Letras Corsarias, Salamanca Videos

Videos by Letras Corsarias in Salamanca. Una librería de lectores para lectores.

El domingo se celebra el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil: 2 de abril, coincidiendo con el cumpleaños de Hans Christian Andersen, al que seguramente todo el mundo llamaba Hans pero nosotros, dado el caso de encontrarlo, preferiríamos llamar Chris. Qué pasa, Chris.

La chavalada del colegio Sierra de Guadarrama nos ha vuelto a enviar un vídeo fantástico en el que nos enseñan, como quien juega, en qué historias andan metidos. Con ellos lo celebramos. Gracias, pequeños lectores.

Click to enable sound Next

Other Letras Corsarias videos

El domingo se celebra el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil: 2 de abril, coincidiendo con el cumpleaños de Hans Christian Andersen, al que seguramente todo el mundo llamaba Hans pero nosotros, dado el caso de encontrarlo, preferiríamos llamar Chris. Qué pasa, Chris. La chavalada del colegio Sierra de Guadarrama nos ha vuelto a enviar un vídeo fantástico en el que nos enseñan, como quien juega, en qué historias andan metidos. Con ellos lo celebramos. Gracias, pequeños lectores.

Ven a celebrar el Día de las Librerías a Letras Corsarias. Con tu compra, además del 10% de descuento, tenemos una sorpresa. Y esa sorpresa es un libro. Y ese libro es un cuento de la aclamada autora de "La señora Potter no es exactamente Santa Claus" Laura Fernández y el esplendidamente retrofuturista ilustrador David Diez. Dicho así ya no es una sorpresa, pero sigue siendo un libro. Un libro que transcurre en el futuro pero que es un presente, un regalo. Te lo regalamos con tu compra el viernes 11 de noviembre en Letras Corsarias. Con los cómplices habituales de Editorial Delirio , La uÑa RoTa e Intempestivos . Y el patronicio del Winter Indie City .

Boletín corsario. 24 de junio de 2022. Tiempo de adelantarse a su tiempo. #LibroDeLaSemana Cosas que hemos aprendido o nos hemos preguntado leyendo Oreo, de Fran Ross: Cuando se dice que un libro se ha adelantado a su tiempo normalmente estamos en el tiempo bueno, en el de llegada, en el que arreglamos el estropicio de los que no supieron ver. Es posible, seguro, que este de ahora sea el tiempo de Oreo, pero es muy posible que haya todavía otro tiempo en el futuro en el que sea más su tiempo, así de potente es. Pero te lo puedes ir leyendo mientras. El problema de no ver en el momento adecuado: que el talento busque otras vías o se disipe o se fosilice e incluso se gangrene. Y el dinero también, claro. Igual que un actor sabe qué papel es de Oscar –drama, drama, drama– y cuál no, ¿sabe una escritora que está haciendo un libro adelantado a su tiempo? Y si es así, ¿sigue? ¿Intenta acumular la energía suficiente para cambiar el tiempo y convertirlo en su tiempo? ¿Hace algo deseable a sabiendas y se da a la bebida? Dos ejemplos contrapuestos de alcance firmados por autores afroamericanos: Oreo, Fran Ross, 1974, nada. Raíces, Alex Haley, 1976, todo. Sí, es la Raíces de la serie de televisión. Fran Ross, mujer, negra, feminista, novelista posmoderna, sembrada de un sentido del humor gigante, descabellado, desmitificador. Demasiadas pegas para su tiempo y tal vez para muchos otros tiempos. Que una novela no aspire al realismo no la hace peor novela, tampoco mejor, pero por lo menos algo vamos adelantando. Esta parece que no se toma nada en serio, tampoco a sí misma, y es buena, buenísima. Es bonito incluir ecuaciones en una novela, sobre todo si no se entienden: C = N-MT² donde C = catarsis, por m². N = nostalgia, en m³. M = malevolencia, en bares. T = timbrazos telefónicos, por minuto. Oreo, el personaje: medio negra, medio judía. Teseo por otros medios, está buscando a su padre por Nueva York: la abandonó al nacer pero el hombre

La semana vista en diez novedades junto con un artista plástico argentino.

Viernes de novedades al ritmo de la Lambada.

