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Grecia: La Guerra de Troya
El curso de la guerra y la toma de Troya.
Los primeros años de la guerra.
Durante los primeros nueve años de la guerra, los troyanos evitaron el contacto directo con el enemigo, prefiriendo guarecerse tras las murallas de su ciudad con la esperanza de que a la larga los griegos acabaran cansándose del asedio.
Esta conjetura parecía sólida, pues los invasores padecían escasez de comida y se desmoralizaron al estar en un punto mu**to. Incluso, según las Ciprias, habrían navegado de vuelta a casa si Aquiles no los hubiera detenido. Para elevar el ánimo de las tropas y privar a los troyanos de suministros y apoyo, los griegos hicieron incursiones contra los asentamientos de la zona e incluso contra islas y ciudades alejadas de la costa, llegando tan lejos como Clazómenas y Colofón en algunos relatos.
La propia fortaleza de Príamo, custodiada por guarniciones pesadas y defendida por una fuerza considerable de troyanos y tropas aliadas, era inexpugnable para las rudimentarias operaciones de asedio de la época. Sin embargo, la campaña griega de desgaste empezó a mermar los recursos del rey y le imposibilitó reabastecerse mediante el comercio.
Aquiles tomó el mando de las incursiones griegas, robó el ganado de Eneas en el monte Ida y atrapó a dos hijos de Príamo fuera de los muros de la ciudad. Capturó a Licaón cuando una noche estaba cortando madera de higuera para tallar mástiles para carro en el huerto de su padre, pero le perdonó la vida en aquella ocasión, pues prefirió venderlo como esclavo en Lemnos, donde lo compró un hijo de Jasón. Pero al final fue rescatado y pasó once días con sus amigos antes de entrar en batalla el décimo segundo. Licaón tuvo la mala fortuna de encontrarse de nuevo con Aquiles y éste lo mató sin piedad, a pesar de sus ruegos.
En uno de los episodios más famosos de los primeros años de la guerra, Aquiles tiende una emboscada a otro hijo de Príamo, Troilo, cuando se aventura fuera de la ciudad con su hermana Polixena para traer agua de una casa de fuentes. Como se puede ver en vasijas con pinturas sobre este incidente, Troilo era muy joven, poco más que un niño. Aunque Príamo menciona su muerte en la Ilíada, no se dan detalles allí ni en ninguna otra fuente anterior a época helenística. En el vaso François, que se puede datar alrededor de 570 a.C., puede verse a Aquiles persiguiendo al imberbe Troilo, que trata de escapar en su caballo, y a una mujer, muy seguramente Polixena, como en otras imágenes de este tipo, que aparece corriendo muy delante de ellos. En otros vasos, Aquiles agarra del pelo a Troilo, que va a caballo, o lo mata en un altar. En una versión más tardía de este mito, que recoge por primera vez Licofrón, Aquiles sintió pasión por Troilo y le persiguió con intenciones amorosas, haciendo que se refugiara en el santuario de Apolo Thymbraios.
Grecia: La Guerra de Troya
Aquiles, sus años de juventud y su reclutamiento.
Aquiles era superior entre los griegos en Troya, más grande incluso que Áyax como guerrero y mejor que él. En forma más apropiada se llamaba Aquileo, el hijo de Peleo, rey de Ftía al sur de Tesalia. En parte de ascendencia divina por su madre, la nereida Tetis, era el más fuerte, el más rápido, el mejor parecido y el más valiente guerrero del ejército. Sus tropas, los mirmidones (y también, los helenos tesalios y los aqueos), que lo habían acompañado a Troya en cincuenta barcos, le dotaron del mando que merecía. A pesar de que Áyax Telamón y él no aparecían relacionados aún en la llíada, llegaron a ser considerados primos, al ser nietos de Éaco, rey de Egina, y miembros de una rama común de la familia asópida.
Con respecto al origen de la familia de Aquiles, una historia que apareció por primera vez en fuentes romanas, relataba que su madre lo volvió invulnerable poco después de su nacimiento al sumergirlo en las aguas del Estigia, uno de los ríos del Hades. No obstante, Aquiles no quedó protegido del todo, ya que ella lo sostenía de uno de sus tobillos y esa parte de su cuerpo nunca llegó a tocar el agua. Por eso podía sufrir una herida en el tobillo, como se acordó que había sido la causa de su muerte.
