Luis Aretio
Psicólogo infantil y adolescente, orientación familiar y terapia de pareja. Consulta privada de psicología en Sevilla desde 1998. Como tú.
Hola, soy Luis Aretio: una mezcla de familias, amigos y compañeros, trabajo, ocio y tiempos mu***os; todo aliñado con miedos, ilusiones, p***s y alegrías. También soy psicólogo, desde 1998 especializado en psicología infantil y adolescente, orientación familiar y terapia de pareja. Y además tengo la suerte de amar mi profesión, que me da la vida necesaria para intentar mejorar la de los demás.
YO DE MAYOR QUIERO SER… ABUELO
No es por el oficio, ni tan siquiera por la dedicación, es por la magia que surge en la relación de los nietos y sus abuelos. Y yo de mayor quiero disfrutar de esas carcajadas, de esa complicidad que nace desde la incondicional admiración que se expresan entre ellos. De mayor, quiero que mis nietos me hagan reír por nada, me pidan caprichos posibles o imposibles, quiero que el brillo de la pupila me brille como a ellos, no pido más, solo eso.
Algunos de nuestros hijos a veces pasan más tiempo bajo el cuidado de los abuelos que de sus padres; los abuelos se convierten en una extensión de nuestro tiempo, y nos regalan sus atenciones con su mejor sonrisa, dejando atrás sus obligaciones o aficiones con tal de que a sus nietos “no les falte de nada”, y aunque algunas veces les cueste, no se les nota, tienen ese don de la entrega, de la ofrenda en muchos casos a cambio de poco o de nada, de ver sonreír y jugar a sus nietos, de disfrutar alma con alma.
Yo de mayor quiero ser abuelo, un abuelo querido y respetado por el cariño del paso del tiempo, por la nostalgia de un “hola con un beso”, de un adiós con la pena escondida del “hasta luego” que siempre se antoja eterno. Y yo creceré, y repetiré vuestras mejores lecciones y consejos que me disteis y que yo para mis hijos quiero, y les diré eso de “cuánta razón tenían mi madre y mi padre”, por insistir a diestro y siniestro, por soportar mis errores y por elogiar mis aciertos.
Gracias abuelos, por vuestro cariño, vuestro tesón y vuestros desvelos.
Luis Aretio
La ansiedad nos invade paseándose por nuestro cerebro generando demasiadas veces un futuro catastrófico que no existe más allá de nuestros propios pensamientos. Miedo a que las cosas no sean como habíamos imaginado, al rechazo de los demás y sobre todo a fracasar en el agotador empeño de ser felices. La ansiedad no es mala, lo malo es el miedo a nuestros propios límites.
Durante un proceso de psicoterapia hay momentos para el dolor; y no siempre es fácil ni agradable tomar conciencia del daño que nos provocan las personas o las circunstancias. Pero el dolor es también una oportunidad para conocernos y para corregir; nos permite reinterpretar y analizar para aprender. Que el dolor sirva para algo más que sufrir. Que el dolor sirva para crecer.
El amor es un "error"; es la consecuencia de un estado incompleto e imperfecto, es la quimera que nos niega la felicidad y que nos marca para toda la vida. Y digo error para que se entienda que el amor de los demás y a los demás, igual que nos hace sentir vivos, ante su pérdida, nos hace perder la razón.
Gracias a las más de 40 familias que participaron en el Taller sobre Adolescencia "Educar en tiempos de cambio". Gracias al equipo del IES Al-ISCAR por ofrecer y facilitar recursos de formación familiar.
La adolescencia es una etapa maravillosa que demasiadas veces se mal interpreta y provoca tanto en los propios adolescentes como en la familia una realidad difícil y a veces conflictiva. Ya está bien de tópicos. Mañana nos vemos en Villanueva del Ariscal para aprender a vivir esta etapa con naturalidad y como lo que debe ser, un momento de cambios para todos y una oportunidad para reinterpretar las relaciones desde la normalidad.
