Carrera de Doctorado en Psicología-UNT

Información de la Carrera de Doctorado en Psicología de la U.N.T. Cursos, Conferencias, Trabajos de Tesis.

19/03/2024
28/04/2020
Untitled album 30/07/2019
17/07/2019

DEFINIR LOS TÉRMINOS

En una de esas entrevistas triviales que suelen publicar las revistas se le pidió al general De Gaulle que nombrase los tres escritores europeos más importantes. Sin vacilar, De Gaulle contestó: “Dante, Goethe, Chateaubriand”. Su interlocutor, algo sorprendido, le replicó: “¿Y Shakespeare, Mr. le président?” De Gaulle respondió: “Usted me preguntó por los europeos”.
No es una equivocación de De Gaulle, es una concepción de De Gaulle sobre lo que es “europeo” y lo que no lo es. Hay, así, una definición “geográfica” de Europa y una definición “cultural” de Europa y si vamos a tratar la cultura es preciso indicar cuál es nuestra definición... y si vamos a tratar la geografía, también.
Schopenhauer dice que en muchas ocasiones Hegel pone las palabras y el lector tiene que poner el sentido; esto es, precisamente, lo que NO debemos hacer en una tesis o en un proyecto de investigación o en un artículo enviado a referato. No compete al evaluador de nuestro trabajo determinar qué es lo que entendemos por: “violencia social”, “adecuada política oficial en Salud Pública” o “condiciones de marginalidad”; si estos conceptos son fundamentales para nuestro trabajo debemos indicar –y con la mayor claridad posible– lo que entendemos por ellos.
Pocas cosas demuestran mejor que alguien no domina completamente un tema como la imprecisión que manifiesta en el uso de los conceptos nodulares de ese tema.
Si su tesis versara sobre “adolescencia” obviamente tendrá que ser muy claro y preciso en explicar qué entiende usted por tal. Es más, podría ser que para usted la “adolescencia” comience a los 12 y termine a los 21 años pero en su tesis sólo va a referirse a los comprendidos entre 12 y 15 años; esto también tiene que aclararlo y dar las razones de ese “recorte”.
Estas “aclaraciones” o “definiciones de término”, tanto pueden constituir un apartado final del trabajo como una aclaración entre corchetes la primera vez que se utiliza el término. Pero recuerde que si hay conceptos que utilizará profusamente es necesario que los defina. Si bien puede poner “descarga” entre corchetes luego de abreacción -abreacción [descarga]- no puede poner: adolescente [el comprendido entre los 12 y 18 años] si su tesis trata, precisamente, sobre adolescencia, ya que no todos coinciden en que la adolescencia se defina exclusivamente por la edad o no todos coinciden en la franja etaria que puede considerarse “adolescencia”.
Otro ejemplo: Voltaire se enoja con un escritor que dijo "«Los cristianos tenían una moral; pero los paganos no la tenían»". Voltaire, enojadísimo, escribe "¿De dónde habéis sacado esta necedad? ¿Qué es pues la moral de Sócrates, (…), de Cicerón, de Epicteto, de Marco Aurelio?".
El escritor criticado, obviamente, conocía a Sócrates, Cicerón, etc., pero es que el punto no es el desconocimiento sino la definición. Para el escritor cristiano sólo hay moral en el cristianismo, para Voltaire, en cambio “La moral no tiene nada que ver con los dogmas”. Por tanto, habría que empezar definiendo –extensa y profundamente– qué es Moral, qué considerará MORAL el que escribe.
Los análisis de Canghilhem han demostrado que la historia de un concepto no es sólo la de su creciente grado de racionalidad o abstracción sino, y fundamentalmente, la de sus reglas sucesivas de uso, la de los medios teóricos donde se lo ha elaborado y utilizado. Este es el problema en humanidades y ciencias sociales: los conceptos, lo que se entenderá con ellos varía en el tiempo, depende del horizonte epistémico en el que son utilizados... y un trabajo de investigación, quiérase o no, tendrá que tratar esa problemática.
