Cine Club UDC Radio

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Escúchenos en la UDC Radio 99.5 FM todos los viernes de 4:00 a 4:30 de la tarde a partir del 5 de abril y síguenos en Twitter @CineClubUDCR.

Cine club UDC Radio es un programa donde por 30 minutos se hablara de cine desde diferentes puntos de vista, en nuestro elenco estarán Ricardo Chica Geliz como locutor y experto de cine, Gustavo Chica Geliz como productor radial y José Castillo Chica como investigador; aquí se debatirán todo tipo de temas de cine recalcando en la cultura cartagenera. Acompañada de soundtracks, películas de apoyo y

28/10/2024

El Beny en Lo Amador.

Ricardo Chica Geliz

El 8 de agosto del año 1955 se presentó en Cartagena Beny Moré, el Bárbaro del Ritmo. Acaeció en el Teatro Padilla, en Getsemaní, a dos pesos la boleta. También se presentó en el Teatro Laurina en Lo Amador, el barrio de la luna plateada. Lo mismo que en el Radio Teatro Miramar, en El Pie de La Popa. Moré exhibió su repertorio musical con su Orquesta Gigante, la cual podía ser integrada en ocasiones hasta por cuarenta músicos.

Ante la inminente llegada del Beny a Lo Amador, los muchachos se prestaron para bajar el piano del camión. Cundió el asombro cuando advirtieron el descenso de la guitarra más grande del mundo. “Ese es el contrabajo” precisó Niquito, uno de los sabios del barrio. Se varó la camioneta “Fargo” que hacía los viajes con aparatos, instrumentos y tramoya. Ante el retraso, Beny se quedó tomando cervezas en la tienda “Aire Libre”; de manera que, para evitar una borrachera temprana, tuvieron que mandarlo a buscar de emergencia en un taxi de la Flota de Lujo.

Moré apareció en once películas filmadas en México, las cuales pertenecían al género de “Rumberas” y cuyos libretos tenían una sola moraleja para las hijas de Eva: “Bailarás rumba hasta que un buen hombre te saque de trabajar del cabaret”. Aunque prohibidas, en Cartagena estas películas se vieron todas, donde el Beny aparecía en el trasfondo y a cargo de la banda sonora. Películas que ubicaban a cada quién en su lugar social, de manera que, los negros aparecíamos como “Alegradores de la Vida”. Para el público negro, mulato, barrial lo que importaba era la sabrosura y el vacilón. Cuando llega Beny a Lo Amador, a empujones la gente lo tocaba para ver si era de verdad.

Nieto de esclavos, Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez, nace en Lajas en 1919. De su abuelo Gundo aprendió a rezar los tambores y fallece en La Habana en 1963. Aquella noche en Lo Amador se pusieron a enfriar más cervezas que de costumbre. “El cantante entró dando brinquitos y subió de un salto, por el centro del escenario de cemento, sin usar una escalera de madera colocada a la derecha. El público rugía como un dragón de varias cabezas y Beny tuvo que esperar a que se hiciera silencio para saludar agitando un bastoncito, con el brazo en alto. Parecía que de verdad, hasta esa noche iba a estar en pie el ‘Laurina’” escribió el periodista Libardo Muñoz en un magnífico testimonio que tituló “El Cantante” (La Plaza N°16, mayo 2012).

Beny cantó hasta las primeras horas del amanecer. Dice Libardo que un aguacero borró las letras: “Hoy Beny Moré a las 8 de la noche”. Eran tiempos cuando cada barrio venía con su cine. En 1952, por ejemplo, aparece el Teatro Laurina. Era cuando la gente se juntaba para escuchar la radio y sus grandes contenidos: béisbol, boxeo, concursos de canto y música, noticieros y radionovelas. Y se prestaban el periódico para consultar la página de cines.

25/10/2024

¡Viva Cartagena Independiente! ¡Viva el preludio universitario!

El pensamiento universitario de Cartagena está profundamente ligado a su gesta de independencia. Para entonces, las gentes del pueblo luchaban principalmente por la igualdad de condiciones para todos los ciudadanos. Ya era sabido que la educación iguala a las personas. Durante la Colonia, entre los requisitos para matricularse en el Colegio San Carlos Borromeo (ubicado en la Calle del Coliseo) se exigía la “pureza de sangre”, es decir, que de entrada estaban excluidas las gentes negras y mulatas.

