María Rodríguez Psicología

El síndrome del burnout que traducido literalmente sería, “estar quemado”, está ligado al estrés. Se ha hablado de este síndrome principalmente en lo referido al desgaste en el trabajo o en el deporte de alto rendimiento y se ha ido extendiendo también al ámbito de la conciliación familiar.

Aparece en forma de agotamiento o ansiedad y lo experimentan muchos padres y madres que trabajan y a los que se les hace cuesta arriba la conciliación con el cuidado de sus hijos.

Algunas de las señales son:

🌿Agotamiento físico y/o mental. Sensación de dificultad para hacer frente al día a día.
🌿Desmotivación o apatía. Lo que antes producía interés o placer va dejando de hacerlo.
🌿Irritabilidad y labilidad emocional.
🌿Sentimiento de indiferencia hacía la crianza, consecuencia de la fatiga física y mental. O bien sensación de que el cuidado de los hijos le supera, con pensamientos del tipo “ya no puedo más”.
🌿Sentimiento de culpa o de vergüenza al interpretar que no se está siendo buen padre o madre.

Mantener el equilibrio, cuidarse para poder cuidar, hablar de cómo nos sentimos con quienes nos rodean y tratar de buscar soluciones ayudará a volver a disfrutar de atender a los más pequeños.

Cáncer, esa enfermedad cuyo diagnóstico quiebra los planes de quien lo padece.
Incredulidad, incapacidad para tomar decisiones, miedo y desolación ante la posibilidad de padecer una enfermedad larga e incluso temor a la muerte, pueden aparecer al recibir un diagnóstico como este.

En ese momento, la persona que lo padece y su familia sienten un duro golpe. Al principio, la incertidumbre, el miedo y la angustia pueden ocupar gran parte del escenario, hasta que cada cuál con sus propias estrategias y aceptando la nueva situación irá afrontando cada uno de los retos que se presenten.

El cáncer, si bien es una enfermedad que afecta al cuerpo, incide en el sentir, pensar y hacer de quienes lo padecen. La ayuda psicológica, ya sea familiar, en pareja o individual es una herramienta más para el tratamiento.

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Por más beneficiosa que sea la conectividad 24/7 que nos permite estar en cualquier momento en contacto con todo el mundo, también estamos descubriendo, paradójicamente, que cada vez resulta más difícil estar en contacto con nosotros mismos y con nuestro entorno más cercano.

La conciliación personal, laboral y familiar es un asunto urgente.
La dificultad para conciliar, está detrás de alteraciones psicológicas que podemos ver en consulta, como es el caso del síndrome del burnout (estar quemado en el trabajo). Estos síntomas señal de desgaste profesional, se manifiestan como un estado de agotamiento mental, emocional y físico que se presenta como resultado de estrés crónico y/o insatisfacción laboral. Aunque no se trate de una enfermedad en sí misma, se reconoce como detonante de otros problemas graves de salud física y mental.
Emplear un tiempo excesivo al ámbito laboral o la dificultad para compatibilizarlo con la familia, puede convertirse en fuente de ansiedad y estrés, afectando de manera negativa no solo en la vida familiar y a la relación de pareja, sino también en el rendimiento en el trabajo.
La conciliación permite:

📣Que la persona disponga de más tiempo para dedicarse a sí mismo y a otras actividades (deporte, formación...), resultando positivo para su salud física y mental. Reduce el absentismo laboral, ayuda a retener talento y obtener mejores resultados para la empresa.

📣Que los padres y madres puedan tener mayor participación en la educación de sus hijos al poder pasar más tiempo con ellos, favorece su salud emocional y la de sus propios hijos, aportando un beneficio para la sociedad en general.

Después de mucho tiempo de limitaciones y restricciones, de temor a perder el trabajo o el proyecto que un día pusimos en marcha, de miedo a enfermar, etc, toman cada vez más espacio la apatía, la desmotivación y el agotamiento mental. Hemos de estar atentos y, si esa sensación sobrepasa nuestro control, debemos acudir a un especialista.
Hace un año estábamos tratando de adaptarnos a no poder salir de casa. Para “conmemorarlo” podemos centrar nuestra atención en lo que nos rodea y nos carga las pilas. Nuestra atención es como un músculo, hay que entrenarla día a día para dirigirla y no que nos dirija. Si habitualmente nuestra atención se centra en lo que no podemos hacer, en lo que hemos perdido o en lo que podemos perder, nuestro estado de ánimo caerá con esa lista de pensamientos negativos.
No hemos de olvidar que pese a las circunstancias y la adversidad, si algo nos caracteriza, es la capacidad para adaptarnos y sobreponernos.