Y precisamente, para aquellos que tienen dificultades en la elección del tema de tesis, un excelente ejercicio sería comenzar por 2 o 3 temas que le resulten atractivos e intentar definirlos. ¿Le interesan las adicciones? Pues construya un archivo con todas las definiciones de "adicción" que encuentre. ¿Todos coinciden? Verá que no. Claro que, muy probablemente, le ocurrirá lo que a un alumno del filósofo Bertrand Russell. El joven le escribe a Russell para contarle el problema que tiene. ¿Cuál es? Que leyó a varios filósofos que él sabe que se contradicen unos a otros pero... ¡él está de acuerdo con todos! Es como si uno leyera a Tomás de Aquino y coincidiera en todo y luego leyera a Marx y también coincidiera en todo.
Russell le responde: “Yo lo exhortaría a no preocuparse por la detección de ideas antitéticas (...) descubrirá que después de haber asimilado totalmente las distintas posiciones filosóficas se aclarará su propio pensamiento. Mi propia experiencia me indica que después de entrar en contacto con ideas nuevas todas ellas me parecían convincentes, y sólo después de haberme familiarizado con ellas afloraba lo que parecía importante, en tanto que las nimiedades perdían su atractivo. Lo que amenaza la independencia intelectual no es el error, sino la renuencia a discutirlo todo. Cuando llegue a una conclusión, acéptela con reservas. Esta duda es inestimable porque refleja una mentalidad abierta. No quiero significar con esto que debamos confundir una mentalidad abierta con una cabeza vacía. Solo quiero decir que la verdad es escurridiza y que un intelecto verdaderamente inquisitivo e independiente nunca se aferra a la certidumbre”.
Rescatemos 3 propuestas fundamentales de Russell:
1) No aferrarse a la certidumbre: dudar, cuestionar(se) siempre.
2) Familiarizarse con las distintas posiciones. Familiarizarse con el pensamiento de alguien que escribió 50 libros no es leer sólo 2 de esos libros. Ante nada porque un texto nunca es "sólo" ese texto. Agarre cualquier libro serio y verá que el autor menciona decenas de otros autores (para coincidir o para disentir); por tanto, para "familiarizarse" con el pensamiento de alguien uno también debe conocer qué pensaron aquellos a los que trata nuestro autor. “Por poco vasto o complicado que sea el tema, es muy raro que se le pueda abarcar de una sola ojeada o penetrarlo por completo de un solo e inicial esfuerzo de la inteligencia; es raro, también, que antes de reflexionar mucho sobre él se comprendan todas sus relaciones” (Conde de Buffon en "Discurso sobre el estilo").
3) Nunca confundir "mentalidad abierta" con "cabeza vacía". Aquel que dijo "Sólo sé que no sé nada" sabía un montón; precisamente, porque sabía tanto sabía que no sabía nada. Si Ud. cree que lo sabe casi todo sobre el tema "xx" posiblemente es porque sabe muy poco sobre "xx".
Reitero: no se trata de que debamos profundizar en TODOS los conceptos a utilizar en un trabajo de investigación, pero es imprescindible hacerlo en los que son los más importantes en nuestro trabajo. Y, otra vez, empezar por eso, por confrontar las diversas concepciones sobre nuestro posible tema y problema de tesis es una muy adecuada manera de aclararnos si dedicaremos 2 o 3 años a trabajarlos.
Siempre digo que elegir nuestro tema de tesis es como elegir un compañero de viaje, es decir, algo en lo que debemos ser extremadamente cuidadosos. Emprender un viaje con quien se baña cada 2 semanas, usa nuestro cepillo de dientes y ronca estrepitosamente es la mejor garantía de un posible as*****to. Si al menos se toma el trabajito de conseguir 30 definiciones de su tema, confronta unas con otras, intenta arribar a SU definición y luego de hacer todo eso está más contento que antes de comenzar... posiblemente haya encontrado al compañero ideal para ese viaje. No se ría: hallar a ese compañero es la mitad de la tesis.