Después de ser abandonado por su divina esposa, quien no deseaba vivir con un mortal, Peleo confió al joven Aquiles al centauro Quirón para que lo criara en el monte Pellón. Para asegurarse de que Aquiles llegara a compartir fuerza y arrojo con las menos temerosas de las bestias salvajes, Quirón lo alimentaba con carne y vísceras de jabalíes y leones y con tuétano de osos. De esta manera, el joven héroe desarrolló su valor y sus destrezas marciales con la caza de feroces leones y jabalíes en el salvaje entorno montañoso alrededor de la cueva de Quirón. Aprendió además a moverse a una excepcional velocidad dando alcance en la carrera a los ciervos sin ayuda de los perros. Además, Quirón lo educó en las artes de la guerra, en las habilidades pacíficas de la medicina y la música.
Homero añadió que Aquiles había empleado parte de su infancia con Fénix, hijo de Amintor, rey de los dólopes, quien lo instruyó en el arte de hablar en público y otras disciplinas prácticas.
Por otra parte, se relataba que Amintor, padre de Fénix, había ofendido a su esposa al repudiarla en favor de una concubina y ella había persuadido a su hijo para que sedujera a la chica con la esperanza de que, al experimentar el amor de un hombre más joven, la volvería en contra de su maduro amante. Entonces Amintor había arrojado maldiciones sobre su hijo con ayuda de las Erinias (Furias) al oír aquello, rogándoles que nunca tuviera hijos (como de hecho acabó resultando).
En consecuencia, Fénix había dejado su casa y había buscado la ayuda de Peleo, quien lo entronizó como rey de los dólopes en un territorio próximo al suyo. En algunas narraciones posteriores a la de Homero, se decía que Fénix había sido cegado por su padre, pero que fue curado después por Quirón.
Finalmente, Aquiles volvió a la corte de su padre siendo un joven muy experto y allí fue donde Néstor y Odiseo lo reclutaron para la guerra de Troya, en la versión de la Ilíada.
Sin embargo, en la tradición posterior se relataba que Tetis lo había escondido en Esciros, una isla al este de Eubea, porque sabía que estaba predestinado a encontrar una muerte prematura si tomaba parte en la guerra. O bien, Peleo lo había llevado a la isla. Dejaron a Aquiles al cuidado del gobernante de la isla, Licomedes y vivió entre las doncellas de la corte, disfrazado de mujer.
Cuando al fin se filtraron los rumores sobre su escondite, Odiseo viajó a Esciros con el fin de investigar allí, bien solo o bien con Diomedes. Para lograr que el joven héroe se delatara, Odiseo obsequió a las mujeres de la corte con finas ropas y baratijas, poniendo un par de armas entre ellas y así Aquiles reveló su verdadero s**o al ir a coger las armas. En otro relato más elaborado, Odiseo dispuso a la entrada del palacio algunos bienes femeninos junto a un escudo y una lanza y ordenó después que se hiciera sonar una trompeta, con acompañamiento de gritos y golpes de armas. Creyendo que atacaban el palacio, Aquiles se despojó de inmediato de sus ropas femeninas y tomó el escudo y la lanza.
Después de que se descubriera su identidad de esta manera, aceptó partir a la guerra. Mientras Aquiles estuvo escondido entre las damas de palacio, tuvo una relación amorosa con Deidamia, una hija del rey y ella quedó embarazada de un hijo, Neoptólemo, quien se convertiría en un gran guerrero como su padre y lucharía en Troya en las últimas etapas de la guerra. Este elemento de la leyenda de Aquiles era por cierto muy antiguo, pues ya la Ilíada mencionaba que había tenido un hijo en Esciros.
Grecia: La Guerra de Troya
Los Atridas, Áyax Telamón y Áyax el Menor.
En Homero, como en la tradición posterior, Agamenón, hermano del agraviado Menelao, figuraba como un hombre muy prestigioso gracias a su alta posición como rey de Micenas, más que a méritos personales sobresalientes, incluso aunque fuese valeroso y bastante eficaz como guerrero. Agamenón, a la hora de tratar con los demás cabecillas se encontraba inseguro. Además, sus aliados no estaban formalmente sujetos a sus órdenes.