A todas las madres: Gracias por vuestro humor, amor, paciencia, cariño, tolerancia, quietud, templanza, dulzura, constancia, tragaderas, espaldas anchas, brazos eternos, y por esa alma que no tiene calma, que no descansa hasta ver a sus hijos resguardados de toda imposible amenaza…”arrópate el alma cariño, que me vas a coger frío”
Feliz día.
2/5 Día Internacional contra el acoso escolar.
"Que no falte una copia en cada mochila. Que no falte como actitud, como una manera de ayudar a quienes más lo necesitan. No mires para otro lado, haz algo".
Nos falta resiliencia o resistencia ante las dificultades, contención ante las molestias; todo lo queremos resolver por la vía rápida y fácil, que aunque a priori pueda parecer una opción cómoda, a posteriori se convierte en una dificultad muy compleja de resolver en demasiados casos. Debemos aprender a convivir con ciertos niveles de ansiedad sin que por ello haya que buscar desesperadamente una solución externa inmediata; tenemos la obligada responsabilidad de normalizar el desarrollo y la infancia de nuestros hijos y saber protegerlos de nuestra jerga de adultos. Debemos solucionar nuestras tensiones desde nuestros propios recursos, aprender a desdramatizar, a ignorar la aprensión de nuestros propios pensamientos, a inocular el estrés compensándolo con un descanso de calidad, y sobre todo, a aceptar que vivir no es fácil en demasiados momentos; eso nos permitirá alejarnos de la sobreidelización en la que estamos inmersos y que tanta frustración nos genera el confirmar que lo real poco o nada tiene que ver con lo ideal.
Maldita ansiedad… o no!
Luis Aretio
El amor ante la separación: ni se crea ni se destruye, simplemente cambia.
Las necesidades emocionales, de cuidados, de seguridad y de protección han de ser garantizadas por ambos progenitores, y no por una sentencia, no, sino por el sentido común sobre el compromiso que hemos adquirido con nuestros hijos cuando decidimos formar una familia; ellos se merecen toda nuestra capacidad de saber amarlos en momentos tan difíciles. Ponte en su lugar, en el lugar de un hijo o más que ven cómo su familia se desmorona delante de sus narices y además no pueden hacer nada por evitarlo. ¿Rabia, impotencia, frustración, ira, cólera? ¿Pena, melancolía, tristeza, culpa, depresión? ¿Quién será la próxima víctima? ¿Qué le tocará padecer al próximo? Y sobre todo… ¿Cómo te sentirías tú?
Amar es fácil, pero amarnos es más difícil.
Ama a tus hijos antes que a tu propio ego. Ama a tus hijos para que seas tú quien lo pase peor, pero no ellos; ellos nunca deben sufrir más allá de la adaptación a una nueva forma de relacionarse con sus padres porque entre nosotros hemos decidido, de una manera voluntaria aunque no siempre deseable: cambiar la estructura de familia. Ama a tus hijos para que siempre les quede el recuerdo de una madre y un padre atentos a sus necesidades, no a caprichos sospechosos de enmascarar deudas emocionales, o sentimientos de culpa que jamás serán compensados con objetos materiales; si acaso con afecto sincero y ofreciendo nuevas experiencias estables y reparadoras. Mejor saber renunciar que denunciar.
No es magia, es educación.
Luis Aretio
¿Dónde aprendemos a hacer esfuerzos? ¿Y a superar adversidades? ¿Qué referencias tienen las actuales generaciones para poder desarrollarse como personas íntegras? ¿Qué modelos son los más influyentes? Las respuestas las sabemos: no hay modelos de sacrificio, no hay referencias con las que construir un mapa mental real porque vivimos en una auténtica asincronía entre la realidad y las necesidades básicas para ser felices.
Nuestros hijos serán esclavos de una cultura nefasta, egoísta y demoledora si no hacemos algo con carácter inmediato; rompamos la inercia, cambiemos la tendencia desde cada casa, desde cada escuela, desde cada parque y cada calle. Eduquemos desde lo sencillo, desde lo normal, desde el equilibrio que debe surgir entre las relaciones afectivas y de disciplina que toda familia debe ofrecer a sus hijos.