Fueron varias las peticiones y las dispensas que los artesanos de Getsemaní extendieron a las autoridades académicas para matricular a sus hijos, en la que era la institución de estudios superiores de la época, con resultados infructuosos casi siempre. Tal frustración contribuyó a la rebeldía y a las aspiraciones de Independencia absoluta de España, que significó un grande sacrificio del pueblo, hasta que apareció la Universidad de Cartagena en 1827.

Vale la pena advertir que, del Colegio San Carlos Borromeo a la Universidad de Cartagena, acaeció un tránsito de la “Cultura intelectual clerical” a la “Cultura intelectual secular”. Nada más y nada menos. Esto significa que, las aspiraciones de igualdad en la experiencia universitaria, consiste en reconocernos como personas capaces de interrogar el mundo desde el Caribe y condenar las exclusiones, el ninguneo, el bembeo, la supremacía racial, la invisibilidad, el racismo, el clasismo, el machismo y en especial la ignorancia arrogante, peye y hedionda.

El preludio universitario celebra la insurgencia y el sacrificio del pueblo cartagenero para que fuéramos una República donde las universidades de Cartagena son espacio para la madurez colectiva, para cambiar las vidas, para esperar lo bueno, para hacer otro mundo posible, para que la paz sea viable, para cuestionar el mundo, para el relevo generacional y porque no todo está perdido.

¡Viva Cartagena Independiente! ¡Viva el preludio universitario!

24/10/2024

La gente también se muere de amor
Por: Ricardo Chica Geliz

Hacia los años setenta y ochenta proliferaron los cineclubes en los colegios de la ciudad, así como en la Universidad de Cartagena, y en otro tipo de organizaciones como sindicales y religiosas. En general, los cineclubes de colegio y bachillerato, eran dirigidos por docentes lo que puede explicar el criterio pedagógico y didáctico para programar las películas y sus ciclos temáticos y estéticos. Así por ejemplo, los profesores proyectaban películas basadas en las grandes obras de la literatura mundial y latinoamericana.

Junto con Luis Fernando Calvo, el profesor Carlos Menco Mendoza, dirigía el Cine Club Arte Bolívar que organizaba sus funciones en matiné los domingos en el Teatro Cartagena, entre otras muchas actividades que incluían la enseñanza, la prensa escolar y la puesta en práctica de la crítica cinematográfica. La voz del profesor Carlos Menco era más bien apagada, pero, antes de comenzar la proyección, justificaba las actividades de la jornada ante un aforo que podía pasar de ochocientos estudiantes. Todavía me pregunto cómo hacía Carlos Menco para encender su voz, de tal forma, que se escuchaba hasta la última fila del Teatro Cartagena.

Al final de la película, el profesor Carlos retomaba la palabra para intentar un cine – foro, es decir, un espacio de debate abierto a la participación de los asistentes. Un desafío descomunal, toda vez, que no había amplificación del sonido, ni bocina, ni micrófono. Y si la película no había sido del gusto del público, solo se escuchaba una algarabía generalizada que terminaba por diluir el foro entre la muchachera.

Un buen día, o mejor, un buen y lluvioso domingo a las diez de la mañana, presentaron la película “Romeo y Julieta” de Franco Zeffirelli de 1968. Había que ir porque era para una tarea de la materia Español y Literatura. El público juvenil estuvo toda la sesión en santo silencio, y más que eso, caímos en una profunda ensoñación y se lo atribuyo a una decisión de Zeffirelli de vincular dos actores adolescentes y desconocidos en los roles estelares de la película.

Leonard Whiting tenía diecisiete años en el papel de Romeo y Olivia Hussey tenía dieciséis en el papel de Julieta. La belleza de ambos llenó toda la pantalla durante casi dos horas. Eran tan jóvenes como nosotros, el público. Un público bullero y agitado que se rindió en lágrimas ante semejante melodrama mundial y de todos los tiempos. Sufrimos con Romeo y Julieta los avatares del amor imposible y padecimos la necedad y la arrogancia de las familias rivales que no sabían lo que hacían.

Fue un foro triste el de aquel domingo y avasallados por el silencio, Carlos Menco entró con voz clara y firme. Hubo pocas participaciones y solo hablaron mujeres, lo recuerdo bien. Y así en silencio salimos a la claridad del Camellón de los Mártires con la dulce idea de que la gente también se muere de amor.

