La Greca Psicología

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Les comparto un artículo que me pareció muy claro respecto a lo que es un psicólogo. Muchas veces no tenemos idea cual es su función y por eso tampoco acudimos. Espero que les guste!
Un psicólogo es alguien tan perdido como tú en la vida. Sólo que tiene una linterna y un mapa, además de valentía para acompañarte. Un psicólogo tiene que soportar que la gente hable de Psicología, sin tener la menor idea al respecto. Es de las profesiones más mitificadas del mundo, casi nadie ha leído el “Código de Ética del Psicólogo” pero casi todo el mundo habla de lo que debería ser o no hacer un psicólogo.
Como en todas las profesiones, hay apáticos, arrogantes, corruptos, faltos de ética, entre otras actitudes nefastas, pero también hay psicólogos excepcionales, inquietos por naturaleza, con personalidades exquisitas. Tal cual, como ser humano, nada le es ajeno y en lo humano, la perfección no existe.
Sobre el psicólogo pesa el miedo de la sociedad. Todo el mundo sabe que el psicólogo ve lo que nadie ve, eso da temor. Un psicólogo generalmente dice lo que no deseas escuchar. Esa es una labor titánica y siempre mal retribuida emocionalmente. Dentro de esta sociedad el psicólogo es siempre un último recurso, antes se consulta: el chamán, el sacerdote, el médico, el pastor, el brujo… Cuando en realidad debería ser el primero. Un psicólogo no sabe la verdad de la vida, no tiene fórmulas exactas no es químico, tampoco es adivino, menos telépata. El psicólogo es científico. Aunque no siempre tiene razón, pero siempre busca la verdad y la razón. Es un explorador, un investigador por convicción.
La diferencia entre una persona que estudia Psicología y la que no, radica en su relación con su sombra, un psicólogo juega con su sombra. Un psicólogo es su propio instrumento de trabajo. Un psicólogo nunca lo sabrá todo, pero puedes jurar que nunca dejara de buscar saberlo todo.
Texto de Alberto Barradas

La Mudanza

Siempre he escuchado que cambiarse de casa está entre los 5 motivos que más provocan estrés en las personas. En sólo un año, me tocó comprobar este hecho por partida doble.
Y es en la experiencia donde puedo dar fe de que, más que el cansancio físico, la conmoción de enfrentarse con todo lo acumulado en el lapso de una vida o la tensión y el dilema ante el innegable y necesario desprendimiento, lo que remueve profundamente es el cambio mismo. Un cambio que, por lo menos en mi caso, compromete la vida en pleno.

Cómo no le íbamos a tomar cariño al lugar que nos acogió por 25 años!
Cada rincón de esa casa guarda un soplo de nuestras vidas. Esos nobles muros de ladrillos fueron testigo de nacimientos, risas, peleas, juegos, aprendizajes, despedidas y bienvenidas. Lo importante entonces, al dejar atrás ese lugar tan entrañable, es tomarse el tiempo para agradecer y despedirse. Pienso que esa fue la manera más saludable de dejar ir una parte de nuestras vidas, no para olvidarla ni borrarla de la memoria, sino que como una suerte de desamarre, de ir desatando vivencias, recuerdos, experiencias de vida que, de alguna manera, van marcando nuestro ser y nuestro hacer en lo cotidiano.

Soltar esos nudos que nos tienen anclados al pasado, no significa deshacerse de una parte de nuestra historia, simplemente es acomodar cada uno de esos fragmentos de vida, atesorando algunos, expiando o relegando otros, para sentirse con la libertad de avanzar y enfrentar todo lo nuevo que se nos ofrece de una manera más plena y consciente.

Muchas veces asusta el paso del tiempo y uno quisiera quedarse fijado en un momento, en una etapa de la vida, como si de esta manera, el tiempo postergara su innegable senda. Y le hacemos resistencia. Hijos adultos que se comportan como niños, mujeres que se resisten a envejecer, madres que retienen a los hijos, no permitiendo evolucionar en su rol…

Era un decir común entre mi marido y yo: “cuando seamos viejos vamos a vivir en un departamento…” Y llegó ese día. Los niños ya están grandes, la mayoría ha ido tomando sus propios caminos, guardamos preciosos recuerdos y anécdotas de nuestra vida en la casa familiar. Hoy nos afincamos en un nuevo lugar, ese departamento de nuestro imaginario, que más que un lugar físico, es el lugar que asumimos conscientes y confiados, en nuestras propias vidas.

Ana María Wood C.
Psicóloga Clínica

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Nuevo post de nuestra psicóloga Margarita.

Navegar sin naufragar | misitio Hoy tuve un encuentro fortuito conmigo misma. Un espacio de reflexión, que para ser sincera no busqué para nada. Todo parte cuando llega a mis manos un extracto...

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