17/07/2015

¿PARA QUÉ INVESTIGAR?

Dra. Marta Gerez Ambertín

Cuando los que practican ciencias sociales y humanas tienen que hablar de “investigación” y, para qué decir cuando tienen que hacerlo en el mismo lugar que los que practican las llamadas “ciencias duras”, generalmente se sienten o disminuidos o, para enfrentar esa sensanción, adoptan una jerga incomprensible que, merced a dejar en ascuas al auditorio, cree sortear el “mal momento”. El mensaje, pese a lo nebuloso, es claro: nada tenemos que ver con Udes., “lo nuestro es otra cosa”.
Hemos comprado la imagen del investigador como sujeto rodeado de tubos de ensayo y/o pizarrones repletos de fórmulas. Algunas disciplinas, o líneas dentro de ellas, dado que sus análisis incorporan una gran dosis de matemáticas, creen hallarse a mitad de camino entre lo que consideran es la verdadera investigación (la de las ciencias duras) y el charlatanismo que se nos imputa a los demás.
Sin embargo, la investigación en nuestras áreas no es distinta –en cuanto a lo formal– a la investigación en ciencias duras. Diferenciarnos en los instrumentos, en los materiales, en los objetos de investigación no implica ignorar que unos y otros consultamos textos, elaboramos informes, enunciamos hipótesis, describimos el estado actual de la cuestión y el problema o situación problemática, el método a emplear, el marco teórico del que partimos, arribamos a conclusiones, hacemos sugerencias, etcétera.
Pero ningún practicante de las ciencias físico-matemáticas, de biología o química se pregunta, como nosotros, ¿qué es lo nuestro? Y sí, ¿qué es? Paradójicamente, es tremendamente complicado, pero bastante sencillo: somos los continuadores de aquellos que, en las cavernas oscuras o en los fracturas geológicas dejaron las huellas de sus zozobras y esperanzas mientras otros experimentaban con el fuego o la resistencia de las piedras. Obvio decir que ambos grupos resultaron vitales para el desarrollo humano. Si la biología, la química, la física, la matemática y todas las combinaciones entre ellas han aliviado a este ser frágil que somos del miedo a los truenos, la enfermedad o el hambre, nuestras disciplinas, en cambio, jamás le han dado respuesta definitiva alguna. Sin embargo… cuando un sujeto siente su alma estremecida por el desamor, la soledad o la angustia no se dirige a la Teoría Especial de la Relatividad sino a alguno de los textos que nuestras disciplinas producen.
Pero ¿qué son nuestras disciplinas sino una práctica continuada –desde aquel origen prehistórico al que aludí– de disolver al hombre, de hacer estallar la praxis totalizante y recoger sus fragmentos a los que el esfuerzo epistémico de cada época recompondrá conforme a otro plan?
Decía Georges Bataille que una filosofía (y, admitámoslo: todas nuestras disciplinas son hijas de la filosofía) no es nunca una casa, sino una obra en construcción. Pero su inacabamiento no es el de la ciencia. La ciencia elabora una multitud de partes acabadas y sólo su conjunto presenta vacíos. No es nuestro caso. Nuestro “inacabamiento” no está limitado a ciertas partes, en cada parte hay la imposibilidad del estado último.
Nuestras construcciones no resisten el tiempo. Mientras las ciencias duras han levantado un edificio cada vez más alto y completo, nosotros hacemos chozas frágiles que el viento de cada época tira abajo y… vuelta a empezar.
Y no somos neutrales. La ciencia puede ser neutral y en eso consiste su esplendor y, también su limitación. La ciencia no puede decirnos cómo se implantó la barbarie en la moderna condición humana, la barbarie que produjo los campos de concentración en Alemania, Argentina o Chile, la barbarie que metódicamente destruye el planeta o hace estallar una bomba en un mercado de alimentos. No puede enseñarnos a salvar las cosas que nos importan por más que haya contribuido a ponerlas en peligro. Un gran descubrimiento en física o química puede ser neutral. Nuestros humildes hallazgos no pueden serlo.
¿Dónde situar la diferencia radical entre las ciencias –llamémosle duras para abreviar– y nuestros saberes siempre inconclusos? Si la física, la matemática o la química poseen un lenguaje internacional y constituyen códigos de designación pura nosotros trabajamos con el lenguaje… en realidad somos trabajados por el lenguaje. Y esta no es una proposición psicoanalítica. 300 años antes que Freud Leibniz adelantaba la idea de que el lenguaje no es el vehículo del pensamiento sino el medio que lo determina y condiciona. Nuestra aprehensión de la realidad es a través de la horma del lenguaje. He aquí la radical diferencia entre nuestros saberes y la ciencia.
Pero esta diferencia no tiene que llevarnos a la tontería hollywoodiana de los científicos locos y malos y los humanistas cuerdos y buenos.
La ciencia es neutral, pero los científicos no lo son. No lo es el que trabaja perfeccionando el glifosato que contamina nuestras tierras y aguas; no lo es el que desarrolla armas bacteriológicas; no lo es el que desarrolla vacunas que sólo podrán pagar los países ricos mientras en África, por ejemplo, el 30% de la población tiene SIDA.
Y nosotros, humanistas, practicantes de estos saberes en cuyo centro planea esa “inquietud de sí” –como la llamó Foucault– que constituye su esencia, su sentido último, tampoco hemos podido evitar ese paulatino predominio de la barbarie cuyo cénit paroxístico fueron los campos de muerte.
¿Para qué y por qué “investigamos” –sea lo que fuere eso– en nuestras áreas? Para y porque –como decía Albert Camus– seguimos creyendo que este mundo no tiene un sentido superior; pero sabemos que algo en él tiene sentido y ese algo es el hombre, porque él es el único ser que exige tenerlo.

