidad. Esto duele. A mí también me duele ver a una pareja luchar por la casa, el auto y los hijos, y cuando lo tienen todo, desarmar todo por casi nada a cambio.
Lee, por favor, Malaquías 2:14-16; aquí hay dos cosas claras: Dios aborrece el repudio y hay que guardarse de no ser desleal. El divorcio implica estas dos cosas, aunque casi siempre uno es el más intolerante. Estoy hablando de lo ideal; entiendo que algunos no lo hayan alcanzado, pero eso no significa que yo no deba recordarlo.
Ahora volvamos al drama que nuestra elección causó. ¿Cómo se arregla esto? Con consecuencias. Bienes divididos, hijos desatendidos, conciencias culpables, vidas preocupadas... el precio es alto. Las leyes nunca acompañarán a tu conciencia, pero ya está, no supiste evitarlo. Ahora, ¿qué hacemos? No pido disculpas si te ofendí, pero tenías que haberlo pensado. ¿Ya me perdonaste? Lo acepto; yo también te perdono.
Quise decir que eres parte de ese 40% del que ya hablamos. Fuiste un infeliz (por falta de felicidad) que busca felicidad. Por lo general, te casarás con otra infeliz que busca lo mismo que tú. ¡Alguien tenía que decírtelo! No te enojes. Ahora, enfría las pasiones y detente antes de dar otro paso; si no, lo repetirás, y allí ya no podré aconsejarte, porque ya no te amas, y el que no se ama no puede amar a otro.
Sí, Dios siempre puede restaurar, pero no quitará las consecuencias. No te preocupes; la gracia te lleva al cielo, pero la desgracia la vives en la tierra. Basta que uno solo quiera divorciarse para que el otro entre en un drama que no pidió.
Nos dedicaremos a los fracasos después; ahora quiero honrar a quienes luchan por la lealtad y el sacrificio y demostrar que el Evangelio sirve para algo. Bajemos ese 40% y redoblemos la apuesta: ¡seamos fieles!
¿CASAMIENTO o CONVIVENCIA?
No se puede negar el problema que enfrentamos, ya casi no hay casamientos. Es un tema, obligado a enfrentar, que traerá diversas opiniones. Fue bueno el artículo sobre el vino, y cómo se llega a escuchar tantas opiniones.
En nuestras iglesias, la realidad del divorcio se ha vuelto un poco común, al punto de incluir a algunos pastores. Esto ha transformado el tema en algo que muchas veces se deja pasar. Entonces, ¿cómo debemos abordar esta realidad, especialmente con nuevos convertidos que quizás han pasado por tres o más separaciones? Intentaré ordenar esta reflexión para que el tema quede lo más claro posible.
Algunos datos, en Argentina, aproximadamente el 52% de los matrimonios terminan en divorcio, un porcentaje similar al de Estados Unidos, que se encuentra entre el 45% y el 50%. El concubinato, o “unión de hecho”, sigue en aumento, y según el censo de 2022, alcanza el 21%, especialmente entre los jóvenes. A nivel mundial, en las iglesias, entre el 25% y el 30% de los asistentes conviven sin estar casados, a pesar de la enseñanza tradicional que desaprueba esta práctica. En Europa, el porcentaje es aún mayor, con cifras que oscilan entre el 40% y el 50%, mientras que en Brasil, Argentina y México alcanza entre el 20% y el 25%.
Esta convivencia no se considera adulterio, ya que esto implicaría la existencia de una tercera persona en la relación. La fornicación, en cambio, está descrita en la Biblia (1º Corintios 6:18; Hebreos 13:4) como relaciones fuera del matrimonio en solteros.
Curiosamente, la ceremonia de casamiento no existe como tal en la Biblia; sin embargo, se enfatiza la responsabilidad de unirse y formar “una sola carne”, dejando padre y madre (Génesis 2:24). Jesús también reafirma este compromiso en Mateo 19:4-6: “Lo que Dios unió, no lo separe el hombre”. Esta enseñanza invita a reflexionar sobre el propósito de la unión y cómo deberíamos entender el compromiso en una época en que las ceremonias religiosas y civiles se perciben de forma diferente.