Agamenón actuaba de manera abrupta y despótica, sin llegar a ser lo bastante resuelto como para mantener un liderazgo apropiado frente a las desventuras y, con frecuencia, caía en el abatimiento cuando un contratiempo grave amenazaba al ejército.
En cierto modo, Menelao ha quedado eclipsado por su sobresaliente hermano, y al menos en el retrato que le hace Homero, era un hombre de personalidad menos distinguida. Como guerrero no está entre los más destacados. Aquiles, Agamenón, Áyax, Diomedes y, en el otro bando, Héctor, lo aventajaban. Sin embargo, era un personaje noble en la tradición primitiva, y los retratos hostiles a él de la tragedia ática, coloreados de sentimiento antiespartano, no deberían considerarse representativos.
A menudo se nombraba a los dos hermanos como los Atridas (esto es, los hijos de Atreo). Estos pertenecían a la familia de los Pelópidas, la cual, con origen en Asia Menor, había llegado a reinar en Micenas y Esparta hacia la época de la guerra de Troya.
Los guerreros más formidables del lado griego fueron Aquiles y Áyax el Grande o Áyax Telamón (Atas en forma griega). Áyax era el único hijo legítimo de Telamón, quien había sido el principal aliado de Heracles durante la primera guerra griega contra Troya. Como comandante de un contingente relativamente pequeño que había traído desde su nativa Salamina en doce barcos, Áyax, sólo debía su importancia a sus cualidades personales. En contraste con muchos héroes de primer rango, de quienes se esperaba que fuesen tan expertos como arrojados, en el retrato de Homero se veía corto de entendederas y un orador pobre. Pero poseía un sentido común directo, era franco, leal y de total confianza y su valentía inconmovible. Conocido como “baluarte de los aqueos”, era alto, fornido y de inmensa fuerza y se defendía con un altísimo escudo de diseño micénico, formado por siete capas de piel de toro bajo una cubierta externa de bronce.
Áyax era muy hábil cuando blandía grandes piedras como otras armas convencionales y es en especial competente en las situaciones más desesperadas. Luchaba con frecuencia en compañía de su hermanastro Teucro, hábil arquero y de su tocayo Áyax el menor, hijo de Oileo. Éste guiaba un contingente de tropas considerable desde su Lócride nativa en Grecia central. Como guerreros rápidos y de armas ligeras, ambos podían refugiarse detrás de Áyax y su magnífico escudo y salir a descubierto cuando las circunstancias lo reclamaran.
Áyax el menor o Áyax Locrio, era de constitución ligera y como tal luchaba de avanzadilla con armas ligeras, pues sólo vestía una coraza de lino como protección y contaba con su rapidez y su destreza como lancero, más que con ninguna fuerza excepcional. Aunque espléndido guerrero a su manera era un hombre de carácter sin atractivo, malintencionado, pendenciero e irreverente y como tal, no resultaba agradable para los otros guerreros. La llíada nos relata acerca de la relación de Áyax con sus compañeros. Por ejemplo, en los juegos funerales por Aquiles, Áyax había injuriado a Idomeneo y, poco después, durante la carrera a pie, sus otros compañeros se alegraron cuando Atenea hizo que cayera de cabeza para evitar que le ganara a Odiseo. En apariencia, su papel era más prominente en la épica tardía acerca del ciclo troyano. Áyax cometió un brutal acto de sacrilegio durante el saqueo de Troya, Enfureció tanto a Atenea que ella puso en peligro a muchos de sus camaradas en el viaje de vuelta y provocó su muerte.
Grecia: La Guerra de Troya
Personajes principales del conflicto: Príamo y la familia real troyana
Del lado troyano, los hijos de Príamo eran los más sobresalientes en la batalla y en la vida de la ciudad. El propio Príamo era demasiado viejo para tomar parte en la lucha, aunque continuaba siendo fuente de toda autoridad en Troya. La Ilíada menciona por su nombre a veintidós de sus hijos y fuentes posteriores añadieron bastantes nombres a la lista.