16/07/2015

Ejemplo de Hipótesis
Carta de Einstein a Freud que motiva la escritura de "Por qué la Guerra?"
Téngase en cuenta que la carta es escrita en julio de 1932, es decir, un año antes del triunfo de Hi**er en las elecciones, las persecuciones n***s ya han comenzado y toda la situación europea indica que se aproxima otra guerra.
Dice Einstein: "(se trata de) una cuestión que, tal como están ahora las cosas, parece ser el más imperioso de todos los problemas que la civilización debe enfrentar. El problema es este: ¿Hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra?
Si Einstein hubiera presentado un Plan de Tesis tendría que haber desarrollado ese "tal como están ahora las cosas", es decir, describir la situación política europea. No lo hace porque todos saben, en ese momento y máxime tratándose de judíos, "cómo están ahora las cosas". Su pregunta remite a una "situación problemática", a ese "cómo están ahora las cosas" e intenta EXPLICAR (tesis del tipo explicativo) cómo resolver esa situación que lleva a la guerra.
El mismo Einstein ensaya algunas respuestas (hipótesis) al problema de "cómo están ahora las cosas".
Dice: "... en la indagación que ahora se nos ha propuesto, poco puedo hacer más allá de tratar de aclarar la cuestión y, despejando las soluciones más obvias, permitir que Ud. ilumine el problema con la luz de su vasto saber acerca de la vida pulsional del hombre."
Así, Einstein repasará las hipótesis (respuestas) más obvias al problema, pero anuncia ya que esas NO son la respuesta a la situación problemática.
Dice: "veo (...) una manera simple de tratar el aspecto superficial (...) del problema: la creación (...) de un cuerpo legislativo y judicial para dirimir cualquier conflicto que surgiere entre las naciones".
Si Udes. hicieran una tesis para ofrecer su respuesta (hipótesis) al problema de ¿Cómo evitar la guerra? tendrían que tratar –criticando y descartando– esta opción de solucionar las cosas mediante un organismo internacional. Para ello apelarían a que hoy, pese a la existencia de un cuerpo legislativo (Naciones Unidas) y un cuerpo judicial (Tribunal Penal internacional) sigue habiendo guerras. Einstein no podía apelar a esto (en esa época todavía no había ni ONU ni Trib. Pen. Intern.) sin embargo, dice algo muy importante: "en la actualidad estamos lejos de poseer una organización supranacional competente para emitir veredictos de autoridad incontestable e imponer el acatamiento absoluto a la ejecución de estos. Me veo llevado (así) a mi primer axioma: el logro de seguridad internacional implica la renuncia incondicional (...) de todas las naciones a su libertad de acción (y está fuera de duda que ninguna nación hará eso).
Fíjense cómo Einstein describe su hipótesis y luego la descarta:
1) 1ra. Manera posible de evitar la guerra: mediante una organización supranacional.
No hay nada así y el estado de las cosas hace suponer que no la habrá.
2) Como la 1ra. hipótesis no resiste la prueba, pasa a la 2da.: renuncia de cada Nación a hacer con las otras lo que "pueda" y quiera.
Esta hipótesis tampoco resiste la prueba: nunca se ha visto que una nación renuncie a hacer lo que "pueda" y quiera con otras.