21/10/2024

Fuego Verde
Por: Ricardo Chica Geliz

Algunas escenas de la película “Fuego Verde” (1954) se filmaron en el mercado público de Getsmaní. Allí aparece la actriz Grace Kelly, quien después se convertiría en princesa de Mónaco, al casarse con el príncipe Raniero III. “Fuego Verde” en Cartagena servía para edificar el prestigio internacional de la nación y proyectar una imagen moderna, eso era al menos, lo que las elites esperaban.

Da cuenta de ello una nota que apareció en “Cinema Reporter”, revista mexicana especializada en cine en su número 827 del 22 de mayo de 1954, firmada por el periodista bogotano Jorge Cavarico Briceño, distinguido miembro de la alta sociedad bogotana, quien al mismo tiempo, era Jefe de la Oficina de Información y Propaganda de la Presidencia de la República de Colombia durante el período de la dictadura militar de Gustavo Rojas Pinilla. En su nota aparece una fotografía de Grace Kelly y Paul Douglas durante la realización de una de las escenas. De la filmación las elites supusieron que la película serviría para proyectar la imagen de un país que se modernizaba rápidamente, “lo que se evidenciaba en la formación de sus grandes ciudades y la cultura de sus gentes, en especial las de la zona andina” según Cavarico Briceño.

No obstante, Colombia aparece como un país atrasado, violento e indígena. Cavarico Briceño se quejó de la imagen de Colombia en “Fuego Verde” y reportó el envío de notas diplomáticas de protesta a la embajada de Estados Unidos. (Cinema Reporter, Junio 5 de 1954 pág. 22):

“Protestas por una cinta de la M.G.M. (…) La película pretendió dar una idea de lo que es en nuestro medio la explotación y el negocio nacional e internacional de esmeraldas, piedra preciosa característica de nuestro país. Pero lo señores de la Metro, con un sentido absolutamente inconsulto, desfigurándolo todo, trastocando la verdad, presentaron a Colombia como un país salvaje en el cual sus habitantes deambulan todavía con plumas. (…) Por todos estos motivos, llenos de insensatez, la Metro se ha granjeado la antipatía del público colombiano (…)”

La imagen de Colombia proyectada por Hollywood entró en tensión en el comentario periodístico, lo que supuso una disputa simbólica por querer presentar a la nación como lugar moderno y civilizado. De manera que el mundo indígena representaba atraso y salvajismo, tanto para Cavarico Briceño como para los productores de la Metro. Para la visión europeizada del bogotano Cavarico, la intención era presentar a Colombia ante el concierto internacional como una nación mestiza y negar su pluralidad étnico – racial. Por su parte, la visión imperial del cine de Hollywood, ubicaba a Colombia en la periferia del mundo, donde el aspecto étnico –racial es una condición de la inferioridad.

Ya casi nadie se acuerda de aquella película, que se filmó cuando Hollywood miró por primera vez a Cartagena.

Referencia: Cinema Reporter N° 827 del 22 de mayo de 1954.

16/10/2024

Brisas y aplausos en el Camellón.
Ricardo Chica Geliz

El martes 29 de marzo de 1960 presentaban La Cucaracha (1959) de Ismael Rodríguez y los tres mil doscientos asientos del Teatro Padilla, fueron insuficientes. Desde hacía veinte años las películas de Rodríguez eran éxitos de cartelera local, entre ellas: ¡Ay Jalisco no te rajes! (1941) ¡Qué lindo es Michoacán! (1942) Nosotros los pobres (1947) A.T.M. A toda máquina (1951) Dos tipos de cuidado (1953) Pepe El Toro (1952), Tizoc y Amor Indio (1956).

Rodríguez era uno de los directores que edificó el cine de la época de oro en México y había trabajado con los ídolos de las masas Pedro Infante y María Félix, donde destaca Tizoc. Con esta película Infante obtuvo el Oso de Plata en el Festival Internacional de Cine de Berlín. También, su película Ánimas Trujano (1962) estuvo nominada al Oscar a mejor película extranjera. Aquella noche de martes, el director estaba acompañado de las actrices Lilia Prado y Lorena Vásquez, quienes firmaron autógrafos a la salida del popular teatro.