Dar por dar es fácil, cómodo y no enseña nada, si acaso a no hacer esfuerzos. Saber cuándo dar y no dar es más ingrato, pero es lo que nos permitirá alcanzar esa tan deseada felicidad. A nuestro cerebro le gusta lo fácil, mucho cuidado con tanta comodidad.
No es magia, es educación.
Luis Aretio
La identidad emocional y el ser.
Somos lo que somos y lo que no hemos sido. Somos lo que tenemos y lo que nos falta. Somos lo que queremos ser y lo que quisimos ser. Somos mucho más de lo que conocemos de nuestra limitada imagen o identidad. Somos el resultado de emociones que hemos vivido pero a las que no tenemos acceso al no poder evocar recuerdos tan primitivos. Sin embargo esas emociones ocultas son las que nos condicionan desde el Yo No Consciente y acompañan al Yo Consciente en cada jornada; son la base emocional sobre la que construimos el resto de nuestra identidad emocional, son los cimientos de una estructura psíquica por desarrollar.
Somos también lo que no vamos a poder ser porque hemos de aceptar, desde nuestras limitaciones y desde las de los demás, que no todo es posible, que nuestras expectativas son finitas. Tomar conciencia de nuestras limitaciones nos facilita una posición más humilde y sencilla lejos de lo sofisticado que resulta hoy vivir en paz, pero sobre todo lejos de las dependencias afectivas basadas en todas las inevitables carencias.
Si somos parte lo que fuimos y de lo que no pudimos ser, también seremos parte de lo que somos y de lo que nunca podremos ser.
Luis Aretio
Demasiado amor para tan poca disciplina. Por Luis Aretio.
Inteligencia emocional, educación emocional, salud emocional, desarrollo emocional, bienestar emocional, control emocional; todo termina con el mismo concepto y bajo el mismo paraguas de lo emocional, y no, no sólo vivimos de emociones. Hace falta la otra pata de la mesa, la que soporta y permite el equilibrio entre lo emocional y lo conductual, entre lo placentero y lo necesario, entre la devoción y la obligación. Tanta sobre atención hacia las emociones nos está convirtiendo en personas altamente sensibles pero incapaces de llevar a cabo grandes esfuerzos cuando el contexto lo demanda.
Educar en libertad no es dejar que los niños se expresen y comporten de manera libre, porque la libertad del individuo está directamente relacionada con la libertad de los demás, y no es compatible con la convivencia en sociedad dejarles hacer lo que quieran cuando quieran. Educar en libertad es aprender a que lo individual es tan importante como lo colectivo. Para ser felices no es necesario únicamente que los niños se sientan bien en todo momento, porque para ser felices hay que, inevitablemente, aprender a no serlo; y es en este punto donde nos hemos equivocado dotando a nuestros hijos de una ficción educativa ambivalente, poco natural e innecesaria. La falta de respeto campa a sus anchas por casas, escuelas y calles; el racismo con sus pensamientos más absolutistas rozan lo vergonzoso en nuestra moderna sociedad, la competitividad, la violencia, el rechazo, la soledad… y poco a poco se nos desvanece el amago de esa felicidad tan deseada que no tiene sentido más allá de la puerta de casa porque fuera todo es diferente.
La autoridad emocional no tiene nada que ver con el autoritarismo. Es necesario establecer una jerarquía de roles bien definida sobre quién debe guiar los pasos de quienes aún confunden el placer con la felicidad, porque respetar para convivir tiene más de renunciar que de conseguir. Estamos minando los cimientos del sentido común y el edificio se nos está viniendo abajo queriendo o sin querer.
Un criterio: el respeto.
El respeto no cae del cielo, no tiene forma ni color, sólo maneras, buenas maneras; y surge de la visión más ajena al propio individuo, de la contemplación de los demás desde cada persona, y debe estar presente desde el mismo momento del nacimiento como la parte esencial para el desarrollo sano y tolerante de nuestros hijos. Respetar es asumir que hay personas y entidades que están por encima de nosotros e implica cierta sumisión a unos valores que impregnan y determinan la relación entre el yo y los demás. El respeto se cultiva desde la cuna y se ha de convertir en la punta de lanza de toda intervención educacional, y se han de tener bien claros qué principios éticos y morales deseamos inculcar en aquellos a quienes pretendemos educar.