Luego Einstein se pone "psicológico", dice: "El escaso éxito que tuvieron (...) los esfuerzos (...) para alcanzar esa meta (hipótesis 1ra y 2da.) no deja lugar a dudas de que hay en juego fuertes factores psicológicos que paralizan tales esfuerzos.
Aquí ya está esbozando que la respuesta (hipótesis) debe provenir de, llamémosle, la psiquis o LO PSÍQUICO.
Menciona, como ejemplo de esos factores psicológicos: "el afán de poder que caracteriza a la clase gobernante..."
Si Einstein estuviera haciendo una tesis debería dar ejemplos de ese afán de poder. Un tesista no puede decir que las clases gobernantes tienen afán de poder sin dar ejemplos de ello, dando por sentado qué sería el afán de poder, qué serían clases gobernantes y cómo se manifiesta ese afán de poder de las clases gobernantes.
Sigue Einstein: "Este hambre de poder político puede medrar gracias a las actividades de otro grupo guiado por aspiraciones puramente mercenarias, económicas. Pienso en ese pequeño pero resuelto grupo (...) indiferente a las consideraciones y moderaciones sociales (que) ve en la guerra, en la fabricación y venta de armamentos, nada más que una ocasión para favorecer sus intereses particulares y extender su autoridad personal".
Si alguno de Udes. quisiera hacer una tesis de ¿por qué la guerra? o ¿cómo evitar la guerra? deberían anotar como subtemas a desarrollar en su tesis, el análisis tanto del "afán de poder" como de "grupos interesados económicamente en la guerra". Ni siquiera porque acuerden con Einstein pues, supongamos que uno parte de un marco conceptual "religioso" donde la guerra es conceptuada como un castigo divino, como obra de la divinidad. Sin embargo, al exponer su hipótesis (respuesta) religiosa al problema de la guerra, tendría que decir:
"hay algunos que creen que la guerra es debida al afán de poder de las clases gobernantes",
"hay otros que creen que la guerra es producto del ansia mercantil de los vendedores de armamentos" y, obviamente citar esa bibliografía; luego, tendrían que demostrar que aún en sociedades que no tienen una clase gobernante o fabricantes de armamentos hay guerras. Es decir, tienen que destruir las explicaciones de la guerra que no son las de Udes.

Pero Einstein advierte que la explicación por medio del "afán de poder de la clase gobernante y de los mercaderes de armamentos" no parece explicar la guerra, pues dice: "¿Cómo es posible que esta pequeña camarilla someta al servicio de sus ambiciones la voluntad de la mayoría, para la cual el estado de guerra representa pérdidas y sufrimientos?"
Y se contesta: "la minoría, la clase dominante hoy, tiene bajo su influencia las escuelas y la prensa, y por lo general también la Iglesia. Esto les permite organizar y gobernar las emociones de las masas, y convertirlas en su instrumento".
He aquí otra respuesta (hipótesis) al problema de ¿por qué la guerra? que un tesista debería analizar, profundizar y aceptar o descartar.
Einstein tampoco advierte que esta sea la respuesta (hipótesis) correcta. Dice: "Sin embargo, ni aun esta respuesta proporciona una solución completa (adviertan que así como hay hipótesis que no "solucionan" nada, hay hipótesis que solucionan sólo una parte del problema). "De ella (de la explicación por vía del dominio ideológico de la clase gobernante sobre los gobernados) surge esta otra pregunta ¿cómo es que estos procedimientos logran despertar en los hombres tan salvaje entusiasmo, hasta llevarlos a sacrificar su vida? Sólo hay una contestación posible: porque el hombre tiene dentro de sí un apetito de odio y destrucción" (...) Y así llegamos a nuestro último interrogante: ¿Es posible controlar la evolución mental del hombre como para ponerlo a salvo de las psicosis del odio y la destructividad?
Este último párrafo nos muestra las diferencias entre un tipo de tesis y otro: una tesis "explicativa" nos ofrece las explicaciones de un problema, aunque no nos diga nada para "solucionar" el problema. Einstein no se conforma con la "explicación", pide una "solución", pide una tesis que ofrezca la "resolución" del problema.
Todos saben que ¿Por qué la guerra? no ofrece una "solución", pero Freud se atreve ahí a dejar una esperanza. Concluye su texto diciendo "todo lo que promueva el desarrollo de la cultura trabaja también contra la guerra". En sus textos posteriores incluso esto será abandonado, la pulsión no puede ser domeñada.

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