Boletín corsario. 10 de junio de 2022. El abismo de las ausencias “Es a los teatros donde hay que llamar; es a los teatros, para… Para que se sepa la verdad de las sepulturas”, dicen el Primer Hombre y el Segundo Hombre en el Cuadro I de El Público, obra escrita por Federico García Lorca. Lo cita Eduardo Ruiz Sosa, constantemente, en los interludios de El libro de nuestras ausencias, una novela concebida como una obra de teatro en la que estuviéramos asistiendo a la representación de algo que no se puede nombrar directamente: una especie de necrosfera, a unos metros bajo tierra, repleta de muertos y desaparecidos, una especie de estrato geológico resultado de la violencia impune de los últimos años en el norte de México. Una manera de ver de un golpe, simultáneamente, esas zanjas y cunetas, no solo las mexicanas. Este es nuestro libro de la semana. Habíamos leído a Ruiz Sosa en su Anatomía de la memoria y los cuentos de Cuántos de los tuyos han muertoy esta nueva novela ha latido en su escritura de fondo siempre, durante quince años, como una vibración permanente. Aquí, el escritor mexicano ha construido algo que seguramente va a permanecer: retuerce el lenguaje, la propia representación, en busca de un ritmo como de parlamento teatral, de voces perdidas, voces que son muchas pero que en el fondo son una. El autor hace mutis, se aleja de la escena, lo cede todo a la experiencia, no actúa como filtro de lo que cuenta. En cuanto consigues acostumbrarte a ese fluir, no puedes escapar de su lectura. Y es una lectura dolorosa, que deja huella, porque arranca todas las adherencias de la comodidad que supone mirar hacia otro lado, no ver, no darse cuenta, pasar la página repetida de la nota roja del periódico que habla de desaparecidos, gente que era y estaba y ya no está ni es. El libro de nuestras ausencias es mirar hacia ese abismo. Es un librazo. Te lo llevas aquí. Nosotros siempre tan prácticos. https://letrascorsarias.com/tienda

La semana vista en once (!!!) novedades y Camarón de la Isla.

Boletín corsario. 4 de junio de 2022. Y también dos huevos duros. Dorothy Gallagher está trabajando como ayudante en una empresa de colocación porque lo que es saber no sabe hacer nada. Una revista pide una redactora y se presenta ella misma a la entrevista. Es una publicación sobre cotilleos de famosos. Le encargan que escriba un texto sobre Steve McQueen. “¡Me salía solo! De ahí que anunciara: Mamá. ¡Voy a ser escritora!” La respuesta de su madre se veía venir: “A esto lo llamas tú un trabajo serio, cariño mío”. Un acercamiento al ambiente de la revista: “Por una miseria, el señor Goodman fichaba a escritores con muchísimo talento y sin blanca, o a escritores con menos talento e incluso menos dinero. Coleccionaba viejas glorias y jóvenes promesas; desesperados, amargados, esperanzados, alcohólicos, excéntricos patológicos, desechos de la sociedad. Ninguna de mis experiencias previas me había preparado para tener unos colegas tan fascinantes”. Por allí andaba “el bajito y rechoncho” Mario Puzo escribiendo una novela sobre la mafia, el luego maestro del humor negro Bruce Jay Friedman o el hardboileado Mickey Spillane. Pero esto no va de los compañeros de trabajo de Dorothy, ni de esa industria del cotilleo inventado al estilo de Laura Fernández en la SuperPop. O no solo. En un Libro Piraña™, Gallagher mete la historia entera de su familia, unos judíos ucranianos emigrados a Estados Unidos, una saga entera. El tema da para libro de lomo amplio y papel biblia, pero la Dorothy que aprendió a escribir en la escuela de la producción a escala de ficciones masivas no se anda por las ramas. “No fue fácil detectar el momento en que mi padre empezó a perder la chaveta, porque siempre había sido un hijoputa más terco que una mula, como él mismo decía de cualquiera que tuviese una opinión ligeramente distinta a la suya”, escribe: adiós sentimentalismo, hola punto de vista cítrico (sí, cítrico, como el limón p

La semana en vista diez novedades y amanece que no es poco.

Boletín corsario. 27 de mayo de 2022. Offutt no viene, pero está. En un día como hoy en el que hubiera salido todo bien, a estas horas estaríamos dando una vuelta por la ciudad con Chris Offutt. O tomando una cerveza o esperándole en el hotel para llevarle a la librería. Lo que fuera, pero con Chris Offutt. Lamentablemente, Chris no ha podido viajar desde Estados Unidos por asuntos familiares y si has leído alguno de sus libros ya sabes que la familia es algo importante allí de donde viene. En Los cerros de la muerte hay un personaje llamado Cabronazo Barney que tiene todas las papeletas para cargar con el asesinato de una mujer: no le cae bien a nadie, trafica con droga y tiene cuentas pendientes con demasiada gente. Mick Hardin –un militar investigador que está de paso en el pueblo y que de paso también resulta que es hermano de la sheriff local– visita a su madre, le muestra sus respetos y la madre le engaña: está protegiendo a su chaval. La siguiente vez, le encañona con un rifle de caza. Acuérdate también de los personajes de Noche cerrada: un matrimonio que ha tenido mala suerte con su descendencia lucha para que los servicios sociales no les quiten a sus hijos. A los diecinueve años, Offutt dejó su casa en Kentucky, en Los Apalaches. Su madre le puso un billete de diez dólares en la mano y bajando la cabeza dijo: llama cuando encuentres trabajo. Vagó por el país, de lo sórdido a las epifanías. Autostop, trenes, dormir en cualquier sitio. Conoció a Rita, se casaron y se instalaron en Iowa, en las praderas, al lado de un río. “Después de haber vivido durante años en ciudades y montañas, la pradera me brindaba la capacidad única de ver venir los problemas desde muy lejos”, escribe en Dos veces en el mismo río, la primera parte de su trilogía de memorias que está publicando Malas Tierras, la misma a la que pertenece Mi padre, el pornógrafo. Por su parte, Sajalín está publicando su obra narrativa. Empezó con la co