Esta realidad nos lleva a varias preguntas: algunas iglesias no permiten el bautismo a quienes conviven sin casarse, cuestionan si estos pueden servir en todos los ministerios y ponen en duda la validez de una convivencia sin registro legal. También hay quienes buscan únicamente una ceremonia religiosa. Según las Escrituras, si alguien se divorcia, no debería volver a casarse con la misma persona debido a la práctica del repudio. Por otro lado, se observa que muchas parejas que optan por convivir consideran que, al no estar legalmente casadas, pueden separarse sin culpa o responsabilidad. Debemos recordar que en los tiempos bíblicos no existía la firma legal, como hoy, que establece un compromiso civil.
Otro aspecto que aparece en este contexto es la percepción de las segundas nupcias: en muchos casos, se cuestiona si es adecuado que una persona vista de blanco en una ceremonia de este tipo, o si debe hacerlo solamente en el registro civil. Estas y otras cuestiones son importantes de analizar y comprender.
Este tema plantea dos extremos: por un lado, está el apego estricto a una interpretación bíblica que no siempre considera el contexto social actual, y por el otro, está la aceptación de los cambios sin una reflexión profunda. Entonces, ¿hacia dónde vamos? Este artículo no busca dar una opinión definitiva, sino exponer un tema que necesita reflexión. En futuras reflexiones, abordaremos más detalles sobre el matrimonio y la convivencia para explorar estas posturas y su impacto en la iglesia y la sociedad.
Las culturas y costumbres también juegan un papel en el tema: la poligamia, por ejemplo, existía en tiempos de Pablo, quien recomendaba que los líderes de la iglesia fueran “marido de una sola mujer,” lo cual sugiere que en las congregaciones había personas con más de una esposa. En Medio Oriente, la poligamia es común y aceptada, mientras que en Occidente es mal vista y en Argentina, de hecho, está prohibida por el Código Civil, que establece la monogamia.
Reconozco que este es un tema complejo y lleno de desafíos. Entonces, ¿qué hacer?, ¿qué no hacer? Por ahora, dejo esta reflexión abierta y espero sus opiniones para continuar el diálogo en futuros artículos.
EL VINO
Confieso que nunca había leído ni escuchado hablar sobre este tema en profundidad. Solo sabía que hay muchas prohibiciones y disciplinas al respecto. No me juzgues ligeramente sin antes leer mis argumentos.
Existen más de ciento treinta menciones en la Biblia sobre el vino. Aunque el vino tiene mala fama debido a los excesos, no está prohibido. En el Antiguo Testamento, se ofrecía el diezmo del vino y se usaba como parte de una ceremonia a Dios. Melquisedec sacó pan y vino y se los dio a Abram. En Números 15:7, el vino es descrito como un aroma grato a Dios, y en Números 28:7 se menciona el vino superior en los sacrificios. Además, fue Jesús quien afirmó que el vino añejo es mejor.
En Deuteronomio 33:28, Dios le da a su pueblo una tierra que no solo produce leche y miel, sino también grano y vino. En Job 1:13, se relata que los hijos de Job comían y bebían vino. En Isaías 55:1, Dios ofrece leche y vino, lo que representa alimento y alegría, como también lo indica Salmos 104:15. Sin embargo, existen prohibiciones y consejos sobre cuándo no debe tomarse vino, y en algunas ocasiones, este representa el furor de Dios hacia las naciones.
El vino es como la comida: si comes demasiado, caes en el pecado de gula; de igual manera, el vino embriaga si se consume en exceso. El s**o lo creó Dios, pero el desorden relacionado con él se llama concupiscencia. A Jesús lo acusaron de ser un "bebedor de vino y comedor de carne". ¿Tú crees que era jugo de uva? En el seminario me enseñaron eso, pero no es verdad. Investigando, descubrí que en esa época no se destilaba. Cuando Jesús convirtió el agua en vino superior, era auténtico vino.
