Consultorio Psicologico del niño y adolescente. Licenciado Luis Elguera

Ante un momento de pérdida es de mucho valor poder recurrir a nuestro entorno cercano para poder hablar de lo que sentimos.

A través de la expresión podemos identificar y canalizar nuestras emociones, darle un nuevo y mejor significado a los sucesos, liberarnos en algún grado del dolor y alejar el sentimiento de soledad que podría surgir.

Si es necesario, hay que recurrir a un profesional para poder superar adecuadamente el proceso de duelo.

La lectura es un excelente hábito y es importante desarrollar el gusto por leer en nuestros hijos. La misión parece imposible si ellos lo aprecian como una actividad aburrida o impuesta por los adultos. Por ello es importante tomar en cuenta las sgtes recomendaciones:

Para que la lectura surja en ellos como un gusto natural, es importante que nos vean leyendo y puedan apreciar nuestro gusto por hacerlo. Incluso es una actividad que podemos realizar con ellos.

Es necesario que ellos tengan la posibilidad de elegir sus propios libros (siempre que los contenidos sean acordes a su edad). Por ejemplo comics, temas deportivos, ciencia ficción, etc. Aquí lo importante es que lean sin criticar sus preferencias.

Es importante ayudarlo a encontrar un tiempo para la lectura, esto implica apoyarlo a organizar su tiempo: por ejemplo plantearle que puede leer por las tardes o quizás antes de acostarse.

Saber que tipo de libros les gustan y comentarles sobre nuevos libros que hayan aparecido, para así generarles curiosidad y motivación.

Nuestros hijos necesitan afecto para crecer, seguridad para desarrollarse y la atención de sus padres que saben atenderlos cuando ellos lo necesitan.

Todas estas emociones positivas crean raíces y ponen los cimientos del adulto que nuestro hijo será en el futuro.

Según Punset, el amor que brindamos a nuestros hijos cuando son pequeños determina su amor adulto Según Punset, el amor que brindamos a nuestros hijos cuando son pequeños determina su amor adulto: educa con cercanía, afecto e inteligencia emocional.

Cuando educamos con el miedo y el castigo los niños obedecen, pero no llegan a profundizar en el concepto del respeto. Actúan por obligación no por comprensión. De ahí, que en la escuela, al sentirse libres de la presión familiar tiendan a canalizar ese miedo y esa rabia en conductas disruptivas.

Es necesario que nuestros hijos entiendan siempre por qué deben hacernos caso y qué sentido tiene actuar siempre con respeto hacia los demás. Por ejemplo, enseñándoles el valor que tienen todas las personas y lo importante que es velar por sus sentimientos y emociones.

Educa en "respeto" no en la "obediencia" del miedo La obediencia se consigue casi siempre a través del miedo, así que lo más conveniente es educar niños que entiendan desde bien temprano qué es el respeto.

Es importante reconocer a tiempo nuestros propios límites para poder ponérselos a nuestros hijos. La capacidad para auto-controlarse y reconocer sus límites también lo desarrollan observándonos.

Los adolescentes se encuentran bajo muchos tipos de presión social, ya que el mundo los hace sentir de que deben ser y lucir de determinada forma. Como padres debemos siempre buscar que ellos desarrollen su propia identidad, resaltando sus características y habilidades, y promoviendo la superación pero también la aceptación de aquellos aspectos que menos les guste de sí mismos.

Aunque es importante que hayan tareas diferenciadas según la edad o las habilidades de cada integrante de la familia, todos deben asumir diferentes responsabilidades dentro del hogar, ya que esto es una práctica que los ayuda a desarrollar autonomía, pro-actividad y trabajo en equipo a nuestros hijos.

Dos preguntas que pueden ayudarnos a re-orientar nuestra paternidad/maternidad y ayudarnos a relacionarnos de nuevas formas con nuestros hijos son:

¿Qué roles me asigna mi hijo?
¿Qué ofrezco como padre?