A comienzos del Festival de Cine, los artistas mexicanos fascinaban a las gentes en el Camellón de los Mártires durante el desfile de las luminarias internacionales. El sentimiento popular de admiración y cariño se conectaba con las diosas y dioses de carne y hueso del melodrama mexicano, que todas las noches saltaba de la pantalla a las calles de Cartagena. Para entonces, el cincuenta por ciento del público era analfabeta, de ahí su preferencia por las películas en español. En la miseria más pavorosa, el público aprendió estilos de ser pobre al ver cine mexicano, en especial, si ocurrían en el cabaret y la música afrocubana era el hilo conductor de las historias.

Titulares como: “El pueblo de Cartagena dará esta noche la bienvenida en el Camellón de los Mártires a la Delegación Mexicana” anticipaban la larga ovación en la calle, en el Padilla y en el Teatro Cartagena. Entre ellos destacaba la actriz Sara García, conocida como La Abuelita de México, pues, protagonizó variedad de melodramas familiares con ese papel. En aquella ocasión, Fernando Soler, uno de los actores de cine y teatro más destacables del siglo XX, recordó cuando vivió en esta ciudad, ya que formaba parte de la Dinastía Soler, una familia de gran tradición teatral. Compañía fundada a fines del siglo XIX por sus padres, los españoles Domingo Díaz García e Irene Pavía Ortiz, y desde entonces viajaban por todo el continente. En su paso hacia Ecuador dejaron estudiando a sus hijos Julián y Fernando en Cartagena, durante tres años. Esto ocurrió hacia finales de los años veinte.

El público negro y mulato aliviaba su pobreza en el dolor ajeno de aquellas películas, que siempre actualizaban la esperanza. Queda el Camellón y con la brisa del mar los aplausos vienen y van.

(Instituto de Cultura Hispánica otorga trofeo “Águila Dorada a la delegación mexicana: Pepe Illoes, Raúl De Anda, Rodolfo De Anda, Fernando Soler, Ofelia Montesco y Sara García. Diario de la Costa, 30 de mayo de 1962)

11/10/2024

Cine entre palmeras

Por: Ricardo Chica Geliz

Si uno pone el cine en el centro de la experiencia social en Cartagena, puede conocer la historia de la gente, de los barrios y su vida cotidiana y todo lo que ahí se formaba como era el gusto, las modas o los estilos lo que no estaba exento de prejuicios, exclusiones y conflictos.

Un ejemplo de ello está en una crónica titulada “Entre los cocos y la eternidad” publicada en la revista Cromos en marzo de 1969. El texto lo firma el poeta, periodista y escritor Gonzalo Arango, fundador del “Nadaísmo” en 1958, movimiento artístico y literario. Arango describe la vida cotidiana del corregimiento de La Boquilla, en un momento en que la carretera pavimentada llegaba hasta el barrio Crespo. De ahí en adelante, de la manera más contenta, aquellos choferes lanzaban los buses de palo por la arena caliente y después por la arena húmeda, serpenteando las cabrillas con el vaivén de las olas. Así, hasta recorrer las callecitas de aquel pueblo de pescadores negros de la zona norte de Cartagena.

En su mayoría analfabetas la población vivía sin alcantarillado, sin acueducto, sin educación y con un irregular fluido eléctrico. Arango describe la experiencia de un cine ambulante que organiza los precios de la entrada según el género de las películas: “En La Boquilla no rigen por la calidad del filme, sino por el tema. Así: película de amor: 80 centavos. De acción: un peso. Y película mexicana: $ 1.20 – Cinco horas después termina la estrafalaria aventura cinematográfica que ha contabilizado 20 reventadas de cinta, rollos al revés, apagones intempestivos, afonía del parlante, pero los negros abandonan el corral con una lánguida sensación de espiritualidad que los lleva derecho a abrazar dulces sueños de aventura y amor mientras duermen”.

En 1965 un informe del DANE estableció que en Cartagena habían quince cines y sus aforos, de esta forma: Padilla (3188), Atenas (1030), Caribe (1800), Cartagena 1395), Circo - Teatro (3195), Colón (661), Colonial (1397), España (3380), Granada (1800), Miramar (600), Myriam (3800), Rialto (2500), San Fernando (510), San Jacinto – La Boquilla (400) y Variedades (2600).