A pesar de que Príamo se quejaba en la Ilíada, de haber sido despojado de muchos de sus hijos, sólo mencionaba los nombres de dos que murieron en los primeros años del conflicto, llamados Méstor, cuya leyenda se ha perdido y Troilo, quien murió en un momento temprano a manos de Aquiles cuando era poco más que un niño. Licaón era otro hijo de Príamo, a quien Aquiles sorprendió fuera de los muros de la ciudad en una fase temprana de la guerra. Sin embargo, le perdonó la vida, pues prefirió venderlo como esclavo lejos de allí, aunque demostró que no era tan indulgente cuando volvió a encontrárselo en la batalla después de que hubiese sido rescatado.
Entre los hijos de Príamo, Héctor era el mejor guerrero entre ellos y poseía la virtud de ser el primer defensor de Troya en la llíada, así como también un héroe de carácter distinguido y equilibrado. Héctor ha sido retratado en la llíada no sólo como un guerrero valiente y caballeroso, superado únicamente por Aquiles, sino también como marido y padre afectuoso. Estaba casado con Andrómaca, cuyo padre, Eetión y siete hermanos habían sido asesinados por Aquiles durante su saqueo de la ciudad, Tebas Hipoplaquia.
El famoso pasaje de la llíada en el cual Héctor se encuentra con Andrómaca en las murallas antes de partir a la batalla, es una de las partes más conmovedoras del poema. Su hijo Astianacte (que está presente en este encuentro y queda muy asustado por el penacho del casco de Héctor) estaba destinado a una muerte espantosa durante el saqueo de Troya.
Deífobo y Héleno, son hijos de Príamo que tuvieron apariciones ocasionales en la llíada y alcanzaron su mayor importancia justo al final de la guerra. Compitieron por la mano de Helena tras la muerte de Paris y Héleno estaba tan ofuscado, porque le había ganado su hermano, que huyó de la ciudad para vivir en el monte Ida, donde fue capturado más tarde por Odiseo. Héleno era adivino y el vidente griego Calcante había avisado a Odiseo de que podría revelar algunas condiciones que deberían ser cumplidas si se quería tomar Troya. Deífobo entregó a Helena y también su vida a Menelao durante la noche del saqueo, mientras que Héleno, quien se había asegurado su propia supervivencia por la información que había revelado a los griegos, acompañó a Neoptólemo, hijo de Aquiles al Epiro.
El menor de la familia, Polidoro, que aparece en la Ilíada como el más joven y más querido hijo de Príamo, entró en batalla en contra de la orden de su padre y enseguida murió a manos de Aquiles. De acuerdo con un relato contradictorio que aparece por primera vez en una tragedia, Príamo intentó asegurarle del peligro enviándoselo a Poliméstor, su yerno en Tracia, junto con una cantidad del tesoro. Pero cuando la fortuna de la guerra dio la espalda a los troyanos, Poliméstor asesinó a Polidoro para robar el tesoro.
Entre los ancianos que se reunían en los bastiones, en la Ilíada, aparecían tres hermanos de Príamo. Por lo general se aceptaba en la tradición posterior que todos los hijos de Laomedonte, excepto Príamo, murieron en la caída de Troya.
Grecia: La Guerra de Troya
El origen de la guerra y la travesía de los griegos
Los griegos desembarcan en Troya
Cuando vieron que un ejército invasor llegaba por el mar, los troyanos intentaron evitar que los griegos desembarcaran y les arrojaron piedras a sus barcos. El primer guerrero griego que saltó a tierra fue Protesilao, hijo de Ificlo, quien comandaba a los hombres de Fílacas y las ciudades vecinas del sur de Tesalia.
Las características principales de este relato ya aparecían mencionadas en la llíada, en la cual se relata que un guerrero dárdano mató a Protesilao, en cuanto puso el pie en tierra. Fuentes posteriores de las “Ciprias” señalaron que Héctor fue quien mató, sin duda, porque parecía apropiado que el primer enemigo debía morir a manos del más grande guerrero y defensor de Troya.
Según la tradición, mencionada por Apolodoro, el primer hombre en desembarcar también estaba destinado a ser el primero en morir y Aquiles se contuvo porque Tetis le había avisado de esto. También podría ser que Protesilao mostrara así un coraje excepcional al saltar a tierra mientras los demás se contenían.