En 1 Timoteo 3:8, Pablo dice: "no dado a mucho vino", y luego, "no dado al vino". Son consejos, no pecados, siempre que no se exagere en su uso. Estaba prohibido para los nazareos, quienes tampoco se cortaban el cabello, algo que Pablo consideraba indecoroso. Hay que distinguir entre consejos y mandamientos. Luego, él mismo autoriza a Timoteo a beber un poco de vino con fines medicinales, ya que las aguas de esos tiempos solían estar contaminadas.
Recuerdo un viaje a Brasil con un amigo a una iglesia grande, cuyo pastor era diputado nacional. Mi amigo, que era de Mendoza, le llevó dos botellas de vino, y él las recibió con una sonrisa, aunque en su iglesia se disciplinaba a quienes tomaban vino.
Como pastor, no interfiero en la mesa de nadie. Si una persona ha salido del alcoholismo, debe cuidarse y no acercarse ni al corcho de una botella. Dios mandó a Jeremías a ofrecer vino a los recabitas, pero ellos no lo aceptaron porque sus padres lo habían prohibido. Está bien cuando alguien toma decisiones y las sostiene, pero no se debe juzgar a quienes lo hacen con conciencia tranquila.
Pablo habla del comer y del beber, afirmando que "el que lo hace, para el Señor lo hace", y "el que no lo hace, igualmente para el Señor lo hace", añadiendo que nadie debe juzgar a otro por estas prácticas. Un famoso evangelista solía pedir una botella de vino en las conferencias, mientras que los otros pastores pedían naranjita y coca. Él explicó que tomaba vino en su casa y no veía motivo para ser hipócrita. Este fue Rubén Ortíz, hermano de Juan Carlos Ortíz. Personalmente, lo admiré mucho.
Todos conocen la historia de Noé y la usan como mal ejemplo porque bebió vino nuevo, que tiene más grados alcohólicos. Después de pasar ciento cincuenta días con animales en el arca, quiso relajarse. En Argentina, la mitad de las personas no comen un asado con gaseosa, y eso incluye a algunos pastores. Este es un país sin muchas restricciones, excepto en algunas iglesias donde parece que les gusta "tener presos" a sus miembros.
Recuerdo una reunión de pastores a la que asistí, donde hicieron un asado. No sirvieron vino en la mesa, pero sí morcilla (un embutido hecho con sangre). Me llamó la atención porque, si algo está claro, es que bíblicamente se recomienda no consumir sangre. El Concilio de Jerusalén, alrededor del año 50 d.C., lo decidió (Hechos 15). El vino no está prohibido, pero la sangre sí.
¿Cómo se interpreta la Biblia? Al parecer, con un poco de confusión.
¡Salud!
DEMONIOS IV
Los cristianos, que somos tan meticulosos con la Palabra de Dios escrita, a veces aceptamos errores de interpretación. No quiero calificar de ignorantes a aquellos que, sin pensarlo mucho, se lanzan a una guerra que no existe. Cualquier diccionario explica la diferencia: la guerra implica sangre y muerte; la lucha es resistencia. Por eso dice: “estad firmes”; “estamos sentados con Cristo”.
Aquellos que promueven esta confusión ignoran que, detrás de ellos, hay mucha gente que, sin saber mucho, opta por entrar con orgullo en esta supuesta revelación. La verdad nos hace libres, y esto es una distorsión de la verdad. Los demonios creen y tiemblan, pero los errores no tiemblan y creen mal.
No necesito un “mapeo espiritual” del lugar, sé que los demonios inducen a matar; ellos no juegan. En Argentina, la provincia con más suicidios es la nuestra, Entre Ríos, y los datos muestran que se centraliza a unos 150 km de Paraná. La solución es levantar más Iglesias y cambiar ese ambiente pesado de muerte. No se trata de “liberar la zona” y dejarla vacía, porque los demonios vuelven, y a veces es peor.