Regresando al cine de La Boquilla, en la crónica de Arango se habla de “un empresario de cine ambulante que va de Cartagena todos los sábados, y amarra un telón entre dos palmeras para proyectar una película al aire libre”. A grito limpio se pregonaban películas con Jorge Negrete, Cantinflas, Tarzán, María Félix, King – Kong, Tin – Tan, Gardel y Libertad Lamarque.

Habrá que buscar en los recuerdos aquellos pregones fílmicos para que nos saque de la duda sobre si el teatro “San Jacinto – La Boquilla” que reporta el DANE es el mismo cine entre palmeras del que escribió Arango. Habrá que embarcarnos en el bus de palo para que nos lleve al país de la memoria donde éramos público caribe de aquel cine entre palmeras.

10/10/2024

Pontecorvo

Por: Ricardo Chica Geliz

El evento cinematográfico más importante acaecido en Cartagena en el siglo XX, es la llegada de Gillo Pontecorvo para filmar “Queimada” en 1968. Pontecorvo es heredero del Neorrealismo Italiano, movimiento fílmico que aparece en aquel país, en plena Segunda Guerra Mundial. Con la llegada del régimen fascista en 1922, a la cabeza de Benito Mussolini, buena parte de la temática del cine italiano, se volcó hacia la propaganda política. Para tal propósito, Mussolini crea en 1935 una escuela: El Centro Experimental de Cine de Italia. Es allí, donde los estudiantes hacen resistencia a la censura y al régimen. Se exige, pues, un cine que refleje la realidad de lo que le acontece a la gente en tanto sus sentimientos, sus problemas, sus contradicciones, sus contextos. Hoy se considera la película “Obsesión” (1942) de Luchino Visconti, como la partida de nacimiento del Neorrealismo.

Hay que tener muy en cuenta que, en términos muy gruesos, la Segunda Guerra Mundial significó para el pueblo italiano una guerra de resistencia, revolución y liberación, en virtud, del régimen fascista que padeció. A diferencia, por ejemplo, de Francia que libró una guerra de ocupación contra una potencia extranjera. Este elemento es clave para la aparición de un cine que renunció a la fastuosidad, grandes escenarios, grandes estrellas, gran industria y a la alabanza oficial en películas que se inspiraban en premisas de superioridad y se regodeaban en la mitología de la antigua Roma. Los estudiantes de cine apostaron por filmar en escenarios naturales, con actores empíricos y con bajos presupuestos. Es necesaria la caía de Mussolini en 1943, para favorecer la filmación de “Roma ciudad abierta” (1945) de Roberto Rosselini, en una Italia en ruinas y que constituye la consolidación del movimiento cinematográfico, en su sentido político y artístico. Rosselini apela a la indignación del espectador, Visconti apela al intelecto del público y Vittorio De Sica apela a la compasión en su película “Ladrón de Bicicletas” (1948). El movimiento decae, hacia mediados de los años cincuenta, cuando acontece el milagro económico y la industria cinematográfica se reconfigura en razón de los intereses comerciales; expresión de ello es la aparición del Espagueti Western. No obstante, el neorrealismo repercute profundamente en todas las cinematografías no industriales del planeta o, entiéndase, en todos los países sometidos por el colonialismo, el neocolonialismo y el imperialismo. Es a partir de los años cincuenta que se visibilizan todas las guerras de liberación y de descolonización en todos los continentes y sus territorios: Cuba, Argelia, Vietnam, Jamaica, Congo, India, China, Bolivia, Angola…Gillo Pontecorvo es un artista que reflexionó profundamente en ello.

Lo podemos ver en sus películas “Kapó” (1960), “La Batalla de Argel” (1966) y “Queimada” (1968) que pueden consultar en youtube.com.