La desafortunada y joven esposa de Protesilao era Laodamia, una hija de Acasto, rey de Yolcos. El registro más antiguo de su leyenda está contenido en la obra perdida de Eurípides, “Protesilao”, la cual fue reconstruida parcialmente. En aquella tragedia se contaba que Protesilao había partido a la guerra un solo día después de haberse casado con Laodamia. Después de su muerte, rogó a los dioses del Hades que le permitieran volver con ella un día más. Su deseo fue concedido, pero por lo visto Laodamia se quitó la vida cuando él tuvo que partir.
En otro relato, el cadáver de Protesilao fue llevado ante ella después de que hubiese rogado a los dioses que le permitieran encontrarse con él durante tres horas. Ella murió con el corazón roto después de que Hermes se lo llevara otra vez.
Tras la muerte de Protesilao, Aquiles saltó a tierra a la cabeza de sus seguidores tesalios, los mirmidones y se enfrentó a Cieno, hijo de Poseidón, el más formidable de los muchos guerreros que se oponían al desembarco griego. Cieno era especialmente peligroso porque su divino padre lo había vuelto invulnerable a heridas punzantes. Su nombre significa «cisne» en griego y hace suponer que Cieno era pálido o quizá albino, pues el Catálogo atribuido a Hesíodo se refiere a su “cabeza blanca”. Píndaro mencionaba que Aquiles lo mató sin añadir ningún detalle. Siguiendo quizá una tradición primitiva, Apolodoro informaba que Aquiles causó su muerte al arrojar una piedra a su cabeza.
Lo cierto es que los troyanos quedaron tan consternados por la muerte de Cieno, que se retiraron al amparo de su ciudad y todos los demás griegos saltaron entonces de sus barcos y persiguieron al enemigo, que huía a través de la llanura. Como resultado de estos hechos, los invasores establecieron una base sólida en el llano y acorralaron a los troyanos tras las murallas de su ciudad. Entonces comenzó el largo asedio.
Grecia: La Guerra de Troya.
El origen de la guerra y la travesía de los griegos.
Los griegos cruzan el Egeo con éxito tras el sacrificio de Ifigenia.
Cuando el contingente griego se estaba preparando para partir de Áulide por segunda vez, la flota quedó detenida en el puerto a consecuencia de un acto de impiedad cometido por Agamenón. Según las “Ciprias”, disparó a un venado mientras estaba de caza por la zona y fue tan imprudente como para alardear de que era mejor cazador que la propia Artemis. La diosa castigó su arrogancia enviándole vientos adversos, para imposibilitar que la flota se hiciera a la mar.
Ante esta situación, el vidente Calcante reveló que la culpa era de Agamenón y declaró que Artemis no sería apaciguada a menos que se le sacrificara a una de las hijas solteras de Agamenón. Así que convocaron a su hija Ifigenia, haciéndole creer que iba a ser casada con Aquiles y la condujeron después al sacrificio. En el último momento Artemis la sustituyó por un ciervo en el altar y a ella la trasladó a la tierra de los tauros (Crimea) para convertirla en diosa. En una versión que aparece por primera vez en la obra de Eurípides, Artemis instituyó a Ifigenia como sacerdotisa suya en la tierra de los tauros (de donde después la rescató su hermano Orestes). En la versión más simple, tal y como aparece en Píndaro y Esquilo, fue sacrificada en el altar.
De todas formas, Artemis cejó en su cólera y amainó los vientos adversos, o la falta de viento, para permitir que la flota griega prosiguiera su camino.
Tras cruzar el Egeo con seguridad, los griegos arribaron a la isla de Ténedos, justo frente a la costa de la Tróade. Pese a que el rey de la isla, Tenes (o Tennes), intentó mantenerlos lejos bombardeándolos con piedras, sin embargo, desembarcaron y Aquiles mató a Tenes de una estocada en el pecho.
Grecia: La Guerra de Troya
El origen de la guerra y la travesía de los griegos.
Menelao y Agamenón organizan una expedición contra Troya.
La diosa Iris, que actuaba con frecuencia como mensajera divina, informó a Menelao del secuestro de su esposa. Éste se apresuró por volver a Grecia para consultar con su hermano Agamenón sobre la mejor manera de reunir un ejército para rescatar a Helena de Troya. Puesto que todos los antiguos pretendientes de Helena estaban vinculados por juramento a ayudar a su marido en tales circunstancias, muchos de los gobernantes más destacados y de los héroes de Grecia estarían obligados a luchar como aliados suyos.