En gran medida, nuestros hijos son y serán lo que nosotros podamos ofrecerles. Sus actitudes y comportamientos se desprenden de los roles que hemos representado con ellos.

Es importante que seamos padres tolerantes, afectuosos, respetuosos y correctores, así nuestros hijos también podrán tomarnos como amigos y consejeros.

Lic. Luis Elguera P.
Psicoterapeuta de Orientación Psicoanalítica

Cada cosa que hagamos como padres debe enfocarse en desarrollar y potenciar valores y habilidades en nuestros hijos. Desde la niñez es necesario forjarlos desde esta perspectiva, para que llegados a la adolescencia podamos establecer una relación de confianza, respeto y afecto con ellos.

Es importante que en nuestra relación cotidiana con nuestros hijos prevalezca el reconocimiento por encima de la crítica. A veces, los padres asumimos el rol de jefes severos que siempre están en búsqueda de lo que los hijos han incumplido o han hecho mal. Así, nuestra comunicación con ellos se basa en lo negativo.

Es importante señalarles sus errores pero igual de importante es regalarles, de cuando en cuando, una felicitación sin "peros".

La idea es demostrarles lo bueno que son a pesar que pueden fallar. Nuestra principal tarea es dotarlos de seguridad y estima personal, reconociendo sus iniciativas, sus intentos y sus logros. Sus fallas las irán corrigiendo paulatinamente, no los abrumemos señalándoselas todas juntas.

Una situación preocupante pero usual en la etapa de la pubertad y adolescencia es la disminución del nivel de empatía y respeto hacia las figuras de autoridad por parte de muchos jóvenes. Este factor repercute primordialmente en el ámbito escolar, pues cada vez son más frecuente los casos de acoso escolar, no obstante, estas dificultades pueden alcanzar incluso el aspecto legal con problemáticas como pandillaje o conductas delictivas.

El ámbito familiar es el sistema encargado de sostener y promover la capacidad de empatía y respeto en los jóvenes. Para ello, es importante que, desde la niñez, los hijos puedan poseer un ambiente cálido y protector, donde los problemas se conversen y resuelvan sin el uso de la violencia como método correctivo.

Los padres son las principales figuras de identificación en el desarrollo de la capacidad de empatía y respeto por las normas y figuras de autoridad.

Que bonito y útil puede resultarnos el concepto de Resiliencia, sobretodo en la complicada época en las que nos está tocando vivir. Sin embargo, mil veces nos debemos haber preguntado ¿Cómo hago para desarrollarla si ya soy de determinada forma?

Bueno empezemos por definirla y poco a poco avancemos hacia lo crucial, es decir, cómo potenciar nuestra capacidad para potenciarla.

Resiliencia es la capacidad que tiene la persona para sobreponerse ante las situaciones críticas e incluso salir fortalecido de ellas. Es la capacidad de extraer aprendizajes de cada caída y aprovecharlos para seguir creciendo a nivel personal.

Pero ¿cómo?, ¿Será fácil convertirse en una persona Resiliente? La buena noticia es que la Resiliencia es una capacidad que puede desarrollarse a través de modificar algunos hábitos en nuestra vida. Aquí te decimos algunos:

Ante situaciones críticas, no te centres en el problema o en la gravedad de éste, sino en los recursos con los que cuentas para afrontarlo. Los recursos pueden ser internos a tu persona o encontrarlos en tu entorno.

Es importante reconocer la gran diferencia entre experiencia y vivencia. Experiencia es el hecho en sí mismo, lo que sucedió, mientras que vivencia es la interpretación de las cosas. Esta diferencia nos permite encontrar formas más saludables de entender hasta las cosas más difíciles o dolorosas.

La peor forma de reaccionar ante un evento adverso es la pasividad. Es importante tomarse un tiempo para pensar y analizar lo sucedido, pero luego es vital pasar a la acción y tomar decisiones sobre cómo darle vuelta a la situación.