Tiene un claro propósito formativo Pontecorvo en sus películas. Un propósito intelectual, con miras a activar conciencias sobre la situación que padecen las gentes de los sectores populares, en el marco de su vida cotidiana. ¿Por qué pasa, lo que pasa? ¿Por qué los pobres se matan unos a otros? ¿En qué consiste la desigualdad, la explotación, la jerarquía en la vida de la sociedad? ¿En qué consiste el sometimiento del cuerpo humano en tanto esclavitud, mercancía, embrutecimiento o placer? ¿Por qué la gente no se da cuenta de las cosas? ¿O no hace nada? Una judía en “Kapó” sobrevive en los campos de concentración n***s. Un delincuente reflexiona su condición y actúa en consecuencia en “La batalla de Argel”. Un negro esclavo libera a su pueblo, pero sucumbe al neocolonialismo en “Queimada”. ¿Qué, de lo que hacemos todos los días, actúa en favor del sistema que nos atrapa? La respuesta es: casi todo. Si hay algo que nos caracteriza, hoy, es la renuncia a toda reflexión, a toda pregunta, a la profundidad. En 2004 apareció el documental: “Un poeta marxista: la realización de la Batalla de Argel”, el cual, nos ilustra sobre la perspectiva de Pontecorvo sobre el mundo y sobre el cine. Lo pueden ver aquí: http://www.youtube.com/watch?v=iu0c7D0-l2g.
“Queimada” acaece en el siglo XIX y predice de los efectos del capitalismo global en la vida de la gente. Mejor escenario que Cartagena, no pudo haber conseguido Pontecorvo.

Referencia: Guillo Pontecorvo en la filmación de "Quemada" en el centro histórico de Cartagena - 1968.

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Cine y el caso Cerruti en Cartagena.

Por: Ricardo Chica Geliz

A fines del siglo XIX Juan Bautista Mainero y Trucco era hotelero, importador de esculturas, mausoleos y piezas de mármol, urbanizador del cementerio del barrio Manga y abastecedor de toda la leche que consumía Cartagena. A mediados de siglo llegó huyendo de la guerra en Italia y acá hizo fortuna.

Entre 1870 y 1918 compró edificios en ruinas, casas y lotes los cuales llegaron a ocupar tres cuartas partes de la superficie construida. Mainero era masón, liberal y anticlerical; sus relaciones con el presidente Rafael Núñez Moledo eran más bien frías y siempre procuró estar lejos de los asuntos y tensiones políticas, excepto por el caso de Ernesto Cerruti: militar y empresario italiano instalado en Colombia desde 1868 y cónsul de Italia en Cali. Cerruti tomó partido en la guerra de 1877 al importar 500 rifles y 100 carabinas. Lo encarcelaron y se formó una crisis diplomática dirimida por Estados Unidos y España, que condenó a Colombia a pagar una indemnización a Ernesto Buenaventura Giacomo María Cerruti en el año de 1897.

Hubo resistencia a pagar 60 mil libras según lo dispuesto por el fallo arbitral. Y el gobierno italiano comisionó al contraalmirante Camillo Candiani d’Olivola para bombardear Cartagena, era el año de 1898 y recién comenzaban a proyectarse las primeras películas en el Teatro Mainero. En su condición de cónsul de Italia en este puerto, Juan Bautista Mainero ofreció pagar 20 mil libras a Candiani para calmar las cosas, pues, sus inversiones en la ciudad se veían comprometidas por las bombas que iban a disparar las cañoneras de su propio país y por la furia de un pueblo indignado. Después de un pleito de varios años, Colombia acordó pagar cinco millones de pesos.

Mainero había comprado el viejo teatro de comedias, El Coliseo y lo reinaugura el 6 de septiembre de 1874 con la presentación de la Compañía de Ópera Rossi D´Achiardi con la obra “Hernani o el honor del castellano”. Y así hasta cuando llega el año de 1897 que es cuando se presenta el vitascopio de Edison en agosto y el cinematógrafo Lumiére en diciembre, acontecimientos situados en el contexto de la pre - guerra de los Mil Días (1899 – 1902) y también en la cuestión Cerruti lo que debió representar grandes dificultades para la presentación de espectáculos públicos en todo el país.

Sin embargo, en el periódico El Porvenir se escribió la expresión “Mientras en otras partes se pelea, Cartagena se divierte” (1 de mayo de 1898) expresión que a la luz del caso Cerruti no era muy precisa que digamos.

El cine llega a esta ciudad en una de las etapas de mayor auge de la expansión imperialista europea. Había espectáculo, procesiones, juegos, máscaras, peleas de gallo, fiestas, teatro, variedades y cine no obstante la guerra civil -una de tantas- o la presencia de cañoneras italianas fondeadas en la bahía de Cartagena.