En las “Ciprias”, Menelao, viajó por toda Grecia con Néstor, con el fin de reclutar jefes para la expedición. O quizá Agamenón simplemente envió mensajeros para recordar a los antiguos pretendientes sus obligaciones. De todos los pretendientes, sólo Odiseo intentó evitar la convocatoria. Otros aceptaron tomar parte por voluntad propia, como el caso excepcional de Aquiles, que era un niño en la época del matrimonio de Helena, pero que ahora se lo invitaba a participar por ser un joven guerrero excepcionalmente prometedor.
Después de que se hicieran los arreglos necesarios, los cabecillas griegos y sus hombres se reunieron en Áulide, una ciudad en la costa oriental de Beocia, con la intención de prepararse para el viaje a Troya a través del Egeo. En el segundo canto de la Ilíada, puede encontrarse un registro muy antiguo y exhaustivo de los líderes, que además aporta información muy valiosa sobre sus lugares de origen y poder relativo.
Mientras estaban en Áulide, los griegos fueron testigos de un portento que interpretó el adivino Calcante. Ocurrió que una serpiente reptó desde debajo del altar, durante un sacrificio a Apolo y trepó a un árbol, en el cual había un nido con ocho polluelos de gorrión. Devoró a los polluelos y también a su madre, quien revoloteaba alrededor por causa de sus piadas, pero entonces Zeus la convirtió en piedra. Según reveló Calcante, esto significaba que los griegos gastarían nueve años luchando en Troya antes de que la ciudad se les rindiese por fin al décimo año.
Cuando los griegos se pusieron en camino hacia Troya por primera vez, tenían tal ignorancia de la geografía del área que desembarcaron en el territorio vecino de Misia y devastaron aquello convencidos de que era Troya. Al descubrir que su reino estaba siendo atacado, Télefo, hijo de Heracles y Auge y gobernante de los misios, reunió un ejército a toda prisa y persiguió a los griegos hasta sus barcos, matando a muchos, incluido Tersandro, hijo de Polinices, el jefe del contingente beocio. Finalmente, Aquiles lo puso en fuga y lo hirió de gravedad en el muslo cuando tropezó con unos sarmientos. Píndaro mencionaba que Aquiles tiñó la meseta llena de viñas de Misia con la sangre de Télefo.
Puesto que no tenían ninguna disputa con los misios, los griegos volvieron a embarcar y partieron en busca de Troya, pero enseguida la flota fue golpeada por una furiosa tempestad que dispersó los barcos. Entonces emprendieron el camino de vuelta a sus distintas patrias. Pasarían diez años antes de que emprendieran el segundo viaje, por lo que este falso inicio significaba que Troya no caería hasta veinte años después de la primera vez que se habían reunido. Esta historia del retraso era, por cierto, de origen primitivo, pues ya se narraba en las Ciprias y puede que Homero la conociera, pues en un momento de la Ilíada, Helena mencionaba que habían pasado veinte años desde que había abandonado su hogar.
Durante el período entre las dos travesías, Télefo estaba cada vez más afectado por el estado de su herida, pero rechazaba la curación con pertinacia, así que decidió viajar a Grecia para consultar el oráculo de Delfos. Cuando le advirtieron que el causante de la herida se convertiría en el sanador, se dispuso a encontrar a Aquiles, quien en ese entonces estaba en Argos (porque las tropas griegas se habían encontrado allí antes de dirigirse a Áulide para la segunda partida).
En una famosa escena de “Télefo”, una tragedia perdida de Eurípides, Télefo aparecía entre los griegos vestido con harapos como un mendigo. Luego tomó a Orestes, el hijo pequeño de Agamenón, de su cuna y amenazó con matarlo si se le denegaba la ayuda. A pesar de que Aquiles respondió que no sabía nada de medicina, Odiseo explicó que el oráculo no se había referido al propio Aquiles cuando había hablado del «causante» de la herida, sino en realidad a la lanza que la había infligido. Esta sugerencia acabó por ser cierta, pues cuando Aquiles rascó un poco de herrumbre de su lanza pelia en un poco de agua y la aplicó en la herida, Télefo se curó inmediatamente. Télefo pagó el favor guiando a los griegos a través del Egeo cuando salieron para Troya.