La solución al contexto actual, donde todo lo hemos filtrado desde lo emocional, debe estar basada en el equilibrio entre lo afectivo y lo conductual, entre el apego y la disciplina, entre el cariño y la autoridad. Porque tan necesario es saberse amado, como saber amar.
No es magia es educación.
Luis Aretio.
8/M Día de la mujer.
Mujer tendrías que ser para saber de verdad qué es la desigualdad, el desequilibrio, el trato despectivo o sentir el menosprecio por ser o no ser de un s**o u otro. Sí, Mujer tendrías que ser para saber lo que supone el injusto trato que la vida les ha dado por el simple hecho de ser Mujer. De igual a igual: feliz día, Mujer.
Las personas flexibles son más felices. Por Luis Aretio
Ser flexibles es una forma de entender la vida además de una actitud amable con la que afrontar la rutina. Las personas flexibles se adaptan a lo inesperado, en cambio las personas rígidas no soportan cambiar de estatus y se mantienen inamovibles. Las personas rígidas se «rompen» cuando la vida les fuerza y les exige un extra de entrega, un plus de dedicación o un esfuerzo de comprensión de un modelo diferente al suyo.
Ser flexibles es contar con la posibilidad de soportar lo que es nuevo y lo que es diferente cuando llega sin previo aviso. Sin miedo a los cambios, vislumbran nuevas alternativas tanto en sí mismos como en los demás. A muchos les paraliza lo que no conocen, no dominan o no controlan bajo un pensamiento estricto de “esto no estaba previsto” con la consecuente reacción emocional adversa que desencadena ese pensamiento rígido; la persona dedica todos sus recursos a restablecer cuanto antes el desequilibrio y ya no sabe continuar hasta que todo vuelve a ser como antes: todo controlado.
Las personas flexibles establecen prioridades y las reorganizan sobre la marcha; no sienten la necesidad de seguir un orden o un ritual programado; saben cambiar de rutina, saben adaptarse al tiempo disponible, sea o no el que querían; en cambio, las personas rígidas entran en pánico cuando nada les sale como querían, cuando su prioridad no es atendida y sobre todo no saben disfrutar de los nuevos esquemas que se le presentan.
Ser flexibles no es ser impasibles o indiferentes aunque a veces puedan confundirnos estos términos; ser flexibles es ser tolerantes, moderados y ponderados; es adaptarse a pensamientos divergentes, es no conformarse con lo primero que se les ocurre porque saben que un problema puede tener muchas soluciones. Ser flexibles determina el nivel de estrés que experimentamos, porque las cosas no generan estrés, el estrés lo generamos las personas cuando no sabemos encontrar vías de escape donde eliminar parte de la tensión.
Ser flexible es ser un poco más libre, un poco más amable y un poco más feliz. Sé flexible, el mundo te lo agradecerá.
No es magia, es educación.
Luis Aretio
Gracias por compartir
Por darme tu mar, tu tierra, tu sol y tu arena. Por darme el camino donde mis pasos suenan. Por darme color, calor, risas y p***s. Por darme lo que quiero y lo que espero. Por darme lo que soy y lo que tengo. Gracias Andalucía, felicidades por tu día.
Lleva siempre en tus bolsillos un "Te quiero", un "No importa" y un "No tengas miedo". Nunca sabes cuándo lo puedes necesitar.
No prometas amor eterno, promete respeto.
Atrévete a querer a alguien cuando hayas aprendido a quererte tú.
«Amar no es un compromiso, amar es saber respetar más allá de uno mismo».
Amar es encontrar respuesta a la vida, es alcanzar tu propio equilibrio donde luego dar cabida a otros, donde el deseo de ser tú mismo concede sentido a todo lo demás, es dar nombre a quienes te rodean con su forma de entender las cosas y permitir que nadie piense como tú sin que eso signifique dejar de sentir contigo.