08/10/2024

Terence Hill y Bud Spencer

Por: Ricardo Chica Geliz

Se trata en realidad de nombres artísticos de dos actores italianos que filmaron varias películas en los años setenta y ochenta en Cartagena. El primero es Mario Girotti de 85 años y nacido en Venecia en 1939. El segundo es Carlo Pedersoli, fallecido en Roma en 2016 y nacido en Nápoles en 1929. Para la época, la llegada de varias productoras europeas a la ciudad, en especial las de Italia, representaron la extensión hacia el Caribe del género del llamado “Spaguetti Western”.

El “western” se considera el primer género cinematográfico en firme en la historia de este arte, en tanto sus códigos dramáticos, pero, especialmente, por su relevancia en el gusto de un público mundial. Desde que se filmó “El asalto al tren” (1903) en lo que hoy es Hollywood, estas películas supusieron una taquilla segura, hasta que llegan a su época dorada, durante las décadas de los cuarenta y cincuenta. De ahí en adelante, decaen rápidamente tanto en su modelo de producción, como en el gusto del público, que poco a poco se interesa por la televisión.

Sin embargo, la televisión se masifica en el mundo entero hasta muy entrados los años setenta. En realidad, un aparato televisivo era caro para las grandes mayorías. De ahí, que la pantalla de cine barrial, tuvo una larga vigencia hasta comienzos de la década de los ochenta y Cartagena no fue la excepción.

La decadencia del western americano, fue la oportunidad económica para el western europeo con productores alemanes, españoles e italianos. Se trataba de países con capacidad instalada y probada de producción fílmica, con fuertes vínculos con las cadenas globales de distribución y exhibición de películas, incluyendo los Estados Unidos. Además del western, el modelo de producción europeo de películas abordó temáticas como el cine de gladiadores, el cine religioso y películas de n***s.

Después de una década de éxitos, se optó por exportar el modelo de producción para mantener vigencia en la cartelera y así llegan a Cartagena con estrellas ya conocidas como Terence Hill y Bud Spencer. Aquí, la pareja de actores filma las películas: “Mas fuerte muchachos” (1972), “Dos misioneros rebeldes” (1974) y “Banana Joe” (1981) esta última, solo protagonizada por Spencer. Recuerdo que me arremolinaba en la muchedumbre que buscaba el mejor puesto para ver a Bud Spencer actuar en la Torre del Reloj, en la Plaza de la Aduana, en el Parque de la Marina, en el Muelle de la Bodeguita o en la plaza de toros La Serrezuela. Pasaban entre seis y ocho meses y uno entraba al cine Cartagena para cazar en la pantalla algún conocido, algún amigo. O, simplemente, ver cómo lucía la ciudad en cine.

Años más tarde, llegan a Cartagena el actor alemán Klaus Kinsky, y también, el actor italiano Franco Nero. Íconos del cine mundial. Cada uno merece comentario aparte, porque, ése, es otro nivel.

06/10/2024

El cine de los solles.

Por: Ricardo Chica Geliz

1978. El 19 y 23 de agosto de ese año El Universal registró la noticia sobre las parejas que iban tras el “Título Travolta”: un concurso de baile de música disco en la discoteca “La Caja de Pandora”. Cartagena supo de John Travolta por su película “Fiebre de sábado por la noche” estrenada en el Teatro Kalamary aquel año. La fila le daba la vuelta a la esquina de La Puerta del Sol, y sin importar el día de la semana, los revendedores de boletas no se daban abasto.

¿A qué iba la juventud cartagenera, cuando iba al cine para ver películas sobre la moda, el baile y la música disco? Iban a aprender estilos de ser “solle”. Tal fue el término para referirse a una identidad juvenil que se venía formando a la luz de la música disco y sus manifestaciones: prácticas del vestir, prácticas festivas, renovación de las aspiraciones en la vida, novedades gastronómicas, otros usos amorosos e innovación en peinados, maquillajes y calzados; pero, quizás, sea el baile y la actualización de los códigos del cuerpo lo más destacable.

Concursos de baile aparecieron por doquier, lo que se explica en parte, porque a lo largo de los años ochenta el musical disco, como género cinematográfico, consolidó un público mundial. En ese sentido, la televisión internacional y nacional, tuvo mucho que ver, en tanto formatos de baile o magazines con las últimas noticias.