Grecia: La Guerra de Troya
El origen de la guerra y la travesía de los griegos
París navega a Grecia para secuestrar a Helena.
Paris preparó entonces el viaje por mar a Grecia para ganarse a Helena como esposa. Por consejo de Afrodita, ordenó que Fereclo, hijo de Tectón, le construyese unos barcos. Paris recibió abundantes advertencias sobre las consecuencias de su empresa antes de salir de Troya.
Asimismo, dos distinguidos videntes, su hermano Héleno y su hermana Casandra, predijeron lo que sucedería si seguía adelante. A pesar de todo se hizo a la mar junto a Eneas, quien lo acompañó por orden de Afrodita.
Cuando Paris llegó a Laconia, se entretuvo al principio con los Dioscuros y luego prosiguió hacia Esparta, donde recibió la generosa hospitalidad de Menelao y Helena. Sin embargo, nueve días después Menelao tuvo que partir hacia Creta para asistir al funeral de Catreo, el último rey de la isla (que era su abuelo materno), así que dejó a sus huéspedes al cuidado de Helena, a quien dijo que les facilitara cualquier cosa que pidieran. Paris se aprovechó de su ausencia para hacerle la corte a Helena, un esfuerzo que no resultó demasiado dificultoso gracias a su propio atractivo físico y la ayuda que recibió de Afrodita. Tan pronto como ella estuvo a punto de consentir, él se fugó con ella por la noche, con gran parte del tesoro del marido cargado en su barco antes de partir.
Tras un breve retraso (o después de esperar allí un tiempo para eludir la persecución), Paris y Helena acabaron su viaje y llegaron a Troya, donde formalizaron su unión con la ceremonia correspondiente. Estesícoro, poeta del siglo VI a.C., contaba dos versiones de la historia de Helena: primero ofrecía la versión corriente en la que ella contribuía a provocar la guerra de Troya al huir con Paris. Después compuso una palinodia, o poema de retractación, en el cual ofrecía un relato del todo diferente, en apariencia de su propia invención, para reivindicar el honor de Helena. Según la palinodia, Helena ni se embarcó con Paris ni llegó a Troya, sino que, por lo visto, permaneció durante toda la guerra en Esparta, mientras que un espectro con su apariencia, acompañó a Paris a Troya. París llevó al fantasma a Troya, mientras que la verdadera Helena fue transportada por Hermes a Egipto y allí vivió en la corte real hasta el final de la guerra.
Cuando, después de la guerra, Menelao naufragó en Egipto mientras navegaba de vuelta a casa con el espectro de Helena, éste desapareció y la verdadera Helena ocupó su lugar. De acuerdo con Eurípides, Helena corría peligro de quedar retenida en Egipto porque el gobernante original, Proteo, había mu**to durante la época de la guerra. Lo había sucedido su despiadado hijo Teoclímeno, quien quería obligar a Helena a casarse con él y mataba a cualquier griego que se adentrase en su dominio. Pero Helena se las arregló para engañarlo con ayuda de la generosa hermana de aquél, la sacerdotisa Teónoe.
Eurípides sostuvo también en su obra “Electra” que Zeus había enviado a Troya una imagen de Helena, mientras la auténtica permanecía en Egipto con Proteo. Heródoto afirmaba haber oído de los prisioneros de Egipto, que Paris había sido conducido allí por un vendaval después de partir con Helena y que Proteo le había quitado a Helena y el tesoro robado porque no aprobaba su comportamiento inmoral. Ésta es una versión racionalizada y sin el fantasma de Helena, pues se nos relata en ella que los griegos hicieron la guerra contra Troya porque creían que Helena debía de estar allí, aunque los troyanos les aseguraron que ella y el tesoro se habían detenido en Egipto. Después de la caída de Troya, se descubrió que no había en absoluto señal de ella en la ciudad. Entonces los griegos se dieron cuenta de que los troyanos habían dicho la verdad y Menelao zarpó hacia Egipto para rescatar a Helena de Proteo.