La semana vista en diez novedades y un picahielos.

Boletín corsario. 20 de mayo de 2022. La puesta de sol, señor Ruskin Estamos aquí dilucidando la posibilidad de que John Ruskin (1819-1900) se hiciera famoso –aparte de por todo lo que sabemos, lo de escribir– por su pasión por las puestas de sol. Por contemplarlas. Parece ser que Ruskin tenía un mayordomo y que le dio instrucciones concretas para que este le avisara justo en el momento de mirar. “Juro por mi vida que John Ruskin una vez le dijo a su mayordomo que anunciara las puestas de sol. La puesta de sol, señor Ruskin, era lo que decía el mayordomo”. La persona que asegura esto hasta el punto de jurarlo por su vida lo dice a la vez que se da cuenta de que últimamente jura mucho por su vida, pero que en todo caso dice que lo hace porque lo que dice es la verdad pura y dura. Dice. Esa persona de la que no conocemos su nombre es personaje, la protagonista de la novela La amante de Wittgenstein, escrita por David Markson. Luego ya podemos creerla o no, porque la verdad es que afirma cosas que tienen una pinta increíble, pero también es verdad que no creemos que sea elegante como libreros ponernos ahora a enmendar la plana y a dejar por mentirosos a personajes de ficción. Puede que lo de Ruskin sea verdad, no decimos ni que sí ni que no. Puede que también ella sea el único ser vivo sobre la tierra, que peregrine por museos y yacimientos, que hiciera el viaje de Ulises en lancha motora en dos días, que viera un gato tuerto en el Coliseo romano, que un traductor al griego de Shakespeare notara la influencia de Esquilo en Shakespeare y cerrara un extraño círculo, que Guy de Maupassant odiara tanto la torre Eiffel que comía todos los días en la torre Eiffel para no tener que verla. Que William Gaddis tenía una gaviota como mascota y vivía en Cádiz. Puede que perdiera un hijo llamado, casi seguro, Simon. Cosas así. Cosas de griegos antiguos mezcladas con artistas norteamericanos, sensaciones al borde de una playa, cuadros dent

La semana vista en diez novedades acompañados por Travolta.

Es gracioso leer un libro sobre Venecia dentro de una caseta que según un medio estropea enteramente la experiencia turística. Venecia va a cobrar entrada a los turistas, igual que la librería esa de Oporto de Harry Potter, porque ya no puede más y esto no hay quien lo aguante. No sabemos si les pondrán a los turistas pagos una pulserita, como en los parques temáticos. Antes de que Venecia fuera así –de que el mundo fuera así– Richard Stern escribió Stitch, una novela sobre la búsqueda de la belleza y su relación con la existencia, las tres edades –ímpetu, madurez y retirada– del artista a través de tres personajes y una isla llena de esculturas en la laguna veneciana. “Siendo yo considerado algo así como un especialista de la literatura made in USA, escribo estas líneas con una mezcla de pesar por el tiempo perdido y pasado sin leerlo y al mismo tiempo con la maravilla recobrada por volver a descubrir y comprender que aún hay tanto prodigio dando vueltas por ahí, en el aire de los tiempos, a la espera de caer en nuestras redes para enredarnos”, escribía Rodrigo Fresán sobre la obra de Stern. Y eso es lo que hemos venido a hacer a la Plaza. Colocar este libro ahí, en medio, en todo lo alto: su exploración de la luz, la mirada norteamericana sobre una Europa en decadencia pero todavía deslumbrada por cómo la Historia corre por sus ciudades. La conciencia de que el descubrimiento, la posibilidad de que nos asalte la belleza. Stitch es nuestro libro de la semana, sin ninguna duda. Recibe un abrazo de tus libreros.

La semana vista en diez novedades y un Bitter Kas.