Programas internacionales como “El tren del soul”, o el más conocido entre nosotros “Oro sólido” eran muy esperados para imitar las pintas, los pases y los nuevos looks. A fines de los años setenta, apareció en televisión nacional el programa “Midnight Special” los jueves a las once de la noche. Las peleas en la casa porque me mandaban a dormir son inolvidables. Al día siguiente, la muchachera en el colegio hervía de comentarios sobre lo visto y lo que estaba por venir. Quien estuviera más actualizado, era el líder de opinión que no podía faltar a una fiesta solle, en especial, si era viernes.

Hubo una versión nacional de “Oro sólido” y el periodista Alfonso Lizarazo creó “Baila de Rumba” que se realizaba en cada ciudad de Colombia: Fue el delirio colectivo cuando el programa se grabó en la discoteca Minerva, en Bocagrande. Fue tal el impacto de la música disco en la sensibilidad de Cartagena, que hasta sus canciones se programaron en los picós barriales, junto con música de noviembre y la champeta africana.

El cine de los solles estaba sujeto a la actualización de la cartelera cinematográfica, donde los jóvenes, eran el centro de las historias. “La Voz de la Victoria”, emisora especializada en aquel universo musical, patrocinó un cineclub dedicado a musicales disco; y, en el Teatro Miramar del Pie de la Popa, se organizaban funciones a las once de la noche. Así, hasta que un día, Michael Jackson se lanzó en solitario y marcó la historia de los solles para siempre.

02/10/2024

Kalimán en el Parque Centenario

Por: Ricardo Chica Geliz

A mediados de los años sesenta, la población de Cartagena estaba cada vez más alfabetizada. Esto facilitó la demanda constante de historietas o cómics, que venían principalmente de México. En aquel país, desde los años cincuenta, se dieron préstamos e intercambios de temas y personajes entre el cine, la radio y las historietas; y, entre los personajes más emblemáticos, apareció Kalimán el hombre increíble.

Fue en el Parque Centenario, donde se instalaron ventorrillos de alquiler de cuentos, paquitos, novelas, muñequitos, fotonovelas o cualquier otra designación que el público le diera a esta oferta impresa, que se actualizaba semana tras semana. Personajes como Arandú, Rarotonga, El Santo, Tamakún, Condorito, Chanoc entre muchos otros, estaban dispuestos a luchar por la justicia y salvar a la humanidad del mal y sus manifestaciones insospechadas.

Una mención especial para las fotonovelas, que casi siempre, trataban melodramas centrados en el escarmiento social a la mujer descarriada. Aquella bonita enamorada de su propio violador; aquella que se prostituía para rescatar a la familia de la pobreza; o aquella exitosa profesional condenada a la soledad por atreverse a abandonar catre, cocina y crianza de los hijos.

Kalimán, el hombre increíble aparece como radionovela el 16 de septiembre de 1963 en RCN (Radio Cadena Nacional) en la Ciudad de México para responder a la competencia de la emisora XEW que lideraba la audiencia con el serial La Tremenda Corte y su personaje estelar Tres Patines. Modesto Vázquez González y Rafael Cutberto Navarro se basaron en un personaje de poderes misteriosos, venido de un lugar indeterminado del Medio Oriente y con clara misión de salvataje junto al Pequeño Solín.

De la radio salta a la imprenta y en México alcanzó tiradas de dos millones de ejemplares por semana. Los autores fundaron la Promotora K, en 1970, y con ello el personaje pasó al cine con Kalimán, El Hombre Increíble (1970) y Kalimán en el siniestro mundo de Humanón (1974) ambas dirigidas por Alberto Mariscal. Se proyectaron, una y otra vez, para una audiencia que se regodeaba con la misma historia. Siendo niño, vi estas películas en el Cine Miriam, en el barrio El Bosque. Estudiaba en el Colegio Fernández Baena, el cual, está empotrado en una loma, con altura suficiente, para divisar la pantalla del cine, pues, en aquella época, no tenían techo. Era cuestión de esperar la noche, llegar en mi bicicleta y a lo lejos ver a Kalimán cruzando las pirámides de Egipto montado en un camello.

De la mano de mamá en el mercado público de Getsemaní, descubrí las historietas colgadas en alambres con la portada expuesta y aseguradas con ganchos de madera, tal y como si fueran ropa puesta a secar. “Serenidad y paciencia, mi pequeño Solín” aconsejaba sabiamente Kalimán de alquiler en el Parque Centenario.

(Alquiler de historietas en el Parque Centenario, 1969. Fototeca histórica virtual de Colombia)

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