Grecia: La Guerra de Troya
El origen de la guerra y la travesía de los griegos
París navega a Grecia para secuestrar a Helena
Paris preparó entonces el viaje por mar a Grecia para ganarse a Helena como esposa. Por consejo de Afrodita, ordenó que Fereclo, hijo de Tectón, le construyese unos barcos. Paris recibió abundantes advertencias sobre las consecuencias de su empresa antes de salir de Troya.
Asimismo, dos distinguidos videntes, su hermano Héleno y su hermana Casandra, predijeron lo que sucedería si seguía adelante. A pesar de todo se hizo a la mar junto a Eneas, quien lo acompañó por orden de Afrodita.
Cuando Paris llegó a Laconia, se entretuvo al principio con los Dioscuros y luego prosiguió hacia Esparta, donde recibió la generosa hospitalidad de Menelao y Helena. Sin embargo, nueve días después Menelao tuvo que partir hacia Creta para asistir al funeral de Catreo, el último rey de la isla (que era su abuelo materno), así que dejó a sus huéspedes al cuidado de Helena, a quien dijo que les facilitara cualquier cosa que pidieran. Paris se aprovechó de su ausencia para hacerle la corte a Helena, un esfuerzo que no resultó demasiado dificultoso gracias a su propio atractivo físico y la ayuda que recibió de Afrodita. Tan pronto como ella estuvo a punto de consentir, él se fugó con ella por la noche, con gran parte del tesoro del marido cargado en su barco antes de partir.
Tras un breve retraso (o después de esperar allí un tiempo para eludir la persecución), Paris y Helena acabaron su viaje y llegaron a Troya, donde formalizaron su unión con la ceremonia correspondiente. Estesícoro, poeta del siglo VI a.C., contaba dos versiones de la historia de Helena: primero ofrecía la versión corriente en la que ella contribuía a provocar la guerra de Troya al huir con Paris. Después compuso una palinodia, o poema de retractación, en el cual ofrecía un relato del todo diferente, en apariencia de su propia invención, para reivindicar el honor de Helena. Según la palinodia, Helena ni se embarcó con Paris ni llegó a Troya, sino que, por lo visto, permaneció durante toda la guerra en Esparta, mientras que un espectro con su apariencia, acompañó a Paris a Troya. París llevó al fantasma a Troya, mientras que la verdadera Helena fue transportada por Hermes a Egipto y allí vivió en la corte real hasta el final de la guerra.
Cuando, después de la guerra, Menelao naufragó en Egipto mientras navegaba de vuelta a casa con el espectro de Helena, éste desapareció y la verdadera Helena ocupó su lugar. De acuerdo con Eurípides, Helena corría peligro de quedar retenida en Egipto porque el gobernante original, Proteo, había mu**to durante la época de la guerra. Lo había sucedido su despiadado hijo Teoclímeno, quien quería obligar a Helena a casarse con él y mataba a cualquier griego que se adentrase en su dominio. Pero Helena se las arregló para engañarlo con ayuda de la generosa hermana de aquél, la sacerdotisa Teónoe.
Eurípides sostuvo también en su obra “Electra” que Zeus había enviado a Troya una imagen de Helena, mientras la auténtica permanecía en Egipto con Proteo. Heródoto afirmaba haber oído de los prisioneros de Egipto, que Paris había sido conducido allí por un vendaval después de partir con Helena y que Proteo le había quitado a Helena y el tesoro robado porque no aprobaba su comportamiento inmoral. Ésta es una versión racionalizada y sin el fantasma de Helena, pues se nos relata en ella que los griegos hicieron la guerra contra Troya porque creían que Helena debía de estar allí, aunque los troyanos les aseguraron que ella y el tesoro se habían detenido en Egipto. Después de la caída de Troya, se descubrió que no había en absoluto señal de ella en la ciudad. Entonces los griegos se dieron cuenta de que los troyanos habían dicho la verdad y Menelao zarpó hacia Egipto para rescatar a Helena de Proteo.
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Innovación educativa a través del arte y la experiencia. Somos ArteEDUcadores. Asesoramiento Creativo
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Grupo de Investigación en Fisioterapia Cardiovascular y Respiratoria
Murcia, 30100
En 2011 se constituyó en la Universidad de Murcia el Grupo de Investigación EVASALUD (Educación,