Ante algún traspié, cuida los comentarios que realizas hacia ti mismo, muchas veces somos muy severos y nos criticamos o juzgamos duramente. Recuerda que todas estas cosas que nos decimos se quedan en nuestra mente en forma de "verdades". Así que lo mejor sería en todo momento ofrecernos comprensión y valoración positiva.

Es imprescindible entender que toda experiencia, por más crítica que ésta sea trae consigo aspectos positivos como enseñanzas y aprendizajes. Es importante tomarse un tiempo en descubrir cuáles son éstos.

Finalmente, hay que intentar encarar con optimismo el futuro, para ello es importante ofrecernos a nosotros mismos mensajes tranquilizadores y motivantes que nos permitan recargarnos de energía para seguir adelante.

Recuerda que desarrollar nuestra capacidad de Resiliencia va a depender exclusivamente de nuestra voluntad de encarar con valentía y optimismo el futuro.

Igual de importante que saber perder, es el hecho de saber ganar, pues en ambas situaciones debe haber un adecuado manejo de nuestras emociones.

Saber ganar implica reconocer y valorar nuestras capacidades, aceptar positivamente las felicitaciones y halagos de los demás (sin abrumarnos, ni avergonzarnos) y ser concientes de la necesidad de ser constantes y perseverantes para mantenernos en ese nivel.

También implica la capacidad de valorar los sentimientos de los otros, reconocer su esfuerzo y tener reacciones adecuadas al momento de celebrar frente a ellos (sin manifestaciones exageradas ni burlas).

Saber perder y ganar son aspectos que se aprenden en casa, teniendo a padres y referentes como modelos de aprendizaje. En la dinámica familiar, los chicos deben pasar por la experiencia emocional de competir, ganar y perder, pues esto los va entrenando para los retos que tendrán que afrontar en sus vidas.

Muchas veces los papás nos preguntamos cómo debemos sancionar a nuestros hijos por las faltas que cometen. Tememos parecer muy blandos o ser muy severos. Aquí algunas pautas que pueden ayudar a encontrar el equilibrio deseado.

Es importante que haya una consecuencia previamente convenida entre padres e hijos, esto ayuda a que los chicos comprendan que hay normas y que estás deben ser respetadas.

El castigo no debe causar dolor físico o emocional.

Apliquemos el castigo de inmediato, de esta manera entenderán por qué están siendo castigados.

El castigo debe ser justo y proporcionado.

Una vez cumplido el castigo, perdonemos y demos por superado lo sucedido. Debemos comprender que nuestros hijos puedan sentirse algo resentidos, es normal.

Es importante que nuestros hijos sientan que ni sus actos, ni los resultados de éstos afectan el amor que sentimos por ellos.

Para que un niño o adolescente pueda desarrollarse con naturalidad y felicidad es importante que el entorno familiar pueda comprender que, a la par de las exigencias que se le hacen a los hijos, también debe haber una alta cuota de comprensión y adaptación a las características y necesidades de ellos.

Se trata de convertir en algo digerible aquello que les pueda parecer muy difícil o amenazante, así, logramos disminuir sus angustias e inseguridades y les proporcionanos un mayor sentido de control y autoestima.

Sólo poniéndonos en su lugar podremos desarrollar esta capacidad.

Muchas veces ocurre que, en niños pequeños, aparece la idea de que algo malo puede ocurrirle a papá y/o mamá, ante lo cual se asustan mucho y pueden llegar a sentir mucha ansiedad, pues esta idea puede llegar a ser muy persistente.

Este tipo de ideas suele presentarse por ejemplo cuando mamá se va al trabajo ó cuando papá tiene que realizar algún viaje, y en parte pueden estar basadas por el sentimiento de cólera que el niño experimenta contra los padres por su ausencia ó como una angustia ante la separación.

Es importante tomarnos nuestro tiempo en poder explicarles a nuestros hijos el por qué debemos salir de casa hasta que lo pueda comprender correctamente, así como anticiparle nuestro regreso. Así mismo, indicarles que durante el tiempo que no estemos juntos, vamos a pensar en ellos y vamos a seguir unidos por el afecto. Así como darles la posibilidad de llamarnos si lo siente muy necesario.