Conozco un caso en el que derramaron aceite sobre la ciudad, haciendo “guerra espiritual” y campañas. Hubo un éxito relativo, pero el sistema no permitió el progreso, y al cabo de unos años la Iglesia cerró. Fui al lugar y aconsejé bautizar, enseñar, pero no fui escuchado. Todo se enfocaba en sanidad y liberación; atacaban al curanderismo; rompían imágenes en la ruta. Fue un desastre.
Cuando estuve en Brasil, observé que en una misma manzana había iglesias, pero también curanderos, espiritistas y otros. Pregunté cómo hacían frente a esto, y ellos respondieron que solo predicaban a Cristo, no peleaban ni maldecían. A la larga, ayudaban, porque el que tiene sed, encuentra lo verdadero. Brasil tiene un 30% de creyentes.
No pienses que te daré un estudio bíblico sobre esto, porque tienes tu Biblia. Solo comento la realidad de estos exabruptos. Pensar que el diablo puede operar fácilmente es rebajar el poder de la gracia y el cuidado de Jesús. El miedo a lo desconocido y la falta de fe nos hacen vulnerables.
Sabemos que hay demonios en niveles de guerra real, inducen a la muerte, como sucede ahora. ¿Necesita Rusia más tierras? Hoy hay diez frentes de batalla dirigidos por demonios. Un ejemplo de esto está en 1 Reyes 22:21. O el caso del sacerdote Josué, a quien Satanás estaba para acusar, ¿por qué? Porque tenía ropas viles, lo que le daba motivo para ser acusado (Zacarías 3:1-5). Algo interesante es que Dios dice: “Jehová te reprenda”. Creemos que nuestras malas obras se van solo con reprenderlas. ¡Con cuánta ligereza reprendemos! ¿Tenemos derecho? Al cambiar las ropas de Josué, el diablo desapareció, él no resiste la santidad. Los demonios operan con nuestro permiso, ¡por supuesto! Si el creyente ocupa más tiempo en reprender que en adorar y agradecer, está en problemas. ¡Por favor!, no decretes; es otra tergiversación del poder.
“¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?”. Presta atención: el diablo nos induce a tomar el camino equivocado. Él no puede matar, pero con nuestro permiso, sí. No entres reprendiendo, entra alabando y dando gloria al que vive. Seguimos culpando a la serpiente, como Eva, pero ella la escuchó y no le pareció tan peligroso el árbol. Se soporta la mentira en el mundo, pero no en la Iglesia.
No te contamines con movimientos que se creen “libertadores”. Esto tiene que ver con el pastor, porque la Iglesia lo sigue. Sé sabio; discierne y no te dejes llevar como un toro por las narices. La mejor manera de quitar poder a los demonios es llevar a Cristo al terreno contaminado.
No olvides: cuando Jesús entra, embellece la casa y no la deja vacía, a menos que tú lo permitas.
DEMONIOS III
Para este tema "guerra espiritual", consultamos a Inteligencia Artificial, y esta fue su respuesta:
La guerra espiritual es un concepto muy presente en la doctrina cristiana, particularmente en iglesias evangélicas y pentecostales, que se refiere al conflicto espiritual que ocurre en el mundo invisible entre las fuerzas de Dios (ángeles, creyentes) y las fuerzas de Satanás (demonios). Este conflicto está relacionado con el esfuerzo continuo de los creyentes por resistir la tentación, la maldad, y las influencias malignas.
Aquí algunos puntos clave que puedes considerar sobre la guerra espiritual:
1. Fundamento Bíblico:
La idea de la guerra espiritual tiene su raíz en varios pasajes bíblicos. Entre los más importantes están:
• Efesios 6:12: "Porque no tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes".
• 2 Corintios 10:4-5: "Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios...". Estos versículos indican que el enemigo del creyente no es humano, sino espiritual, y que la lucha se libra principalmente en el ámbito mental y espiritual.
2. El rol de la oración y la intercesión:
En el contexto de la guerra espiritual, la oración y la intercesión juegan un papel fundamental. Se cree que a través de la oración persistente, los cristianos pueden derribar las fortalezas del enemigo y liberar bendiciones sobre sus vidas y las de los demás.