Sentirnos amados no es lo mismo que sentirnos queridos.
Para lo primero hace falta saber, en cambio para lo segundo parece que sólo hace falta estar vivos. Se quiere a un objeto porque nos puede resultar atractivo, necesario o porque nos sabemos seducidos, pero ese sentimiento estará siempre vinculado a una relación de interés más o menos productivo. Lo que se quiere caduca o se deteriora, lo que se ama no, lo que se ama perdura. Cuando amamos damos lo que tenemos y lo que somos, sin mirar, como el amor, a ciegas.
La razón nos hace querer pero el amor nos hace creer.
Queremos por una inercia química que no tiene misterio, somos receptores nerviosos en una epidermis en busca de cariño que cuando es rozada nos convencen de lo mucho que nos ofrecen, pero que luego, si se convierte en un lío, se sabe sacudir tan pronto molesta o no renta por algún motivo.
Querer es de humanos, pero amar es de héroes.
Resulta cada día más fácil que nos hagan creer queridos. Las pantallas ahora son táctiles y suaves y lo real puede ser fingido. Mentimos sin que nos miren a los ojos, sin la prueba definitiva de quién o cómo es cada uno. Amar es algo tan diferente, que se sabe por no necesitar forma, contenido y a veces ni sentido.
Cuando se ama no se duda, todo lo contrario, se conjuran emociones y sensaciones hasta llegar a la locura, esa locura maravillosa que nos hace sentir que la vida se parece cada vez más a lo que nos habían prometido. Amar es… la mayor versión de uno mismo.
«Sólo quiero estar contigo, sólo eso. Sólo quiero amarte, sin condiciones, sin exigencias, y no te preocupes, que yo no te pido lo mismo».
No es magia, es educación.
Luis Aretio.
Sobre todo de los errores.
¡Oda al desayuno! Por Luis Aretio
¡Oh desayuno, afán de un tiempo cuasi dormido que en el rostro aún arrugado con su mano tierna te acaricia y te susurra al oído un «Buenos días cariño”. Fruta fresca y chacina, huevos y cereales. Quesos, yogures, leche y frutos secos. Sentaos todos a la mesa del alba, que ya se acercan los comensales y buena cuenta darán de estas deliciosas viandas!
Pero entonces con tanto variado ¿Qué es para cada uno un buen desayuno?
Para demasiados hijos:
A veces es sólo un mal rato, una cosa que les roba tiempo, su preciado tesoro para poder seguir durmiendo. «No es justo, porque si luego me como algo en el recreo, no hay derecho que todas las mañanas me hagáis esto» – rugen algunos al salir del lecho-.
Para un padre:
El desayuno es el mejor momento para tomar un buen sustento. Un hábito razonable que todos deberíamos tener por ser lo más saludable. «Venga, come bien, que tienes que coger fuerzas para todo el día cariño, mira tu padre, aprende”.
Para una madre:
Lo único importante antes de empezar el día. El deseo de que alimentar el cuerpo es la mayor alegría. «Comed bien y de todo. ¡Ah! y en el recreo no os dejéis quitar el bocadillo; y si se meten con vosotros se lo decís a los maestros». Un sin fin de buenos consejos que sólo una madre atenta sabe a bien tener en cuenta.
Para los abuelos:
Grandes conocedores de todos los trucos y recovecos del estómago de sus nietos, no tienen piedad e incluso chantajean sin miramientos. «Tú de aquí no te levantas hasta que yo vea que todo eso pasa por la garganta; pero qué guapos, qué soles tengo. ¿Te pongo un poquito más cariño que te veo carita de estar hambriento?» ¡Son maravillosamente tremendos!
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Odas aparte, el desayuno es la principal comida del día, y en este país no nos lo tomamos precisamente en serio. Es un hábito y como todo requiere su tiempo; pero será el mayor favor que podéis regalar a vuestros hijos, empezar el día sin prisas y bien alimentados. Si hace falta tiempo se adelanta el reloj, y sobre todo se adelanta la hora del sueño.