De esta forma, vamos a poder anticipar que estos temores surjan en ellos o disiparlos en caso ya se estén presentando.

Los trastornos de alimentación en los adolescentes no sólo son señal de problemas con la comida, sino que evidencian dificultades en su relación consigo mismo y con su entorno.

Muchas veces la comida se utiliza para experimentar una sensación de control ante el descontrol que el joven puede estar sintiendo ante determinadas situaciones y emociones (tristezas, frustraciones, desilusiones, etc).

El joven alcanza una falsa sensación de control y autoestima en la capacidad de dominar su alimentación y su peso.

Para prevenir la aparición de este tipo de trastornos en nuestros hijos es importantes ofrecerles un ambiente familiar donde su opinión y posturas sean respetadas, en el que se valide su individualidad, donde pueda participar en forma activa y en el que se le ofrezca reconocimiento y afecto a su persona.

El niño tímido suele evitar afrontar situaciones nuevas, así como la interacción con otras personas. Se le percibe ansioso, temeroso e inseguro de sí mismo cuando debe afrontar algo que le resulte nuevo.

Actualmente, uno de cada cinco niños se caracteriza por este tipo de comportamiento/actitud y suele relacionarse con cuadros depresivos si la timidez llega a ser limitante.

Es importante que el niño no vea en sus padres una excesiva preocupación pues eso puede hacerle sentir una tensión extra. Hay que ofrecerle confianza y tiempo, motivarlo a que vaya superando nuevas situaciones pero sin presionarlo.

Hay que conocer cuáles son las situaciones que más le teme y conversar sobre ellas, tratando de esfumar algunas ideas poco lógicas que podrían existir en él/ella alrededor de esta situación, así como ofrecerle estrategias para que su comportamiento sea más eficaz (quizás no sabe cómo comportarse en determinada situación).

Finalmente, hay que promover poco a poco su inserción en actividades grupales de su agrado. Es importante que como padres estemos abiertos a pedir ayuda si notamos que la timidez de nuestro hijo es muy acentuada.

A medida que los hijos crecen y llegan a la pubertad y a la adolescencia, suelen volverse menos comunicativos con sus padres, rehuyen a nuestras preguntas y cada vez sabemos menos sobre cómo están. No obstante, es la etapa en la que más dudas y confusiones surgen en ellos y por ende, es cuando más nos necesitan.

Es importante que nuestros intentos de acercarnos a ellos no se limiten a preguntarles "cómo estás" cuando nos los encontremos en casa, pues la mayoría de veces contestarán en forma limitada.

A esta edad, la comunicación con nuestros hijos demanda ciertas condiciones que propicien una actitud de apertura con nosotros: el nivel de respeto que manifestamos por sus ideas o preferencias, la cantidad de momentos juntos haciendo diferentes cosas (deportes, juegos, quehaceres del hogar), manifestaciones de afecto usuales, bajo nivel de conflictividad y tensión dentro de la dinámica familiar, respeto por su privacidad e individualidad, entre otras cosas.

Sólo bajo este escenario lograremos un diálogo abierto y sincero con nuestros hijos que nos permita continuar cercanos a ellos.

Permitir que nuestros hijos, desde pequeños, vayan tomando sus propias decisiones con respecto a aspectos cotidianos de su vida es una práctica positiva.

Ya que de esta manera vamos fomentando los pilares de su autonomía, seguridad y confianza en sí mismo. Además, promovemos capacides intelectuales como el análisis y reflexión (ya que decidir implica pensar en diferentes aspectos, analizar ventajas y desventajas y optar por el que nos provea mayor satisfacción).

Ahora bien, este es un proceso progresivo, es decir, las decisiones que nuestros hijos podrán tomar deberán ser de menor a mayor grado de importancia según su edad y su nivel de madurez y siempre contando con la orientación de los padres.