• Efesios 6:18: "Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia...". Esto enfatiza que la guerra espiritual se pelea en gran medida mediante la oración dirigida por el Espíritu Santo.
3. La armadura de Dios:
La carta a los Efesios (6:10-18) también menciona la "armadura de Dios", que representa las herramientas espirituales que los cristianos deben usar en esta batalla:
• El cinturón de la verdad
• La coraza de justicia
• El calzado del evangelio de la paz
• El escudo de la fe
• El yelmo de la salvación
• La espada del Espíritu (la Palabra de Dios)
Cada pieza tiene un significado espiritual y es esencial para la defensa y el ataque en la guerra espiritual.
4. La importancia del discernimiento espiritual:
En la guerra espiritual, se destaca la necesidad del discernimiento espiritual para poder identificar los ataques del enemigo y las áreas donde puede estar operando. El discernimiento ayuda al creyente a detectar espíritus engañosos, tentaciones sutiles y tácticas del enemigo que buscan destruir su fe.
5. La autoridad del creyente:
Otro aspecto central es la autoridad del creyente en Cristo. Los cristianos creen que Jesús, a través de su muerte y resurrección, derrotó al poder de Satanás y les ha dado autoridad sobre él:
• Lucas 10:19: "He aquí, os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará". Los creyentes son animados a tomar su posición en Cristo y declarar esta victoria en medio de cualquier conflicto espiritual.
6. Tentaciones y fortalezas mentales:
La guerra espiritual no siempre implica fenómenos visibles o manifestaciones demoníacas. En muchos casos, los pensamientos, las tentaciones y las fortalezas mentales son donde ocurre la batalla más intensa. Las mentiras del enemigo, las dudas, el temor y la desesperanza son armas comunes que usa el diablo para debilitar al creyente.
7. Cuidado con los extremos:
Algunos líderes cristianos advierten sobre los peligros de tomar una perspectiva demasiado extrema de la guerra espiritual. Esto puede llevar a:
• Ver demonios en todas partes, atribuyendo cada problema o situación difícil a la intervención demoníaca.
• Negligencia en otros aspectos de la fe cristiana, como el crecimiento en la santidad personal, el amor por los demás y el estudio bíblico, si todo se reduce únicamente a una batalla espiritual.
8. La victoria final:
A pesar de la batalla continua, la enseñanza cristiana asegura que los creyentes ya han ganado la victoria a través de Cristo. Aunque el enemigo sigue activo, su derrota final está asegurada:
• Colosenses 2:15: "Despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz". Por lo tanto, los cristianos pelean desde una posición de victoria, aunque la batalla continúa hasta la segunda venida de Cristo.
En resumen, la guerra espiritual se trata de una lucha constante contra fuerzas espirituales malignas, pero también enfatiza la victoria que los cristianos tienen en Cristo. La oración, la Palabra de Dios y la fe son las principales herramientas en esta batalla. Sin embargo, se recomienda equilibrio y discernimiento, evitando caer en extremos que pueden distorsionar la vida cristiana.
Algunos cristianos prefieren hablar de lucha espiritual en lugar de guerra espiritual debido a diferencias en cómo perciben la naturaleza de la batalla espiritual y su implicancia en la vida cotidiana. Aquí algunas razones por las que puede darse esta distinción:
1. Enfoque en la lucha interna:
Para algunos, el término "lucha" refleja más claramente el conflicto interno que enfrentan en su vida espiritual diaria, como las tentaciones, las dudas, las debilidades personales o la lucha por vivir una vida en santidad. En este contexto, la lucha espiritual es más personal y continua, como una batalla en la mente y el corazón del creyente, en lugar de un combate abierto contra fuerzas externas o demoníacas.
Ejemplo bíblico:
• Romanos 7:22-23: El apóstol Pablo habla sobre la lucha interna entre la ley de Dios y el pecado que habita en él, describiendo una batalla interna constante.