El desayuno es la base sobre la que construimos el día, es la línea de salida, de partida, de arranque; es el depósito de combustible para toda la jornada. No te preocupes si los primeros días sale todo mal, es cuestión de ser más perseverantes que ellos; lo importante es saber ser cariñosamente pesados.
No olvides que alimenta más un buen ejemplo que muchos frustrantes intentos. ¿Nos damos un tiempo?
No es magia, es educación.
Luis Aretio
La infancia y la adolescencia están desprotegidas digitalmente; desamparadas por una generación de padres que hemos visto como el teléfono se convertía en una herramienta tan potente, que nadie ha sido capaz de anticiparse a las muchas y difíciles consecuencias que se avecinan. Han prohibido los móviles en los centros escolares pero, de momento, ninguno de los adolescentes que vienen a mi consulta se ha inmutado y continúan mandando mensajes desde las aulas. Si no se trata como debe, como un peligro contra la salud mental de nuestros hijos, se puede esperar que el deterioro de la calidad de vida sea cada vez más preocupante. No basta con promulgar leyes, es imprescindible la concienciación para corregir lo antes posible la desprotección en la que se encuentran tanto niños como adolescentes.
¿Por qué triunfan los abuelos con sus nietos?
Porque no tienen prisa, porque tienen tiempo, porque guardan la calma en un baúl secreto. Porque se miran sin dudas, porque se tienen respeto, porque dan sin mirar aunque ellos salgan perdiendo. Porque son los hijos de sus hijos, porque se sienten niños como ellos. Feliz Noche de Ilusión, sobre todo para ellos.
Que sea nuevo, por bueno.
Feliz Normalidad.
La educación que llevamos dentro, la esencia de lo que queremos que sean nuestros hijos en el futuro, la tenemos en nuestras manos y en nuestras decisiones, de ahí aprenden ellos, de lo que nosotros hacemos. Tengamos un poco de tacto entonces. Pongamos nuestro mejor criterio en nuestra mayor responsabilidad: educar personas.
Nos invitan a adelantar la Navidad y aceptamos igual que aceptamos pasar por caja antes de tiempo, decorar antes de tiempo, celebrar todo lo que sea aunque no sea nuestro, pero siempre consumiendo. ¿Seguiremos aceptando cuanto nos ofrecen? En mi pueblo a eso se le llama no tener criterio.
Debemos protegernos de quienes no quieren nuestra felicidad ni la felicidad de nuestros hijos, debemos defendernos de quienes sólo quieren nuestro dinero pero para su propia felicidad. ¡Esos si que son felices, no nosotros consumiendo!
Sin tetas no hay paraíso y sin consumo tampoco hay Navidad; pero nada frena nuestra voracidad por adquirir algo de felicidad en forma de regalos, eventos o caprichos para adultos y niños, a estas alturas ya casi todo vale.
¿Esta es la herencia de valores que queremos para nuestros hijos?
Cada quién es cada cuál, faltaría más, pero nuestros hijos merecen una lección equilibrada y moderada de nuestra capacidad de adquirir para ser felices; ni mucho ni poco, no van a ser más felices por tener más de todo, si me apuras todo lo contrario, porque si no les damos un criterio bien pegadito a la tierra, nuestros hijos pensarán que para seguir siendo felices necesitarán acaparar objetos y eventos de permanente última generación; sólo de pensarlo cansa.
No hace falta que volvamos al juego de ropa interior, muñeca, fuerte comanche y caramelos, no hay que forzar lo normal, porque lo normal es mucho más simple y es mucho más sano. No hay que volver al pasado, hay que rescatar parte de lo mucho y todo que nos han dado los abuelos de nuestros hijos, nuestros padres y nuestras madres, quienes sin ap***s recursos nos educaron en una austeridad más razonable y amable.