Finalmente, permitamosles discrepar con nosotros cuando tenga razones válidas para no pensar igual y siempre que su seguridad no esté en juego.

Conforme los chicos van creciendo, van necesitando y demandando una mayor privacidad en casa y en sus comunicaciones. No quieren que los escuchemos hablando por teléfono, son muy cautelosos cuando se escriben con sus amigos por el celular y pasan mucho tiempo encerrados en su cuarto y nos piden que toquemos la puerta antes de entrar a su habitación.

Todo eso es normal y no significa que nos estén ocultando "algo malo", sino que están desarrollando su vida social, sentimental y personal, y necesitan espacio para poder hacerlo sin sentirse evaluados o controlados.

La estrategia no consiste en hurgar en sus cosas sin su consentimiento esperando encontrar algo, sino en aprovechar los momentos en común que tengamos con nuestros hijos para poder conocer mejor su mundo y así afianzar nuestra relación con ellos.

Así, es importante instaurar momentos de padre a hijos, tales como alguna caminata, mientras los llevamos al colegio, durante o después del almuerzo, una tarde a la semana, etc. El vínculo es el mejor canal para saber en qué están nuestros hijos.

Muchas veces los padres tomamos decisión sobre cuál va a ser la rutina de nuestros hijos al llegar a casa después del colegio. Pensamos que lo primero que debe hacer son las tareas escolares y no tomamos en cuenta su nivel de energía, motivación o deseos.

Así le imponemos un horario que podría resultarle incómodo, e incluso ineficiente. Muchas veces, ellos podrían preferir una pequeña siesta de 20 minutos para recuperar energías. Ó jugar unos 40 minutos para distraerse un poco después de una larga jornada escolar. Ó hacer algún deporte por una hora para liberarse de algún excedente de energía y después recién iniciar con las tareas escolares.

Por ello, lo mejor sería conversarlo con nuestro hijo y escuchar su propuesta. No siempre vamos a estar de acuerdo, pero si flexibilizamos un poco y probamos su estrategia, quizás vamos a descubrir una nueva forma de hacer las cosas más eficiente.

De paso, alentamos su individualidad y su sentimiento de autonomía.

Los tres pilares en la crianza de nuestros hijos son:

- Disciplina: Implica la valoración y respeto por las normas y el reconocimiento de los límites de su comportamiento. Para lograrlo, ambos padres deben actuar con coherencia y constancia.

- Afecto: Implica demostraciones de amor verbales y físicas, así como compartir tiempo y actividades juntos, hacerlos sentir siempre incluidos en nuestra rutina.

- Valoración de su persona: Ofrecerles la seguridad de que son valiosos en sí mismos, implica una aceptación incondicional de sus características físicas y emocionales.

A partir de estos tres aspectos fundamentales se desarrollan la autoestima, la empatía, la capacidad para vincularse sanamente con los demás y un código de comportamiento ético dentro de la sociedad.

Una buena forma de aliviar las tensiones que podrían surgir en nuestra relación con nuestros hijos adolescentes es aprendiendo a gestionar conflictos, aquí te presentamos algunos consejos:

- La mejor forma de iniciar el diálogo es preguntando, no acusando ni dando por sentada la falta.

- Discutiendo los temas uno por uno, sólo iniciar uno nuevo si se logró solucionar el anterior.

- No utilizando palabras como NUNCA, SIEMPRE, TODO, NADA. Estas expresiones irritan a los jóvenes y les corta la intención de continuar la conversación.

- No usar adjetivos que los catologuen, que los estereotipen y por ende, que los devalúen.

- Hay que mantener la calma: si uno presiente que está cerca de perder la tranquilidad, es mejor interrumpir la conversación y reanudarla luego, pues de continuar vamos a aumentar la dimensión del conflicto.

- Exprese lo que sienta, pero en forma respetuosa y sin ser repetitivo.

Recuerde que no hay situaciones desesperadas, sólo personas que se desesperan ante determinadas situaciones.