2. Menos énfasis en el conflicto externo:
El concepto de "guerra espiritual" a menudo pone un mayor énfasis en la lucha contra fuerzas espirituales malignas externas, como demonios o influencias satánicas. Algunos cristianos, sin embargo, se sienten más cómodos hablando de una "lucha" que no siempre implica un conflicto directo con el enemigo (Satanás), sino más bien una resistencia continua al pecado y al mundo.
• Hablar de "lucha" puede minimizar la idea de un enemigo externo constante y hacer hincapié en los esfuerzos por mantener la fe y crecer en santidad, viendo el conflicto como algo interior.
3. Evitar el sensacionalismo:
El término "guerra espiritual" puede, en ciertos contextos, ser asociado con prácticas que algunos consideran sensacionalistas o exageradas, como ver demonios o ataques espirituales en todos los aspectos de la vida. Aquellos que prefieren hablar de "lucha espiritual" buscan ser más prudentes en su enfoque, evitando una perspectiva que podría llevar al miedo o a un enfoque excesivo en el enemigo.
• 1 Pedro 5:8-9: Aunque se advierte que el diablo "anda como león rugiente", se insta a los creyentes a resistirlo firmes en la fe, lo que subraya una lucha más centrada en el autocontrol y la resistencia espiritual.
4. Enfoque en el proceso continuo:
Hablar de "lucha" también puede reflejar la idea de un proceso continuo y persistente. A diferencia de una "guerra", que puede tener un comienzo y un final definidos, la "lucha" espiritual puede verse como una experiencia constante que los cristianos atraviesan a lo largo de su vida.
• 1 Timoteo 6:12: "Pelea la buena batalla de la fe". Este versículo habla más de una lucha continua por la fe, en lugar de una guerra grandiosa o final.
5. Contexto cultural o denominacional:
Algunas denominaciones o corrientes cristianas pueden tener una inclinación a evitar la terminología de "guerra" porque se percibe como demasiado militarista o agresiva. En cambio, hablar de "lucha" puede dar un tono más personal y pacífico, reflejando su interpretación de la vida cristiana como una caminata de fe en la que se enfrentan desafíos, pero sin una constante confrontación con el mal en términos bélicos.
6. Diferencias en las enseñanzas doctrinales:
• Tradiciones reformadas o calvinistas: Estas corrientes a veces se enfocan más en la lucha contra el pecado dentro de cada individuo y la necesidad de depender de la gracia de Dios. En este contexto, la idea de una "lucha" constante contra el pecado interno y las tentaciones diarias puede tener más relevancia que una "guerra" contra fuerzas espirituales externas.
• Iglesias evangélicas carismáticas o pentecostales: Suelen hablar más abiertamente de "guerra espiritual", porque sus enseñanzas a menudo incluyen un énfasis en los dones del Espíritu y el combate directo contra Satanás y sus huestes a través de la oración y el poder del Espíritu Santo.
7. Lucha como crecimiento espiritual:
Para algunos cristianos, la "lucha espiritual" también puede verse como parte del proceso de maduración en la fe. En lugar de ser una guerra que se pelea con armas espirituales pesadas, es más una pelea interna por superar las dificultades de la vida y aprender a confiar en Dios más profundamente. En esta perspectiva, se ve la lucha como una herramienta para la transformación personal.
En resumen, la preferencia por hablar de lucha espiritual en lugar de "guerra" tiene que ver con el enfoque en el conflicto interno, la prudencia ante el sensacionalismo, el contexto cultural o doctrinal, y una interpretación de la vida cristiana como un proceso continuo de resistencia espiritual. Ambos términos, sin embargo, aluden a una misma realidad: el conflicto que todo cristiano enfrenta en su caminar de fe, ya sea con fuerzas externas o internas.
SE VIENE DEMONIOS IV
DEMONIOS II
Sé que este tema interesa. Contaré algo que nos ocurrió. Teníamos una campaña en un club de nuestra ciudad, que duró treinta días, excepto los lunes. Trajimos a los mejores evangelistas del momento. Hubo sanidades, liberaciones, y atendíamos a la gente en una carpa. Fue tal el impacto que incluso personas que pasaban en colectivo por el lugar se caían.