Lo de ahora es un atraso, nuestros hijos tienen demasiados juguetes y muy poco tiempo para jugar, es más, les molesta enormemente tener tal cantidad y variedad de juegos y juguetes, ahora juegan a sacar todas sus cosas y luego al juego de acción de “¿Quién recoge todo esto?”
Tres Reyes, tres regalos, y si tus hijos te dejan de hablar por eso, piensa que ya has hecho un cuarto regalo, el regalo de empezar a poner orden en este incomprensible caos para nosotros y para ellos, y como nos pasó a muchos, solo lo entenderán cuando nos hagan abuelos, es decir, cuando ellos también “coman huevos” ¿Te suena?
¡Feliz Normalidad!
No es magia, es educación.
Luis Aretio
Fran tiene nueve años y sus padres se separaron cuando él tenía ap***s un año. Tanto su padre como su madre han rehecho sus vidas con nuevas parejas y han tenido hijos. A Fran le cuesta entender por qué sus hermanos sí tienen lo que a él le ha negado la vida: poder disfrutar de estar con su padre y su madre, los tres juntos. Hoy hemos trabajado la diferencia entre Aguantar y Aceptar; porque quien aguanta termina cansado, y quien acepta avanza. "Vale Luis, voy a intentar aceptar y disfrutar lo que tengo". Ánimo Fran, que lo estás haciendo fenomenal. Su dibujo expresa cómo se siente: al margen de las dos nuevas familias.
Enseñar a esperar.
El que espera desespera, dice el refrán; y tiene mucha razón porque o no sabemos o no queremos esperar. Tendemos a la gratificación inmediata, lo quiero y lo obtengo YA, de ahí el éxito de las nuevas tecnologías de la comunicación, siendo el móvil el máximo exponente de este fulgurante ascenso: permite lo inmediato, lo instantáneo.
Es muy difícil no caer en el error cuando lo cotidiano, lo que nos rodea, resulta todo lo contrario: lo normal es levantarse corriendo para ir al cole corriendo, para hacer los deberes corriendo, comer algo rápido y salir pitando para las extra escolares y volver rápido a casa para que nos de tiempo a cenar a buena hora y nos quede algo de tiempo antes de que nuestro cuerpo diga basta.
El triunfo de lo rápido, de lo exprés, ha dado al traste con nuestra tranquilidad, ha mermado la capacidad de la persona de tener paciencia y saber esperar sin desesperar. Ha oxidado nuestra ya rígida manera de entender el tiempo.
Si queremos exigir a nuestros hijos que sepan esperar, mejor demostrarles y empezar por revisar cómo andamos de paciencia los adultos, así tendremos una idea de cuánto les cuesta a nuestros hijos aprender a esperar. Si quieren algo especial, que esperen a un momento especial (santos, cumpleaños, etc.…), así podrán entender que lo que vale la pena se hace siempre esperar. Si estás en medio de una conversación, enséñale a que pregunte si puede interrumpir; si hay colas que hacer, aprovecha para jugar a algo improvisado; si no encuentras lo que vas buscando, demuéstrale que no pasa nada, enséñale a esperar. ¿Tú lo haces?
No es magia, es educación.
Noticia en los informativos de hoy: "El 25% de los niños de 10 años tienen móvil". Pero creo que el titular correcto debería ser: "Los padres del 25% de los niños de diez años no saben que están perjudicando seriamente la salud de sus hijos al permitir que tengan un móvil".
20 N / Dia Mundial de la Infancia
No olvidemos que los adultos somos niños 'inflados' por la edad. Protejamos definitivamente la infancia de nuestras nuevas generaciones. Estamos a tiempo.
Los errores no son más que una parte del todo. Tus errores... y los de los demás. Tú eliges con qué parte te quieres quedar.
Miro en las redes sociales y veo odio. Enciendo la televisión y veo odio. Nos odiamos por ser diferentes o simplemente por pensar diferente. Odiamos porque queremos doblegar al otro bajo nuestra voluntad y criterio; y si no lo conseguimos, aparece la ira con todo su impudor y toda su virulencia. El odio es nuestro veneno y su único antídoto es el respeto.
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