Esquema de Resolución de Conflictos con Adolescentes ECO:

Emoción: mencionele a su hijo la emoción que usted está experimentando, lo que siente (por ejemplo "me siento defraudado").

Causa: expliquele el motivo (por ejemplo "prometiste llegar temprano para ayudar con la limpieza de la casa y no lo hiciste").

Objetivo: exprésele el cambio o mejora que usted espera lograr en su comportamiento (por ejemplo "el próximo sábado que también toca limpiar espero que estés a la hora pactada).

Evite los gritos, los discursos y los brotes emocionales.

Recuerde que no hay situaciones desesperadas, solo hay personas que se desesperan ante determinadas situaciones.

Una situación de tensión típica entre padres e hijos ocurre cuando se les pide a los hijos que ayuden con alguna actividad casera y éstos incumplen con su realización. Muchas veces solemos acusarlos de rebeldes u holgazanes y no tomamos en cuenta sus propios motivos.

En ocasiones, la razón real es que no cumplen con el pedido que se le hizo porque les parece una actividad muy desagrable, aburrida e insufrible.

Es importante sentarnos a conversar con nuestros hijos y junto con ellos explorar qué hace que dicha labor sea tan desagradable. Buscar alternativas de solución y ayudarlos a implementarlas (quizás, si barrer les parece muy aburrido, tal vez escuchando música pueda parecerle más llevadero).

Otra estrategia es ayudarlo a centrarse en lo que su hijo sentirá después de cumplir con dicha labor (por ejemplo, puede llegar a sentirse aliviado y libre al sacarse ese peso de encima), procurando que deje de centrarse en lo que siente mientras la realiza.

Ayúdelo a recordar que en la vida siempre habrá labores poco agradables que tengamos que realizar y que todos corremos la misma suerte.

Finalmente, una vez terminado en forma correcta la tarea, recompense su esfuerzo y tolerancia con frases de reconocimiento y alegría.

En esta época donde la gente siempre busca la salida más fácil, es de suma valía enseñarle a su hijo a afrontar los aspectos menos agradables de la vida.

Los niños pueden llegar a abrumarse fácilmente con todo lo que tienen que hacer y por ello deciden dejarlo todo para después. Hay que ayudarlo a reconocer que, a veces, ese malestar en la barriga o esa irritabilidad que siente puede ser producido por la preocupación por no estar cumpliendo con una labor (una tarea, una exposición, etc.). Una vez que nuestro hijo reconozca lo que siente y lo asocie con la labor que viene postergando, es importante señalarle que la mejor forma de combatir eso que siente es la acción.

Ayúdelo haciendo listas sobre todo aquello que implica hacer dicha labor, dividirlo en pequeñas tareas también ayuda. Finalmente, armen juntos un pequeño cronograma para el cumplimiento de cada etapa de la tarea.

Recuerde siempre supervisar los avances de sus hijos.

La excesiva permisividad y/o el empleo de métodos autoritarios (que incluyen castigo físico) son los causantes de que el niño pueda tener dificultades para acatar las normas y respetar a los demás. Sea claro y consistente en la aplicación de la norma, evite expresiones y comportamientos agresivos que después sus hijos puedan estar tentados a imitar, promueva la sensibilidad por las personas y exprésele constantemente su afecto. Así creará un alto nivel de respeto y empatía en sus hijos.

El hábito de "dejar todo para después" no es algo que sólo afecte negativamente en el rendimiento académico o en el desarrollo de la responsabilidad en nuestros hijos. Puede llegar a desgastar su auto-confianza y la imagen que posee de sí mismo, pues puede quedar expuesto a diversas situaciones de fracasos y desilusiones. Por ello es importante que todos los integrantes de la familia promuevan reglas y recompensas que promuevan el puntual y eficiente cumplimiento de sus responsabilidades y amonestar en caso incumpla. Educar con coherencia es la base del desarrollo de nuestros hijos.