Una noche, el copastor Ernesto Centurión estaba orando y atendiendo en la carpa cuando un supuesto endemoniado entró. En la lucha por liberarlo, el joven le dio un puñetazo a Ernesto, y este respondió. El supuesto endemoniado le dijo: "¿Por qué me pega?". Entonces, Ernesto contestó: "No estás endemoniado" y lo sacó afuera.
En esa misma campaña, dos mujeres jóvenes estaban cautivas. Logramos liberar a una, pero a la otra no. Un año después, tuvimos otra campaña con todas las iglesias y predicaba el evangelista Hugo Alessandría. Una noche, vino la mujer que no habíamos logrado liberar y, apuntándome con el dedo, gritó: "¡Allí está el que me separó de mi amiga!". Los demonios ven en línea, no saben nada de lo que está sobre ellos ni debajo de ellos en el poder del diablo. Dios los puso en oscuridad, y así actúan.
Hay algo que no haré nunca más: eran como las dos de la madrugada cuando me llamaron para liberar a una mujer. Fui, y lo que vi fue un cuadro de horror. En su dormitorio, que estaba despintado, la mujer gritaba obscenidades que nunca había escuchado antes. Imagínate esa escena, a esa hora y estando solo. No lo recomiendo. Los gritos se escuchaban en todo el barrio. No recuerdo cómo terminó, pero pensé: "Si estuvo tanto tiempo así, ahora que espere hasta las nueve de la mañana".
Cada año salen nuevos métodos. A mí me empujaron a participar en la guerra espiritual, y quise ver para aprender. ¿El resultado con el tiempo? Nada. Se hablaba más de Satanás que de Jesús. Las abejas dan miel, pero si las molestas, te picarán. Si quieres enfrentar poderes demoníacos, ellos también atacarán.
Dios le dice a una iglesia en Apocalipsis que allí están los que estudian las profundidades de Satanás, algo con lo que Él no está de acuerdo. Jesús dijo: “El príncipe de este mundo, o sea, Satanás, no tiene nada en mí”. En todo caso, recordemos que Dios nos dio la orden de anunciar Su victoria a las potestades espirituales. Satanás está vencido, pero aún anda suelto hasta que todos los enemigos sean puestos bajo los pies de Cristo. En Haití, algunos comen a las personas, con huesos y cerebro, creyendo que así tendrán más poder.
Jesús hace la paz; nosotros, la guerra. La Biblia se puede usar para matar o para dar vida. Nuestras peleas con Satanás son cortas, pero el in****no las hace largas. En Efesios, Pablo describe a los creyentes como soldados, diciéndoles que estén firmes. Lo que hay en el aire no lo vemos; peleamos contra suposiciones.
Vivimos por fe. Si quieres ver algo, como Eliseo, Dios tiene que abrirte los ojos (un caso especial). “Resistid al diablo, y huirá de vosotros”; no se trata de atacar, sino de resistir. No sé si el diablo asiste a los cultos, pero sé que Apocalipsis dice que Satanás mora en Pérgamo (estuve allí, en Turquía). Se lo puede ver, no es invisible. No peleamos al aire. El diablo nunca fue rey, siempre ha sido príncipe. Pedro no se dio cuenta cuando Satanás habló a través de su boca. Tenemos una arrogancia de poder, pero Jesús nos dijo que seamos sencillos y astutos.
A la iglesia en Esmirna, Dios le dice: “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel”. La victoria fue de Jesús, Su nombre espanta a los demonios. En el mensaje a Laodicea, se nos dice: “Unge tus ojos con colirio para que veas”. No se trata de adivinar lo que pasa en el aire, sino de creer lo que está escrito. Alguien dijo que al diablo le gusta pasar desapercibido.
Me encanta la desorientación de hoy. En vez de rogar, se decreta. ¡Decreta Dios, cabezón!
Si quieres saber quién soy, consulta a la inteligencia artificial.
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