Humanidades en el Norte Grande constituye un nuevo espacio político conformado por un conjunto hete
HUMANIDADES EN EL NORTE GRANDE
La Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta se ha encontrado, en los últimos seis años, en una situación de minoría política dentro del campo universitario local. Esto ha exigido la búsqueda de consensos y el ejercicio de luchas que forman parte de nuestra historia reciente, y constituyen en gran medida las condiciones de posibilidad de un proyect
o político académico que conjugue la memoria de esa asimetría con la imaginación política de un futuro diferente. Con el propósito darle formas precisas a esa esperanza hemos constituido un colectivo compuesto por docentes, personal de apoyo universitario, estudiantes y graduados comprometidos con la búsqueda de una alternativa política y académica ante lo dado. Definirnos bajo el nombre de “Humanidades en el Norte Grande”, es en gran medida apostar por una apropiación del lema de Manuel J. Castilla “Mi sabiduría viene de esta tierra”, que singulariza el escudo de nuestra universidad. La tierra a la que se hace mención no es sólo el sedimento del pasado y las tradiciones, es también el suelo que habitamos y el territorio de las posibilidades que nos incitan a conjugar nuestros saberes en pos de una comunidad por venir. Es por eso que como una vía para desarrollar experiencias político-académicas creemos que es preciso impulsar estrategias de cooperación regional a nivel del NOA y el NEA, que permitan repensar el sentido de las instituciones universitarias del Norte Grande argentino. La definición de estrategias conjuntas para promover el desarrollo regional será de utilidad para construir una agenda de demandas y propuestas comunes ante la Red de Universidades del Norte Grande y canalizar las mismas mediante la ANFHE (Asociación Nacional de Facultades de Humanidades y Educación de la República Argentina) ante la Secretaría de Políticas Universitarias o el Consejo Interuniversitario Nacional. Pensar en el desarrollo académico implica un compromiso con una forma de entender la educación superior universitaria como derecho. Nos referimos al derecho a la universidad que se extiende a los trabajadores universitarios, a los estudiantes y a la comunidad toda, pero que exige a la vez reconsiderar críticamente la forma en que la lógica de nuestras prácticas universitarias posibilita el ejercicio de una democracia de alta densidad. Apostamos por la construcción de una cultura institucional que profundice la democracia, entendiendo que en ella se ponen en juego tanto los procedimientos a partir de los cuales se toman las decisiones, como los contenidos y los principios que representan a los intereses generalizables. Pero, también asumimos que la vida democrática se construye con una voluntad que busca concretar las decisiones a través de gestiones eficaces y políticamente comprometidas con la igualdad y las libertades que nos son necesarias. Impulsar esa tarea requerirá la recuperación de los saberes de quienes se desempeñan como personal de apoyo universitario, con el propósito de nutrir las deliberaciones sobre el buen gobierno institucional con el conocimiento preciso de las dificultades a resolver y la factibilidad de aplicación de las decisiones a tomar. Nuestras instituciones no son dirigidas, solamente, por los órganos de gobierno, sino que organizan sus prácticas a partir de ciertos dispositivos de saber-poder que constituyen a los sujetos universitarios. Las formas en que el neoliberalismo pensó el desarrollo académico son deudoras de la teoría del capital humano a partir de la cual se promueve el desarrollo del homo academicus como un empresario de sí mismo, que busca a través de la competencia permanente el mejor modo de acrecentar su capital académico. Concebimos el derecho a la universidad como una impugnación de esa manera de entender la excelencia académica y procuramos recuperar el sentido crítico de las tradiciones universitarias nacionales para resistir a ese modo de gobernar el trabajo intelectual. A través de los encuentros entre Decanos, Directores de carreras, Directores de institutos de investigación, Directores de departamentos de posgrado, Docentes e Investigadores, no sólo procuraremos evaluar las condiciones académicas y administrativas en que se encuentran las Facultades y las carreras de la región, sino que promoveremos el debate sobre el derecho a habitar nuestras instituciones, a sostener nuestras prácticas de docencia, investigación y extensión como una expresión crítica de las formas hegemónicas del campo académico. Ese derecho debe advenir forma de vida concreta en una universidad dispuesta a reconstruir el sentido de sus prácticas, dentro de lo cual la implementación del Convenio Colectivo de Trabajo de los docentes universitarios ocupará un lugar central. Somos conscientes de que no tardará en regresar la crítica neoliberal a la gratuidad de la educación universitaria, señalando una y otra vez que con ello se promueve una universidad pagada por todos y disfrutada por una minoría. Ante ello, es preciso comprometerse con el efectivo cumplimiento del derecho de los estudiantes a ingresar, permanecer y graduarse en las universidades nacionales argentinas, y especialmente con el derecho a la universidad de aquellos a quienes nunca les estuvo destinada. La implicación entre educación universitaria y formación de nuevas ciudadanías, tal como la asumimos, se contrapone a los intentos de convertir a los estudiantes en clientes e interpela la concepción de la educación como una inversión individual de esfuerzos asociada a las esperanzas del futuro rédito profesional. El derecho a la universidad es la enunciación que orienta políticamente los esfuerzos por posibilitar diversas formas de apropiación de lo universitario, y por ello consideramos que es importante sostener y promover las experiencias de articulación con las organizaciones sociales y culturales de nuestra comunidad a fin de relevar qué saberes son demandados para impulsar las transformaciones sociales en las que queremos comprometernos. Asumimos que ello podrá encontrar cabida en la experiencia de una Coordinación de vinculaciones con la comunidad, en el seno de nuestra Facultad. En otros términos, la regionalización académica en el marco del Norte Grande argentino, el derecho a la universidad y la Coordinación de vinculaciones con la comunidad en nuestra Facultad de Humanidades, conforman el abanico de líneas estratégicas de nuestra propuesta de gestión, y con ellas pretendemos ensayar la forma de una universidad futura. Cuando la racionalidad neoliberal de gobierno asocia la modernización con el desmantelamiento de políticas públicas orientadas a la inclusión social, es preciso resaltar que no confundimos el futuro con un porvenir promisorio, por el contrario, percibimos que su carácter inhóspito se está haciendo presente y nos urge contar con la voluntad convencida de que es necesario disputar su sentido.
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